viernes, 14 de noviembre de 2025

ROMERÍA

Me gusta Carla Simón. Me han gustado sus tres películas basadas en su propia historia y muy bien contadas. He leído una entrevista a Alba Flores (la hija de Antonio Flores) en la que decía que en su generación hay muchos huérfanos por la droga y el SIDA y que es una historia pendiente de contar. Lo decía con motivo del documental que ha hecho sobre su padre. Efectivamente, hay mucho dolor y mucho secreto en esos años y quién mejor que los hijos de esa generación para contarlo. Recuerdo esos años como algo terrible desde mi trabajo como enfermera. Teníamos montones de jóvenes ingresados con enfermedades extrañas, aún no sabíamos ni qué era aquello. Fue el inicio de la utilización de guantes (antes solo se utilizaban en técnicas estériles o en algo muy muy sucio). Cuando se empezó a conocer la enfermedad, poníamos pegatinas rojas en los volantes y los tubos de sangre de los “sospechosos”. Llevo tiempo extender las precauciones universales y dejar de tratarlos como apestados. Había miedo, dolor y vergüenza. En los colegios, ante la sospecha de un niño seropositivo, había reuniones de padres a las que iban los responsables de sanidad. Y la angustia de ver tantos jóvenes que se te iban con un final terrible. Fue muy duro y aprendimos muchas cosas, como la importancia del respeto y la privacidad y que siempre hay algo que se puede hacer por un paciente terminal, para aliviar y consolar. Pero no quisiera volver a pasar por algo parecido. También he sido testigo de cómo muchas madres perdieron a sus hijos y tuvieron que hacerse cargo de sus nietos, pero la historia de esos niños no me ha tocado de cerca, por eso me interesan mucho las cosas que cuenta esta directora. En Romería, vemos a Marina, una joven de dieciocho años, que llega a Vigo para conocer a la familia de su padre que murió de SIDA cuando ella era un bebé. Se encuentra una familia como todas, con luces y sombras, quizás más sombras de lo habitual, pero esas historias marcan y dejan huella. Tío, primos, abuelos. La película tiene una especie de capítulos y uno dice ¿Tener la misma sangre te convierte en familia? Solo con pequeños gestos, apreciamos las tensiones, las rivalidades, lo frágil que es la memoria y cómo distorsionamos nuestros recuerdos. Marina tiene el diario de su madre de esos años, cuando piensa que va a comerse el mundo, viajar en velero a Perú, aprender astrología y bailar desnuda en las playas de las Cies con el amor de tu vida. Sentí una tristeza terrible por esa generación que también es la mía, por todas esas vidas truncadas, por esos padres y madres destrozados y a veces avergonzados y esos hijos huérfanos. Me parece que está muy bien elegida la edad de la protagonista, que ya no es una niña, pero conserva mucha inocencia, que necesita saber, que tiene curiosidad, que sufre, pero también es capaz de reírse, jugar con sus primos o disfrutar del mar. Y esa familia, que de entrada te parece horrible, pero que poco a poco ves que la gente hace lo que puede con los recursos que tiene. Llúcia García encaja perfectamente en el papel, que en su caso es doble porque representa a Marina y a su madre tal como ella la imagina por los diarios, lo que incluye escenas difíciles, como estar hecha polvo con el mono. Hay que considerar que es su primera experiencia como actriz, de modo que podemos esperar muchas cosas de ella. Todos los demás intérpretes también están muy bien. Carla Simón ha dicho que ahora va a dejar a su familia tranquila una temporada, pero seguro que, haga lo que haga, lo hará bien.