viernes, 30 de junio de 2023
Sherwood
“La belleza es verdad; la verdad, belleza. Esto es todo lo que sabes sobre la tierra, y todo lo que necesitas saber”. John Keats.
Un asesino que dispara flechas con una ballesta; una tragedia que ocurrió muchos años atrás, cuando los protagonistas eran muy jóvenes; las huelgas de los mineros de carbón en la era Thacher; dos hermanas que siendo vecinas no se dirigen la palabra; la boda de una concejala conservadora que intenta, afanosa, arañar votos en un barrio tradicionalmente minero; un misterioso infiltrado; la rivalidad entre la policía de Londres y la de Nottingham… Este es el escenario en el que el sargento detective Ian St Clair y el inspector Kevin Salisbury se enfrentan a dos desconcertantes casos de homicidio, basados, sin embargo, en hechos reales.
Producida por la BBC y creada por James Graham, quien conoció de niño los sucesos que inspiran la serie, goza de una ambientación impecable tanto en la época actual como cuando viaja a los 80 y un excelente reparto encabezado por David Morrissey y Robert Glennister, que encarnan a los protagonistas, y seguido por Lesley Manville, Adeel Aktar, Claire Rushbrook, Joanne Froggatt y otros muchos, porque en esta serie aparecen un montón de personajes secundarios igual de bien retratados e interpretados que el dúo principal.
Por una parte, como buena historia policial, la investigación criminal se desarrolla llena de suspense y acción. Poco a poco van apareciendo elementos que relacionan los crímenes con sucesos del pasado, de manera que es inevitable revisar aquellos oscuros hechos e intentar esclarecer el papel que jugó cada uno y repartir culpas y responsabilidades.
Pero cuenta mucho más. En los seis capítulos que dura la primera temporada, tiene la habilidad de introducir otros temas a través de múltiples personajes, familias y subtramas diversas.
En el ámbito local, habla de la fractura social y del precio personal y familiar que se pagó por los enfrentamientos entre esquiroles y huelguistas en un sistema que estaba sentenciado a muerte. No hay nada más fácil que sembrar el odio y la escisión en una comunidad. Reconstruir, pacificar y tender puentes es otra historia.
En un enfoque más universal trata otros asuntos como la difícil convivencia familiar y adaptación intergeneracional en el estilo de vida actual (y me imagino que también en cualquiera del pasado o del futuro) “Deberíamos haber hablado más, aunque eso sí que da miedo porque no sabemos”. O el inevitable ajuste de cuentas con la vida que, quien más, quien menos, se ve obligado a hacer a determinada edad.
Dos detalles remarcables: el error que lleva a la solución de una de las cuestiones es ingeniosísimo y salva con gracia la inevitable referencia a Robin Hood.
Almudena Fernández Ostolaza.
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