viernes, 20 de junio de 2025

Sirat

Aunque no soy de las que se emocionó con O que arde, fui con expectativas altas a ver Sirat: Premio del Jurado en Cannes, excelentes críticas, ¡incluso le gustó a Boyero! Bueno, no es fácil resumir en pocas palabras esta película. ¿Me ha gustado? Gustar no es un verbo que acompañe muy bien a Sirat. Me ha impactado, me ha sobrecogido, me ha emocionado, pero ¿gustar? Ya habréis leído la sinopsis: un padre (Sergi López) y su hijo (Bruno Núñez) aparecen por una rave en Marruecos buscando a su hija y hermana, de la que no saben nada hace seis meses. La joven es aficionada a este tipo de fiestas y con una mochila llena de fotos, padre e hijo (Luis y Esteban) emprenden un viaje en su busca. La película es muy potente visualmente, los paisajes son impresionantes y vives totalmente la historia. No he estado en una rave en mi vida, pero Oliver Laxe consigue meterte en ese ambiente que, al menos para mí, resulta totalmente ajeno. La historia comienza como una road movie. Luis y Esteban deciden seguir a un grupo de ravers que van a otra fiesta al sur del país, cerca de Mauritania. Antes de emprender el viaje, se empiezan a ver algunos aspectos que indican que algo pasa en el mundo: el ejercito desaloja la fiesta, en la radio se oyen noticias que hablan de una guerra mundial. Pero los protagonistas permanecen ajenos al mundo exterior, viven por y para su propia historia. Vas siguiendo el viaje como si tú también te hubieras tomado algo. No se oía ni una tos en el cine. Y de pronto, todo toma una deriva apocalíptica y entiendes el sentido del título: en la cultura musulmana, Sirat es un puente entre el paraíso y el infierno, estrecho como un cabello y afilado como una espada. Y por ahí van a transitar los personajes de la película durante el resto de la historia. Quizás es mejor ir a verla sin saber nada, que te coja por sorpresa, pero es imposible comentarla sin hacer referencia a que es sobrecogedora. Los actores están maravillosos, tanto Sergi López y el niño Bruno Núñez, como todo el grupo de ravers, que no son actores, sino que pertenecen a ese mundo. Al salir del cine, estaba desconcertada. Pensaba ¿qué nos ha querido contar el director? He buscado entrevistas que le han hecho y, si queréis que os diga la verdad, creo que no vamos a ser amigos. Tiene un discurso sobre que el cine se ha banalizado, todo es entretenimiento de ver comiendo palomitas o en el sofá de tu casa y él pretende hacer historias conmovedoras, que te remuevan por dentro, que te sacudan. Hasta ahí bien, compro cine solemne, pero un director que dice cosas como “hay una dimensión de servicio en mi obra y me parece sano invitar al espectador a este ceremonial que es Sirat” me irrita, no lo puedo evitar. O perlas como esta: “Tengo intenciones y hay un propósito masculino de expresar cosas, de ejercer de autor y poner mi falo encima de la mesa, pero luego confío en las imágenes y en su dimensión sutil, polisémica, esotérica, lírica o femenina”. Me parece estupendo hacer cosas profundas, solemnes y cargadas de significado, pero prefiero que la persona que está detrás sea más humilde, más sencilla. Porque hay algo de esa grandilocuencia que se cuela en la película y pese a ser grandiosa y espectacular, para mí tiene algo que rasca, que no me acaba de gustar. Con todo, os animo a verla porque tiene méritos suficientes y a lo mejor no compartís mi punto de vista. Mira lo famoso que se ha hecho Lars Von Trier y, si yo fuera productor, no habría hecho ni una peli conmigo. Un último comentario, sesudo como todos los míos: si me pierdo, no me busquéis nunca en una rave.

viernes, 13 de junio de 2025

Nick Cravat, el secundario acróbata y mudo

 El otro día me acordé de este actor secundario tan expresivo. Solía aparecer en las pelis donde su gran amigo, Burt Lancaster, hacía de galán atlético con sonrisa muestra de dentífrico de los buenos. Nick Cravat era al amigo del prota (De Lancaster), siempre fiel y solícito, y resulta que es que no dejaba de ser cierto a grandes rasgos.

Nick Cravat era el nombre artístico de Nicholas Cuccia. Cuccia, pronunciado (Cuchia) denotaba el origen italiano de su familia. El bueno de Nick había nacido en el Brooklyn neoyorquino y de muy joven coincidió con Burt Lancaster en un campamento de verano, dicen. Lo cierto es que Burt y Nick se hicieron amigos y ambos, aficionados a la gimnasia y las acrobacias, acabaron montando un espectáculo que los llevaría al circo.

Con ese cuerpazo que gastaba Lancaster, esa sonrisa blanca e impertinente, esa agilidad y ese llamativo color del pelo, acabó siendo descubierto por un cazatalentos yéndose a Hollywood y teniendo éxito. Pero Burt no olvidaba a su colega Nick y se lo llevó para que también hiciera cine. Ambos salían haciendo saltos y piruetas exhibiendo una plenitud y fortaleza físicas envidiables.

Un elfo del bosque

El bueno de Nick siempre hacía de fiel escudero mudo. Siempre mudo. Hablaba con gestos y silbidos en las películas. Lo podéis ver en "el temible burlón" o "el halcón y la flecha". Pero, no, Nick no era mudo, a pesar de la gesticulación. Lo que le pasaba a Nick es que tenía un acento exageradamente marcado.


 Acento de barrio, de su barrio, Brooklyn, y eso, en películas de época, ya sea en la Europa medieval, o en esos piratas del Caribe del siglo XVII, no quedaba demasiado correcto.

El prota y el secundario

Y Nick hizo pelis sin su colega Burt, siempre de secundario, Con Victor Mature, otro cuerpazo pero con un rictus facial un poco malogrado, con Dean Martin, con Jerry Lewis... 

Buena forma física

En los años 60, los años del western, su colega Burt, lo enroló en historias del oeste. Fueron unas cuantas: Camino de Oregón; que viene Valdez; camino de la venganza; la venganza de Ulzana, eran unos títulos muy vengativos para dos camaradas, curiosamente. Una de sus últimas cintas juntos fue "la isla del doctor Moreau", una peli inquietante .

Inicios circenses


Y hoy he querido traer a la memoria a la memoria a este secundario mudo en la fición en ese dorado cine de los años 50 de aquél Hollywood tan dado a sacar historias de época donde un marcado acento neoyorkino no podía oírse.

Juli Gan

viernes, 6 de junio de 2025

La viajera


Firma esta película el director surcoreano Hong Sang-soo, autor también del guion. Me vais a quitar el título de cinéfila (pero no el de zinéfila), porque os voy a confesar que yo a este señor no lo conocía de nada, a pesar de que tiene unas treinta películas en su currículum, tal como he comprobado en la Wikipedia.

En fin, nunca es tarde para hacer descubrimientos y juro que me ha entrado mucha curiosidad por echarle un vistazo a algún otro de sus filmes. Quizás comience por En otro país, de 2012, en el que también cuenta con Isabelle Huppert como protagonista. Por si os interesa, está en Netflix.

Y tengo que empezar hablando de ella, de la protagonista, de la viajera del título, porque es omnipresente, porque aparece en casi todas las escenas y, cuando no aparece, la conversación gira a su alrededor. Podemos decir que el peso de la película recae absolutamente sobre ella, sobre el personaje protagonista y sobre la actriz, la enorme Isabelle Huppert.

Huppert a mí me inquieta siempre. Será porque no puedo olvidar sus interpretaciones en La cérémonie, Elle o La pianista, pero cuando está en pantalla pienso que en cualquier momento, de una u otra manera, me va a atacar, me va a asustar, me va a asaltar y no me relajo en toda la proyección. Su personaje en La viajera no es tan agresivo como en estas otras tres formidables películas que os he nombrado, pero no deja de ser un tanto desasosegante.

La viajera es una señora de una edad casi provecta (Huppert tiene 72 años; está estupenda, pero son 72) que reside sola en Seúl, vive en casa de un jovencito (sin que lo sepa la madre de este) y se gana malamente la vida en un oficio del que no sabe nada: da clases particulares de francés mediante un método delirante que ha inventado ella misma.

Siempre viste igual, echa la siesta sobre la hierba de los parques, entabla conversaciones extrañas con desconocidos y bebe continuamente makgeolli, un vino de arroz coreano que tiene menos alcohol del que yo pensaba y que se puede comprar en supermercados que tenemos cerca de casa, pero que no voy a nombrar porque no les haría propaganda ni aunque me la pagaran. Lo hay de sabores: fresa, plátano, etc. El que bebe la viajera, que, por cierto, como personaje no tiene nombre, es blanco y parece leche aguada. Nada apetitoso, vamos.

Repito que la película entera gira en torno a ella y a lo que se va encontrando en su deambular por las afueras de Seúl, con preferencia, como digo, por los parques; todo eso que pivota a su alrededor os lo resumo a continuación en varias apreciaciones sueltas.

La viajera mantiene con sus alumnas de francés diálogos que se repiten palabra por palabra, en un perfecto déjà vu, que quizá nos quiera decir algo sobre lo aburridos y previsibles que son los surcoreanos en particular o sobre lo aburridos y previsibles que somos los humanos en general.

Bien de paseo por los parques bien porque se detiene a hablar con desconocidas, el tema de conversación son a veces los poemas esculpidos en grandes piedras, como la que aparece tras Huppert en el cartel. Son poemas en coreano que la viajera pide que le traduzcan al inglés o que, a petición de una desconocida, traduce ella al francés. Los poemas son siempre autoría del mismo escritor surcoreano y he aquí de nuevo el déjà vu.

Y ya que hablamos de traducciones, hablemos de lenguas. La viajera es francesa, como Huppert, qué casualidad; su lengua materna es el francés. Las gentes de Seúl con las que trata hablan en coreano, que es el idioma oficial del país, y con la viajera se comunican en inglés. En consecuencia, todos se expresan en una lengua que no es la suya, lo cual confiere a los diálogos una torpeza, una lentitud, un balbuceo como infantil que tamiza las relaciones y las envuelve en una nebulosa de consistencia casi sólida.

Además, estas conversaciones tienen lugar con uno, varios o todos los personajes de espaldas a la cámara. Se me antoja que Hong Sang-soo, no contento con despojarlos de sus lenguas de familia, les quiere quitar también los rostros, aquello que los individualiza, para mostrarnos un mundo en el que unos seres con la misma apariencia, que apenas se diferencian los unos de los otros, hablan como máquinas tardas y reproducen continuamente las mismas conversaciones. No sé si quiere decirnos que los coreanos son gentes uniformes y parejas, en contraste con ese bicho raro exótico, ese perrito verde, que es la viajera. No sé.

Cuando me haya visto la filmografía completa de Hong Sang-soo, quizás me haya hecho una idea más precisa sobre esto. Hasta entonces, recibid un abrazo de vuestra amiga

 

Noemí Pastor

viernes, 30 de mayo de 2025

Mr. Brooks

Es una película de 2007 con un argumento bastante disparatado, pero entretenida como thriller. Tiene reminiscencias de «Seven», algo de la carnicería pop de Tarantino y un toque de cómic muy chulo en la fotografía de los bajos fondos de Portland. Viendo a Kevin Costner hacer de malo, he asimilado el trasnochado aforismo «actuar con la diligencia propia de un buen padre de familia». Siempre había dudado cuánta diligencia supone eso y si sería algo exclusivo de los padres. Con esta película se entiende de una vez por todas: significa actuar como Kevin Costner en la mayoría de sus películas, vease «Los intocables», «El guardaespaldas», «No hay salida»… En esta cinta ofrece más de lo mismo y también lo contrario: aquí está la nota original. Se mete en la piel de Earl Brooks, un ciudadano ejemplar con una familia perfecta, una fábrica perfecta —en la que se dedica a hacer vidriados—, una casa perfecta y una vida perfecta, pero con una oculta y terrible adicción al crimen. Sobre el tema de esta adicción, los profesionales de salud mental consultados afirman que no existe y mucho menos las ramificaciones que sugiere el guionista. Lo de los vidriados es un detalle artesanal bonito. Earl tiene una voz interior que se llama Marshall, representado por el actor William Hurt, como una especie de Pepito Grillo que en lugar de guiarle por el buen camino le impulsa a matar. Este desdoblamiento del protagonista, supongo que para mostrar de una manera más clara la mente del asesino, … ni sí ni no. Te distraes un buen rato al principio pensando: ¿Los demás podrán verlo y oírlo o está en la cabeza de Earl? Otro personaje en el lado del mal es Mr. Smith, el más loco de todos y con la motivación más extraña, aunque está magníficamente interpretado por Dane Cook. Demi Moore siempre es un punto positivo. Encarna a la policía Tracy Atwood, empeñada en atrapar al asesino en serie. Sus peculiaridades biográficas son un poco extremas. Es muy rica y a la vez muy macarra y ejerce de policía solo por vocación. Valiente y expeditiva, solo se mueve por corazonadas; menos mal que nada en la piscina para librarse del estrés como toda detective que se precie, si no, resultaría inverosímil. Merece una mención la actriz que interpreta a la hija, Danielle Panabaker: convincente, guapísima e inquietante.

sábado, 24 de mayo de 2025

Compañeros de ruta ( Fellow Travelers )


He dudado antes de empezar a escribir esta reseña.Estaba entre dedicarle una entrada a "Cónclave" una película que me ha parecido excelente y que si no habéis visto no os podéis perder  y una serie de televisión que definitivamente me ha vuelto a demostrar que la televisión puede y debe ser arte.

Me estoy refiriendo a la serie "Compañeros de ruta "(EEUU, 2023) dirigida por Ron Nyswaner, Uta Briesewitz, Daniel Minahan, Destiny Ekaragha y James Kent e interpretada entre otros por Matt Bomer y Jonathan Bailey .

Dado que el mes que viene es el mes del orgullo LGTBIQ+ , no podía sino dedicarle una publicación a este mini serie de 8 capítulos que es sin duda una de las mejores que he visto en no poco tiempo.


"Compañeros de ruta" nos narra la historia de amor entre dos hombres muy diferentes durante varias décadas, de los años 50 a los 80  en Estados Unidos.Se trata Hawkins Fuller (Matt Bomer) y Tim Laughlin (Jonathan Bailey), el primero carismático, ambicioso, vinculado a la política , el segundo un hombre idealista ,con valores, comprometido  y valiente , más enfrentado que aliado a las esferas de poder.  



Desde la guerra de Vietnam, pasando por los años 70 hasta entrados los 80 con la irrupción del SIDA, esta miniserie nos llevará de la mano de sus idas y venidas, sus encuentros y sus desencuentros, su capacidad de sobrevivir a cada etapa en una sociedad hipócrita y moralista que les empuja a vivir ocultando su amor.

Son dos maneras de entender el mundo no exentas de traiciones que nos creará adicción a la pantalla y en su cierre nos quedemos con ganas de más.


La química que hay entre los actores  principales es uno de los puntos fuertes de la serie, ambos hacen que las escenas eróticas y los sentimientos surgidos resulten honestos de manera natural y auténtica.

 El guión, el relato de los episodios históricos que van sucediéndose como telón de fondo, el posicionamiento de ambos personajes ante los mismos hechos, son tan enriquecedores que el espectador sucumbe totalmente al deseo de saber más y más , sin poder dejar de devorar cada episodio con el deseo imperioso de saber si finalmente serán capaces de reconocer aunque sea ante sí mismos lo que sienten el uno por el otro.



Los perfiles psicológicos de los protagonistas son casi antagónicos y sin embargo hay entre ellos un vínculo tan poderoso que no deja de sorprendernos incluso en las peores circunstancias.


Hay otro personaje, en este caso femenino que también sería justo mencionar, el  de la esposa de Fuller interpretado por Allison Williams. Es un personaje secundario pero creo refleja muy bien esa postura ambigua de algunas mujeres en los años 50, resignadas acerca de la doble vida de su marido pero al mismo tiempo complacidas en relación a su acomodada vida familiar.No hay en ella ira o deseos de venganza, incluso en algún momento, hay cierto acercamiento hacia el personaje de Tim,conocedora de que de algún modo, Fuller siempre será un esposo compartido.



Por ponerle alguna pega a la serie, diría que me hubiera gustado mayor protagonismo de los personajes femeninos en general y otro desenlace en la única historia lésbica que aparece en la serie en particular. 

Basada en la novela de Thomas Mallon, esta adaptación se convierte en un viaje a través del tiempo, revisando personajes históricos y momentos cruciales en la historia reciente de los Estados Unidos.

La serie no demoniza ni beatifica a ninguno de los protagonistas , más bien nos cuenta con neutralidad cómo esos dos hombres decidieron  amarse, si es que amar puede decidirse, en unos tiempos convulsos en los que se sucedían los gobiernos más o menos reaccionarios donde la clandestinidad y la doble vida en algunos casos era la opción más viable para poder mantenerse a flote y resistir.

Tal vez hoy todo esto nos parezca superado pero la verdad es que no lo es, mientras la homosexualidad por ejemplo sea penalizada en numerosos países y aquí, en España sigan creciendo el número de delitos de odio hacia el colectivo LGTBIQ+. 

Por dejar un dato reciente:

"En 2024, 64 jurisdicciones nacionales prohíben aún las relaciones homosexuales, privadas y consentidas entre hombres. De ellas, 40 castigan también los actos lésbicos. La dureza de las condenas oscila entre un amplio abanico que va desde menos de un año de cárcel hasta la cadena perpetua.

En este contexto , ver "Compañeros de ruta" es también un acto de resistencia además de un auténtico disfrute al ver cine de calidad en el infravalorado formato de serie de televisión.

Buen fin de semana,


Troyana



miércoles, 21 de mayo de 2025

Misión Imposible 8: confía una vez más


Ya casi son 30 años los que se cumplen cuando Tom Cruise decidió convertir una serie clásica de televisión de los años 60, en un film acción y espionaje de los 90. Contando con guion de David Koepp y la muy acertada dirección de Brian de Palma, nos regalaron una de las películas de entretenimiento de esa época, volviendo a la fórmula clásica de dobles agentes y mentiras, en una época donde James Bond debía reconvertirse, y la ciencia ficción y fantasía dominaban la taquilla. El actor, convertido también en productor, junto a Paula Wagner, traía un reparto internacional, algunas escenas icónicas (como su caída al bajar a una sala de defensa con una cuerda, o su final en el Eurostar(*)), una historia que no aburría y que podía resultar problemática para los fans de la original, y una recuperación de la maravillosa BSO de Lalo Schiffrin (bien modernizada por dos miembros de U2).

La que se prometía como una nueva saga que daría a Cruise su puesto en el olimpo de la acción, porque el de la actuación ya lo tenía, y que ayudaría a dar su imagen de "última estrella de Hollywood", cayó en picado con una secuela, donde el cambio de dirección que daría John Woo, el estilo de acción algo ridículo muy propio del final de los 90 (debido al Bond de Brosnan) y la ridiculez de la trama (esas falleras quemando santos en la Semana Santa sevillana), harían que Cruise dejara esta saga durante seis años.


¿Y qué pasó entonces? El timón sería recuperado por J.J. Abrams, el genio que había conseguido el éxito con la serie Lost, y había probado que podía moverse en el espionaje con Alias. Era una nueva oportunidad a una saga que imitaba el estilo de James Bond, pero de una forma partícula. En esta nueva aventura, además de adaptarla a la acción del momento, se le dotó a Ethan Hunt de un corazón, que no sólo estaba relacionado con la amistad de los miembros de su equipo, si no también a través de la aparición de una esposa, que le daría profundidad, y con suerte no acabaría muerta, que para eso no estamos en una película de Nolan. Además, el villano, cuyos motivos no estarían tan claros, sería interpretado por el gran Philip Seymour Hoffmann, que daría "gravitas" al asunto.

La recaudación y el interés fueron suficientes como para que llegara la cuarta, esta vez dirigida por Brad Bird, y que para muchos de los seguidores, fue la que definió el concepto de esta saga: Hunt y su equipo  luchando espectacularmente contra el villano, mientras mantenía lazos de amor y buen humor, y salvaban a todos, tomando decisiones que afectaría su vida personal, pero que darían un nuevo día a la humanidad.


Y ese es el estilo que siguió en las demás películas, con un equipo más estaba que en las primeras películas, y una idea de unificar las películas, a través de la llegada del director Christopher McQuarrie, un gran profesional, metido en la definición de la trama, muy influido por Cruise, y al borde del ataque cardiaco debido a las acrobacias, cada vez más al borde del abismo, que el actor ha querido hacer en cada película. Y es que los últimos cuatro filmes, incluido esta último que se estrena, son una vuelta de tuerca a ese universo que había impuesto Bird, y evolucionado por McQuarrie. Todas las de este director son tremendamente entretenidas, poniéndote al borde del asiento, y en la que en mi opinión, resalta Fallout (la sexta), que tiene los suficientes elementos de misterio, acción, piruetas, humor y cariño.

Llegamos al punto final. A Misión Imposible: Sentencia Final. Considerada como la segunda parte del film anterior (Sentencia mortal), ambas fueron afectadas por el Covid, los cambios de fecha, el precio de rodajes espectaculares con acrobacias extremas, y en el caso de la primera, el impacto de otras películas en el momento de su estreno (el 'barbenheimer'), lo cual hace que a fecha de hoy, no sepamos si este broche final será rentable o no. Muchos ya dicen que el final de esta saga costará dinero, pero Cruise y su obsesión por el cine y por cerrar este ciclo de su vida, junto a su éxito como Top Gun 2, hacen que pueda permitirse esta inversión y apuesta.

Sobre la película, dejando destripes y spoilers fuera, resultará ya el último exceso, y por tanto, el último entretenimiento que Ethan Hunt nos puede dar, con apuestas altísimas, líneas que rozan la distopia, y un guion muy cogido por los "pelos", pero que en el universo de Misión Imposible, es totalmente válido y razonable. Además de Cruise, el resto de actores como Ving Rhames, Simon Pegg, Hayley Atwell y el resto, no sólo hacen una interpretación más que correcta de sus personajes, si no, que queda claro y se siente que han disfrutado con ellos tanto como quieren que el espectador se lo pase bien.

Es difícil que nuevos espectadores vayan a ver este broche final (a no ser que los metan en el cine, como hice yo con una amiga el sábado pasado, en una de las sesiones de preestreno), y que los que se bajaron "de este viaje" en alguna película anterior regresen, pero los que nunca abandonaron (pese a las falleras), o los que nos volvimos a subir (como Hunt en el rascacielos de Dubai, en esa cuarta parte), van a verse recompensando, una vez más, por esta película que merece ser vista en el cine, que te entretiene a la vez que te hace reflexionar sobre el impacto de nuestras decisiones en el destino y legado que queremos dar...algo que estaría muy relacionado con lo que Tom Cruise ha querido hacer con el cine y su profesión. Algo que es mucho más honesto que el 90% del cine actual, de las sagas sin sentido (no te miro, pero te miro Fast and Furious), o que las revisiones de los héroes clásicos que deben pagar su pasado en nuestra sociedad actual (¡ay, qué mal acabamos, Mr Bond! y más tras Skyfall).

Realmente Misión Imposible 8 merece la pena, pero es decisión aceptarla o no. Pero tranquilo, este mensaje no se autodestruirá en cinco segundos.

Carmen R.


(*): en realidad, no es un Eurostar, si no un tren TGV de la SNCF, que el actor consiguió al invitar a cenar a un alto cargo de la compañía de transportes francesa

viernes, 9 de mayo de 2025

La peste

He tardado mucho tiempo en ver esta serie. Se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián en 2017 y, pese a que soy muy aficionada a ver series completas, esta se me pasó. Ahora he podido disfrutar de las dos temporadas seguidas y tengo que decir que me ha parecido una buena serie. Los creadores son Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, lo que ya podía hacernos suponer que el producto sería de calidad. Ambos están detrás de la dirección y el guion de películas tan buenas como La isla mínima, El hombre de las mil caras o Modelo 77. La acción se desarrolla en Sevilla en el siglo XVI. Una epidemia de peste comienza en los barrios pobres y hay intereses cruzados sobre qué hacer: cerrar la ciudad o no. Cerrar la ciudad podría ser bueno de cara a la epidemia y permitiría conseguir ayuda económica de la corona. Por otro lado, si cierran el puerto en un momento floreciente del comercio con el Nuevo Mundo, los comerciantes perderán mucho dinero. En esta situación, llega a la ciudad Mateo, un impresor al que busca la Inquisición por publicar biblias protestantes. Acude a la ciudad para rescatar al hijo bastardo de su amigo Germán, al que dio su palabra. Cuando llegue, no solo deberá intentar cumplir su cometido, sino que se verá implicado en la resolución de unos crímenes de protestantes que se están produciendo en Sevilla. Los actores elegidos están muy bien, no solo los protagonistas como Paco León, Pablo Molinero, Sergio Castellanos, Manolo Solo o Patricia López Arnaiz ( y mira que a esta mujer, no sé por qué, le tengo manía, pero en esta serie me ha gustado); también los secundarios como Manuel Morón, Paco Tous, Antonio Dechent y muchos más hacen un trabajo excelente. La verdad es que en este país tenemos buenísimos actores y actrices, al margen de los que salen en la prensa constantemente, hay un montón de gente con una larga carrera a sus espaldas de los que muchas veces no sabemos ni el nombre, aunque los reconocemos perfectamente. En la segunda temporada, la ciudad se ha enriquecido con el comercio o, mejor dicho, algunos se han enriquecido porque el pueblo sigue viviendo fatal dominado por la nobleza y por la Garduña, una mafia local que controla la prostitución, la venta ambulante y muchas cosas más. Mateo vuelve de América porque se lo pide Teresa, la viuda de su amigo German para ayudar a Valerio, el hijo bastardo al que salvó en la primera temporada. A la ciudad ha llegado un nuevo asistente llamado Pontecorvo que quiere imponer el orden y acabar con la Garduña. Mientras tanto, Teresa está empeñada en rescatar a las prostitutas que malviven bajo la Garduña y darles una nueva vida en América. También en esta segunda temporada los actores están muy bien, con nuevos personajes como los interpretados por Jesús Carroza, Federico Aguado o Estefanía de los Santos. Me ha gustado especialmente Julián Villagrán como el flamenco. Es una serie oscura, con muchas escenas nocturnas o en interiores mal iluminados, que muestra la miseria, la enfermedad y la injusticia en que vivía el pueblo. Los colores son marrones, pardos, grises y negros. Solo hay ráfagas de color en los vestidos de las damas nobles (me fascina el vestuario del personaje de Teresa, vestidos, turbantes y pendientes). Da la sensación de que la vida no valía nada y la de las mujeres y los niños, menos. Creo que consigue meterte totalmente en el ambiente y la época que pretende describir, no sé si está bien documentada, pero es muy verosímil. La única pega que le veo es que el sonido es malísimo. No sé por qué, no se entiende a los personajes. He leído que había gente que la veía con subtítulos. Algunos decían que era por el acento andaluz, pero no tiene nada que ver; se entendía igual de mal a los que venían de Valladolid y no era cuestión de subir el volumen. Con todo, me ha parecido una muy buena serie. En los últimos años se están haciendo series españolas de gran calidad.

viernes, 2 de mayo de 2025

Matlock, Kathy Bates entre tiburones trajeados

La edad de oro de la tele de pago crea series como champiñones donde artistas veteranos siguen prodigándose. Así, hace poco, encontré a la simpar Kathy Bates protagonizando una serie de intrigas legales en un caro bufete de abogados neoyorkino. Esta avezada actriz septuagenaria continua dando guerra en el mundo de la interpretación después de haberse pasado media vida en el teatro y de impactar y aterrorizar a medio mundo en la adaptación para el cine de la novela Misery de Stephen King, donde martirizaba a James Caan.

La serie que protagoniza Kathy Bates empezó con cierta gracia; nos encontramos a una adorable ancianita que acude a un elegante y caro bufete de abogados neoyorkino para conseguir trabajo. No es extraño ver ancianos currando duro en los EEUU, y Matty Matlock, que así se llama el personaje de la Bates, necesita con urgencia ganar un sueldo según nos cuenta. Pero no os fieis, es abogada, y muy buena, y sabéis que los abogados tienen picos de oro para engañar sin piedad. 

Kathy Bates no se jubila.

Matlock es misteriosa pero engancha su personalidad, su oficio y también lo que nos va descubriendo de su vida. A los del bufete les cuenta que necesita trabajar porque es una abuela viuda a cargo de un nieto preadolescente. En esa pecera llena de tiburones que resulta ser el bufete se sumerge la ancianita y consigue que no se la coman. Ahora es cuando el espectador va conociendo al resto de la plantilla de abogados estirados con deseos de hacerse socios de la firma, que aguantan jornadas interminables de manera estajanovista con tal de no ser comidos como "pezqueñines" que son para llegar a "tiburonear" como los peces gordos.

En el ascensor con dos abogados que pelean por ser socios del bufete.


Uno de los dueños de la firma es Markston sénior (Beau Bridges), que por su posición puede permitirse el lujo de usar traje y corbata y va vestido como un cow-boy de oficina, con sus jeans y su corbata tejana (O corbata bolo). Hay un sénior, lo cual implica a un júnior (Jason Ritter, el hijo de John Ritter), un abogaducho algo pusilánime que pelea con su exesposa en la carrera por ser admitido como socio del bufete. La ex, aunque excelente abogada, por lo que se ve, y bastante estirada, por lo que se aprecia, es Olympia Lawrence, que defiende el estereotipo de mujer luchadora afroamericana que tiene que romper el techo de cristal y los muros de carga machistas y racistas. Y por último están los jóvenes abogados pringados que comparten despacho y no reciben bien a la competencia, aunque pueda ser su abuela. Ellos son  Sarah Yang, una inflexible joven asiático-americana, pelota hasta el hartazgo, y Billy Martínez, el joven de origen hispanoamericano, que es un poco menos intragable e intentan hacerlo pasar por tío dulce. Con todos estos personajes ya tenemos la cuota de casi todas las minorías étnicas del país.

Trío de becarios. Como en Fama, esta cuesta y lo van a pagar, aparte de con sudor, con horas en la ofi.

Uno de los chistes recurrentes, que en España no se entiende demasiado, es que la abogada se apellida Matlock, igual que un famoso personaje televisivo cuyo apellido daba título a una vetusta serie sobre abogados criminalistas de hace más  de treinta años. Como si hicieran en España una serie con un pescador apellidado Chanquete, poco más o menos. Sólo que la Matlock  que interpreta Bates esconde muchos secretos. Ella entra en el bufete por la puerta pequeña, esa en la que tiene que codearse con otros abogaduchos bisoños, alegando necesidades económicas pero tiene otro objetivo muy concreto. Hay una subtrama que se va enganchando a las tramas de cada capítulo. Esta no os la cuento, pero siempre podéis echar un ojo a painkiller. Está relacionada.

Beau Bridges, tiburón jefe.

Matlock, al igual que el abogado del Lincoln, son la nueva hornada de series sobre letrados alejadas, pero no mucho, de la caspa de los noventa  que traían series como "La ley de Los Ángeles". Sólo por ver a una actriz con la presencia de Kathy Bates ya merece la pena.

Juli Gan.


viernes, 25 de abril de 2025

Premonition: 7 días

 


Esta película de 2007, protagonizada por Sandra Bullock, se tituló en inglés simplemente Premonition y en España se le añadió la coletilla de 7 días, añadido que resultó curiosamente premonitorio, ya que, unos años después, en 2015, se estrenó Premonición, con Anthony Hopkins, Abbie Cornish y Jeffrey Dean Morgan, que originariamente, en inglés, se titulaba Solace.

En el canal Mad han programado estos dos filmes en una misma tarde, uno después del otro, y los han titulado Premonición (7 días) y Premonición (Solaz), de manera un tanto confusa, hasta el punto de que llegó a pasárseme por la cabeza que formaban parte de una especie de saga o serie. Pero no. No tienen nada que ver el uno con el otro.

Yo hoy os hablaré de Premonition: 7 días, con Sandra Bullock, y quizás otro día me anime con el otro.

Premonition (le quito la coletilla de ahora en adelante) es básicamente un thriller de suspense que pasó en su época bastante muy desapercibido. En los Estados Unidos tuvo una acogida en salas entre mediocre y buena y en Europa y Sudamérica fue un poco peor.

La crítica tampoco le fue, en general, favorable y esto me sirve de perfecto ejemplo del sexismo y la misoginia de la crítica cinematográfica. Todavía hoy he podido leer en alguna reseña que un aspecto negativo de Premonition es que su trama “se limita a lo cotidiano” o que “lo que pasa no es importante”. Os traduzco gratis: no suceden cosas masculinas y lo que les pasa a las mujeres no nos interesa. No tengo ni media duda de que, si en vez de UNA prota ama de casa, Premonition tuviera UN prota, pongamos, desarrollador de videojuegos, esta peli sería de culto, porque tiene cualidades para ello.

Bueno, tras la pataleta necesaria, ya ha llegado el momento de exponeros el high concept de Premonition, aunque yo no lo voy a exponer muy high, sino a mi manera.

Allá voy. Un ama de casa acomodada, de casoplón en las afueras y Volvo para llevar a las niñas al colegio de élite, vive una experiencia raruna. De pronto, le bailan los días. Se acuesta un domingo por la noche y se levanta un miércoles; de ahí vuelve al lunes y luego salta al sábado, al jueves, al martes, luego al viernes… No es así exactamente, pero más o menos. Y así continúa, a lo loco, durante los siete días del título, durante una semana. Solo que, durante esa semana, su marido fallece en la carretera, se entera de que tenía una aventurilla, su hija sufre un accidente doméstico, la internan a la fuerza en un psiquiátrico… En fin, muy mala semana para vivirla desordenada y saltando adelante y atrás en el tiempo, cosa que, quieras que no, te lía y te confunde mucho.

El guion no tiene fisuras. Todo encaja bien y de forma natural, nada forzada. Fluye. Y la intriga está bien trabajada. La tensión se mantiene perfecta durante todo el metraje y la atmósfera inquietante funciona desde el principio; desde las primeras escenas sabemos que en ese escenario idílico de periferia adinerada y familia reluciente va a caer una bomba de neutrones que va a dejarlo todo patas arriba. Y mola. 

El peso de la peli cae del todo sobre Sandra Bullock; prueba de ello es que el resto del elenco es un elenco de perfectos desconocidos, a excepción del grandioso Peter Stormare, que hace un papel breve, pero desasosegante, como siempre o casi siempre. La diferencia es que en esta peli sale incluso guapete (ved foto), pero sigue dando miedo.

Bullock está correcta. Esta señora, que a mí me cae bien, no sé por qué, porque no ha hecho gran cosa en el cine, no es un dechado de expresividad, pero esa templanza le va bien a su personaje, porque no necesita intensidad ninguna: bastante intensito es ya lo que le pasa.

El final de Premonition es agridulce. Si de mí hubiera dependido, le habría quitado ese poquito de dulce y el mensaje final pelín ñoño, pero confieso que la calmada escena final supone un cierto alivio, tras tantos minutos de tensión.

El director es Mennan Yapo, un alemán de evidente ascendencia turca, nacido en 1966. Premonition fue su segundo film largo, de manera que solo tiene uno anterior, Lautlos (en inglés Soundless), que rodó en Alemania en 2004. Lautlos pasó con más pena que gloria por la taquilla, pero se llevó el Premio Especial del Jurado en el prestigioso Festival du Film Policier de Cognac. De ahí, Yapo saltó a Hollywood, hizo Premonition y no me consta ningún trabajo posterior suyo.

Y hasta aquí lo que me apetece contaros sobre esta peli que no os cambiará la vida, pero no sale nada mal parada. Se despide vuestra amiga


Noemí Pastor

viernes, 11 de abril de 2025

Ciudad tóxica

Os cuento mis green flags sobre esta serie británica. La impresionante trayectoria de su directora, Minkie Spiro, —codirectora en «El problema de los tres cuerpos», «Better call Saul» y «Downton Abbey»—. Su buen hacer se refleja en mil detalles, como las escenas entrelazadas (maravillosa la que cruza la celebración de los políticos, con el nacimiento de los bebés y el robo de los documentos); o las tomas aéreas con drones, que, además de estéticas, tienen un efecto maqueta que evoca la planificación urbanística, el fantasma que se esconde tras la trama. Las contraposiciones entre el mundo de la élite y la población media, Club-Pub; o la manera sutil de mostrar el paso del tiempo por la edad de los niños. El guion de Jack Thorne, —«Enola Holmes» y coguionista de «Adolescencia»—. Se basa en una historia real y, además, está bien contada, que es lo importante. Quiero decir que, en principio, no valoro más las obras por basarse en hechos reales, y tampoco me importa mucho la fidelidad en la caracterización de los personajes o la literalidad en acontecimientos puntuales. Para mí lo que cuenta es la construcción de la narración y que, en caso de existir una realidad tras la ficción, se muestre de forma honesta. Si esa realidad que me revelan es un tema interesante del que no sé casi nada, como en este caso, ya, es lo máximo que puedo pedir. Sucede en Corby, un pueblo de Inglaterra que tuvo una industria boyante del acero desmantelada en los 90. A la hora de retirar los residuos de los terrenos donde se ubicaban las fábricas, bajo la pragmática excusa de «encontrar el equilibrio entre la burocracia y la realidad», no se siguieron las normas de seguridad, con graves daños para la salud de la población. Salta la alarma cuando empiezan a nacer bebés con extremidades diferentes en una proporción muy superior a la media. La tenacidad de las mujeres recuerda a la famosa «Erin Brokowitz», interpretada por Julia Roberts. También es un referente la serie «Sherwood», donde asimismo se trataba la desindustrialización británica de la era Thatcher y lo que arrastró consigo: huelgas, movilizaciones, desempleo y parece que también problemas de salud pública. El problema médico de los niños se trata con objetividad y sin morbo. Se centra en el calvario de operaciones a las que quedan abocados desde su nacimiento, y sirve, de paso, como reflexión sobre la maternidad y sobre los cuerpos diferentes. Las dos protagonistas. Susan McIntyre, —interpretada por Jodie Whittaker, a la que vimos en Broadchurch—, es un personaje que cae bien al instante gracias a la versatilidad y delicadeza del registro interpretativo de la actriz. Lleva el peso de la trama principal y de una excelente subtrama matrimonial con un marido al que no se puede considerar ni siquiera cero a la izquierda: es un número negativo. La actriz Aimee Lou Wood —«Sex education»— da vida a Tracey Taylor, la parte sensata del dúo protagonista. La admiro no solo por su papel de contable y madre, sino por la valiente defensa de su imagen en la vida real. El proceso judicial. Todo el desarrollo de la obtención de pruebas, la búsqueda de expertos y peritos, intervención de las autoridades, opinión pública y el propio juicio en sí justificarían por sí solos la serie. Los secundarios contribuyen a que sea redonda. El abogado, interpretado por Rory Kinnear —el inolvidable primer ministro del capítulo 1 de «Black Mirror»—. El teniente de alcalde, Brendan Coyle de «Downton Abbey». El concejal pelmazo, encarnado por Robert Carlyle de «The Full Monty». El resto de madres, los trabajadores de la fábrica, etc. La extensión en cuatro capítulos me parece muy acertada, sin capítulos de relleno, aunque en este punto expreso mi única red flag: no está suficientemente explotado el personaje de Ted Jenkins, interpretado por Stephen McMillan. El joven inspector es un personaje fascinante por su implicación, consecuencias, y toda la secuencia de acontecimientos que lo rodean. Tiene bastante peso en los primeros capítulos, pero merece más en los últimos. Como espectadora, me hubiera gustado saber más cosas sobre él. Almudena Fernández Ostolaza.

viernes, 4 de abril de 2025

ADOLESCENCIA

La miniserie "Adolescencia" (2025) se está convirtiendo en un auténtico fenómeno social. 

Lamentablemente de forma casi semanal, la actualidad nos sacude con noticias sobre asesinatos machistas y esto nos genera impotencia, rabia, dolor , frustración  y un cuestionamiento permanente acerca de la validez de las instituciones  y del sistema en general a la hora de prevenir y proteger a las víctimas de estas violencias, así como una reflexión en torno a una sociedad que perpetúa creencias y valores asentados en un patriarcado que fomenta en menor o mayor grado un nivel de hostilidad palpable hacia las mujeres.

Sin embargo, cuando esta violencia se ejecuta por parte de un adolescente de 13 años, la sociedad se revuelve en una mezcla de perplejidad y rechazo. Esto es lo que nos cuenta "Adolescencia" a través del caso de Jamie, un adolescente que acaba de asesinar a una compañera del instituto y que es detenido y arrestado por este motivo en el capítulo 1.


Esta miniserie británica dirigida por Philip Barantini y escrita por Stephen Graham y Jack Thorne está compuesta por cuatro episodios y arranca con un plano secuencia fulminante en el que somos testigos de la detención de Jamie en su domicilio y con su  familia de testigo que está en estado de shock y es incapaz de comprender y asumir qué está sucediendo.

No estamos ante una serie de intriga ni de suspense, desde el minuto uno sabemos quién es el asesino y quien es la víctima y tampoco estamos,si nos referimos a Jamie,  ante un chaval proveniente de un hogar roto o desestructurado. Sin embargo, sí estamos frente a un adolescente expuesto como tantos otros a la influencia de los círculos de iguales y por supuesto a la todopoderosa influencia de las redes sociales.Los comentarios despectivos acerca de los pechos de su compañera de clase, los comentarios negativos en redes acerca de las modelos que él mismo ha posteado advierten de una hostilidad  creciente hacia las mujeres que finalmente se reviste de resentimiento al amparo de sus propias inseguridades personales y su baja tolerancia a la frustración.


Las preguntas de ¿por qué ? ¿cómo es posible llegar hasta aquí ? nos persiguen de principio a fin, y sí vemos ese germen de un discurso en el cual el mundo (en este caso femenino) está en deuda contigo , te debe algo y si esa expectativa no se cumple, es lícito que te saldes esa deuda.

La escuela no cuenta con los recursos necesarios, se observa la incapacidad del profesorado para detectar y prevenir esta posible agresión pero tampoco la familia sospecha en ningún momento que Jamie pudiera ser capaz de cometer un asesinato de este índole.Sabemos que Jamie no ha sufrido maltrato por parte de sus progenitores pero en cambio su padre sí sufrió esa violencia por parte de su padre, y de alguna manera esa impronta está latente en la figura masculina más directa y referente de Jamie.


La escena del interrogatorio con la psicóloga es posiblemente una de las que más tensión genera en la película pues observamos la ira contenida de Jami y cómo su rostro y su lenguaje corporal se transforman a medida que la entrevista le va incomodando de manera gradual . Actuaciones sobresalientes en una entrevista repleta de mensajes tanto manifiestos como subliminares.

Es la construcción de una masculinidad tóxica lo que se cuece a fuego lento sustentada por múltiples factores que no somos capaces de atajar ni desde la familia ni desde la escuela ni desde la comunidad en general y cuyas consecuencias aquí atroces,aquí en "Adolescencia" se dejan ver.

Un mensaje claro y directo que puede servir para revisar nuestro lenguaje y tomar conciencia de qué algoritmos alimentan nuestras creencias, no ya sólo como adultos sino también desde la extremadamente vulnerable e influenciable adolescencia.

 Troyana.


viernes, 28 de marzo de 2025

Black Bag: Sexo, mentiras y espías

Anoche, después de muchísimos meses, quizá años, pude ver en el cine una película de entretenimiento hecha para gente hecha y derecha, un filme que exigía la atención del espectador, que no se sentía como el contenido vacío de cualquier plataforma, al que echar un ojo entre revisión de los mensajes móvil. Era, ¡por fin!, una película para disfrutar.

El cine que nos regala esta vez Steven Soderbergh en 'Black Bag' (también conocida como 'Confidencial', 'Código Negro' o 'The Insider' en algunos países), es una lección de arte en la que el ya veterano realizador, lejos de sus experimentaciones habituales, o del cine más comercial que lo ha hecho famoso, nos regala una película que se mueve entre ambos mundos, y que sabemos que sólo puede estar filmada por él: solvente, elegante, carismática y visualmente atractiva, 'Black Bag' es un ejercicio actoral que llega a recordar a 'Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo', envuelto en un recubrimiento 'cool' propio de 'Ocean's 11', mientras nos muestra un mundo desagradable como el que podría ser el de 'Traffic', y llega a regalarnos una historia de amor magnética y aséptica, muy lejos de los sentimentalismos y demostraciones banales que solemos ver en nuestras pantallas

La trama, sin destripar nada, se resume en lo siguiente: George está casado con Kathryn, y ambos son un matrimonio de 'analistas de inteligencia'. Ante una posible amenaza global, George debe averiguar quién está traicionando a la agencia, con la problemática de que además analizar a sus concidos o 'amigos', tendrá que investigar también a su propia esposa.

Es un filme de espías, casi sin acción, pero no por ello carente de desasosiego o momentos de tensión, que se basan principalmente en las interpretaciones actorales. Más importante que la resolución de la trama de espionaje, está el choque entre los distintos personajes, en los que veremos un verdadero tumulto melodramático apoyado en 6 caracteres diferentes (quizá siete, si incluímos al de Brosnan), que harán una disección de su vida personal, a través del tamiz de su labor como espías. Y a todo esto, hay que añadir, que también hay que solucionar, de una manera deudora de los misterios de Agatha Christie, la pregunta inicial : ¿quién está mintiendo y actuando como el 'topo'?.


Es por ello que aquellos que esperen una película llena de acción como las de 'Misión Imposible' o las de 'Bourne', se llevarán una decepción con este filme, que es más bien, un 'juego psicológico'. Pero si disfrutas del 'factor humano' en las tramas de espionaje, como las que a veces hemos podido ver en las novelas o adaptaciones de la obra de John Le Carré o de Graham Greene, estarás en tu elemento. Este filme, si recuerda a otros de ese género, es a aquellos de Michael Caine, como 'Ipcress' (me pregunto si las gafas del protagonista son un homenaje a ese 'Harry Palmer'), cruzándolo con un drama doméstico y burgués, empaquetado de forma de cinematografía, fotografía, vestuario y música estilosas. Y es que hay que resaltar que la música de David Holmes se mueve por esa banda sonora propia de los Ocean's que también firmó, pero con un toque de cine de espías de los 60 y 70. O que la cinematografía y edición también son de Soderbergh, bajo pseudónimo, que como siempre, hace un trabajo impecable y correcto.

Pero vuelvo a insistir en el guión, que es un elemento que aunque tiene sus "trampas", no juega con la inteligencia del espectador, y que además regala unos diálogos sumamente brillantes, y propios de un drama teatral de parejas. Lo firma David Koepp, que empezó a trabajar en el mismo hace 30 años, mientras desarrollaba la primera 'Misión Imposible'. Curioso, que ahora que se cierra la saga de Cruise, Koepp haya podido ver lista y realizada su idea.

Vayamos ahora a las interpretaciones, uno de los puntos fuertes de esta película. Los secundarios están encantados y disfrutando con sus roles, empezando por dos solventes ex-alumnos de Bond como son Pierce Brosnan y Naomi Harris. Están acompañados por un maravilloso Tom Burke, y una Marisa Abela que disfruta de cada momento, y que son los dos ideales en sus roles. La interpretación más floja es la del ex-bridgertoniano Regé-Jean Page, que la verdad sea dicha, se ajusta al papel, y es que sale mal parado en el reparto de personajes carismáticos frente a sus compañeros.

¡Y, oh, el duo protagonista! Cate Blanchett siempre brilla, y aquí no nos falla, con una Kathryn profesional, orientada a sus objetivos, pero seductora a la vez, haciéndonos apoyarla o dudar de ella. Pero quien se lleva la palma es Michael Fassbender, que vuelve de su retiro actoral con esta joyita; el actor deja brillar a su coestrella, y a la vez nos da una fantástica interpretación del frío, e incluso casi robótico George, cuyo exterior helado se va a resquebrajar sutilmente, por el conflicto entre la pasión y amor que siente por su esposa, y sus obligaciones y deberes, además de su desdén por los mentirosos. Fassbender, con una contención milimétrica, resalta como el gran actor que es, que con sólo una mirada, nos puede transmitir su torbellino interior. Por otro lado, no había visto una química tan apasionada entre dos actores en mucho tiempo, y realmente, llegas a sentir el drama de este ferviente matrimonio, que baila lentamente sobre un hielo frágil, similar al de sus exteriores helados. Curioso que una película que no muestra nada de sexo explíticito, de una sensación de sensualidad y conexión tan potente, pero ya Soderbergh supo sacar algo similar en su primera película ('Sexo, Mentiras y Cintas de Vídeo').

En fin, no puedo añadir nada más que os animéis a verla. Son 90 minutos de disfrute inteligente y adulto, que os recordarán lo que es el cine y deleitarse con una película.

Carmen R.


viernes, 21 de marzo de 2025

A complete unknown

No soy una fan entregada de Bob Dylan, pero no hay duda de que ha sido un hito para nuestra generación. De hecho, viendo la peli, me di cuenta de que me sabía la mayor parte de las canciones en catalán y me recordaban mis remotísimas (y breves) épocas de montañera. Este cantante forma parte de la banda sonora de nuestra vida y tenía ganas de ver qué tal se le daba el personaje a Timothée Chalamet. A perfect unknown narra la época desde la llegada de Dylan a Nueva York con diecinueve años hasta su polémica actuación en el festival de folk de Newponrt. La película está dirigida por James Mangold, que también es el guionista junto con Jay Cocks, y está basada en el libro Dylan goes electric de Elijah Wald. No he visto muchas películas de este director, pero Indiana Jones y el dial del destino me encantó. La verdad es que esta producción ha estado gafada: han tardado cinco años en terminar un proyecto que empezó en 2020. Les ha pasado de todo: primero el COVID paralizó el proyecto; cuando se retomó en 2023, comenzó la huelga de actores y guionistas. Durante todo este tiempo, Chalamet aprovechó para aprender a tocar la guitarra y a cantar y el resultado, tanto suyo como de Monica Barbaro en el papel de Joan Baez, es impresionante. De Chalamet ya sabíamos sus capacidades por Wonka, pero te parece estar escuchando a Dylan. Y Monica Barbaro es impresionante, tiene una voz preciosa. La película no ha conseguido ningún Oscar, pese a tener varias nominaciones, pero este año había muy buena cosecha de películas. Yo, la verdad, le hubiera dado el de mejor actor. Supongo que porque The brutalist no me gustó y me parece que Adrien Brody siempre hace de Adrien Brody y Timothee Chamelet tiene muchos registros y en todos está bien. Creo que me enamoré de él en Call me by your name, una película maravillosa en la que él bordaba su personaje. La película solo narra unos pocos años de la vida de Dylan a principios de los sesenta, cuando pasó de ser un perfecto desconocido a triunfar en todo el mundo. Me parece que está muy bien ambientada, he sentido que hacía un viaje atrás en el tiempo y así me imagino el aspecto de Nueva York en esa época y los festivales de folk a los que tanto nos hubiera gustado asistir. La verdad es que el personaje de Dylan resulta insoportable. Un hombre absolutamente centrado en si mismo, un artista genial, pero un novio o amigo fatal. Su relación con las mujeres es desastrosa. Sylvie Russo (personaje basado en Suze Rotolo) está muy bien interpretada por Elle Fanning y se hace extraño que en ningún momento de la historia le de a Dylan con la guitarra en la cabeza. La parte del conflicto que resulta de utilizar elementos eléctricos en el festival folk, lo que es visto como una traición por la organización y gran parte del público, es lo único que resulta muy comprensible. El cantante está harto de que le encasillen y le obliguen a cantar Blowing in the wind por millonésima vez, cuando él quiere experimentar e innovar.

viernes, 14 de marzo de 2025

La tapadera (1976)

 Hoy no voy a hablaros de La tapadera de 1993, la que dirigió Sydney Pollack, sino de otra tapadera algo anterior, dirigida por Martin Ritt, antiguo represaliado por el comité de actividades antiamericanas que tanto daño hizo. Ambas pelis llevaron el mismo título en España, pero la protagonizada por Tom Cruise se llamó en inglés "The firm" (Algo así como la empresa queriendo definir al bufete de abogados), la protagonizada por Woody Allen se tituló "The Front", que quizá sí fuera una traducción algo más ajustada.


Aunque al protagonista lo encarna Woody Allen no es una peli dirigida por él. Esta es una de las pocas veces en que Allen no ha actuado en una peli que no fuera suya. Su personaje se llama Howard Prince y es un tipo algo buscavidas que sobrevive como cajero en un bar. Se dedica a apostar y a dar sablazos a su hermano. Howard tiene un  buen amigo que es un brillante guionista. El guionista es bastante famoso, se llama Alfred Miller y tiene éxito. Lo malo es que estamos en la mojigata Norteamérica de los años 50. Durante aquella época gazmoña hubo un senador de apellido McCarthy que se dedicó a enarbolar una caza de brujas sobre cualquier persona que oliera a progresismo sin ser necesariamente comunista. 

Alfred, el escritor y su amigo Howard, la tapadera.

Como suele ser habitual, en las profesiones artísticas suele darse con frecuencia una sensibilidad palpable del sentido crítico  y eso, en aquella época, y, por desgracia en la nuestra aunque aún no hayamos tocado fondo, significó que gente reaccionaria e hipócrita por lo muy cristiana, pero sin los valores propios, se dedicara la vida a amargar la misma a tantos artistas. El comité de actividades antiamericanas, nombre pomposo donde los haya, prohibió a miles de personas poder ganarse la vida. Hasta en pelis de la época franquista como en Bienvenido, mr. Marshall, queda retratado este comité, concretamente en el sueño agitado del señor cura. La censura era un mal que está de vuelta. Aprovecho para hacer un guiño a pelis que tratan el tema como "Buenas noches, y buena suerte".

Heckie Brown (Zero Mostel) actor que lo tuvo todo y que está en horas muy bajas.

Volviendo a la historia de Howard Prince, éste acuerda con su amigo, el escritor Miller, hacerse pasar por autor de los guiones del segundo, para poder comer los dos. Y Prince, que ve el negocio, empieza a sumar guionistas censurados para ir viviendo bien como un gran escritor aunque no sepa ni escribir la lista de la compra.

El impostor se despide de su chica hacia un sombrío destino.

El impostor va subiendo hasta que la situación se hace insostenible. El asco a la delación y el tener miedo a todo se plasman en el papel del actor célebre que un buen día deja de tener las puertas abiertas de todas partes. Quizá las escenas de Hecky Brown (Zero Mostel, otro actor que estuvo en la lista negra) sean de lo más logrado de esta peli.

Hacía mucho que no volvía a ver esta peli tan cargada de ironía y, tal y como está el patio, me da bastante angustia que este clima de puritanismo rancio, miedo y delaciones vuelva a ponerse de moda. A modo de curiosidad, los títulos de crédito del final empiezan desde el director, el guionista y algunos actores indicando el año en que fueron incluidos en la lista negra del comité de actividades antiamericanas. 


Saludos y parabienes,

Juli Gan.