viernes, 25 de marzo de 2016

Doc Hollywood

-¿Sabe?, comprendo lo que pretenden hacer aquí y no pienso aguantar sus chorradas pueblerinas.

"Doc Hollywood" Michael Caton-Jones
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Un joven y prometedor doctor de ciudad decide abandonar urgencias y probar suerte como cirujano plástico en Beverly Hills. Para llegar a la entrevista deberá atravesar el país de punta a punta, pero durante el viaje sufre un accidente de tráfico en un pequeño pueblo del sur, condenándole el juez a trabajar 32 horas como médico de familia allí.
De este modo nuestro protagonista accederá a regañadientes, contando las horas para salir del pueblo, sin embargo con el paso de los días (y la aparición de un atractiva lugareña) se irá aclimatando, teniendo que elegir al final entre la tranquilidad y cercanía del pueblo o el impersonal lujo de la ciudad.

Sí, sé lo que parece, y las fechas cuadran. "Doc Hollywood" se estrenó un año después de que la serie "Doctor en Alaska" viera la luz y el argumento, el escenario y varios personajes son idénticos. Pero en realidad "Doc Hollywood" está basada en un libro de 1979, de modo que lo único de lo que se puede acusar a los responsables de la peli es de un oportunismo descarado. Teniendo esto en cuenta resulta curioso que no tuvieran reparos en acusar de plagio a Disney por "Cars", alegando que era una copia de "Doc Hollywood" hecha con coches, aunque ya imaginaréis por dónde se pasó Disney la acusación.

Corría el año 1991, Michael J. Fox acababa de concluir un año antes la saga de "Regreso al futuro" y a sus 30 tacos estaba buscando papeles que le alejasen finalmente de ese eterno adolescente que llevaba interpretando toda su vida. A todo el mundo le caía bien Michael J. Fox y pese a estar condenado a protagonizar comedias románticas nadie podía imaginar cuando se estrenó "Doc Hollywood" que sólo faltaban 5 años para que el actor se retirase por culpa del Parkinson, enfermedad que le diagnosticaron justo antes de comenzar a grabar la peli de hoy.

Amable, simpática y con algún momento divertido, "Doc Hollywood" es una de esas comedias que se rodaban entonces, ni muy graciosa, ni muy original, pero entretenida y con el encanto de su protagonista. El filme consigue además gracias a sus secundarios que el pueblo y sus gentes resulten entrañables, de tal manera que lo mejor del filme son sin duda las consultas que realiza tanto en el hospital como a domicilio, y los rifirrafes del protagonista con el juez o el viejo doctor. Chirría, eso sí, la chica de la película, que resulta demasiado basta e impertinente.

Por lo demás, una de esas pelis de mi infancia que nunca me canso de ver y con una de las mejores intros de la historia del cine, imprescindible cada vez que voy de viaje a alguna parte. Te queremos, Michael.




Doctora

viernes, 18 de marzo de 2016

Cabaret, 1972

Se pueden contar con los dedos de una mano películas que sean mejores que las obras literarias en las que están basadas. Una de ellas, sin duda, es la película “cabaret” de Bob Fosse, por muchos motivos, además.

Cabaret está basada en el libro de Christopher Isherwood “adiós a Berlín”, en el que cuenta la historia de un estudiante universitario inglés que se da una vuelta por la Alemania de la república de Weimar (Los años 30 del siglo XX). Isherwood se pasó una temporadita en aquella Alemania agitada llena de nazis al acecho. Acabó largándose, claro.



Cabaret juega con el paralelismo simbiótico entre los números de la función y la vida real. Cuando comienza el film, el maestro de ceremonias del cabaret nos recibe y nos saluda con un marcado acento alemán (Brillante, Joel Grey) a la par que vemos bajar del tren a Bryan Roberts (Michael York), un licenciado británico de Cambridge que llega a Berlín para continuar sus estudios y acaba en una pensión que tiene de inquilina a una norteamericana que quiere triunfar en el mundo de la farándula. De momento es estrella de un decadente cabaret. La chica, aprendiz de mujer fatal, se llama Sally Bowles (Espléndido papel el de Liza Minnelli).

Atención, porque voy a "espoilear" un poco. Quién no haya visto la peli y no quiera saber nada, que sólo vea los vídeos. Necesito desmenuzar la peli para poder hacer el paralelismo trama-musical.



La historia se conduce mediante los números del cabaret.


El estirado Bryan Roberts y la alocada Sally Bowles se hacen amigos. Comparten vivencias en la pensión y en el cabaret. Con el fin de poder tener algo de dinero, Sally le presenta a algún amigo, Fritz Wendel (papel que lleva Fritz Wepper), un pobre buscavidas que intenta triunfar a toda costa sin conseguirlo, para que aprenda algo de inglés. Bryan, con una carta de recomendación inglesa, también comienza a darle clase a Natalia Landauer (Interpretada por Marisa Berenson), una rica heredera judía. He aquí una subtrama de la peli. El pobre diablo de Fritz se propone seducir a Natalia para dar el braguetazo de su vida, pero acaba enamorándose de ella. Ante el rechazo de Natalia, por las leyes raciales, Fritz, como un kamikaze, confiesa que él también es judío. Toda una osadía en pleno auge del nazismo.




Un día de guardia baja, Sally y Bryan acaban iniciando una relación amorosa. Sally se siente feliz, como así lo canta.



Maximilian von Heune (Helmut Griem) es un aristócrata seductor que pone un poco de chispa a la vida de la pareja. Sally pretende casarse con él a toda costa. Porque el dinero mueve el mundo...



Lo malo es que Maximilian se siente tan interesado por Sally como por Bryan. El tema de la bisexualidad contado y cantado.


He aquí cuando aparece el nazismo, en un bucólico entorno de pueblo. Es terrible, pero muy bien llevado. Todo parece tan inocente, hasta que no acaba siéndolo. El “tomorrow belongs to me” es uno de los momentos más destacados de la peli. “¿Aún crees que podréis pararles los pies?” Pregunta Bryan al aristócrata Maximilian, que cree que el nazismo es bueno porque aleja la amenaza del comunismo.


La historia con Maximilian no acaba demasiado bien cuando la mujer fatal, que no lo es, se entera de la historia entre sus dos amigos varones. Pero aún hay un problema mayor. Sally está embarazada ¿Quién de los dos es el padre? Bryan pide que se case con él, pero Sally acaba abortando. Tiene dudas sobre cómo será el futuro de una pareja tan distinta. Ella, una “artista” alocada y él un inglés estirado y ocultamente homosexual. Bryan decide irse, entonces de Berlín.



Bob Fosse dirigió uno de los mejores films musicales que ha habido nunca. Ganó el óscar al mejor director en 1973 compitiendo nada menos que contra el Padrino, otra excelente adaptación de la novela de Mario Puzo, que, en cambio, ganó a la mejor película. Con todo merecimiento, Liza Minnelli se llevó el óscar a la mejor actriz, y, como no podía ser de otra manera, Joel Grey, el de mejor actor de reparto. La historia narra, bien acentuada por los temas musicales, la extraña época del Berlín de los años 30 del siglo XX. Una época convulsa en la que el Cabaret era uno de las pocas vías de escape colorido de una sociedad gris.

La cinta acaba, como no, con la despedida del maestro de ceremonias que nos recuerda que el cabaret, durante el rato que hemos estado bajo su cobijo, nos ha quitado las penas. Lo malo es que la escena final deja entrever mucho brazalete nazi entre el público que no augura nada bueno.

Ficha técnica:

Cabaret, 1972

EEUU. 

Género: Musical, drama.

Duración: 120 minutos.

Direccción: Bob Fosse.

Guión: Jay Allen (Basado en la novela "Adiós a Berlín" de Christopher Isherwood)

Música: Ralph Burns, John Kander, Fred Ebb

Reparto:


Liza Minnelli:................................Sally Bowles

Michael York:................................Bryan Roberts

Joel Grey:......................................Maestro de ceremonias.

Fritz Wepper:.................................Fritz Wendel

Marisa Berenson:..........................Natalia Landauer

Helmut Griem:..............................Maximilian von Heune

Elisabeth Neuman:........................Frau Schneider

Helen Vita:....................................Frau Kost

Ralph Walter:................................Herr Ludwig




viernes, 11 de marzo de 2016

Zelig

¿Habéis oído hablar de Leonard Zelig?
¿No?
Woody Allen nos cuenta su vida en este… documental.


Título original Zelig
Año 1983
Duración 76 minutos
País Estados Unidos
Director Woody Allen
Guión Woody Allen
Música Dick Hyman
Fotografía Gordon Willis
Productora Warner Bros. Pictures

Reparto
Woody Allen, Mia Farrow, Gale Hansen, Stephanie Farrow, Garrett Brown, Mary Louise Wilson, Sol Lomita, John Rothman, Susan Sontag


Sinopsis
Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los acontecimientos más importantes de los años treinta, encaja a la perfección en todas partes porque asume las características tanto físicas como psíquicas de las personas con quien está para caerles bien.




Los seguidores del gran Woody Allen sabemos que en sus películas hay muchas cosas que se repiten… por lo que también son muchos los que dicen que el neoyorquino hace constantemente la misma película cada año…. Algo con lo que personalmente estoy en desacuerdo pero sí que en su cine se repiten muchas cosas.



En 1983 realizó una película en forma de falso documental en la que nos cuenta la vida de un extraño y camaleónico personaje Leonard Zelig, al que da vida el propio Allen, que resulta ser un misterio para todos.

Como todo documental, se van alternando imágenes reales en blanco y negro sobre los años 20 en los que se desarrolla la historia, imágenes “reales” de la vida del propio Zelig con “entrevistas recientes” (alrededor de 1968) ya en color con diferentes “testigos” o “estudiosos” del protagonista, logrando con todo ello convencer al espectador de que le están contando hechos reales.



Teniendo en cuenta los medios disponibles en 1983, en Zelig nos resulta verdaderamente sorprendente cómo Woody Allen logra convencernos de que estamos viendo un documental real. Para que las imágenes parecieran reales, es decir, antiguas y sucias, los técnicos ensuciaron y estropearon las cintas logrando así ese efecto. También lograron incluir imágenes de Zelig en secuencias reales de la Alemania nazi o de la época de la Depresión Económica de Estados Unidos.



En cuanto a los diferentes cambios físicos que experimenta el protagonista y el argumento en sí, no dirá apenas nada porque lo bueno es ir descubriéndolo poco a poco con ese sentido del humor característico que caracteriza al director.

La actriz y pareja del director entonces, Mia Farrow da vida a la Doctora Fletcher, que fascinada por Zelig, se encarga de estudiar el caso y tratar de dar una explicación a los hechos que se nos relatan.



Como ya he dicho, no se trata de una película convencional por lo que sólo la recomiendo a los fans de Woody Allen –los que no la hayan visto todavía, claro- o para aquellos que disfruten de ver una maravillosa rareza ya que disfrutarán son esta extraña y diferente propuesta del gran Woody Allen.


viernes, 4 de marzo de 2016

Borgen

¿Ya te gustaban las series cuando no era cool que te gustaran las series?

¿Disfrutabas con Urgencias, Sexo en Nueva York o Friends, aunque no lo habrías confesado en público ni bajo torturas? ¿La ficción televisiva ha formado parte desde siempre de tu colección de placeres culpables?

Pues me juego el cuello a que te va a gustar Borgen, porque es una serie como las de antes, de corte clásico, con unos poquitos escenarios (política, medios y hogar), que acaban haciéndose familiares, y situaciones repetitivas (desayunos en la cocina, ruedas de prensa, reuniones de gabinete…), historias claras, que no simplonas, sin vueltas de tuerca en el guión, sin filigranas narrativas, sin personajes extremos, con conspiraciones creíbles y  tramas de asuntos cotidianos (falta de tiempo, divorcio, conciliación familiar, las mujeres en los círculos del poder, la lealtad, el amor maduro…) y políticos (cuotas femeninas en empresas, intervenciones militares, reformas sanitarias, ecotasas…).


Cuando la realidad imita a la ficción


El castillo de Chirstianborg, en Copenhague (es.wikipedia.org)

Borgen (“el castillo”) es el nombre abreviado y popular del castillo de Christiansborg de Copenhague, sede de los tres poderes del estado danés, donde se encuentra la oficina del primer ministro. En la pantalla, de una manera rocambolesca y televisiva, contra toda expectativa, como corresponde a un buen guión, llega al cargo de primera ministra Birgitte Nyborg en septiembre de 2010, cuando empezó a emitirse Borgen en Dinamarca.

Poco más de un año después, el 3 de octubre de 2011, llegó al cargo, pero de verdad, Helle Throning-Schmidt, como Nyborg madre de dos hijos y de una línea política asimilable; llega también al poder de una manera bastante parecida a la de la ficción, con un gobierno de coalición fragilísimo, cogido con pinzas. Sabed que en Dinamarca no ha ganado un partido por mayoría desde 1909.

Borgen, producida por la televisión pública danesa, es muy danesa y a la vez muy universal. Por eso ha sido un exitazo en cuarenta países y por eso una productora americana (NBC) y otra española (New Atlantis, de Ernesto Sáenz de Buruaga) han comprado los derechos para hacer sendas versiones locales. La americana parece que se titulará The Goverment;  ¿vamos pensando en el título para España? ¿Qué os parece Moncloa?


“Me había prometido no mentir en mis cien primeros días de gobierno”

Borgen comienza con una cita de Maquiavelo y su protagonista, la primera ministra danesa Birgitte Nyborg, suelta perlas como la del título. Podría interpretarse como toda una señal del tono global de la serie, pero no es para tanto. No esperes encontrar en esta serie danesa de 3 temporadas y 30 episodios el cinismo y la abyección de House of Cards, a pesar de ciertos momentos verdaderamente ácidos. Borgen es más El ala oeste de la Casa Blanca, más idealista, más reconocible, más emocional, pero sin pizca de edulcorante.

También tiene Borgen, por supuesto, algo de The Good Wife, con ese jefe de prensa tan a lo Eli Gold. Qué sería de las series políticas sin los asesores de prensa o estrategas de campaña, esos seres diabólicos, sin escrúpulos, tan tan tan profesionales, que dan tantísimo juego narrativo.

También es Borgen algo francesa, pues me recuerda a la vida política francesa real, con altibajos continuos en las relaciones entre política y periodismo. Una recomendación frívola: si un día no tenéis otra cosa mejor que hacer, mirad cuántos políticos franceses tienen parejas periodistas; y digo políticos y periodistas, no políticas y “periodistos”.


Lo que siempre sospeché

Borgen cuenta de las mujeres y los hombres políticos, sus cónyuges y sus familias cosas que yo siempre había imaginado pero nadie me había corroborado, cosas que no se dicen en público y que van en el lado oscuro de las vidas de gentes que no son héroes ni semidioses ni sobrehumanos, sino frágiles y miserables como tú y como yo.

Así, tras la cita de Maquiavelo que abre la serie, esta salta a continuación a la sala de maquillaje de una cadena televisiva. La protagonista, Birgitte Nyborg, todavía candidata a primera ministra y en la recta final de la campaña electoral, se prepara para una entrevista. La acompaña su jefe de prensa, quien le dice a la maquilladora: “Que no parezca que no ha dormido en quince días”.

En esos comienzos es todavía primer ministro de Dinamarca Lars Hesselboe, del Partido Liberal, que cae política y popularmente con todo el equipo por culpa de un episodio en el que se ve envuelta su esposa, una mujer desequilibrada que trata desesperadamente de llamar la atención de su marido.
Sin salir de la primera temporada, cuando Birgitte Nyborg ya es primera ministra, su compañero de partido y ministro de Economía Bent Sejrø pronuncia estas terribles palabras: “Defendemos un modelo de vida en el que las parejas concilian su vida profesional con la familiar, trabajan y cuidan a partes iguales, pero, en realidad, los matrimonios de Borgen solo funcionan cuando uno de los dos se dedica a la casa y a la familia”.

En fin, lo que os decía, lo que siempre sospeché: candidatos exhaustos y empastillados,  esposas locas de abandono y soledad y cónyuges que sacrifican vidas enteras por el proyecto del otro. Tan duro como verdadero.


Momento cumbre

Una de las cosas que más me gustan de Borgen es cómo retrata el poder con imágenes, con hechos, sin grandilocuencia, sin soflamas ni discursos. De manera que, puesta a elegir un momento culminante, me quedo con una escena de la primera temporada en la que dos machos alfa se ausentan de una fiesta, se apartan a un rincón para charlar sin que los oiga nadie, en privado.
Con traje y corbata ambos, salen a un jardín a fumar auténticos habanos de Cuba, a beber auténtico champán francés y a mear en cualquier sitio, porque ellos pueden; y ahí mismo, medio borrachos, conspiran y deciden en un momentito, como quien no quiere la cosa, el futuro del gobierno de Dinamarca.


Prefiero no seguir pensando en esto y no sacar consecuencias. Disfrutad de la serie. Si podéis.