viernes, 11 de abril de 2025

Ciudad tóxica

Os cuento mis green flags sobre esta serie británica. La impresionante trayectoria de su directora, Minkie Spiro, —codirectora en «El problema de los tres cuerpos», «Better call Saul» y «Downton Abbey»—. Su buen hacer se refleja en mil detalles, como las escenas entrelazadas (maravillosa la que cruza la celebración de los políticos, con el nacimiento de los bebés y el robo de los documentos); o las tomas aéreas con drones, que, además de estéticas, tienen un efecto maqueta que evoca la planificación urbanística, el fantasma que se esconde tras la trama. Las contraposiciones entre el mundo de la élite y la población media, Club-Pub; o la manera sutil de mostrar el paso del tiempo por la edad de los niños. El guion de Jack Thorne, —«Enola Holmes» y coguionista de «Adolescencia»—. Se basa en una historia real y, además, está bien contada, que es lo importante. Quiero decir que, en principio, no valoro más las obras por basarse en hechos reales, y tampoco me importa mucho la fidelidad en la caracterización de los personajes o la literalidad en acontecimientos puntuales. Para mí lo que cuenta es la construcción de la narración y que, en caso de existir una realidad tras la ficción, se muestre de forma honesta. Si esa realidad que me revelan es un tema interesante del que no sé casi nada, como en este caso, ya, es lo máximo que puedo pedir. Sucede en Corby, un pueblo de Inglaterra que tuvo una industria boyante del acero desmantelada en los 90. A la hora de retirar los residuos de los terrenos donde se ubicaban las fábricas, bajo la pragmática excusa de «encontrar el equilibrio entre la burocracia y la realidad», no se siguieron las normas de seguridad, con graves daños para la salud de la población. Salta la alarma cuando empiezan a nacer bebés con extremidades diferentes en una proporción muy superior a la media. La tenacidad de las mujeres recuerda a la famosa «Erin Brokowitz», interpretada por Julia Roberts. También es un referente la serie «Sherwood», donde asimismo se trataba la desindustrialización británica de la era Thatcher y lo que arrastró consigo: huelgas, movilizaciones, desempleo y parece que también problemas de salud pública. El problema médico de los niños se trata con objetividad y sin morbo. Se centra en el calvario de operaciones a las que quedan abocados desde su nacimiento, y sirve, de paso, como reflexión sobre la maternidad y sobre los cuerpos diferentes. Las dos protagonistas. Susan McIntyre, —interpretada por Jodie Whittaker, a la que vimos en Broadchurch—, es un personaje que cae bien al instante gracias a la versatilidad y delicadeza del registro interpretativo de la actriz. Lleva el peso de la trama principal y de una excelente subtrama matrimonial con un marido al que no se puede considerar ni siquiera cero a la izquierda: es un número negativo. La actriz Aimee Lou Wood —«Sex education»— da vida a Tracey Taylor, la parte sensata del dúo protagonista. La admiro no solo por su papel de contable y madre, sino por la valiente defensa de su imagen en la vida real. El proceso judicial. Todo el desarrollo de la obtención de pruebas, la búsqueda de expertos y peritos, intervención de las autoridades, opinión pública y el propio juicio en sí justificarían por sí solos la serie. Los secundarios contribuyen a que sea redonda. El abogado, interpretado por Rory Kinnear —el inolvidable primer ministro del capítulo 1 de «Black Mirror»—. El teniente de alcalde, Brendan Coyle de «Downton Abbey». El concejal pelmazo, encarnado por Robert Carlyle de «The Full Monty». El resto de madres, los trabajadores de la fábrica, etc. La extensión en cuatro capítulos me parece muy acertada, sin capítulos de relleno, aunque en este punto expreso mi única red flag: no está suficientemente explotado el personaje de Ted Jenkins, interpretado por Stephen McMillan. El joven inspector es un personaje fascinante por su implicación, consecuencias, y toda la secuencia de acontecimientos que lo rodean. Tiene bastante peso en los primeros capítulos, pero merece más en los últimos. Como espectadora, me hubiera gustado saber más cosas sobre él. Almudena Fernández Ostolaza.

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