viernes, 8 de julio de 2022

Tierra de Dios


En la semana del Orgullo LGTBI + ,no podía menos que escoger un título que sirviera también a la causa.

De manera aleatoria, recientemente descubrí "Tierra de Dios" una película del 2017 de Francis Lee protagonizada entre otros por  Josh O´Connor y Alec Secareanu.

En un paisaje inglés tan bello como solitario, la vida de un joven granjero que vive con sus padres y que se dedica al cuidado del rebaño  , da un giro radical con la llegada de un trabajador rumano. 

Johnny Saxby se evade de una vida solitaria y aislada a veces bebiendo y otras a través del sexo esporádico y anónimo. Nada vaticinaba que pudiera salir de ese hastío al conocer a  Gheorghe, un trabajador migrante rumano, que es contratado como ayuda adicional  para la temporada de parto del ganado.


No sabemos si esta historia de amor surge antes con la carne que con la palabra, es posible que el cuerpo a veces tenga un lenguaje más directo y más honesto. 

Esta ópera prima podría recordar a Brokeback Mountain pero aquí el relato es posiblemente más plano y más austero: las labores del cuidado del ganado, los partos, la construcción improvisada de muros para guarecerse del viento o del frío, se convierten en el telón de fondo de un vínculo forjado en condiciones climatológicas duras, frías de una belleza arrebatadora pero a la vez desoladora incluso inhóspita.


Esta "Tierra de Dios" es en parte un reflejo de la vida del guionista y director quien también tuvo que tomar la decisión de quedarse y trabajar en la granja de su familia o ir a la escuela de arte dramático.


Me interesa la evolución del personaje de Johnny, cómo busca la aprobación de su padre, incluso cuando después de una discusión decide ir en busca de Gheorghe. Hay un código no hablado, un mensaje cifrado en cada gesto, camuflando todo propósito con las labores que se requieren en la granja.

"Tierra de Dios" es una testimonio de unas vidas austeras, duras, alejadas de las ciudades pobladas, en contacto directo con la naturaleza, con el paisaje de Yorkshire pero también de una relación homosexual curtida en condiciones desafiantes, adversas, con momentos también cómplices.

Si alguien no la ha visto, es una película que bien merece una oportunidad. 

En caso de que no queráis ninguna pista sobre el final, os sugiero que no leáis el último párrafo de esta reseña.


Se precisan historias de amor dentro del colectivo LGTBI que no terminen en tragedia por sistema, referentes que se bases en hechos reales y que sirvan de inspiración, de guía, puede que incluso en los tiempos convulsos que vivimos donde los delitos de odio siguen siendo noticia , un espacio libre para soñar juntos otros posibles desenlaces.

Feliz fin de semana

Troyana



viernes, 1 de julio de 2022

Nostalgia futura

Hoy se estrena en Netflix el segundo volumen de la cuarta temporada de Stranger Things. La serie, que es uno de los buques insignia del servicio de streaming, empezó en el año 2016, creada por los hermanos Duffer, que nacidos en el año 1984, apostaban por traer al público actual una historia de "coming of age", situada en la década de los 80, basada en las películas de adolescentes y de ciencia ficción que tan populares fueron en esa época, y que todavía forman parte de nuestra cultura popular, por su impacto, entretenimiento y calidad.

La primera temporada fue un bombazo para Netflix, y aunque mantiene sus audiencias en secreto, se supo que fue la tercera serie más vista. Eso junto al éxito crítico, hizo que se siguiera exprimiendo el formato, con dos temporadas más, que aunque podían resultar entretenidas en determinadas ocasiones, se veían lastradas por la repetitividad de la apuesta, los homenajes obligados, el crecimiento desigual de personajes, y en opinión de servidora, de su comportamiento equivocado, más propio de jóvenes de esta época, que de los 80.

En su última temporada, con un giro hacia el género de terror de esa década, y un posible comienzo de cierre de la mitología de la serie (queda aún una quinta temporada confirmada), la serie se ha resarcido, quitando tramas de angustia adolescente más cercana a la actualidad que al momento, y haciendo guiños al desarrollo que había en esas películas que homenajea. Aunque también hay que decir, que pasadas por cierto filtro de nuestra época (como la falta de sexualización, o carencia de la misma, frente a las exhibiciones gratuitas que había en el cine de los 80, aunque sólo fuera en los diálogos). Pero bueno, en general, algunos esperamos con ganas este cierre de temporada, lo cual me hace pensar en esa obsesión por los años 80.

Sí, los 80, donde ¡también se fantaseaba con otras épocas! De hecho, ¿no había una obsesión por los 50? Marty McFly, nos llevó allí en su Delorean, para intentar regresar al futuro. Y no fue el único personaje de esa década, que quería viajar a ese momento de autocines, bandas de moteros, batidos, cantantes de rock y bailes de instituto. Recordemos a Peggy Sue (era 1960, pero casi), a los "jóvenes de Grease", a Baby y su pareja en Dirty Dancing...Había una auténtica obesión por esa época pre-Vietnam, donde se hacía una especie de espejo extraño que había generado la sociedad de los 80, que veía su reflejo fantasioso en los 50.

Pero igualmente, la cosa ocurrió en los 90, cuando fueron los 60 los que se impusieron, con quizá el mayor ejemplo con Austin Powers, el superespía de la época psicodélica que viajaba al final del siglo.

Y es que parece que tenemos una obsesión generalizada por querer pensar que sólo hace unos 35 años se vivía mejor, y se fantasea con una época en la que los jóvenes no han vivido, y los que la vivieron, eran jóvenes y por tanto, tiene un recuerdo en general feliz del momento. Una nostalgia en bucle que podemos ver como se repite una y otra vez.

Lo cual me recuerda a esa gran película de Woody Allen que es Midnight in Paris, en la que un escritor consigue trasladarse a su momento favorito en el tiempo en la capital francesa, y encontrarse así mismo en el proceso, así como enamorarse y hallar el sentido de su vida. Se opta por lo que es la nostalgia, que como dice el film "es la negación, la negación de un presente doloroso". Aunque esto viene con cierto truco, porque como también se dice en la película: "el trabajo del artista no es sucumbir a la desesperación, más encontrar el antídoto al vacío de la existencia".

Y un poco en esto van estos viajes nostálgicos que nos muestra la industria audiovisual, en una huída de la realidad del presente momento, pero para poco sirven si no nos ayudan a sobrellevar nuestro día a día y nos dan esperanza para afrontar el presente, que por supuesto será "nostalgia futura" para otra generación.

Carmen R.