viernes, 27 de octubre de 2023

71 Edición del Festival de Cine de San Sebastián

Este año el Festival de Cine de San Sebastián ha tenido buen nivel, por lo menos para nuestro gusto. Quizás no hemos visto ninguna película que nos haya deslumbrado, pero hemos visto muchas buenas películas y pocos ladrillos. Voy a contar lo que vi en la Sección Oficial, porque si no necesito tres entradas. A journey in spring, de Tzu- Hui Peng y Ping-Wen Wang Un matrimonio mayor convive con sus manías, rarezas y miserias. El fallecimiento de la mujer pone de relieve el sinsentido de una vida sin la otra persona. Contada de una forma muy austera, donde la fealdad, la tristeza y la soledad son muy espesas. Al principio creemos que la convivencia naufraga por todos los lados, pero hay pequeños detalles que parecen indicar lo contrario. Cuando se enfrenta a la muerte de su pareja, todo se hace insoportable. ¿Qué sentido tiene ya el futuro? Largos planos cotidianos consiguen transmitir esa sensación de asfixia, de deterioro. De dolor. MMXX de Cristi Puiu Película compuesta de cuatro historias diferentes aunque vinculadas por ciertos personajes. La primera historia me ha parecido inquietante por su presentación surrealista, nada convencional en su estructura narrativa. Es buena. La segunda y la tercera me han parecido muy espesas. Dando vueltas a círculos carentes de interés. La cuarta historia me ha parecido magistral. Solo por esa historia merece la pena la película. Los intérpretes están magníficos y la historia es verosímil y creíble. Contada con una cotidianidad que te desnuda. Escalofriante. ExHusbands de Noah Pritzker Siempre se agradece ver buen cine comercial en el festival. Este es el caso de Ex-husbands. Los problemas amorosos y familiares a través de tres generaciones de hombres de una familia. Con toques de humor, buenos actores y una banda sonora que me ha gustado mucho. También me ha gustado mucho, pero mucho, James Norton. ¡Qué hermosura de hombre! Fingernails de Christos Nikou Película muy aplaudida en la sesión en que la vimos. Es una historia de amor en un mundo actual, pero donde se realizan unas pruebas científicas, para determinar si un miembro de la pareja, los dos o ninguno están enamorados. Si sale negativo o incompatible, continuar la relación para mucha gente carecerá de sentido. Durante toda la película, con ciertos rasgos de humor y mucha sátira social, se deja entrever un rasgo muy característico de la sociedad en la que vivimos. Somos incapaces de vivir en la incertidumbre y somos capaces de comprar la mayor chorrada si contribuye a darnos certezas. Preferimos una fe basada en una nueva religión, en este caso la pseudociencia, que confiar en nuestras propias percepciones y sentimientos. El miedo a equivocarse es tan grande que delegamos nuestro libre albedrío a una tostadora de pan Kimitachi Wa Dou Ikiru Ka. Última película del gran maestro de la animación Hayao Miyazaki. Una película muy hermosa donde se combina la recreación espectacular de un mundo onírico, con los mundos paralelos que la habitan. Llena de fantasía, las imágenes te atrapan en una composición maravillosa. Realizada con una técnica tradicional, la plasmación de las luces y las sombras está realmente lograda. La película desborda una imaginación que continuamente te asombra, combinando perfectamente ciertos toques de humor con momentos dramáticos. Una metáfora de un mundo que se derrumba, que agoniza atrapado en decisiones arbitrarias. Es realmente conmovedor como lo refleja en imágenes. De todas formas, la estética es tan apabullante que el fondo queda mucho más diluido, sin tanta fuerza. Creo que a los amantes del manga les encantará. Kalak de Isabella Eklöf Nuestro protagonista abandona Copenhague con su familia y se instala en Groenlandia. Víctima de abusos sexuales por parte de su padre, irá en busca de algo que se rompió en su adolescencia. La película habla de la soledad que se siente cuando estás solo y de la soledad que se siente cuando estás acompañado. Habla del miedo a ser abandonado. De la necesidad de pertenecer a algo más amplio que uno mismo. Habla de personajes que ansían percibir el aliento de un ser vivo suspirando en su cuello. Habla de la victimización de las víctimas, y de cómo estas se equivocan. Habla de heridas sufridas y de heridas que se infligen. A lo largo de la película muchas veces nos cuesta entender las motivaciones del personaje, amparando sus actos en el dolor al que fue sometido. Pero esto no siempre se consigue. Hay tramas que quedan abandonadas, como un globo elevándose hacia el cielo. Supongo que en un intento por dar realce a las decisiones del personaje. The Royal Hotel de Kitty Green Película basada en el documental “Hotel Coolgardie” de Pete Gleeson de 2016. Dos mujeres jóvenes canadienses, de vacaciones por Australia, deciden sacar algo de dinero trabajando en un bar de una remota región minera donde apenas viven mujeres. Los espectadores sienten desde el primer momento como esas miradas masculinas, pegajosas, apoyadas en la barra del bar, recorren el cuerpo de las chicas, ocultando con bromas una incapacidad patológica de empatía por otro ser humano. Su mirada, ya transformada, es una mirada que busca la inquietud, el miedo, la sumisión ante lo inevitable. Una invitación que te hiela la sangre. No tienen puta gracia, pero viven, vivimos, en nuestro asfixiante mundo testosterónico. Dance first de James Marsh En la sección oficial, pero fuera de concurso hemos podido disfrutar de Dance first. Es la historia de Samuel Becket contada de una forma original. Me ha interesado su vida (de la que solo sabía que era el autor de Esperando a Godot) y me ha encantado la forma de narrarla. Por supuesto, a la salida te lanzas a la Wikipedia para saber más cosas sobre el autor. Por cierto, me gusta mucho la frase “Baila primero, piensa después”. Muy recomendable. Puan de María Alché, Benjamín Naishtat Esta película sigue esa larga tradición de comedias argentinas, donde predomina la crítica social, llena de metáforas sobre la situación política y económica del país. Un metalenguaje muy característico de la idiosincrasia argentina. No hay mejor lugar para hablar de filosofía que un aula de una universidad argentina. Los personajes están muy trabajados y los intérpretes realizan una gran labor. Hay secundarios muy divertidos, los diálogos funcionan y el ritmo de la película encaja perfectamente con las tramas propuestas. Aunque un poco previsible, es divertida, lo cual se agradece en un festival de cine donde predominan los dramas, violaciones y asesinatos. Un poco de aire fresco por favor. La mesías de Javier Calvo, Javier Ambrossi Cuando me lanzó a conseguir entradas para el Festival, no mido mis fuerzas. Cogí para ver la serie de los Javis entera, de una tirada. Claro que no me fijé en que eso suponía ocho horas de cine. Al darme cuenta, decidí ver tres capítulos y dejarlo. Mi rodilla no resiste ocho horas en la misma posición. Tengo que decir que he salido con pena, porque lo estaba pasando muy bien en una historia que es como un culebrón. Un hombre que trabaja como cámara de cine descubre un video que se ha hecho viral. Son unas hermanas cantando canciones religiosas con una estética sorprendente (por llamarla de alguna manera). Las chicas están ligadas a su pasado y vamos hacia atrás y hacia delante en una historia que te intriga, Tiene muchos toques “javis”. Si, como yo, sois fans suyos lo pasaréis bien. La isla roja de Robin Campillo Una pena porque podría haber sido bonita, pero no les ha salido. Madagascar finales de los 60 o principios de los 70. Un grupo de militares y sus familias viven en una isla en los últimos tiempos en que Francia tiene militares allí. La vida en la base y las relaciones de los adultos vistas desde los ojos de un niño. El niño está fascinado con las aventuras de Fantômette y mezcla la realidad con sus sueños de aventura. Así contado, podría resultar. La parte del niño y lo que se imagina es muy guay, pero la película toca muchos temas y no profundiza en ninguno. Queda deslavazado y pobre. Una lástima. El sucesor de Xavier Legrand Bueno, esta es otra película de la que se puede contar poco para que no perdáis los elementos sorpresa que tiene. El protagonista es un famoso modisto canadiense que vive en París (preciosas las primeras imágenes del desfile). Está en un momento excelente en su profesión cuando su padre, con quien no tenía relación, fallece de repente. Se ve obligado a volver a Canadá para arreglar todo lo necesario del funeral, la casa, etc. A partir de ese momento, cada vez que el personaje debe tomar una decisión, opta por la peor de las opciones. ¿Sabéis cuando, en las pelis del miedo, alguien baja a por velas al sótano? Por más que todos sabemos que el asesino le espera agazapado allí. Bueno, este hombre se pasa la peli bajando a por velas al sótano. Me ponía muy nerviosa. No es aburrida, se deja ver, pero me resulta una historia increíble. Un amor de Isabel Coixet Ya sabía yo que me iba a pasar esto con esta peli. Exactamente lo mismo que con el libro, que me pareció que era muy bueno, pero no me gustó. Creo que Isabel Coixet ha hecho una buena película, pero me caen tan mal todos los personajes, que no consigo disfrutarla. Panda de gente rara y fea, asco de pueblo, birria de casa. Lo único bonito es la imagen de la montaña (debe ser La Rioja. A mí me recordaba a los Mallos de Riglos). Pues eso, bien dirigida e interpretada. Hubiera sido una digna Concha de oro, pero a mí no me gustó Un silence de Joachim Lafosse Buena película que es un poco difícil de comentar sin hacer spoilers. Comienza la película con una mujer que acude a hablar con la policía. Los agentes le piden que diga la verdad porque su hijo va a ser acusado de intento de asesinato. De ahí vamos atrás para ver cómo una familia de clase alta ha llegado a una situación tan extrema. Los intérpretes están muy bien, la trama es interesante y da para comentar después. Si la veis, me decís qué os sugiere la escena del baile madre-hijo. Hasta aquí puedo leer… O Corno Jaione Camborda Se inicia la película con la escena de un parto en un caserío de la isla de Arousa, en la Galicia rural de principios de los 70. Es una escena que marca el camino de lo que luego va a ser el concepto propositivo de la película. El drama de muchas mujeres ante el aborto y sobre todo ante las condiciones que se les imponen en una sociedad dramáticamente machista. A nivel emocional y afectivo, la protagonista se ve implicada tanto por sus conocimientos, como por su responsabilidad ante otras mujeres. No puede dejarlas solas en esos dramáticos momentos. Los costes personales son enormes. Pero no tiene elección. Ganó la Concha de Oro, pero no era nuestra favorita. Y esto es todo por ahora. Ya os doy algunas pistas sobre próximos estrenos.

viernes, 20 de octubre de 2023

Dos pelis sobre el conflicto en Palestina

La situación bélica actual de Oriente Próximo, o lo que es lo mismo, el poder de un Estado contra gentes indefensas, me ha traído a la memoria un par de películas sobre el conflicto que vi hace unos cuantos años, pero que hoy quiero acercar al blog para dar un enfoque de una historia, como la de David contra Goliat, en la que David no gana porque no puede ganar cuando Goliat, o lo que es lo mismo, el estado de Israel, tiene, aparte de la fortaleza física del gigante matón, al ejército, las armas más modernas, el ejército mejor provisto, el respaldo de la potencia mundial, un apoyo en pasta con el que Palestina no cuenta y, además, toda la prensa y los medios de información que no dudan en intoxicar y en hacer propaganda “goliatera” en detrimento de ese pastorcillo palestino que es David, que nunca será rey de Israel.


Hanna K. (1983)



Esta peli francoisraelí rodada por Costa- Gavras, director experto en tratar temas, digamos, históricos con gran sensibilidad social, como ya vimos en Missing (Desaparecido) sobre un periodista norteamericanoeliminado por el ejército chileno después de su golpe de Estadohace ahora 50 años (Os recomiendo el enlace), nos retrata en esta peli, rodada en inglés, (Enlace, aquí) la historia de Hanna Kaufman (Jill Clayburgh), una abogada israelí, hija de supervivientes de la soah que, actuando de oficio, debe representar a Salim, un detenido palestino, al que acusan de terrorismo por haber aparecido en un lugar concreto en el peor momento.


 

Detenido por ilegal, hecho pasar por terrorista.

La primera escena nos enseña una típica casa de campo palestina a la que, después de acabados los títulos de crédito, obligan a evacuar a sus moradores para dinamitarla. Es el ejército israelí el que lo hace. Están expandiendo sus dominios y toda esa gente estorba.


Expulsando, digo, evacuando a la población palestina.

Hanna tiene un romance con el fiscal del distrito (Gabriel Byrne) pero está casada con otro hombre, francés, con el que mantiene una buena relación y ello se ve cuando el francés viaja a Israel a visitarla.


El marido legítimo, francés católico, con el que sólo le queda la amistad.

 A todo esto viene a sumarse la relación con Salim (Mohammad Bakri), el palestino misterioso. Los israelíes lo detienen por haber inmigrado ilegalmente, todo y que puede demostrar que es nacido en Palestina y que puede probar, pues tiene documentos que lo acreditan, que hay una casa en un nuevo asentamiento de colonos israelíes que pertenece a su familia desde el siglo XIX. 


Salim (Mohammad Bakri) inmigrante ilegal en su tierra con derecho a...largarse.

Aquí la injusticia es que este señor va a la cárcel porque ha entrado ilegalmente en la tierra donde nació y vivió pero de la que no tiene pasaporte de ese estado nuevo fundado hace 35 años (Es 1983). Lo gracioso es que, ante esta situación tan chusca promovida por el nuevo Estado, proponen a Salim nacionalizarlo sudafricano para que pueda vivir, sin derechos, claro, en su tierra nativa.


Abogada y fiscal, Hanna y Joshua, una relación peligrosa.


Tampoco se reconoce su propiedad. Ese pueblo fue derruido, sus habitantes expulsados y los nuevos colonos, de origen ruso, por lo que parece, llaman a ese nuevo pueblo de otra manera. Pero la casa, existe y es un museo que se puede visitar.


Salim explica a Hanna qué pasa con los pueblos abandonadas y la gente expulsada para que vengan vecinos deseados por el Estado.

Por medio de la historia del triángulo amoroso, que realmente es un cuadrado, y sobre todo por los celos del fiscal sobre Salim, aprovecha su poder de miembro del Estado sobre un molesto inmigrante al que acusa de terrorismo para alejarlo de su obsesión amorosa, Hanna K. 


Cuadrado amoroso...Con odios incurables, también.

Por cierto, Mohhamad Bakri es un actor y director palestino-israelí, de estos que cuentan con la nacionalidad en regla, padre del también actor Saleh Bakri, actor de la peli "la banda nos visita" de la que hablamos hace unos meses.


Escenas diversas.



Los limoneros (2008)


Veinticinco años separan a la primera peli de esta que narra la lucha de Salma Zidane, una viuda propietaria de un limonar que plantó su padre, principal fuente de recursos de su subsistencia, contra el ministro de defensa israelí que, vaya por Dios, qué mala suerte para ella, es su nuevo vecino.


Un día Salma se encuentra con que sus tierras son inaccesibles por orden del Estado.

La peli hablada principalmente en árabe y hebreo narra el proceso que sufre la pobre Salma (También llamada Um Nasser, ya que entre los árabes es común llamar a los padres y las madres algo así como progenitores del hijo y este se llama Nasser, es decir, “madre de Nasser”).


Los señores Navon son los vecinos que temen por su seguridad.

Salma recibe una carta en hebreo, idioma que no entiende, en el que le dicen que le van a talar los limoneros porque son un peligro para la seguridad de la vida de la familia del ministro de defensa, vecino suyo. Eso, sí, se puede felicitar porque va a cobrar indemnización, cosa que con la ley de intifada, el Estado israelí podría arrancárselos sin compensación alguna.


Salma entra ilegalmente en su limonar para regar, pero la pueden detener.

Salma acude a un joven abogado Ziad Daud para litigiar. Es, verdaderamente, una lucha de alguien insignificante contra el estado. La pobre Salma recibirá en su terca lucha por salvar sus limoneros legados por su padre, presiones, pero no solo del Estado israelí, que, de primeras le prohíbe acceder a su campo. Se lo vallan y le ponen un vigilante. También la autoridad nacional palestina le pone pegas, primero porque “hay cosas más importantes que tu pequeño campo” y segundo porque empiezan a ver con ojo moralizante la relación de ella, viuda, con el joven abogado.


Abú Hussam, Salma y Ziad Daud, el abogado, sorprendidos ante el despliegue militar.

El ministro de defensa, Israel Navon, es el típico político con cara para la prensa, pelín dictatorial con su esposa, e hipócrita de bandera cuando explica a la prensa que él estaba a favor de mantener los limoneros, o cuando dice que su padre le enseñó que “a los árboles había que tratarlos como a un ser humano y no tocarles ni un pelo”.


La esposa del ministro, Mira, empieza a comprender a su vecina. Intenta acercarse pero, resulta que en aras de la seguridad, el servicio secreto se lo prohíbe. La mujer del ministro es otra mujer dominada por el hombre, da igual si es judío o árabe.


La corte decide de manera un tanto salomónica, como no podía ser de otra manera en el estado confesional de Israel. Aunque la historia de los limoneros, gracias a la prensa, ya es algo que ha pasado de doméstico a internacional, la corte israelí no puede dar la razón a la dueña de los frutales a la que se le impide el acceso a ellos, ni siquiera para regarlos. Así que deciden hacerle cortar el 50% de ellos para ampliar la seguridad del vecino y ministro.


La gracia final es que la pobre Salma ha ganado bien poco, pero el abogado ahora trabaja para la autoridad nacional palestina, un salto cualitativo. El ministro, para su seguridad, ve cómo le plantan un muro de hormigón, justicia poética y su mujer decide abandonarlo.


Las vecinas, Salma y Mira, antes de la vista. Ellas llegan a comprenderse. El marido, no. (Por cierto, la foto es un descarte en la peli. No sale)


Ciertamente, hay más pelis sobre el eterno conflicto palestino-israelí que ya lleva 75 años de tensiones, pero estas son las que yo conozco y recomiendo ver. Las tenéis en el enlace en su versión original, antes de que Youtube o “quién sea” las borre.


Las similitudes de las pelis son, ciertamente, que en ambas existe el comodín del terrorismo para censurar legitimidades o detener a alguien, cosa que, por cierto, no hace sólo en estado de Israel. En ambas se deja ver qué estado es el que detenta la fuerza, esto es, el ejército. Y en ambas queda muy claro que, ante una situación en la que el ser insignificante me molesta, le mando al ejército a molestarle a su casa.


Obviamente, podéis estar de acuerdo o no, ahora bien, seguro que hay alguien -siempre lo hay- que no tolerará estas palabras aquí escritas. Antes de que opine lo que quiera quiero recordar que hablo de dos pelis que cuentan historias de ficción contextualizadas dentro de un conflicto extendido durante 75 años. Aparte de esto habría que repetir que son historias donde se narra la indefensión del débil frente al poderoso, y aquí ese David bíblico no tiene nada que hacer frente a Goliat con todos sus apoyos detrás.


Paz, salam, shalom.


Juli Gan.

viernes, 13 de octubre de 2023

The Split


Vengo hoy a hablaros de una serie británica, de la BBC, y de solo tres temporadas, lo cual es un dato importante para gentes vagas, como yo, a las que les da pereza hacer frente con retraso a más de cien episodios. No es el caso. The Split es asumible. Solo tres temporadas y, según he leído, parece ser que no tendrá ninguna más. Hay quien opina que la tercera y última no está a la altura de las otras dos, pero servidora de ustedes discrepa un tanto.

Bueno, os voy contando. Por empezar por el título, os diré que split significa ‘ruptura’. Pero no sé por qué lo digo, pues seguro que cualquiera de mi público lector sabe más inglés que yo.

El núcleo protagonista es una familia londinense de abogadas matrimonialistas: una madre y tres hijas.

La mayor de las hijas, la prota más prota, se llama Hannah, en un clarísimo homenaje a Hannah y sus hermanas; de hecho, The Split tiene bastantes ingredientes del universo de Woody Allen. Trata de una familia acomodada y poderosa que habita el centro de una gran ciudad y mantiene unas relaciones familiares y sociales en las que todo el mundo engaña a todo el mundo, todo el mundo esconde secretos y pretende difuminar un pasado, si no turbio, al menos sí azaroso.

El glamur, las clases altas londinenses, los modelitos caros, los tacones y los elegantes despachos de abogados de alto standing y las tramas de líos amorosos (luego os cuento) nos llevan sin remedio a acordarnos de The Good Wife y The Good Fight, pero con la sobriedad y la dramaturgia de las producciones británicas, alejadas por lo general de los retorcimientos de guion más típicos de los norteamericanos. Tampoco es que en The Split resulten necesarios: los divorcios en las clases adineradas tienen mucha literatura; una ruptura millonaria trae mucha cola y los guionistas lo saben, como saben que, cuando se mezclan trabajo, negocios y familia, algo estalla siempre.

Os adelanto un poco el argumento. Hanna Stern (interpretada por Nicola Walker) está en una fase delicada de su vida. Acaba de dejar el despacho de abogados familiar, dirigido por su madre y especializado en divorcios, para fichar por otro de más relumbrón de la city. Además, su padre, que las abandonó (a Hannah, a su madre y a sus otras dos hermanas) cuando eran pequeñas para fugarse a Nueva York con la niñera, infinitamente más joven, por supuesto, regresa a Londres y no precisamente para pedir perdón, sino para reclamar la mitad de la empresa familiar.

Por si fuera poco, en el despacho nuevo Hanna se reencuentra con un antiguo novio que parece no haberla olvidado. Y la relación con su marido no pasa por su mejor momento.

Todos esos detalles se nos van revelando a poquitines, en retazos de conversaciones, en frases que se dejan caer como si nada y hacen que a menudo te preguntes ¿he oído bien?,  ¿ha dicho lo que creo que ha dicho?

El resultado es un melodrama a veces intensito, tan intensito que hay quien lo califica de culebrón, pero con el acierto de invertir ciertos estereotipos de género. Se nota en eso la mano de la guionista Abi Morgan, que firmó La dama de hierro,  Shame y Sufragistas; está acostumbrada, pues, a que los personajes femeninos conduzcan el carro de la ficción.

Hablando de personajes femeninos, una de las críticas más repetidas contra The Split es que las tres hermanas protagonistas son demasiado arquetípicas. Y un poco verdad sí es esto. Hannah, la mayor, es la mujer aparentemente perfecta (un matrimonio duradero, tres hijos, un buenísimo currículum profesional…) que luego muestra raptos inesperados de vulnerabilidad, fragilidad y desequilibrio. Nina, la mediana, es la, de entrada, alocada, pero que va tomando decisiones que la hacen desembocar en lo presuntamente maduro y convencional. Y Rose, la pequeña, es la protegida de todas que no sabe qué hacer con su vida personal ni profesional y va dando tumbos de extremo a extremo.

¿Un poco prototípico todo? Pues sí, pero he de deciros que este esquema en principio simplón mejora con la técnica de la que antes os hablaba, de ir revelando detalles aclaradores, con un guion muy ágil y unas interpretaciones a la altura de lo que se espera de los británicos.

¿Estáis de acuerdo conmigo? Ya me contaréis. Recibid un saludo de vuestra amiga

 Noemí Pastor

viernes, 6 de octubre de 2023

Las dos caras de la justicia

Escrita y dirigida por Jeanne Harry —coguionista y directora de la serie Call my agent—, es una película que sorprende y engancha. Al verla he sentido algo muy parecido a la sensación que recuerdo cuando vi de pequeña por primera vez Matar un ruiseñor: un descubrimiento emocionante del mundo de la justicia penal; un atisbo de entender cómo funciona aquello; de ver que siempre hay intereses contrapuestos pero dignos de protección por las dos partes; una lección magistral de derecho penal y procesal, y la intuición de que es un asunto muy complicado en el que no hay certezas (por eso nos deslumbra Atticus, porque él sí lo tiene claro, la seguridad de su conciencia nos protege). Dirigida a todos, pero creo que en especial a los que no nos dedicamos al derecho penal ni tenemos alguien cercano involucrado en el sistema penitenciario, nos abre el mundo de la justicia restaurativa. Duro pero fascinante. Y lo trata con tal delicadeza e inteligencia que consigue involucrar al espectador y mostrar muy pedagógicamente de qué estamos hablando sin que se haga pesado, al contrario, te mantiene en vilo toda la película. Tú no sabes hacia dónde van los personajes ni en que va a acabar, pero te interesa. El título en español, Las dos caras de la justicia (traducción libre del original, Je verrai toujours vos visages), se puede interpretar como una doble dualidad. La de víctimas y delincuentes, por supuesto; pero también, justicia punitiva o tradicional frente a justicia restaurativa: un enfoque que se centra en el tratamiento individual, en la implicación de víctimas y delincuentes, comunidad y facilitadores, en la restauración del daño y la asunción de responsabilidad, en la posibilidad de llegar a mediación que no siempre tiene por qué ser y en el respeto a todos los participantes. Y parece que estos encuentros debidamente supervisados por facilitadores ayudan a todas las partes. En Francia ha comenzado a implementarse en 2014 siguiendo las recomendaciones de Naciones Unidas en sobre su aplicación como complemento a las medidas penales vigentes. Me consta que en España también se están propiciando diálogos entre víctimas y criminales, algunos muy famosos, pero prefiero centrarme en lo que se muestra en este film que refleja el sistema francés. Se ven dos procesos en paralelo. El primero es de un grupo de delincuentes que cumplen condena por delitos de robo, atraco, allanamiento, etc., con una selección de víctimas de esta clase de delitos. El otro es de violencia sexual, en este caso la víctima tiene necesidad de llegar a una serie de acuerdos con su agresor que le permitan vivir sin sobresaltos. Los dos son fascinantes. Por otra parte, es una obra coral en la que no hay un único protagonista. La interpretación de Adèle Exarchopoulos, como víctima de violación, es excelente, igual que las del resto del reparto. Por citar algunos, intervienen Giles Lellouche, Leïla Bekthti y Miou-Miou, también como víctimas; Dalí Benssalah y Birane Ba delincuentes, y Elodie Bouchez, Suliane Brahim y Denis Podalydés en el papel de mediadores. Desde el punto de vista formal, en algunos tramos adopta la estética de documental y prescinde incluso de la música, lo que potencia la sensación de estar acudiendo a sesiones reales. Dice la publicidad que esta película te devuelve la fe en la humanidad. Para mí lo hace en dos sentidos: pensando en individuos, me ha sorprendido y reconfortado la labor de los voluntarios en el sistema penitenciario y, como sociedad, me parece un avance esperanzador en uno de los campos más oscuros y obsoletos de nuestro sistema, instituido antes de la Edad Media, que considero imprescindible replantearnos en el siglo XXI. Almudena Fernández Ostolaza