viernes, 3 de julio de 2020

Cancela, cancela, cancela

En los últimos días, y a una velocidad de vértigo, hemos visto como se están levantando juicios contra productos de entretenimiento, como películas o series. Y es que el movimiento #BlackLivesMatter ha renacido con fuerza y justicia, y al igual que el #MeToo, ha levantado una polvareda que ha traspasado las fronteras del mismo. Con la rapidez que lleva, no sabemos cómo será dentro de una semana, pero a fecha de hoy, querría dejar unos pensamientos respecto a la justicia social que vemos, y como afecta al mundo del espectáculo. 


Tal y como he dicho, en un breve periodo de tiempo, hemos pasado de querer poner avisos a Lo que el Viento se Llevó para explicar su contexto, a borrar de catálogos online episodios acusados de mofarse de personas negras como Community o Las Chicas de Oro, pasando incluso a cribar algún episodio del Hotel Fawlty o de Little Britain.

Podemos llegar incluso a entender a algún actor de doblaje diciendo que no quier doblar a personajes que no son de su raza, pero si lo que vemos son Los Simpsons, no sabríamos muy bien a qué se refiere.

Y es que el contexto es realmente importante, y parece que en el 2020, hay que aclarar obviedades, tipo el agua moja o el fuego quema. En un principio, ya no estamos como en el momento del estreno de la epopeya de Margaret Mitchell en Atlanta, que vetó la presencia de una de sus estrellas (Hattie MacDaniel) por el color de su piel, al ser un cine de blancos exclusivamente. La sociedad ha avanzado, y a veces, el obligar a poner “carteles” o “hacer advertencias”, la infantiliza, por no hablar de ciertos sectores, que siempre encuentran algo malo en todos lados, viviendo en una paranoia y psicosis constantes.

No niego que el mundo sigue teniendo injusticias, y para ver esto, sólo hay que encender el telediario, pero una cosa es eso, y otra es que creamos que la mejor manera de hacerlas desaparecer, es a través de su borrado y eliminación. Porque en la lucha por la evolución de la humanidad, sólo a través de la reflexión y la historia, podemos avanzar, para no repetir pasos anteriores.


La clave es que el conocimiento nos hace libres, y esto nos permite pensar. Y muchas veces, las películas y series son metáforas al respecto. Se usan sus imágenes y diálogos y a través de ellos, se expresan ideas de los creadores. Y aquí empiezan los problemas. ¿Son las ideas correctas? Porque muchas veces no lo son para un determinado grupo de personas: el macarthismo se dedicó a golpear cualquier atisbo de comunismo, el código Hays a corregir la moral americana y nuestra censura convirtió a dos amantes en hermanos en Mogambo por ser tan torpe de no ver el fallo que estaba cometiendo.

Aunque la censura nos parece una cosa del pasado, de sociedades dictatoriales o demasiado afectadas por el qué dirán, actualmente, estamos empezando a ver grupos de presión que, bajo el mandato de esta corrección política, de la inclusión o diversidad, están pidiendo la desaparición de episodios sin control (el caso de Community bajo la acusación de "blackface" es tan ridículo, que es evidente que se ha empezado una cruzada sin siquiera haber visto al enemigo). Así, el mensaje se pierde.

Pensemos en otro caso: sabemos que los orcos del Señor de los Anillos, son una representación del mal con su evidente falta de belleza, frente a los protagonistas, más bellos, atractivos y parecidos al espectador. Y no, nadie ha pedido respecto por los orcos (aún), pero Frodo y sus compañeros han salido mal parados en este momento de corrección: que si no hay personas de otras razas, que si faltan mujeres... Es entonces, cuando la historia debe plegarse a los dictados de la tendencia política del momento.


Esto, en mi opinión, es un error. ¿Hay que ser diverso? Por supuesto, pero no podemos cambiar las historias por el hecho de incluir a este o aquel grupo, lo que hay que hacer es también contar historias diversas, con diferentes orígenes y protagonistas, sobre todo en momentos de crisis imaginativas, porque al final, todas llaman de forma universal al ser humano, independientemente de su origen, raza o sexo. Se pueden hacer interpretaciones (Ran como el Rey Lear a la japonesa, por ejemplo), y eso es también válido, y si la perspectiva de la obra lo acepta, incluir a un actor aunque no sea el esperado (el magnífico Samuel L. Jackson como Nick Fury en el universo Marvel o Keanu Reeves y Denzel Washington como hermanos en Mucho Ruído y Pocas Nueces), pero no se puede cambiar un personaje de forma intrínseca sólo por el hecho de querer corregir o meter una cuota. 

Otro gran problema es el humor, lo más criticado ahora. La comedia es un arte refinado, que puede ser crítica o no, y muestra a través de la risa el mundo, provocando la reflexión y activación del pensamiento, venciendo a los miedos. Es por ello, que la mutilación de series de comedia se presenta como más trágica. Se nos quita el derecho a la carcajada, se nos invita a la seriedad del grupo que ve maldad incluso donde no la hay. Se quiere controlar la libertad y restringir emociones. Aquí os dejo unas palabras de John Cleese al respecto:


No quiero acabar este artículo sin hablar de que sólo se puede interpretar a la raza, género, etcétera, que se tiene originalmente. Todos hemos visto a Tilda Swinton cambiar y no podemos quejarnos. De igual manera, Rock Hudson, homosexual en la vida real, es un encanto de pareja romántica para Doris Day en las películas de interpretaron juntos. Según la teoría actual, no deberían haber interpretado lo que no les correspondía. Pero todos sabemos que al ver la película, que eso es absurdo. Hay casos flagrantes como Mickey Rooney en Desayuno con Diamantes, pero, como todo, hay que ver cada caso.


Concluyo diciendo, que las películas y las series son una forma de arte, y en un principio, no deberían tener responsabildiad moral por las causas sociales. Las personas detrás de ellas, pueden estar denunciando a través de su obra, o por otro lado mostrando una fantasía de puro entretenimiento, pero es a ellos a quienes les corresponden tomar las decisiones. El público, debería tener la inteligencia y conocimiento suficientes como para saber que el modo de vivir de Escarlata O'Hara no era el más correcto, a la vez que estar disfrutando de su historia, o entender que algo que se hizo hace 60 años es diferente a lo que ocurre hoy en día. 

De cualquier manera, la solución no es esconder ni destruir. En fin, ¿cuál es tu opinión sobre el tema?

Carmen Romero

7 comentarios:

Mona Jacinta dijo...

Estupenda entrada! Comparto tu punto de vista.

Juli Gan dijo...

Genial. La subo al fb ahora mismo. Scarlett O'Hara sería definida hoy en día en los EEUU como una Karen. (Una blanca privilegiada que se aprovecha del vigente supremacismo racial de la época), aunque llamarla Karen también es una forma de despreciar, aunque moderna. Brillante, Carmen.

Persuasion1002 dijo...

Estoy de acuerdo. Me gusta sobre todo cuando hablas de la seriedad que resulta cuando se introduce política en la obra. Pierde entonces frescura, pierde espontaneidad, pierde sensación de realidad, de lógica...en definitiva, pierde interés. Muy buen artículo. Un saludo.

Carmen dijo...

Muchas gracias, Mona Jacinta.

Carmen dijo...

Gracias Juli. Sería complicado encontrar una versión actual de Scarlett, aunque estoy segura de que lo más probable es que la llamaran así, visto lo visto.

Carmen dijo...

Muchas gracias. Las obras artísticas pueden ser políticas, pero no es una obligación que cada obra, lo sea ;). Ahí está el quid del dilema.

ricard dijo...

La censura en aras de lo denominado políticamente correcto es tan peligrosa como cualquier otra forma de censura. Más aún si se ceba en obras que se crearon en un contexto histórico diferente. Una demostración de fanatismo y desconfianza en el sentido común casi como la que llevó a la destrucción de la biblioteca de Alejandría.

En fin, podríamos poner mil ejemplos. ¿Por qué no derruyen el Coliseo? Al fin y al cabo, allí se llevaba a los esclavos a la muerte para diversión del respetable.

Toda obra de arte ha de ser respetada en su integridad. Para mí, no hay debate.

Saludos.