viernes, 7 de abril de 2017

Clash (XV Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia)

Nuestra anterior entrada fue sobre el Festival de cine de Mar del Plata y ahora hacemos una sobre el Festival de Cine y Derechos humanos de Donostia. Parecerá que llevamos una vida de glamour y lujo, de festival en festival. Nos encanta dar esa imagen, aunque esté totalmente alejada de la realidad. La verdad es que yo, cuando me jubile, pienso hacerme la ruta de los festivales porque me parece un plan buenísimo pero, de momento, aprovechamos lo que tenemos a mano y lo disfrutamos mucho.
Este año es la XV edición de este festival en el que se premian corto y largometrajes y hay un premio que concede Amnistía Internacional. También se hacen actividades para niños y jóvenes, proyecciones en centros culturales y este año se proyectará una película en la cárcel de Martutene con posterior coloquio.
El 31 de marzo era la inauguración y vimos dos cortos: El mundo de Embarka (Raúl San Román) sobre una niña saharaui
El mundo de Embarka
y The cut (Evangelina Soumeli), un cortometraje griego sobre una cirujana que tiene dudas sobre si es ético practicar la ablación del clítoris a una niña para evitar que se lo hagan en pésimas condiciones. Ninguno de los dos nos interesó mucho. El de la niña saharaui dura tres minutos y parece más un tráiler que un corto; el griego, tocando un tema interesante, no llega a conmover ni a impactar, queda todo un poco deslavazado y disperso.
The cut
La película era Clash, un film egipcio-francés de Mohamed Diab. La película obtuvo el premio “Un certain regard” en Cannes en 2016 y los premios a mejor nuevo director y fotografía en Valladolid en 2016. El director, aparte de ser muy guapo como muestra la foto, estudió cine en Nueva York y luego comenzó a escribir guiones.
Mohamed Diab
Su primera película como director fue El Cairo 678. Basada en hechos reales, narra la lucha de tres mujeres contra el acoso sexual.
Clash también es una muestra de cine social, lo que no es de extrañar viviendo en Egipto. Este tipo de películas, en las que lo que te cuentan es algo impactante, cercano a la realidad y que pretender denunciar  o llamar la atención del público respecto a un conflicto son difíciles de valorar. A mí, por lo menos, me producen tal mezcla de emociones y sentimientos que me resulta casi imposible decidir si me han gustado. En este caso, no hay duda de que Clash me ha interesado.
Clash
La acción se sitúa en El Cairo en 2013. Después de la Primavera Árabe y el fin del gobierno de Mubarak, los hermanos musulmanes ganaron las elecciones y Morsi fue elegido presidente. En julio de 2013 se produjo un golpe de estado encabezado por el general Abdel Fatah al Sisi. Ese verano de 2013 las revueltas son constantes en la calle y la represión policial intensa. En un furgón de la policía acaban detenidos un grupo de personas pertenecientes a diferentes corrientes políticas y con situaciones personales diversas: un periodista americano de familia egipcia, un cámara, un hombre que busca a su hijo, un dj, un grupo de hermanos musulmanes, una familia… Hay tanto caos en el interior del furgón como en las calles. Las diferencias parecen irreconciliables. Pero todos tienen sed, calor, miedo y preocupaciones. Tienen también muchas cosas que les unen, incluso con los policías. La película es bastante desoladora, sales con la sensación de que el género humano no tiene remedio, por lo menos a la que te sales de la escala micro (y, a veces, ni en esa). Es difícil decir si me pareció una buena película, tiene una estructura muy teatral, todo pasa en el interior del furgón, hay algún momento en que resulta un poco reiterativa pero, sin duda, capta tu atención y te remueve. A la salida fuimos con mis amigos a tomar un vino para animarnos y a consultar en Google la historia de Egipto mientras nos preguntábamos qué se puede hacer para que la humanidad deje de matarse. Creo que a Mohamed Diab le hubiera parecido suficiente.

Mona Jacinta (www.niudemones.com)





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