Qué
me gusta a mi un buen thriller político, os dije cuando hablé aquí de Todos los hombres del presidente. Por eso me extraña tanto no haber visto hasta hace unos
pocos días Marathon Man. Me extraña no haberla visto, al mismo tiempo que tengo
la respuesta a la pregunta de por qué hasta ahora no la he visto: por pura
casualidad. O no, porque tengo otra respuesta: porque me cae mal Dustin
Hoffman; tan mal que, en alguna ocasión, en pleno ataque de pedantería,
dirigiéndome a alguna jovenzuela o jovenzuelo y dándomelas de sabionda, he
llegado a decir: ”Primera lección de cine: ninguna película con Dustin Hoffman merece la pena, excepto Tootsie.”
Apréciese
la incoherencia y el cinismo de Hoffman, recientemente acusado públicamente de
conducta sexual impropia con las señoras, que en Tootsie interpreta a un hombre
que se hace pasar por mujer y sufre acoso y abusos sexuales y los denuncia.
Apréciese igualmente mi propia incoherencia: me cae mal de siempre Hoffman,
tras estas recientes acusaciones me cae todavía peor y dos veces he hablado
aquí en este blog de películas que protagoniza. No estoy libre de pecado, pero
tiro piedras.
"¿Puedo confiar en usted?" "No." (Foto: amazon.com)
Y
ya que cito los nuevos aires feministas de Hollywood, no puedo dejar de decir
que Marathon Man es una de esas pelis que a Alison Bechdel le provocarían
ganas de cortarse las venas: no sale una mujer hasta aproximadamente el minuto
veinte y es bastante secundaria; casi terciaria. Además, es una peli que
chorrea testosterona: camaradería entre machos, peleas, agresividad,
enfrentamientos “tribales” en Nueva York: latinos contra judíos, judíos contra
europeos… Nótese que Marathon Man es una peli muy judía: la acción comienza en
Nueva York el día de la festividad del Yom Kipur y visita varias veces los
barrios judíos de la ciudad. Repasa los apellidos judíos de la ficha técnica y
ya verás.
Tito Goya (1951-1985): "El peligro me divierte" (Foto: movie-dude.co.ok)
Marathon
Man es muy judía y muy europea: además de en Nueva York se desarrolla en París
y nos permite oír varias lenguas europeas: inglés, of course, francés (qué
horror de pronunciación francesa la de Roy Schreider; en la versión doblada,
claro), español (en un lugar que se supone que es Uruguay) y alemán. En este
homenaje a la pluralidad lingüística europea me recuerda mucho Marathon Man a
Malditos bastardos; en eso y en el contraste entre los hermanos protagonistas:
Babe (Hoffman) es americano pobre y un poco paleto, mientras que Doc
(Schreider) es rico, filoeuropeo, refinado y polígloto. Además, el personaje de
Laurence Olivier, inspirado en Menguele, es muy hábil imitando acentos, lo cual
le sirve para hacerse pasar por americano, inglés o lo que cuadre. Al propio
Olivier esta habilidad también le sirvió para ganar un Oscar.
Otro
aspecto que une Marathon Man con la actualidad es la moda del running: Hoffman
interpreta a un joven doctorando (tenía 38 añazos cuando la rodó, pero como es
chiquitito, cuela) que se prepara para correr la maratón (o el maratón, que
ambos géneros son correctos según la RAE) de Nueva York y entrena por Central
Park con un buen puñado de runners. Por cierto, cuando habla de su afición, no
usa (otra vez en la versión doblada al español) los vocablos running ni footing
ni jogging y en todas las escenas de entrenamiento no se ve a una sola mujer
corriendo. Era 1976.
Veo
una línea que une Marathon Man con su pasado y con el futuro. La línea que la
une con el pasado la une evidentemente con Alfred Hitchcock, con sus macguffins
y con su forma de recrear Europa en el cine y ese gusto por los lugares
emblemáticos de las ciudades. Así, en Nueva York se nos muestran, como digo,
los barrios judíos, Central Park y el puente de Brooklyn y en París se nos
aparecen casi todos los topicazos de la ciudad: los cafés y sus terrazas, la
ópera, el mercado de Les Puces, taxis modelo Citroën Tiburón, desayunos
continentales en lujosos hoteles con vistas a la torre Eiffel, manifas
“écolos”…
Y,
de cara al futuro, veo la huella de Marathon Man, como ya os he dicho, en
Malditos bastardos de Tarantino, en ¡Jo, qué noche! de Scorsese (esa laaaarga
huida nocturna en pijama y albornoz, ese inquietante parecido físico entre
Dustin Hoffman y Griffin Dunne) y en Único testigo, de Peter Weir (la tranquila
campiña del este de los USA, mancillada, de repente, por coches negros
amenazantes que portan hombres con armas y corbatas).
"¿Están a salvo? Is it safe?" (Foto: theaceblackblog.com)
Para
acabar, os cuento las dos cosas que más me gustan de Marathon Man. La primera,
que tiene escenas antológicas como la
del balón de fútbol (otro guiño “europeísta”), extraña y subyugante en su
simplicidad, o la de la sesión de tortura (¿Están a salvo? Is it safe?). Y la
segunda, que es una de esas pelis que comienzan con escenas que solo cobran
sentido más adelante, que demoran las revelaciones y las explicaciones y las
van soltando poquito a poco; de hecho, la explicación gorda llega tras una hora
de metraje. Eso hace que la disfrutes quizás más todavía en un segundo
visionado.
Ficha
técnica (www.filmaffinity.com)
Título original Marathon Man
Año
1976
Duración 125 min.
País
Estados Unidos
Dirección John Schlesinger
Guion
William Goldman
(Novela: William Goldman)
Música
Michael Small
Fotografía Conrad Hall
Reparto Dustin Hoffman, Laurence Olivier, Roy Scheider, William Devane, Marthe Keller, Marc Lawrence, Fritz Weaver, Richard Bright, Tito Goya
Productora Paramount Pictures
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