viernes, 20 de abril de 2018

Marathon Man


Qué me gusta a mi un buen thriller político, os dije cuando hablé aquí de Todos los hombres del presidente. Por eso me extraña tanto no haber visto hasta hace unos pocos días Marathon Man. Me extraña no haberla visto, al mismo tiempo que tengo la respuesta a la pregunta de por qué hasta ahora no la he visto: por pura casualidad. O no, porque tengo otra respuesta: porque me cae mal Dustin Hoffman; tan mal que, en alguna ocasión, en pleno ataque de pedantería, dirigiéndome a alguna jovenzuela o jovenzuelo y dándomelas de sabionda, he llegado a decir: ”Primera lección de cine: ninguna película con Dustin Hoffman merece la pena, excepto Tootsie.”
Apréciese la incoherencia y el cinismo de Hoffman, recientemente acusado públicamente de conducta sexual impropia con las señoras, que en Tootsie interpreta a un hombre que se hace pasar por mujer y sufre acoso y abusos sexuales y los denuncia. Apréciese igualmente mi propia incoherencia: me cae mal de siempre Hoffman, tras estas recientes acusaciones me cae todavía peor y dos veces he hablado aquí en este blog de películas que protagoniza. No estoy libre de pecado, pero tiro piedras.
                                                             "¿Puedo confiar en usted?" "No." (Foto: amazon.com)
Y ya que cito los nuevos aires feministas de Hollywood, no puedo dejar de decir que Marathon Man es una de esas pelis que a Alison Bechdel le provocarían ganas de cortarse las venas: no sale una mujer hasta aproximadamente el minuto veinte y es bastante secundaria; casi terciaria. Además, es una peli que chorrea testosterona: camaradería entre machos, peleas, agresividad, enfrentamientos “tribales” en Nueva York: latinos contra judíos, judíos contra europeos… Nótese que Marathon Man es una peli muy judía: la acción comienza en Nueva York el día de la festividad del Yom Kipur y visita varias veces los barrios judíos de la ciudad. Repasa los apellidos judíos de la ficha técnica y ya verás.
Tito Goya (1951-1985): "El peligro me divierte" (Foto: movie-dude.co.ok)
Marathon Man es muy judía y muy europea: además de en Nueva York se desarrolla en París y nos permite oír varias lenguas europeas: inglés, of course, francés (qué horror de pronunciación francesa la de Roy Schreider; en la versión doblada, claro), español (en un lugar que se supone que es Uruguay) y alemán. En este homenaje a la pluralidad lingüística europea me recuerda mucho Marathon Man a Malditos bastardos; en eso y en el contraste entre los hermanos protagonistas: Babe (Hoffman) es americano pobre y un poco paleto, mientras que Doc (Schreider) es rico, filoeuropeo, refinado y polígloto. Además, el personaje de Laurence Olivier, inspirado en Menguele, es muy hábil imitando acentos, lo cual le sirve para hacerse pasar por americano, inglés o lo que cuadre. Al propio Olivier esta habilidad también le sirvió para ganar un Oscar.
Otro aspecto que une Marathon Man con la actualidad es la moda del running: Hoffman interpreta a un joven doctorando (tenía 38 añazos cuando la rodó, pero como es chiquitito, cuela) que se prepara para correr la maratón (o el maratón, que ambos géneros son correctos según la RAE) de Nueva York y entrena por Central Park con un buen puñado de runners. Por cierto, cuando habla de su afición, no usa (otra vez en la versión doblada al español) los vocablos running ni footing ni jogging y en todas las escenas de entrenamiento no se ve a una sola mujer corriendo. Era 1976.
Veo una línea que une Marathon Man con su pasado y con el futuro. La línea que la une con el pasado la une evidentemente con Alfred Hitchcock, con sus macguffins y con su forma de recrear Europa en el cine y ese gusto por los lugares emblemáticos de las ciudades. Así, en Nueva York se nos muestran, como digo, los barrios judíos, Central Park y el puente de Brooklyn y en París se nos aparecen casi todos los topicazos de la ciudad: los cafés y sus terrazas, la ópera, el mercado de Les Puces, taxis modelo Citroën Tiburón, desayunos continentales en lujosos hoteles con vistas a la torre Eiffel, manifas “écolos”…
Y, de cara al futuro, veo la huella de Marathon Man, como ya os he dicho, en Malditos bastardos de Tarantino, en ¡Jo, qué noche! de Scorsese (esa laaaarga huida nocturna en pijama y albornoz, ese inquietante parecido físico entre Dustin Hoffman y Griffin Dunne) y en Único testigo, de Peter Weir (la tranquila campiña del este de los USA, mancillada, de repente, por coches negros amenazantes que portan hombres con armas y corbatas).
"¿Están a salvo? Is it safe?" (Foto: theaceblackblog.com)
Para acabar, os cuento las dos cosas que más me gustan de Marathon Man. La primera, que  tiene escenas antológicas como la del balón de fútbol (otro guiño “europeísta”), extraña y subyugante en su simplicidad, o la de la sesión de tortura (¿Están a salvo? Is it safe?). Y la segunda, que es una de esas pelis que comienzan con escenas que solo cobran sentido más adelante, que demoran las revelaciones y las explicaciones y las van soltando poquito a poco; de hecho, la explicación gorda llega tras una hora de metraje. Eso hace que la disfrutes quizás más todavía en un segundo visionado.

Ficha técnica (www.filmaffinity.com)
Título original  Marathon Man
Año  1976
Duración 125 min.
País  Estados Unidos
Dirección  John Schlesinger
Guion  William Goldman (Novela: William Goldman)
Música  Michael Small
Fotografía  Conrad Hall
Productora  Paramount Pictures

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