viernes, 12 de abril de 2019

Pasiones más grandes que la vida



Hace unos días que me topé, por completa casualidad, con "Telenovelas are Hell", unos cortos del canal Funny Or Die en los que se parodia y resumen las telenovelas mexicanas con los argumentos más rocambolescos. De ahí me acordé cómo los culebrones se fueron popularizando, al menos en España, desde los años 80, pasando por series de duración "algo eterna", de origen mexicano, venezolano, nacional, brasileño y recientemente, se han popularizado las de la exótica Turquía.

María la del Barrio es un ejemplo más de lo desquiciado de los cuelebrones

Volviendo a los años 80, quizá el primer culebrón mexicano más popular fue "Los Ricos También Lloran". Y es que en la década de los cardados y las hombreras, los seriales dramáticos se llevaban con auténtica pasión: Flamingo Road, Dinastía, Dallas, Falcon Crest, Los Colby, Santa Barbara...lugares y familias de grandes dramas, amores y peleas monetarias, en sitios paradisíacos y alejados del espectador que los devoraba con fervor. Con grandes estrellas del antiguo Star System como Rock Hudson y Jane Wyman, o algunas en ciernes que nos sorprenderían sus origenes (por ejemplo, Mark Harmon), incluso fueron parodiada en joyas como la serie Enredo, o películas como la maravillosa Escándalo en el Plató (Soapdish) o la irónica Tootsie.

La desternillante locura de lo que ocurre en la grabación de un culebrón

Pero mientras esta eclosión inundaba el mercado americano, las productoras que deseaban explotar este filón de pasiones, sexo y dinero, también, regalaron grandes miniseries como Retorno a Edén desde la lejana Australia, y en Europa, se seguía con la misma tradición, sacando a alguna estrella en ciernes con otros veteranos en películas para televisión y series de pocos capítulos, como Harem con Nancy Travis y Omar Sharif.

En estos casos, se solía partir de alguna novela del mismo corte, y se hicieron múltiples adaptaciones a partir de esa fecha y más allá de las grandes la novela "rosa" como Danielle Steel, Catherine Cookson o Barbara Cartland.

Asesinato, cambios de imagen, venganza y romance desde Australia

Y es que admitamos que en público nos puede "avergonzar" aún aceptar que este tipo de historias nos gustan, pero deberíamos de abrazar con cariño nuestro lado "culebrónido".

Volviendo a aquellas películas para televisión que aunaban actores nóveles con grandes veteranos que habían visto tiempos mejores, las de Barbara Cartland, o al menos una de ellas, tiene un lugar especial en mi corazón. En los años 80, se hicieron 4 adaptaciones, en las que aparecerían unos jovencitos Hugh Grant o Helena Bonham Carter, con grandes de la actuación como Stewart Granger, Diana Rigg, Edward Fox, Christopher Plummer o Geraldine Chaplin, e incluso repetían más de una vez. De estos cuatro títulos que son Amor en el Bosque, Duelo de Corazones, Espíritu en Montecarlo y Riesgo a Corazones, me quedo con el último, pues es el que dentro del cine culebrón, se puede acercar más a una película de época, sin caer en momentos realmente ridículos y mojigatos (la trama de Espíritu en Montecarlo), o de intento del protagonista de tomar en serio lo que no puede (lo de Hugh Grant en Amor en el Bosque/The Lady and the Highwayman es puro humor).


Sólo conseguí un vídeo musical, pero os dará una idea del film.

Así, Riesgo a Corazones, que se basa en un libro de 1949, es en resumen, una versión blanca y virginial (muy de Barbara Cartland) de una novela gótica: a principios del siglo XIX, una joven doncella es apostada junto a su casa por su ludópata padre contra uno de sus pretendientes, el vicioso y "viejales" (dicho sea de paso), Lord Wrotham, que a su vez, la vuelve a perder contra el misterioso, joven y vigoroso, Lord Vulcan. Obligada a prometerse con este último, nuestra protagonista Serena, es llevada a su mansión, comandada por su madre, que organiza fiestas privadas, y en las que nuestra muchacha tendrá que hacerse paso entre secuestros, duelos, contrabando, misteriosos fantasmas y muertos muy vivos, la ruina y el honor, cotilleos, bandidos, amantes francesas, amigas celosas, un pretendiente que no dudará en el rapto, y una futura suegra que es fiel al tópico de que ninguna es buena. En fin, como veis, lo normal en un relato de su época o lo más habitual en un culebrón.

La película, con un argumento demencial pero que se puede seguir sin caer en la parodia, se salva por una dirección técnica correcta (propia de adaptaciones de época), y un elenco de lo más reputado, y resulta un entretenimiento de lo más eficaz.

Con este anuncio, si no te pones a buscar esta joya, es que no tienes corazón, ni sangre en las venas.

Y en eso estamos, en entretenernos, que es lo que los culebrones, miniseries y este tipo de películas nos permiten. Así pues, si nos divierten, no nos avergoncemos de ellas, pero al igual que ocurre con estos libros de evasión, considerémoslos que son ficción, y aprendamos de las enseñanzas de George Eliot en "Las novelas tontas de ciertas damas novelistas", y evitemos caer en el "bovarismo" que nos mostró Flaubert.

Carmen R

Nota: no os dejéis engañar con el cartel del comienzo del artículo, sacado de Wikipedia, y que promete algo sacado más de Harlequín con más pasión (hay un caballo, y una pareja propia de las portadas de estas novelas), que lo que de verdad pasa en la película, pero había que venderla y con esa imagen, y esa frase, todo está dicho ;).

2 comentarios:

Mona Jacinta dijo...

Ahora muero por ver Riesgo a corazones...

Juli Gan dijo...

Erdogan se está cobrando, y bien, el freno del tránsito humano por Turquía. ¿No hay más que culebrones turcos en la tele?