viernes, 24 de junio de 2022

Todo a la vez en todas partes

No sé si os he contado que a mí me gustan las películas de chinos voladores. No exactamente Bruce Lee, más bien Tigre y Dragón o La casa de las dagas voladoras. Son pelis que tiene kung fu y algo más. Por eso, cuando oí hablar de Todo a la vez en todos sitios pensé que me iba a gustar. Imaginad: chinos voladores, una superheroína, una lavandería, humor absurdo e incorrección política. Pensé que sería muy refrescante y fui a verla el día que la estrenaron.
La película está dirigida por Dan Kwan y Daniel Scheinert, a los que llaman “the Daniels”. Son dos frikis de los que no había visto nada hasta ahora y que me sorprende que encuentren productor con las cosas tan demenciales que se les ocurren. Su anterior película, Swiss Army Man’, interpretada por Paul Dano y Daniel Radcliffe cuenta la historia de un hombre solitario que se hace amigo de un cadáver con flatulencias. Creo que asombró hasta en Sundance, que ya están habituados a lo raruno. En esta ocasión cuentan con actrices de la talla de Michelle Yeoh (la protagonista de Tigre y Dragón) y Jamie Lee Curtis y la joven Stephanie Hsu, junto a Jonathan Ke Quan (de niño era el compañero de Indiana Jones en la del templo maldito y también salía en Los Goonies) y James Hong.
La historia empieza mostrando a una mujer desbordada por la vida. Michelle Yeoh encarna a una mujer con una lavandería que va mal y tiene problemas con hacienda; está casada con un hombre de poco fundamento; tiene una hija a la que no entiende en absoluto y un padre aferrado a las tradiciones que critica todo lo que ella hace. Vamos, una mujer normal y corriente. Es un día importante porque tiene que ir a hablar con una funcionaria acerca de sus impuestos (maravillosa Jamie Lee Curtis) y celebrar el año nuevo chino con una fiesta en honor de su padre. Cuando llega a las oficinas de hacienda se encuentra de pronto metida en el multiverso. El personaje de su marido en otra dimensión le explica que solo ella puede salvar al universo, a todos los universos. Para conseguirlo debe desplazarse a esas otras dimensiones y conseguir las habilidades de sus otros yoes. A partir de ese momento entras en el juego del disparate y viajas con la protagonista a mundos paralelos que rinden homenaje a películas como Deseando amar o a otros donde los humanos tienen salchichas de Frankfurt como dedos y hacen todo con los pies. En cada uno de los universos ella es excelente en algo y debe reunir todas las habilidades posibles para enfrentarse a la villana que quiere destruir el mundo, que no es otra que su propia hija en otra versión. Cada una de las decisiones que tomó en cada momento abren la puerta a otra vida y su presente se convierte en un torbellino de idas y venidas.
Hay muchas cosas muy divertidas y también reflexiones sobre las relaciones entre padres e hijos, sobre la importancia de la alegría y la empatía frente a concebir la vida como una lucha constante. Me gusta la idea de elegir como superheroína a una mujer que ha fracasado en todo. Los intérpretes están geniales todo el rato, y no creo que sea una película fácil para ellos. Solo le pongo un pero: 139 minutos. De verdad, qué necesidad de hacer cosas tan largas. Yo me imagino a los Daniels, encantados con todas las tonturas que se les ocurren, siendo incapaces de meter la tijera. Todos los directores de cine deberían tener un amigo armado con unas tijeras enormes que cortara sin piedad cuando ellos se desparraman. Alargar demasiado hace que las cosas pierdan fuerza, hay muy pocas películas que exijan un metraje tan largo y esta, si le quitas media hora, queda perfecta. Con todo, yo la recomiendo, aunque solo para público que sepa apreciar a los chinos voladores, a otros muchos les parecerá una absoluta majadería.

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