viernes, 15 de mayo de 2020

Huella de luz en la filmografía de Rafael Gil


Os confesaré que mi intención inicial era hacer un monográfico sobre Rafael Gil, prolífico director de cine, pero las prisas y que ya hace semanas que me "desconfino" para ir a trabajar, me restan mucho tiempo para ahondar en su cinematografía, así que pasaré ligeramente su obra para centrarme en una de sus primeras películas “huella de luz”, de 1942, quedaos con el año.

Rafael Gil, repaso cinematográfico rápido

Rafael Gil rodó una setentena de películas, la mayoría de ellas durante el franquismo, cosa que se nota, y mucho. Comenzó en la crítica cinematográfica escribiendo en el diario ABC y en revistas del género en los años de la República. Durante la guerra civil el joven Gil rueda algunos documentales bélicos para la República: “Soldados campesinos”, “Sanidad”, “Salvad la cosecha” o “resistencia en Levante”, todos ellos de 1938. Curiosamente, al año siguiente, todos los documentales que rueda son descaradamente franquistas, con lo que nos indica que Gil se ha pasado de bando y no ha sufrido represalias, quizá ha podido probar que es un hombre del régimen. Durante 1939 rueda los documentales “Flechas”; “la copa del Geberalísimo en Barcelona”; “La corrida de laVictoria” o “Ametralladoras”, todas de 1939.



Rafael Gil se pasa al largometraje a comienzos de los años 40 rodando para la potente productora valenciana CIFESA. Sus películas están basadas en textos literarios como Jardiel Poncela, Lope de Vega, Cervantes, Wenceslao Fernández Flórez, Unamuno o Pérez Galdós. De su prolífica producción de los años 40 destaca “Eloísa está debajo de un almendro”, sobre una obra de teatro del mencionado Jardiel Poncela o “El hombre que se quiso matar” sobre un texto de Fernández Flórez.

Un obrerete que vive en una buhardilla

En los años cincuenta rueda “la señora de Fátima” una cinta hagiográfica que tuvo gran aceptación en aquella España cuartelera y rosario al atardecer que cuenta la historia de los tres pastorcillos portugueses que se topan con la virgen; “la guerra de Dios”, un drama sobre un sacerdote en un difícil valle minero, peli que le propició varios premios incluida la Concha de Oro en el zinemaldia donostiarra, que en aquella época no se podía llamar así, pero SSIFF, tampoco, o “el traje blanco”, un drama muy logrado sobre las desventuras de un niño pobre por tener un traje blanco para hacer la primera comunión. Las tres pelis son representativas porque durante los años 50 el cine nacionalcatólico pesa mucho y los temas religiosos son recurrentes.



Acabando la década rueda una inquietante “murió hace quince años” en la que un joven Sancho Gracia es un niño de la guerra que fue enviado a la URSS por la República y vuelve, crecidito, como agente soviético con una misión muy concreta. El drama viene cuando tiene que regresar con su padre, alto militar franquista. Otro día os sirvo humeante esta historia.



Durante los 60 y los 70 se dedica a pelis desiguales, desde films para Sara Montiel “La reina del Chantecler”, hasta pelis deportivas como “el marino de los Puños de Oro”, donde Pedro Carrasco filma sus fintas boxísticas, o nostalgias guerracivilisticas, franquistas, claro, rodando “a la legión le gustan las mujeres...( y a las mujeres les gusta la legión)”, sin comentarios. Ya en los 80, en el declive de su carrera, rueda varias películas basadas en exitosas, por increíble que parezca, novelas de Fernando Vizcaíno Casas como “...Y al tercer año resucitó”, la boda del señor cura”, “las autonosuyas” o “de camisa vieja a chaqueta nueva”. Pelis que ya era raro que fueran exitosas en la época y que los años no las han mejorado.

"Huella de luz”, de 1942.

Es una historia simple y sencilla basada en un texto de Wenceslao Fernández Flórez en la que el prota, el joven Octavio Saldaña, (Antonio Casal, que era un galán de la época y formado actor de teatro) es un resignado pobre mecanógrafo que vive con su amorosa mamá (Camino Garrigó). Trabaja para el potentado Sánchez Bey (Juan Espantaleón) un hombre rico hecho a sí mismo, respetadísimo, paternalista, duro por fuera y un pelín sentimental por dentro. El jefe regala a Octavio las vacaciones en un balneario con todos los gastos pagados, pero Octavio es pobre y tiene muy aprendido cuál es el lugar de clase al que pertenece. En el balneario conoce a una joven de muy buena posición social que atiende por Lelly (Isabel de Pomés). Octavio comienza a mentir desaforadamente sobre su clase social, cosa que empieza como un juego que él sabe que tiene fecha de caducidad en cuanto abandone el balneario. Mientras la trama romántica se va liando, Octavio es testigo de una mala jugada que le quieren hacer a su jefe y lo llama con inmediatez. El jefe, agradecido, acaba haciendo de hada madrina para el pobretón de su empleado con tal de que triunfe el amor, a pesar de la diferencia económica de los novios. No hay como tener un padrino.

Oficinista con suerte


Algunos aspectos de referencia

De la peli, que es del año 42, una época en la que España aún apoya descaradamente a la Alemania de Hitler, habría que resaltar la crítica feroz que hace de la democracia. Presenta a dos delegados de la República de Turulandia que parecen siameses (Juan Calvo y Fernando Freyre de Andrade) que pretenden llevar a cabo un negocio, siempre por el bien de la nación, pero cobrando su comisioncita, alabando a la democracia, pero dejando claro que esa es esclava de los intereses. Al final, los dos delegados de la República de Turulandia reciben un telegrama en el que les dicen que hay convulsión política en su país y la policía les busca. En plena Victoria franquista había que mandar recado de lo nociva e inestable que puede ser la democracia.

Los agregados de la República de Turulandia


Para finalizar, la película se llama “huella de luz” haciendo referencia a los fuegos artificiales, que son una ilusión alegre cuya huella de luz se desvanece casi de inmediato. Así se siente el protagonista que se sabe de clase social inferior a la joven que le gusta y que se siente incómodo con las “gracias” de niño rico que tiene Jacobito, como ridiculizar a la chica coja, una joven Mary Delgado. Octavio no se atreve a enfrentarse a la pandilla de jóvenes ricos y ociosos que se burlan de su pobre madre y por eso abandona el hotel dejando a Lelly sin explicación alguna.


El hado padrino


La película está contada con mucho mimo por un joven Rafael Gil. Es uno de sus primeros largometrajes que está basado en una novela corta de Fernández Flórez. Gil explicaba que deseaba rodar esta novela desde que leyó y releyó sus páginas y se nota el cariño y el cuidado que le profesa.


Juli Gan

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