viernes, 13 de diciembre de 2024
Marco
Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó fue Handia. Pese a que las actuaciones eran muy buenas y a la belleza visual, me resultó aburrida. En cambio, me emocionó La trinchera infinita y también Loreak de Jon Garaño y Lucio de Aitor Arregi. De forma que iba bien predispuesta. Además, la historia de Enric Marco me resultaba muy atractiva. ¿Qué puede llevar a un hombre a construir toda su vida en torno a una mentira?
A estas alturas supongo que todo el mundo conoce la historia d este hombre. Enric Marco se hizo pasar por superviviente del campo de concentración nazi de Flossenbürg, escribió un libro sobre sus supuestas experiencias e, incluso, llegó a ser secretario y después presidente de "Asociación Amical de Mauthausen y otros campos". Imagino que no fue casualidad que eligiera ese campo de concentración, porque solo catorce españoles estuvieron allí y todos habían muerto. El hombre daba charlas en los colegios, recibió premios y honores hasta que un historiador, Benito Bermejo, descubrió la impostura y lo denunció.
Me imagino que lo que nos atrae a todos de esta historia es intentar comprender qué pasaba por la cabeza de su protagonista. Es fácil comprender las historias de gente que se hace pasar por otros para enriquecerse o conseguir algún tipo de beneficio, pero este no fue el caso de Marco. El verdadero Enric Marco murió en 2022, por lo que no pudo ver la película, pero los directores y, especialmente, el guionista Jorge Gil pudieron entrevistarlo. Grabaron más de trece horas de conversación con él y pudieron conocer bastante qué tipo de persona era. Lo definen como muy seductor, con una gran capacidad narrativa y, como no, con un ego impresionante.
La elección de Eduard Fernández para dar vida a Marco me parece muy acertada. En realidad, creo que Eduard Fernández es un valor seguro y borda cualquier papel que interpreta. Hace poco lo vi en El 47 y también está genial. Ofrece muchos matices del personaje: una necesidad permanente de atención y reconocimiento, simpatía y don de gentes, capacidad para hablar en público y emocionar a la audiencia con lo que cuenta y da la sensación de que casi se cree sus mentiras. El actor consigue hacer verosímil ese enrocarse de Marco en la mentira cuando ya es evidente que nadie le cree, el valor de acudir a los medios a defender “su verdad”.
Nathalie Poza está bien en su papel de esposa que no acaba de creer la historia, pero prefiere mirar hacia otro lado cuando aparecen sombras. También está muy bien Fermí Reixach, recientemente fallecido, en el papel de un verdadero superviviente de la deportación; Sonia Almarcha, como miembro de la asociación, y Chani Martín, como historiador que descubrió el fraude.
Lo que probablemente también será digno de ver es un documental que se estrenará la próxima primavera, Popel (cenizas en checo), sobre el hombre al que Enric Marco suplantó la identidad: Enric Moner. Este hombre, nacido en Figueres, sí estuvo en Flossenbürg donde fue fusilado en abril de 1945, con la guerra a punto de finalizar. Un reportaje del Diario Vasco cuenta la investigación de Unai Eguia, que se interesó por Moner después de leer El impostor, el libro de Cercas, y llegó a descubrir que sus cenizas y las de otros deportados se conservaban en urnas individuales gracias al encargado del crematorio civil de Praga, Frantisek Suchy, que las guardó de esta forma y las numeró para permitir su reconocimiento. Unai Eguia se puso en contacto con nietos de otros deportados y consiguieron identificar y enviar a los familiares las cenizas de siete deportados.
La verdad es que la II Guerra Mundial sigue dando mucho material para la narrativa y el cine.
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