viernes, 29 de marzo de 2019

Antonio López, apuntes del natural


Antonio Lopez toma
apuntes del natural
Me gusta mucho Antonio López. Y me gustan las películas de Nicolás Muñoz, de manera que me alegre mucho de esta conjunción tan favorable de los astros que llevó a que Nicolás hiciera un documental sobre el pintor. Tampoco es que fuera raro, Nicolás es hijo de Lucio Muñoz y Amalia Avia y conoce a Antonio López desde la infancia, lo que le ha permitido acercarse con facilidad, pese a lo poco que le gusta al artista que lo persigan con una cámara. Esa es la imagen que transmite: un hombre tímido que disfruta de la soledad, al que le gusta pintar y que le dejen en paz. El documental nos permite pegarnos a Antonio López; espiar por encima de su hombro cómo pinta en un paisaje cercano a Madrid; verle en el taller de escultura concentrado, absorto; observar sus clases, con comentarios breves y certeros. Da mucho gusto ver a alguien que disfruta tanto con su trabajo Por supuesto, le parece importante vender porque es su oficio y merece un salario por él, pero parece que el mercado del arte le resulta algo ajeno. 
La escultura


El pintor recuerda el pasado

El documental me recordaba la teoría de la felicidad de Csíkszentmihályi, que concluye que cuando estamos plenamente concentrados en algo es cuando somos más felices. Si eso es cierto, Antonio López ha tenido una vida muy feliz. También cuenta cosas de su biografía, por ejemplo, nació el 6 de enero de 1936. No parece muy buena fecha para nacer, pero recuerda su infancia como feliz, según sus palabras "si tienes para comer y gente que te quiere alrededor, no necesitas más". Fue un pintor muy precoz, ingreso en la academia de San Fernando a los catorce años. Allí conoció a la que es su mujer, María Moreno (por cierto, qué bonita es su obra y qué poco conocida). Sus opiniones sobre arte no resultan nunca oscuras o pretenciosas, todo parece hacerlo con sencillez y paciencia. No he visto El sol del membrillo, y es algo que tengo pendiente, a ver si la encuentro en Filmin porque me han entrado ganas de ver más cosas sobre Antonio López.
Nicolás Muñoz


Me parece muy injusto que Nicolás Muñoz no sea más conocido y que el mundo del cine sea tan complejo. He visto casi todas sus películas: Rewind, que fue su opera prima y era una buena comedia que se estrenó en 1999; Animales de compañía estuvo en 2008 en el Festival de Valladolid y, pese a ser una excelente comedia, (doy fe de que en el cine se oían carcajadas todo el tiempo) tuvo muy mala distribución y pasó desapercibida. Ha dirigido también varios documentales: El viaje de Susu (2003) que muestra la experiencia de el veraneo de un niño saharaui con una familia española; El maestro saharaui (2011) donde vemos a los jóvenes del Sahara que van a formarse a Cuba y cómo esa experiencia marca sus vidas; Juntos y revueltos (2014) nos lleva al Mejunje de Silverio, un centro cultural en Cuba que se ha hecho famosos por ser lugar de reunión de homosexuales y travestis, incluso en una época en que no estaba bien visto en el país; El milagro de San Lázaro es la única que me falta por ver.
El Sahara, protagonista
frecuente
Y Cuba, la otra mitad
Los documentales de Nicolás Muñoz se enredan como las cerezas y parece que uno lleva al siguiente. Sus viajes al Sahara y a Cuba le han servido de inspiración para excelentes documentales. Este último narra la peregrinación a la ermita de San Lázaro, cerca de La Habana, que se celebra cada 17 de diciembre. También tiene otro documental más breve, Pequeñas lecciones, en el que sus hijos visitan un campamento saharaui. Ya os digo que no es fácil verlos, a veces en casas de cultura o en eventos relacionados con el Sahara, pero si tenéis ocasión, merecen la pena, cualquiera de ellos.
Nicolás Muñoz también escribe, y muy bien, por cierto (no, no es pariente mío). Tiene publicadas dos novelas: Cenizas (2008) sobre el acoso escolar que ganó el premio Javier Tomeo y Descendientes (2018) que arranca con el secuestro del padre del protagonista cuando él es un niño y es una reflexión sobre las relaciones familiares. La acción se inicia en Madrid en 1972 y se entremezcla con el presente del protagonista en Cuba. Pues eso, que hay gente con mucho talento que no ha conseguido el reconocimiento que merece y me apetecía presentaros a uno.
Laura Balagué


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