Hay frases con tal fuerza que identifican para siempre a un libro o a una película. Todos tenemos en la cabeza algunos ejemplos. Es lo que sucede con esa frase y Perdición (Double indemnity, Billy Wilder, 1944). La pronuncia, al poco de iniciarse la película, la voz en off de Walter Neff, el personaje interpretado por Fred MacMurray, y está tan llena de sugerencias que por sí sola incita al espectador a seguir viendo la película.
Perdición es uno de los raros casos en los que una película basada en un buen libro consigue superarlo. El libro original, Doble indemnización, de James M. Cain (titulado en España "Pacto de sangre"), es bueno, pero la adaptación cinematográfica que de él hicieron Billy Wilder y Raymond Chandler es excepcional.
De la colaboración de ambos, aunque personalmente no congeniaran, nació una de esas películas que siempre figura, con total justicia, en las listas de “las 10 mejores de su género”. Es, además, de las que tienen escenas que se recuerdan toda la vida, como la del rostro de Barbara Stanwyck mientras su amante asesina a su marido.
De la colaboración de ambos, aunque personalmente no congeniaran, nació una de esas películas que siempre figura, con total justicia, en las listas de “las 10 mejores de su género”. Es, además, de las que tienen escenas que se recuerdan toda la vida, como la del rostro de Barbara Stanwyck mientras su amante asesina a su marido.
Perdición resulta el compendio perfecto de las cualidades de su género, el cine negro clásico; es decir, el que se filmó en Estados Unidos entre 1940 y 1950 y que se conoció en Europa cuando, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, se pudieron estrenar en Francia, en 1946, El halcón maltés, de John Huston, Laura de Otto Preminger, Historia de un detective, de Edward Dmtryk, La mujer del cuadro, de Fritz Lang, y Perdición, todas de 1944 excepto la primera que es de 1941. No es de extrañar que semejante quinteto rindiera de admiración a la Europa post-bélica.
Una de las características de este género es la ambigüedad moral que identifica a menudo a sus protagonistas. En el caso de Perdición, los personajes, adúlteros y asesinos, están tan alejados de la moral convencional de su época, se adentran tanto en el abismo de lo inaceptable socialmente, que el escritor Charles Brackett que colaboraba habitualmente con Wilder como guionista se negó a adaptar el relato de Cain porque lo encontraba excesivamente sórdido.
Perdición, como la mayoría de los mejores películas de cine negro, se basa en un relato de uno de los grandes autores norteamericanos de la literatura de crímenes, James M. Cain, cuya historias, oscuras, terribles, darían lugar a otras famosas adaptaciones cinematográficas: El cartero siempre llama dos veces, Alma en suplicio… Además, como ya se ha señalado, uno de los guionistas (el otro fue el mismo Billy Wilder) fue Raymond Chandler, quien junto a Hammett y Cain formó la gran tríada de la literatura “negra” norteamericana. Los lectores de Chandler, que se estrenó como guionista con esta película, podrán reconocer su tono ágil, cáustico e irónico en los diálogos de perdición. Valga el siguiente ejemplo:
Phyllis: Sr. Neff... ¿Por qué no viene mañana noche a eso de las 8,30? Estará aquí...
Walter: ¿Quién?
P: Mi marido. Tiene Vd. interés en hablar con él ¿no?
W: Así era, pero... se me están pasando las ganas, créame.
P: En este Estado hay un límite de velocidad. 70 kilómetros por hora.
W: ¿Y a cuál iba, agente?
P: Yo diría que a 90.
W: Pues baje de su moto y póngame una multa.
P: Mejor dejarlo en advertencia por esta vez.
W: Y ¿si no da resultado?
P: Le daré con la regla en los nudillos.
W: Y si me echó a llorar y pongo la cabeza en su hombro.
P: ¿Por qué no intenta ponerla en la de mi marido?
W: Se acabó.
P: Me pregunto si entiendo lo que dice...
W: Me pregunto si se lo pregunta.
Casi toda la película consiste en un larguísimo flashback. La voz en off del protagonista, un antihéroe al que ya sabemos condenado desde el principio de la historia, nos la narra casi en su totalidad. Son recursos frecuentes en el cine negro (y al que más tarde Wilde dará una vuelta de tuerca en Sunset Boulevard, utilizando la voz en off del protagonista asesinado) que permiten que el espectador asuma diferentes planos de la realidad: la de los más íntimos pensamientos del protagonista y la del resto de los personajes cuyas acciones nos son presentadas a través de la mirada de aquel.
Otra constante en el cine negro que tiene mucho peso en esta película es la fuerte carga erótica, generalmente a través de “la femme fatale” o “vampiresa”; la mujer dotada de gran magnetismo sexual que arrastra al hombre a tomar decisiones que pueden significar su ruina, su perdición... En este caso ese papel lo asumió Bárbara Staynwick. Esta actriz, aunque inicialmente tuvo reparos en aceptar interpretar el personaje de Phyllis Dietrichson, logró convertirse con este papel en el paradigma cinematográfico de la mujer fatal, a pesar de no contar ni con una belleza deslumbrante (como Ava Gardner en Forajidos) ni con una sensualidad evidente (como la de Lana Turner en El cartero siempre llama dos veces).
Se pueden comprender los miedos de Barbara, que tras haber recibido su primera nominación a los Óscar por el melodrama Stella Dallas, de King Vidor (1937) se estaba especializando en papeles de mujeres fuertes y con encanto, como los de Bola de fuego, de Howard Hawks, Juan Nadie, de Frank Capra y Las tres noches de Eva, de Preston Sturges, todas de 1941. No es raro, que tras interpretar a estos personajes femeninos pusiera reparos para afrontar el personaje, tan “en el otro lado de la línea” de Phyllis; afortunadamente, finalmente lo aceptó y consiguió convertirlo en el paradigma de la mujer fatal del cine negro, a pesar de la peluca imposible con la que le hicieron cargar durante toda la película. La Staynwick se muestra aquí como una gran actriz que consigue a fuerza de simple expresión hacer totalmente creíble su personaje; como, por ejemplo, cuando durante su primer encuentro con MacMurray se puede leer en sus ojos que su mente está gestando el plan asesino...
Y dándole la réplica, un estupendo Fred Mac Murray. Un gran actor frecuentemente desaprovechado, que aquí borda el papel de Walter Neff, el vendedor de seguros que se deja llevar a la perdición por dos fuerzas: la atracción sexual que siente por Phyllis, que la complicidad en el crimen convertirá posteriormente en repulsión, y la pulsión, incluso más fuerte que la anterior, de su propia ambición y arrogancia. Porque Walter Neff camina desde el principio de la historia hacia su "perdición", no tanto por el influjo que inicialmente ejercen sobre él Phyllis y el deseo de hacerse con una importante suma de dinero, sino por su propia vanidad y arrogancia, de las que el mismo es consciente cuando manifiesta:
“En este negocio no duermes pensando en las trampas que pueden tenderte. Eres como el que cuida de la ruleta para que los clientes no engañen a la casa. Y una noche empiezas a creer que podrías engañarla tu mismo, ya que... justamente tienes la rueda en tus manos. Te lo sabes todo de memoria y piensas que lo harías bien en cuanto... tuvieras una oportunidad. De pronto alguien llama y te lo ofrece todo en bandeja... Luché contra ello... pero no con mucha fuerza."
Porque esa es la realidad, que por encima de la influencia que sobre él ejerza la maquiavélica Phyllis, Walter Neff necesita demostrarse a sí mismo que es más inteligente que los demás, especialmente que su jefe y mentor, el Barton Keyes magistralmente interpretado por un, como siempre, magnífico, Edgard G. Robinson, lejos aquí del papel de gánster siniestro (¡y qué bien lo hacía en Cayo Largo!) con el que generalmente se le asocia. El personaje de Barton Keyes, cuya inteligencia y capacidad para desentrañar el crimen sólo queda empañada por su sentido de la amistad, es el personaje más entrañable de toda la película, como demuestra este diálogo:
Walter: ¿Sabes por qué no lo adivinaste? Porque tenías demasiado cerca al tipo que buscabas, al otro lado de la mesa.
Barton: Mucho más cerca, Walter.
Walter: Yo también te quiero".
Barton: Mucho más cerca, Walter.
Walter: Yo también te quiero".
Con más de 70 años de antigüedad esta película demuestra que el buen cine es atemporal. Es cierto que un espectador contemporáneo, saturado de información forense gracias a CSI, Bones, etc., encontrará la ejecución del crimen que relata muy ingenua, pero eso, o detalles como la apertura imposible de la puerta del apartamento de Neff, siguen sin desmerecer el resultado final de esta grandísima película en la que lo que importa es reflejar las grandes pasiones humanas: la ambición, la vanidad, el miedo, la lujuria, el odio, la compasión, la desesperación... incluso hay sitio para el amor desinteresado...
Porque amor puro y sin esperanzas será el que redimirá a Walter Neff, aunque no le librará del castigo final. El amor y el remordimiento, que como contrapunto a la oscura pasión que le había inspirado Barbara-Phyllis, siente por Lola Dietrichson, personaje muy bien interpretado por Jean Heather.
Todo en Perdición se conjuga para lograr un resultado magnífico: el uso de luces y sombras para remarcar expresiones y situaciones a través de unos claroscuros que serían la admiración hasta de Caravaggio, la impresionante música de Miklós Rósza, candidata al Óscar, que intensifica la tensión de las imágenes...
El único fallo importante de esta película es su título original, Double Indemnity, descriptivo pero ramplón, sin carácter. Curiosamente, ese error quedó excepcionalmente subsanado en la versión española. Perdición… una sola palabra para resumir la condenación inapelable para quienes se dejan arrastrar por el mal.
En definitiva, 107 minutos de grandísimo cine, en el que, especialmente en la segunda parte, el guión supera al libro, consiguiendo un final mucho más depurado, equilibrado e inteligente que el original. Porque si bien es verdad que la historia, basada en hechos reales, era sórdida y tenebrosa, Wilder consiguió contarla con una elegancia que trasciende su miseria. Una historia terrible que se resume perfectamente en otra de esas frases que han pasado a la historia del cine: "Lo maté por dinero y por una mujer. Ni conseguí el dinero, ni la mujer."
Tras ver Perdición es inevitable pensar lo fácil que es hacer gran cine. Sólo se necesitan uno de los mejores directores que han rodado jamás, un gran escritor que proporcione un excelente argumento, unos cuantos guionistas y actores con mucho talento, un compositor brillante y alguna que otra "cosilla" más. Sencillo… ¿o no?
16 comentarios:
Bienvenida al blog, Yolanda. Fantástico debut.
Bienvenida Yolanda a nuestra casa compartida.Es un placer leer esta reseña de "Perdición" un gran clásico que tuve oportunidad de ver en pantalla grande en la filmoteca el pasado verano en mi ciudad.
Me ha gustado tu estilo de analizar meticulosamente la película,sin reparos a la hora de adentrarte en el argumento,con fragmentos de guión y sin dejar de lado cuestiones técnicas como el uso de la luz y la sombra.
¿es sencillo hacer buen cine? en manos de Billy Wilder,y con actrices de la talla de
Barbara Stanwyck,es obvio que sí.
Un saludo compañera:)
Excelente entrada, Yolanda Noir. Vi esta película en una retrospectiva del festival de cine de mi ciudad y me pareció una peli buenísima. Cine negro de verdad con dos actores consagrados: Fred MacMurray y Bárbara Stanwick. Me ha encantado.
Muchas gracias por vuestra acogida, Noemí, TRoyaNa, Juli. Es un verdadero placer compartir espacio y gustos con vosotras.
¡Bienvenida Yolanda Noir!
Una de las mejores películas de la Historia. Una maravilla y es que tiene todos los ingredientes que me gustan: clásico, noir, Standwych, Robinson, Wilder, Chandler...
Con lo que nos cuentas aquí sobre Perdición, espero que aquellos que no la hayan visto se animen a ello.
Saludos.
Muchas gracias Manderly. Tienes toda la razón, es una película que reúne los mejores ingredientes… Así resultó: magnífica.
Una película extraordinaria gracias al talento de sus autores. Aunque no siempre se cumple esa regla de tres, los ingredientes que citas acostumbran a ser la mejor receta para una buena película. El remake que hizo Kasdan en 1981, "Fuego en el cuerpo" tampoco está mal.
Saludos.
Tienes razón Ricard, hay ocasiones en que la suma de buenos ingredientes ha dado pobres resultados; generalmente porque alguno de ellos no ha conseguido estar a la altura. En eso consiste la grandeza de Perdición, en que ninguno falla.
Qué gran reseña, muy concienzuda y muy acertada, porque realmente es una película en la que todos los elementos son magníficos por separado, pero también juntos, como que - como bien dices - no siempre pasa.
Hace años, cuando aún se veía cine clásico en la tele, pusieron un ciclo de Barbara Stanwyick y, aunque ya la conocía, creo que la descubrí realmente y desde entonces soy fan incondicional.
Fred MacMurray, si no me equivoco tuvo una larga carrera en la "casa" Disney, haciendo películas "familiares" que deslucieron bastante su fama, por lo menos a nivel internacional, y que le apartó de papeles más comprometidos (y brillantes) como este.
Muchas gracias Loque. Es cierto, MacMurray fue muy desaprovechado en esos papeles "familiares" y simplones (como el de "Veinte docenas de hijos",que recuerdo haber visto de niña); es cierto que tuvo otras buenas actuaciones como los de El apartamento y El motín del Caine, pero ya no como protagonista. Pero aunque sólo fuera por Perdición, merece un buen puesto en la historía del cine.
Gracias por tu aportación Yolanda Noir. Has conseguido que esté deseando volver a ver la película.
Hola Yolanda; me ha gustado mucho tu reseña sobre “Perdición” .Espero que vuelvas a escribir sobre otras películas ya que tus comentarios han sido muy interesantes. Una magnífica película también para mí.
Gracias Cayo Mario. Seguro que la disfrutarás, porque es de esas películas que cada vez que la vez la aprecias más.
Y muchas gracias también a ti, Aurora Borealis, por tus amables palabras.
No dejas de sorprenderme Yolanda, primero con tus reseñas literarias y ahora como comentarista de cine negro. Muy buena tu descripción de la trama y personajes de la película, así como de la época en que se realizó su dirección. Enhorabuena!
Muchas gracias Guiller. Siempre es un gustazo hablar contigo de cine, libros...
Publicar un comentario