Una hermosa y sombría novela, con el poco
afortunado título de “Build my gallows high” ("Eleven mi horca" en la
versión castellana), dio lugar a una de las más grandes películas del género
negro, “Out of the past” ("Retorno al pasado") de Jacques Tourneur (1947).
Para cuando la rodó, Tourneur ya era un
director experimentado en diversos géneros y un maestro en lograr mucho con
pocos medios, que eso fue lo que hizo con "La mujer pantera" (1942) y
“Yo anduve con un zombie” (1943), dos obras maestras del cine fantástico.
Tourneur era hijo de uno de los más importantes
directores del cine mudo en Hollywood, el francés Maurice Tourneur. De su padre,
Jacques aprendió a conjugar la herencia europea, llena
de poesía y romanticismo, con el realismo cinematográfico norteamericano.
Esas son algunas de las características que
dominan "Retorno al pasado" y la convierten en una obra maestra
marcada por el sello personal de Tourneur: la atmósfera densa y poética, la
perfecta fotografía y un final trágico, pero con un detalle amable en su final que
diferencia, para mejor, la película de la novela.
Cine negro y literatura suelen ir de la mano.
Por una parte, muchas de estas películas parten de grandes novelas ("El
halcón maltés", "El sueño eterno", "El cartero siempre
llama dos veces"...); por otra, a menudo contaron con la fortuna de
tener como guionistas a grandes escritores del género (Hammett, Chandler, M.
Cain, Burnett…).
"Retorno al pasado" es uno de los
mejores ejemplo de cómo la adaptación de una buena novela puede dar lugar a una
película genial. En este caso, el éxito se debió en gran medida al talento de
sus guionistas: el propio autor (Geoffrey Homes), el también escritor Frank
Fenton y, sin figurar en los créditos, el gran James M. Cain, del que ya
hablamos al comentar "Perdición", otro hito del cine negro, basada en
una obra suya.
No sabemos cuánto del guion se debe a cada uno
de los guionistas, pero la manera en que se retratan las pasiones humanas y
como se entrecruzan fatídicamente los destinos, la precisión, rapidez y
brillantez de los diálogos ("Guarde Vd. esa pistola" "Si la
guardo no me sirve para nada") evidencian el trabajo de grandes de maestros
del género.
Todo lo que está en la novela está en la película: el ansia de venganza, la pasión sexual que obnubila primero y lleva al odio y al desprecio después y el triunfo del destino sobre el deseo de redención... pero la película es más eficaz que el libro en cuanto a que consigue tejer todo eso en un manto denso y premonitorio que envuelve al espectador de principio a fin de la historia.
Como su título indica, mucho más sugerente que
el de la novela, una parte del metraje consiste en un flashback (otra de las características
del género negro) donde la voz en off del protagonista, Jeff Bailey, recrea un
pasado que él esperaba enterrado pero que resucita inopinadamente para
impedirle construir el futuro que soñaba junto a la encantadora e inocente Ann
Miller, una joven del pueblo en el que se ha refugiado huyendo de ese pasado.
Bridgeport, el idílico pueblo truchero de la Eastern Sierra californiana, representa con su luz (en contraposición a las escenas nocturnas y
urbanas en que se desenvuelven los delincuentes) la claridad de la vida honrada
y sin sombras a la que Jeff aspiraba.
Robert Mitchum como Jeff Bailey, construye uno de los mejores antihéroes del cine clásico negro. En realidad Mitchum bordó a lo largo de su carrera esos papeles de personajes muy viriles pero capaces de arruinar su vida por una mujer a pesar de saberla mala.
Robert Mitchum como Jeff Bailey, construye uno de los mejores antihéroes del cine clásico negro. En realidad Mitchum bordó a lo largo de su carrera esos papeles de personajes muy viriles pero capaces de arruinar su vida por una mujer a pesar de saberla mala.
Esa es otra de las características canónicas del
cine negro que se cumplen en esta película: la presencia de la "femme
fatale". "Retorno al pasado" cuenta con una de las perversas más
magnificas que nos ha regalado el género: Jane Greer en el papel de Kathie
Moffat (la Mumsie McGonigle de la novela).
"Devastadoramente hermosa" dijo de esta
actriz Kirk Douglas en sus memorias, "El hijo del trapero". Y esa es
la más precisa definición de la protagonista de esta película: hermosa y
devastadora en la utilización de su belleza.
Otras veces hemos hablado de algunas de las
grandes malvadas del cine negro: la Phyllis de “Perdición”, la Leslie de “La
carta”… Pues otra de las grandes es la Kathie de "Retorno al
pasado", aunque, al contrario de
quienes encarnaron a las anteriores (Barbara Stanwyck y Bette Davis), Jane
Green no fue una gran actriz. Pero a esta película, además de una
interpretación más que correcta, le pudo ofrecer una belleza que era la perfecta
para recrear a su personaje. Tanto que parece que Homes pensaba en Greer al
describir a la letal protagonista de su novela: "Era deliciosamente
pequeña, esbelta, con ojos quizá demasiado grandes para su rostro, iluminado
con una expresión serena como a menudo se ve en las religiosas".
Incluso parece que Tourneur quiso hacer un
guiño al autor al vestir a Jane Greer, en las últimas escenas de la película,
con una sobria vestimenta que le da una apariencia casi monacal, dotando a su
personaje de una ambigüedad, de un contraste entre actos y apariencia, que nos
hace esperar de ella una redención final que no llegará, porque como Jeff
Bailey le dice a su candorosa novia pueblerina cuando ésta se niega a creer que
pueda existir una mujer tan mala como él describe a Kathie: "Es un
ejemplar único".
Además, en "Retorno al pasado" destaca
otra "mujer fatal", aunque ésta nada ambigua ni en su belleza ni en
sus actos: la esplendorosa Rhonda Fleming, en un papel pequeño pero intenso.
Pero el otro gran personaje de la película es
Kirk Douglas como Whit Sterling. Douglas era prácticamente un recién llegado a
Hollywood cuando protagonizó a este vengativo y enamorado malvado. Era sólo su
segunda película, tras interpretar a otro secundario en "El extraño amor
de Martha Ivers", junto a Barbara Stanwyck y Van Heflin, pero supo dar
tanta fuerza a su personaje que realmente lo convirtió en el tercer gran
protagonista de la historia.
El personaje del Whit Sterling cinematográfico
fue un gran logro de los guionistas, que lo crearon sumando en él dos
personajes de la novela: el corrupto jefe de policía Guy Parker y el mafioso
Whit Sterling. Al convertir estos dos personajes en uno, los guionistas
consiguieron dos objetivos: clarificar el guion y evitar chocar con el Código Hays,
que hubiera puesto trabas a la presencia de un policía convertido en
delincuente como era el Parker de la novela.
Douglas apenas habla de esta película en sus memorias.
Sólo menciona su admiración por la belleza de Jane Greer. De Mitchum se limita
a comentar que apenas recordaba nada de él, excepto que sus relatos como
vagabundo cambiaban cada vez que los contaba. En el momento en que se rodó la
película, Mitchum era ya alguien importante en Hollywood y Douglas apenas comenzaba a
abrirse camino; quizás en la escasa valoración que Kirk Douglas hace de Robert Mitchum haya una cierta
envidia retrospectiva. Pronto Douglas también sería, muy merecidamente, una
estrella de Hollywood.
En verdad una más de las muchas satisfacciones
que proporciona esta película es ver trabajar juntos a Robert Mitchum y Kirk
Douglas, tan diferentes y tan grandes actores cada uno a su manera. Mitchum enfrentándose
a la vida y a la interpretación con su aire de escepticismo desencantado;
Douglas haciéndolo a base de fuerza y ambición.
Película de culto dentro del género negro,
"Retorno al pasado" sigue siendo una de las más hermosas películas
que ese género cinematográfico nos ha regalado, al igual que “Eleven mi horca” sigue siendo
una buena novela que merece ser recordada y leída.
Yolanda Noir
2 comentarios:
Cuando el cine negro americano había dado ya sus obras mayores, cuando el género parecía haber alcanzado un grado de madurez a partir del cual resultaba improbable encontrar algo que no fuera repetición de fórmulas y el pateo horadando lugares comunes, surgía esta obra maestra que no renunciaba a los elementos característicos: detective impávido y desencantado con socio de poco fiar, mujer de engañosa actitud y letal atractivo, hampones educados pero con el imprescindible toque de sadismo y una trama que se complica gradualmente (inevitables concomitancias con "EL HALCÓN MALTÉS"). Sin embargo, el guionista y autor de la novela Daniel Mainwaring (que figura en los créditos con el seudónimo de Geoffrey Homes) y Tourneur supieron dotar al relato y su puesta en imágenes de un sentido fatalista, de una atmósfera que hace que los personajes aparezcan como atrapados en unos raíles de los que no quieren o no pueden salir y sobre los que se deslizan como figuras de tragedia hacia su ineludible destino, asumiéndolo.
Obra recorrida por un profundo pesimismo, definida en su aspecto visual por los portentosos claroscuros de la fotografía creada por Musuraca y un estilo narrativo que se apoya en economizantes –y elegantes– movimientos de cámara (brilla una vez más la gran capacidad de sugerencia ejercida por el autor de "LA MUJER PANTERA" en sus trabajos para Val Lewton), en escamoteadoras elipsis de montaje y en una "enfriada" dirección de actores. En este aspecto es justo destacar tanto la espléndida y sutilmente matizada composición de un "impasible e indolente" Robert Mitchum, como esa engañosa "femme fatale" que compone una espléndida Jane Greer, capaz de arrastrar al infierno a cualquier tipo que se fije en sus curvas y se deje seducir por su mirada. Es lo que tiene el "noir".
Un saludo.
Muchas gracias por tu inteligente y generosa aportación Teo. Sí, tú lo has dicho, es lo que tiene el “noir”… que en él caben todas las miserias y grandezas humanas, y cuando esas historias se saben contar con con sensibilidad e inteligencia dan lugar a grandísimas películas, como ésta.
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