José Manuel y Francisco Javier González-Fierro Santos:
Simpatía por el diablo (Serial killers de cine)
Arkadin Ediciones 2005
Hola, amigas y amigos.
Hoy toca librito de cine. Me he decantado por esta obrita (el diminutivo es cariñoso,
nada despectivo) deliciosa de los presuntos hermanos González-Fierro, que hacen
un bonito y muy entretenido repaso a criminales reales y ficticios desde los
comienzos del cine hasta los comienzos de este siglo; esto es, de todo el siglo
XX.
A pesar del título,
que me gusta tanto que me lo he tomado prestado para mi post, al igual que
ellos lo han tomado de otras fuentes, los González-Fierro no solo repasan
asesinos en serie, sino que abren el abanico y hablan de otros tipos de
crímenes, sobre todo cuando se refieren España, donde, gracias a los dioses,
escasean tales especímenes tanto en la realidad como en la ficción. Bueno, que escaseen en la ficción no lo agradezco tanto.
En el prólogo al libro
explican los autores qué problemas encontraron a la hora de seleccionar
películas y por qué han dejado fuera de su obra filmes tan notables como "Criaturas
celestiales" u "Ocurrió cerca de su casa", que, oh casualidad,
son dos de mis favoritas.
Precisamente a mis
filmes favoritos me voy a referir en esta mi reseña, pues de todos los
recopilados y comentados en el libro, he tenido que seleccionar mucho para quedarme
con los que más placer me han brindado. Son estos:
Ese es su título en
inglés, "Summer of Sam". En español se tituló "Nadie está a
salvo de Sam", que no me gusta nada, así que, como este es mi post,
manipulo la realidad y la rebautizo como me da la gana.
Vamos primero con la
historia real. David Berkowitz, un neoyorquino de veintitrés dulces añitos, fue
conocido como "el hijo de Sam", ya que con tal sobrenombre se
presentó a sí mismo en una nota manuscrita que dirigió a la policía y depositó
en el lugar de uno de sus crímenes y en sucesivas cartas que envió al Daily
News.
Comenzó su carrera criminal en julio de 1976 y mantuvo en vilo a la ciudad entera durante más de un año. Se dedicaba a disparar, con un arma de calibre 44, a parejas que charlaban por la noche en su automóvil o a gente que caminaba solitaria por las calles. Mató a seis personas, dejó heridas a unas cuantas más y, tras apasionantes y muy peliculeras peripecias policiales, fue detenido. Confesó todos y cada uno de sus crímenes y fue juzgado y condenado a 364 años de cárcel; el equivalente, al parecer, a seis cadenas perpetuas. Sigue en prisión, concretamente en la penitenciaría de máxima seguridad de Attica (Nueva York).
Comenzó su carrera criminal en julio de 1976 y mantuvo en vilo a la ciudad entera durante más de un año. Se dedicaba a disparar, con un arma de calibre 44, a parejas que charlaban por la noche en su automóvil o a gente que caminaba solitaria por las calles. Mató a seis personas, dejó heridas a unas cuantas más y, tras apasionantes y muy peliculeras peripecias policiales, fue detenido. Confesó todos y cada uno de sus crímenes y fue juzgado y condenado a 364 años de cárcel; el equivalente, al parecer, a seis cadenas perpetuas. Sigue en prisión, concretamente en la penitenciaría de máxima seguridad de Attica (Nueva York).
Vayamos ahora con el cine. Spike Lee en El verano de Sam somete al
narcisista de Berkowitz a todo un baño de humildad al convertirlo en un
personaje secundario de su película, pues esta se centra en la vida cotidiana
de un puñado de hombres jóvenes (Lee no es lo que se dice un feminista) del
Bronx, precisamente el sector de población objeto de los asesinatos de Sam,
durante la tremenda ola de calor del verano de 1977, cuando Berkowitz estaba a
punto de ser detenido.
Lee se detiene en uno de sus asuntos favoritos: la confrontación entre
grupos sociales de distintos orígenes (latinos, africanos, italianos,
irlandeses, centroeuropeos…) y distintas preferencias musicales; en esta peli
en concreto echa un pulso el punk contra la música disco, ni más ni menos. De
hecho, las escenas en las macrodiscotecas, que nos hacen pensar
irremediablemente en Fiebre del sábado noche y nos devuelven al enfrentamiento
entre barrios pobres (Bronx, Brooklyn…) y barrio rico (Manhattan), son de lo
mejorcito de la película, junto a, claro está, las interpretaciones de Mira
Sorvino, John Leguizamo y Adrien Brody.
Apunto, para terminar, que los González-Fierro no valoran demasiado esta
peli. Yo discrepo, a mí me gusta mucho y por eso la he traído aquí, para que figure en
mi selección junto a esta española que viene ahora.
Amantes (Vicente Aranda, 1991)
No solo es uno de mis filmes de crímenes favoritos, sino que también
figuraría en mi lista de (pongamos) las diez mejores películas españolas de
todos los tiempos, si es que alguna vez elaboro una lista tan pedante.
El filme en un primer momento fue concebido como un capítulo de la serie
televisiva La huella del crimen. Se basaba en un asesinato cometido en 1948,
época verdaderamente gris oscura de la historia de España, a la que Aranda se
atreve (y acierta plenamente) a dar un poco de color. Así, aligera bastante la
sordidez del crimen real e incluso le confiere una pizca de glamur
cinematográfico.
Amantes contiene interpretaciones excelsas de Maribel Verdú, Jorge Sanz y,
sobre todo, Victoria Abril y escenas antológicas, como la que tiene lugar
frente a la catedral de Burgos, de una belleza rara e inesperada.
Me extraña que no haya en Simpatía por el diablo ni siquiera una referencia
a esta película, pues se trata de una producción española de técnica y tono
impecables que aborda un asunto tan espeluznante como un asesino en serie de
niñas y lo aborda, además, con la osadía (ficticia, claro) de un policía que se
atreve a montar un operativo con una niñita como cebo para el monstruo. De ahí
el título.
El cebo es una joyita de un director, Vajda, que tocaba muchos palos (es el
director de Marcelino pan y vino) y todos los tocaba con sobrada
profesionalidad.
Sigue extrañándome mucho que no aparezca en este libro, así que, a modo de
resarcimiento, os enlazo varios clips de y sobre la película en Youtube y espero que lo disfrutéis.
Hasta pronto, fauna zinéfila. Se despide vuestra amiga Noemí Pastor.
4 comentarios:
Estupenda relación de films "criminales".Le tendré que echar una ojeada al libro.
Perfecto, Juli. Ya sabes cómo me pone a mí un buen crimen. Ficticio, claro.
"El Cebo" es una obra maestra absoluta, yo la amo de tal manera que me llevó a ver ese aburrimiento mortal que fue "El juramento", dirigido por Sean Penn (creo recordar).
A mí también me gusta mucho "Summer of Sam" (sí, el título español es absurdo) y creo que no es una película especialmente conocida (y es una pena).
Amantes creo que es una buena película, la vi en el cine en su momento y me gustó, pero no sé si estaría en esa lista para mí. Sí que estaría, aunque fuera una serie, "La huella del crimen" una de las mejores series que he visto nunca (de cualquier país) y que también dio lugar a otra buena película "El crimen del cine Oriente".
Nunca olvidaré la maravillosa interpretación de Terele Pávez en "La envenenadora de Valencia" (¿se llamaba así??).
Qué buena entrada, Noemí, me has recordado grandes títulos y un libro que parece que merece la pena (a pesar de no comentar El Cebo, que a mí también me parece imperdonable).
Me alegro mucho de coincidir (en casi todo) con usted, maestra Loque. El libro es una gozada, pero tú y yo ya lo hemos reescrito así en un pispás. Besos y hasta pronto.
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