viernes, 15 de marzo de 2024

Carles Porta, el maestro del true crime

Si tienes una mínima afición por el true crime, seguro que conoces a Carles Porta y seguro que, como yo, lo consideras un maestro del género; así y todo, espero en este articulito darte algunas pistas. Y si no lo conoces, enhorabuena: tienes mucho bueno por descubrir. No puedo hacerte una mejor recomendación.

Carles Porta ha cultivado y cultiva el true crime en, que yo sepa, al menos cuatro formatos: exposición, podcast, libros y series de televisión. No voy a hacer un repaso exhaustivo de toda su obra; si la queréis más o menos completa, visitad su entrada en Wikipedia.

Crims, l’Exposicio permaneció abierta en el Palau Robert de Barcelona entre el 25 de octubre de 2022 y el 10 de abril de 2023, con gran éxito de público. Lamentablemente no pude visitarla, así que no puedo contaros mucho más sobre ella; solo que no estaría mal llevarla por provincias y por provincias me refiero a enfrente de mi casa.

De sus podcasts tampoco os voy a decir gran cosa, porque no los he escuchado; tiene unos cuantos, pero yo solo os voy a citar el que se titula ¿Por qué matamos? y tenéis disponible en Audible.


De los libros, en cambio, os podría decir mucho, porque son todos interesantes, pero, como este es un blog de cine y televisión, me limitaré a recomendaros Tor. La montaña maldita (Anagrama, 2006), sobre los crímenes cometidos en esa bellísima y diminuta aldea leridana, fronteriza con Andorra; La farmacéutica. 492 días secuestrada (Reservoir Books, 2021), sobre el caso de Maria Ángels Feliu, de Olot; y, por supuesto, la saga Crímenes, que tiene varias entregas y una versión televisiva de la que vamos a hablar ahora.

Crímenes es la obra estrella de Porta, una serie televisiva de tres temporadas que recoge episodios (unos sencillos y otros dobles) sobre asesinatos cometidos en Cataluña. Los hay de todo tipo, más o menos recientes, más o menos vulgares (de móvil económico) y más o menos perversos; muchos resueltos y otros, los menos, sin resolver. A mí me han impresionado especialmente un par de asesinAs en serie de ancianas que actuaron en Barcelona y la tremenda cifra de chicas jóvenes víctimas de la violencia sexual contra las mujeres.

Añado otras dos series suyas también muy recomendables. La primera, además de recomendable, llega a ser imprescindible. Me refiero a El crimen de la guardia urbana, el famoso asesinato de un agente de la Policía Local de Barcelona, a manos (iba a añadir “presuntamente”, pero no: ya están juzgados y condenados) de otros dos. Este crimen real, que ha dado pie posteriormente a otra serie de ficción, El cuerpo en llamas, se trata en tres episodios: el primero recoge la versión de la condenada Rosa Peral; el segundo, la del otro condenado, Albert López; y el tercero intenta ofrecer una visión objetiva de los hechos. Como podéis imaginar, si el asunto ha dado tanto pie audiovisual, es porque tiene mucha tela que cortar.


La otra serie de Porta que os voy a citar es Luz en la oscuridad, en la misma línea de Crímenes, pero rebasados los límites geográficos de Cataluña. Son cuatro episodios sobre dos casos muy diferentes: uno reciente, de 2019, el asesinato en Zaragoza de un informático de Getxo que había acudido a una cita a través de una aplicación de internet; y otro de hace casi cuarenta años, pero que no pierde actualidad: la desaparición de David Guerrero, el niño pintor de Málaga.


Como dice el prologuista de uno de sus libros, Porta reúne las tres erres imprescindibles para que un true crime sea un producto brillante y digno: rigor, respeto y ritmo. Esas tres palabras lo dicen todo, pero me apetece añadir que Porta mantiene un tono sobrio y a la vez apasionante; no supera nunca los límites de la tragedia, no se recrea jamás en el morbo ni en el mal gusto; a veces hace gala de un humor negro nunca hiriente y siempre elegante; e impone un ritmo narrativo, una manera de contar historias, que resulta amena, nunca embrollada, sencilla y absolutamente eficaz.

Como te decía al principio, si te gusta el true crime, no puedo hacerte una mejor recomendación. Sin más, te saluda tu amiga

Noemí Pastor

viernes, 8 de marzo de 2024

Emily

Escrita y dirigida por Frances O´Connor y estrenada en 2022, es una ficción basada en la vida de la escritora británica Emily Brontë. Impacta la interpretación de la actriz protagonista. Emma Mackey es Emily y Emily es la película. La sutileza de sus expresiones faciales y de todo su lenguaje corporal es sublime. Sorprende la cantidad y variedad de emociones, sensaciones y matices que es capaz de transmitir, hasta el punto de conseguir que no solo sepamos lo que piensa, sino que podamos imaginar lo que imagina. (Si bien, no deja de resultar un poco paradójica esa expresividad sin palabras para recrear a una escritora). La película indaga en el mundo emocional de la poeta y novelista. Revela tanto sus afectos —familia, amor y escasas amistades—, como sus temores, en especial una fobia social que, al parecer, padecía. Sus vivencias peculiares e intensas en torno a la literatura. Sus coqueteos con el opio, sus inquietudes como mujer, su rebeldía en defensa del libre pensamiento frente al dogmatismo religioso imperante en la época y, sobre todo, su gran talento y su naturaleza explosivamente creadora. Otro gran logro es la estructura narrativa. Está dividida en cuatro bloques, que sin tener nada que ver con las cuatro estaciones o las cuatro edades, sí resulta fácil ver un paralelismo con esos esquemas. Aunque abarca unos pocos años de la vida de la escritora, todos de su juventud (falleció a los 30), logra mostrar una primera etapa más infantil en la que vive vinculada a sus hermanas y llena de ilusiones de futuro. Una segunda fase de rebeldía juvenil marcada por la influencia de su hermano. En la tercera, la plenitud del amor. Mientras que la última refleja una madurez presidida por el dominio de sí misma. Dentro de cada bloque, las escenas se suceden como si fueran capítulos, con su planteamiento y su desenlace, o como relatos breves, cada uno con una historia para el espectador. Algunas de ellas son poemas, como la de la lluvia o la de las sábanas tendidas. Me parece remarcable la audacia del planteamiento estético. Con una mezcla de elementos de distintos géneros —cuento de hadas, ambientación tradicional de la época victoriana, terror, magia, efectos teatrales...— logra una combinación exquisita de arte y naturaleza en su estado más salvaje. Es la misma dualidad que encarna la propia protagonista y que se advierte en todos los detalles: peinado, vestuario, y atrezzo —máscara, sábanas...—. Además de las artes que explícitamente se muestran —literatura y música— en cada escena se aprecia la belleza y genialidad de las aportaciones pictóricas, una fotografía exquisita y de las coreografías que subyacen en el movimiento de actores y actrices. (No bailan, evolucionan de forma coordinada y armónica). La música merece un comentario aparte. La banda sonora es obra del compositor polaco Abel Korzeniowski y se adapta como una segunda piel a la mirada de Emily. Explica, anticipa, enfatiza, advierte o acompaña en determinados momentos. En otros, simplemente, crea magia. También contribuye a la grandeza del conjunto el resto del reparto. Oliver Jackson-Cohen, que interpreta a William Weightman; Fionn Whitehead como Branwell, Alexandra Dowling como Charlotte y Amelia Gething como Anne, los otros tres hermanos Brontë. No sé, ni considero relevante si la historia se ajusta o no a la auténtica biografía de la escritora, porque sería igual de magnífica si la protagonista fuera de ficción, pero tiene el valor añadido de que al terminarla —un poco abducida, creo que se me nota en el vocabulario de esta reseña— te entran unas ganas incontrolables de releer Cumbres Borrascosas. Almudena Fernández Ostolaza

viernes, 1 de marzo de 2024

Un amor

 


La última película de Isabel Coixet no se ha llevado ningún goya pero sin embargo, se merecía más de uno en mi opinión.



"Un amor"( 2023) está basada en el libro homónimo de Esther Mesa. Nos cuenta la historia de Nat ( Laia Costa) que es una traductora que escapa de la ciudad a un pueblo del interior de Aragón para reconducir su vida.

Aviso que ahondaré en la trama y los personajes. Si alguien no ha visto la película y no quiere detalles puede aplazar la lectura de esta reseña ahora y retomarla una vez haya visto la película.




El idílico mundo rural, a menudo tan idealizado por los urbanitas,  acogerá a Nat con desconfianza e incluso con hostilidad y poco a poco se irá dando cuenta de que el entorno no es tan bucólico y apacible como en un principio prometía. En este  contexto, su casero (Luis Bermejo) se mostrará grosero e incluso agresivo y recibirá una insólita propuesta sexual por parte de otro vecino conocido como "el alemán" (Keuchkerian) a cambio de unos arreglos caseros en la casa que ha alquilado y que literalmente se cae a pedazos.


Nat se verá inmersa en una relación pasional con " el alemán" que le hará plantearse qué clase de mujer es o qué clase de mujer creía ser.

De esta manera, primero Mesa y después Coixet nos dejan una reflexión sobre la devastación del amor, la contraposición del apego evitativo con el apego dependiente, la soledad, el poder del deseo casi animal como una fuerza poderosa e irracional que escapa por completo a nuestro control y nos lleva por derroteros insospechados que no pensábamos podríamos llegar a transitar.

"Un amor" es una película honda, compleja, con muchas capas y larga digestión. Os aconsejo la veáis en compañía porque da lugar al debate, a la reflexión, al intercambio de impresiones , es de las que te deja varios días con el personaje de Nat en la cabeza, o al menos eso me pasó a mí.


En un entorno en el que se suceden las micro-agresiones por parte de los habitantes del pueblo, Nat a veces soporta estoicamente los embistes de los demás y otras ella misma deja sacar a la luz el lado más oscuro de su condición humana, cual animal apaleado que ataca de manera inesperada por efecto de acumulación.

Es ese baile tribal de Nat al aire libre bien se podría ver como un momento de liberación y catarsis tras una verdadera tortura psicológica por parte de casi todos, incluida de ella misma. Un baile que nos podría llevar, tal cual le pasó a mi prima con quien vi la película , al Joker de Joaquín Phoenix en ese descenso a los infiernos bajando por las escaleras.

Ese mismo descenso a los infiernos es el que transita Nat en esa turbia y perturbadora relación con el alemán , objeto insospechado de deseo en un abismo de soledad y decadencia del que es muy difícil escapar.¿ será cierto eso de que siempre ansiamos aquello que no podemos tener? ¿ qué educación emocional hemos vivido en general y las mujeres en particular para no ser capaces de anteponernos, de levantar el estandarte del amor propio y la dignidad cuando el deseo nos tiende la trampa del triple salto mortal en el momento en que sólo recibimos rechazo e indiferencia?

No quisiera olvidarme de otro personaje masculino que parece inofensivo y también esconde condescendencia y crueldad bajo un halo de formas políticamente correctas y sin embargo alberga todo un abanico de gestos pasivo agresivos. Peter (Hugo Silva)es ese personaje que a menudo encontramos en los pueblos pequeños, alternativo y artesano, narcisista sin embargo tras ese discurso complaciente de "buen rollo", con el ego hinchado e incapaz de empatizar, de respetar el espacio ajeno, invasivo y moralista, desleal.

No hay tregua para la forastera, la progre que viene de la ciudad  con no se sabe qué intenciones. Y es así, tal cual el perro que adopta, que el animal herido, también se convierte en agresor en el momento más aleatorio e inesperado.

Isabel Coixet nos deja un relato interesante y perturbador de la condición humana, la maldad que habita en tod@s, el deseo animal, el amor y el desamor, la sociedad que atenta contra la libertad individual y la dependencia que transita donde habita el desapego.


No os la perdáis porque lejos de dejaros un mal sabor de boca, como diría Leonard Cohen , en todo hay una grieta por la que entra la luz.

Troyana 


viernes, 16 de febrero de 2024

Sala de profesores

Desde que vi el tráiler, decidí que quería verla. Es curioso el efecto que esos fragmentos de película te provocan. Los hay que te hacen jurar que jamás irás a ver eso, otros que te ilusionan y luego defraudan y algunos que resultan interesantes y muestran lo que de verdad te van a ofrecer después. Este es el caso de Sala de profesores, una película alemana dirigida por Ilker Catak. Este joven director (40 años, para mí un pipiolo) es hijo de inmigrantes turcos y vivió parte de su adolescencia en Estambul. Al terminar la escuela regresó y estudió cine en Berlín. Ha dirigido cuatro películas de las que no he visto ninguna. Ni siquiera estoy muy segura de que se hayan estrenado aquí. Sorprendentemente, Sala de profesores está nominada a los Óscar, lo que no es muy frecuente en películas pequeñas, sin gran presupuesto ni nombres muy famosos detrás. Catak nos cuenta una historia sencilla, pero de gran interés. Una joven profesora está haciendo una sustitución en una escuela. Es la tutora de un grupo de alumnos de doce años a los que da clase de Matemáticas y Educación Física. Es una mujer implicada a la que importa hacer bien su trabajo y que se interesa por sus alumnos. Discrepa en algunas decisiones del resto del claustro que emprenden acciones más que moralmente dudosas para descubrir quién está detrás de unos robos. Todas las críticas dicen que el director se sirve de un problema escolar para mostrar grandes problemas sociales: racismo, machismo, clasismo. Seguro que es cierto, todas las pequeñas organizaciones sociales lo hacen. En cualquier ámbito de trabajo, en una comunidad de vecinos o en un equipo deportivo podemos ver estructuras de poder, recelos hacia lo diferente, conductas de sumisión o rebelión. Lo que comienza como un pequeño incidente, va aumentando de tamaño y colocando en el centro a una profesora que comete un error, pero es que la que más se preocupa por los alumnos. Podríamos decir que, con la mejor de las intenciones, acaba siendo el origen de todos los problemas. Al margen del reflejo social que supone la película, a mí también me parece muy interesante la imagen de la enseñanza que proporciona. La actitud de falta de respeto de los alumnos hacia los profesores, incluso a edades muy tempranas; la dificultad de mantener un mínimo de disciplina; el estatus de los profesores jóvenes o nuevos, a los que los demás tachan de inocentes y utópicos; la actitud de los padres, que nunca quieren reconocer que el problema está en sus hijos. Está muy bien que se haya abolido el sistema educativo basado en el miedo, la represión y el castigo, pero no sé si hemos sabido construir un modelo alternativo. La película muestra una escuela con un número escaso de profesores que, además, están cansados, desmotivados y perdidos. Me recuerda también a los problemas actuales de la sanidad, sobre todo de la Atención Primaria. Deberíamos tener mucho cuidado con las cosas importantes. Da para un rato de reflexión y comentarios pospeli, como cuando hacíamos cinefórum (allá por la prehistoria). Leonie Benesch está estupenda en el papel de Carla, la joven maestra protagonista. No me sonaba de nada esta actriz, pero he descubierto que aparece en películas como La cinta blanca y en series como The Crown y Babylon Berlin. Me parece muy acertado el final de la película. No voy a hacer ningún spoiler, pero creo que es el cierre correcto. Sin duda, la recomiendo.

viernes, 9 de febrero de 2024

Las Brigadas del Tigre, serie de televisión.

 Estamos en la época dorada de las series para formato televisivo y en ese maremágnum de géneros y subgéneros encontramos las series de detectives. Antiguamente destacaba la figura de un sólo detective, sagaz y brillante. En los ochenta empezaron a entrar las parejas de policía y más tarde lo hicieron los equipos. Esas series con un buen puñado de personajes, cada uno con su subtrama. Los norteamericanos coparon las cadenas de televisión con personajes como Colombo, Kojak, Mike Hammer o Jessica Fletcher, primero y luego sus Starsky y Hutch, sus Cagney y Lacey o su Miami Vice.


Pero Europa no se queda atrás. Quizá impelida por su profusión de narrativa policíaca hemos tenido desde monsieur Poirot, Miss Marple, personajes de Agatha Christie, o el padre Brown, de Chesterton, ambos autores británicos, a las series televisivas basadas en personajes literarios del continente europeo, como el caso del comisario Montalbano, y que tanto éxito tuvo su reposición en La 2 el verano pasado, teniendo en cuenta que la serie es más vieja que los teléfonos con rueda para marcar, lo cual tiene gracia. Leí una vez que su autor, Andrea Camilleri, bautizó a su personaje Montalbano en memoria de Vázquez Montalbán, autor, a su vez de personajes como Pepe Carvalho. 


Los polis de la Belle Epoque

Italia también es la cuna de la serie del comisario veneciano Brunetti, aunque su autora sea la norteamericana Donna Leon, y, en España hace nada se emitió la serie de esa autora ficticia tres-en-uno que es Carmen Mola sobre la policía Elena Blanco, por no recordar el estropicio que le hicieron al personaje barcelonés de Alicia Giménez Bartlett, llamada Petra Delicado, convirtiéndola en una inspectora de policía encarnada por Ana Belén paseándose por Madrid seguida del subinspector Garzón, que lejos de ser un hombre prejublilado se había convertido en un treintañero Santiago Segura. Todo un despropósito. 

Cierto es que salen pocas mujeres. 

Los franceses no han sido menos, claro está, y nos han ofrecido innumerables ejemplos de sus detectives tanto de pasado literario como los creados para la pantalla. Da igual si es Maigret, Navarro, Candice Renoir o Bright Minds, con su mujer policía de mundo y su brillante colaboradora autista. Desde luego, los franceses saben hacer buenas historias para cine o televisión. Casi se podría decir que por algo inventaron el cine, si me permitís la gracia.


El comisario Valentin y su bigote a la moda (Jean-Claude Bouillon)

Pero estoy saliéndome del tema de hoy porque esto iba de serie de policías, concretamente una serie de policías francesa que cumple 50 años del inicio de su emisión y que narraba con bastante talento y buen gusto en la ambientación a esa Francia de la belle epoque. La serie se titulaba “las brigadas del tigre” y cuenta la historia de una pequeña brigada de policía recién creada en los albores del siglo XX para combatir el crimen de una manera metódica y moderna.


A principios del siglo XX, Georges Clemenceau, apodado “el tigre” accede al ministerio de interior galo y, aparte de reprimir con saña a los obreros socialistas, crea, entre otras cosas, a la primera brigada policial especializada en homicidios. A estas brigadas se las llamó “las brigadas del tigre” porque el tigre era Clemenceau.

Brigadas creadas también para cargarse el movimiento obrero


Basándose en este grupo policial, el cineasta de origen ruso Victor Vicas, rodó entre 1974 y 1983 la serie llamada “las brigadas del tigre”. El pequeño grupo de policías se dedica a investigar crímenes y está conformado por el comisario Paul Valentin (Jean Claude Bouillon), el inspector Gustave Pujol (Jean Paul Tribaut) y el inspector Marcel Terrasson (Pierre Maguelon). Todos con bigote y cabeza cubierta por gorra o bombín, conduciendo esos primeros automóviles descapotables con radios en las ruedas.

El inspector Pujol (Jean-Paul Tribaut)

Las seis temporadas están divididas en dos épocas. Las cuatro primeras narran investigaciones entre 1907 hasta antes de la primera guerra mundial y las dos últimas se sitúan pasada la contienda bélica, hacia 1919. El comisario jefe Faivre ha muerto en la guerra y el el jefe de la brigada, comisario Valentin, ha perdido hasta el bigote.

El inspector Terrasson (Pierre Maguelon) con lo último en telefonía.


Era una serie muy bien ambientada en la que, justo antes de empezar el capítulo, ponían en antecedentes al espectador. Sobre qué era “la mano negra” (Un grupo anarquista activo en los inicios de la lucha obrera), sobre el incipiente tráfico de narcóticos, etcétera. 

Por la ropa, esta escena es de las últimas temporadas ya ambientadas en los locos años 20.

A principios del siglo XXI, justo antes del centenario de la creación de las brigadas de Clemenceau, los franceses estrenaron una película de unas dos horas protagonizada por los mismos personajes: Valentin, Pujol y Terrasson. No he visto la peli pero guardo un buen recuerdo de la serie, aunque hace más de treinta años que la vi.

Juli Gan.



viernes, 2 de febrero de 2024

Chismes oscuros de Hollywood

 

No puede afirmarse que la industria del chismorreo sobre celebridades la inventara Hollywood en sus inicios, porque ya existían antecedentes en Francia y en Broadway, pero sí puede decirse que Hollywood la asentó y la consolidó, ya que fue una de las muchas actividades económicas paralelas a la creación cinematográfica que luego levantó vuelo por sí sola y se extendió a otros ámbitos de la cultura popular.

Sin pretender dejaros aquí un tratado exhaustivo de historia del salseo, sí os recordaré mínimamente que en las primeras décadas del pasado siglo XX ya existían publicaciones dedicadas a construir mitos alrededor de actrices y actores de Hollywood, las cuales viraron hacia un carácter “destructivo” (tanto servían para construir como para destruir reputaciones y carreras) entrados los años veinte.

Os hago esta introducción para contaros que me he leído un libro de esos que yo llamo, como he puesto en el título, de chismes ocuros de Hollywood.

Se titula “Maldiciones y malditos en Hollywood”, se subtitula “Glamour y tormento indivisibles” (me fascina; luego volveré a este subtítulo), lo publicó Ediciones Luciérnaga en 2023 y lo firma Patricia Prida, una profesional de la difusión cultural.

No os voy a engañar: a mí el cotilleo y el morbito me han atraído siempre. Leí con avidez las dos entregas de “Hollywood Babilonia”, aunque me desagradó del todo el tono literario que adoptó Kenneth Anger. Por cierto, este elemento (falleció el mes de mayo pasado, por si no os habíais enterado) y sus rollos ocultistas-satánicos aparecen en este libro de Patricia Prida que me sirve de excusa para hablaros de todo esto.

Lo que os decía: no me pierdo un buen salseo; en la peluquería me leo (bueno, más bien hojeo) el “Hola”, no la “Crítica de la razón pura” de Immanuel Kant, me conozco casi todos los chismorreos coetáneos, aunque se me empiezan a escapar los asuntos de jovenzuelos salidos del Disney Channel. Quiero decir que soy la consumidora ideal, el target perfecto de este tipo de publicaciones, PEEEEERO hay cosas que me llevan a una reflexión un poco amarga, que os expondré en las últimas líneas.

En “Maldiciones y malditos en Hollywood”, Prida me cuenta algunas historias de Hollywood que ya conocía, como la de Jayne Mansfield (aprovecho la ocasión para volver a recomendaros “Jayne Mansfield 1967”, de Simon Liberati) o la Dalia Negra (porque la conoce todo el mundo); y otras que no conocía, no conocía tanto o sencillamente había olvidado porque me interesaban cero.

Entre las que me interesan cero, de siempre, las de mansiones encantadas, fantasmas, espectros y maldiciones de diverso tipo. Entre las que conocía poco o nada y me han enternecido, os destaco la de Vampira, a quien descubrí en esa tristísima y hermosísima película de Tim Burton que es “Ed Wood”.

En fin, para ir terminando, rescato el subtítulo del libro, como os decía antes, y os expongo mi reflexión amarga. El subtítulo dice “Glamour y tormento indivisibles” y yo lo reescribiría así: “Violencia contra las mujeres barnizada de glamur”.  La historia del chismorreo es la historia de la misoginia popular, un relato que no ha llamado por su verdadero nombre a la violencia psicológica, física, sexual y económica (por lo menos) ejercida contra las mujeres, sino que nos la ha ofrecido envuelta en el mito del amor romántico y en estereotipos misóginos.

Así, por ejemplo, las tragedias de las “diosas platino” no eran maldiciones del hado, sino las consecuencias lógicas de un sistema que las explotaba sobre todo sexualmente antes incluso de alcanzar la mayoría de edad.

Una de las historias más crudas y más verdaderas del libro es la de Natalie Wood y Robert Wagner.  Lo que las revistas del colorinchi presentaban en su momento como una pareja idílica, una auténtica power couple de profesionales exitosos, jóvenes y bellos, era un pozo de toxicidad y violencia que tuvo un final oscuro y horrible y unos comienzos que tampoco fueron mejores, pues, entre otros atropellos a su integridad, con diecisiete años Natalie Wood ya había sufrido una brutal agresión sexual durante una entrevista de trabajo. Epstein y Weinstein tuvieron de quién aprender.

¿Estáis de acuerdo conmigo? Leed el libro de Prida y sacad vuestras propias conclusiones. Entre tanto, os saluda cariñosamente vuestra amiga

Noemí Pastor

viernes, 26 de enero de 2024

Caballos lentos tercera temporada: Tigres de verdad

“Como todo fantasma sabe, pocos seres son tan complicados como los vivos”. Mick Herron, “Tigres de verdad”. Hace no mucho comenté las temporadas primera y segunda de esta serie británica de espías, dirigida por James Hawes, Jeremy Lovering y Mark Denton, y tengo que insistir con la tercera porque es aún mejor. Se inspira en la novela “Tigres de verdad”, de Mick Herron, tercera de la saga de Jackson Lamb. Nuevamente, los protagonistas son los “Caballos Lentos”, agentes del MI5 casti-gados a la Casa de la Ciénaga —que en la novela denominan “mazmorra adminis-trativa”— un lugar horrible dirigido por el veterano y poliédrico Jackson Lamb. En esta ocasión los desventurados y desmotivados agentes se enfrentan al secues-tro de uno de los suyos... sin que se pueda contar nada más de la trama, que aunque no coincide del todo con el argumento de la novela, en ambos casos está muy bien resuelta. Los personajes son el otro punto fuerte. Si ya estaban maravillosamente caracteri-zados en la novela, los actores que les dan vida se superan. Aunque no está claro quién es el protagonista porque hay varios con mucho peso, yo me inclino por River Cartwright, interpretado por Jack Lowden. Cartwright es joven, guapo, valiente, inteligente, con el apellido adecuado y ansioso por salir de la Ciénaga para ocupar un puesto digno en el servicio secreto. El puesto que él piensa que sin duda le corresponde, ya que no en vano es nieto de un legendario agente que estuvo a punto de ser “Primera Mesa”. Además, es imprudente, impulsivo y un poco chulo (lo son todos los espías), pero buen tío. Jackson Lamb es el director de la Ciénaga. Cualquier apelativo negativo que se me ocurra le encajaría, empezando por que es un marrano faltón egoísta e insoli-dario y, sin embargo, tiene buen ojo. Como agente veterano ha visto mucho y es capaz de hacerse composiciones que a los demás se les escapan, va siempre un paso por delante... “Si estuviera en su lugar, Lamb no se detendría, pensó; no el Lamb actual, sino el de antes, el que vivía cosas que acabaron por convertirlo en el Lamb ac-tual”. La interpretación de Gary Oldman merece todos los premios a los que me imagino que lo nominarán. La agente Catherine Standish, interpretada por Saskia Reeves, es una secretaria exalcohólica. Una mezcla de mujer mayor, triste y solitaria con agente hábil y ex-perimentada de notable sangre fría. Es como descubrir que tu tía-abuela es agen-te secreta. De un lado, aferrada al orden y la tradición que parece que son los va-lores que la mantienen a flote —es deliciosa su frase cuando consigue mejorar una taza de té en determinado contexto, toda una declaración de principios—, pero, por otra parte, es valiente cuestionando la ética de sus jefes. Roderick Ho, interpretado por Christopher Chung, es otro de los desterrados a la Ciénaga. Informático, friki, enganchado a los juegos y al mundo virtual, y desco-nectado del real. Una especie de dibujo animado en un cuerpo de adulto. Más en la novela que en la serie, aparecen retazos de su pensamiento y su extraña forma de razonar muy logrados: “Tomó nota mental de la necesidad de hacer algo al respecto, anotación que guardó en su carpeta interior titulada ´Cuando sea rey´, y volvió a consul-tar el GPS”. Hay otros tres caballos lentos, a los que Lamb martiriza, entre otras mil maneras, comparándolos con los inocentes personajes de las novelas infantiles de Enid Blyton. Son Louisa Guy (Rosalind Eleazar), Shirley Dander (Aimee-Ffion Ed-wards) y Marcus Longridge (Kadiff Kirwan), cada uno interesante y con sus pro-pias coordenadas. Entre muchas escenas remarcables, elijo la del abrazo en el co-che entre River y Louisa. Fuera de la Ciénaga está el MI5 auténtico, el edificio de Park. Ultramoderno y elegante, alberga hombres y mujeres bien entrenados que han superado las prue-bas más duras para velar por la seguridad de la nación. Desde los Perros, meros soldados que el las novelas de John le Carré se llamaban faroleros, hasta la élite de la élite: el Ministro del Interior; la “Primera Mesa”, Ingrid Tearney, interpreta-da por Sophie Okonedo, y la “Segunda Mesa”, Diana Taverner, a quien da vida Kristin Scott Thomas, otro de los personajes principales de la serie, dura y fasci-nante: “Los únicos enemigos inequívocos eran los amantes, todos los demás fluctuaban según las circunstancias”. Los diálogos entre Tearny y Taverner a lo largo de esta temporada son míticos. Los poderosos, los que manejan los hilos, están tan cega-dos por sus propias ambiciones y tan alejados del ciudadano al que dicen defen-der que uno se pregunta si no ven una realidad tan distorsionada como la del ca-ricaturizado Ho. Elogié de las dos primeras temporadas la acertada actualización del género de es-pías a la realidad de nuestros días, y ¿qué mejor ejemplo de problema contempo-ráneo que la privatización de servicios públicos por intereses económicos priva-dos? (Todas las citas transcritas pertenecen a la novela “Tigres de verdad”). Almudena Fernández Ostolaza “Como todo fantasma sabe, pocos seres son tan complicados como los vivos”. Mick Herron, “Tigres de verdad”. Hace no mucho comenté las temporadas primera y segunda de esta serie británica de espías, dirigida por James Hawes, Jeremy Lovering y Mark Denton, y tengo que insistir con la tercera porque es aún mejor. Se inspira en la novela “Tigres de verdad”, de Mick Herron, tercera de la saga de Jackson Lamb. Nuevamente, los protagonistas son los “Caballos Lentos”, agentes del MI5 casti-gados a la Casa de la Ciénaga —que en la novela denominan “mazmorra adminis-trativa”— un lugar horrible dirigido por el veterano y poliédrico Jackson Lamb. En esta ocasión los desventurados y desmotivados agentes se enfrentan al secues-tro de uno de los suyos... sin que se pueda contar nada más de la trama, que aunque no coincide del todo con el argumento de la novela, en ambos casos está muy bien resuelta. Los personajes son el otro punto fuerte. Si ya estaban maravillosamente caracteri-zados en la novela, los actores que les dan vida se superan. Aunque no está claro quién es el protagonista porque hay varios con mucho peso, yo me inclino por River Cartwright, interpretado por Jack Lowden. Cartwright es joven, guapo, valiente, inteligente, con el apellido adecuado y ansioso por salir de la Ciénaga para ocupar un puesto digno en el servicio secreto. El puesto que él piensa que sin duda le corresponde, ya que no en vano es nieto de un legendario agente que estuvo a punto de ser “Primera Mesa”. Además, es imprudente, impulsivo y un poco chulo (lo son todos los espías), pero buen tío. Jackson Lamb es el director de la Ciénaga. Cualquier apelativo negativo que se me ocurra le encajaría, empezando por que es un marrano faltón egoísta e insoli-dario y, sin embargo, tiene buen ojo. Como agente veterano ha visto mucho y es capaz de hacerse composiciones que a los demás se les escapan, va siempre un paso por delante... “Si estuviera en su lugar, Lamb no se detendría, pensó; no el Lamb actual, sino el de antes, el que vivía cosas que acabaron por convertirlo en el Lamb ac-tual”. La interpretación de Gary Oldman merece todos los premios a los que me imagino que lo nominarán. La agente Catherine Standish, interpretada por Saskia Reeves, es una secretaria exalcohólica. Una mezcla de mujer mayor, triste y solitaria con agente hábil y ex-perimentada de notable sangre fría. Es como descubrir que tu tía-abuela es agen-te secreta. De un lado, aferrada al orden y la tradición que parece que son los va-lores que la mantienen a flote —es deliciosa su frase cuando consigue mejorar una taza de té en determinado contexto, toda una declaración de principios—, pero, por otra parte, es valiente cuestionando la ética de sus jefes. Roderick Ho, interpretado por Christopher Chung, es otro de los desterrados a la Ciénaga. Informático, friki, enganchado a los juegos y al mundo virtual, y desco-nectado del real. Una especie de dibujo animado en un cuerpo de adulto. Más en la novela que en la serie, aparecen retazos de su pensamiento y su extraña forma de razonar muy logrados: “Tomó nota mental de la necesidad de hacer algo al respecto, anotación que guardó en su carpeta interior titulada ´Cuando sea rey´, y volvió a consul-tar el GPS”. Hay otros tres caballos lentos, a los que Lamb martiriza, entre otras mil maneras, comparándolos con los inocentes personajes de las novelas infantiles de Enid Blyton. Son Louisa Guy (Rosalind Eleazar), Shirley Dander (Aimee-Ffion Ed-wards) y Marcus Longridge (Kadiff Kirwan), cada uno interesante y con sus pro-pias coordenadas. Entre muchas escenas remarcables, elijo la del abrazo en el co-che entre River y Louisa. Fuera de la Ciénaga está el MI5 auténtico, el edificio de Park. Ultramoderno y elegante, alberga hombres y mujeres bien entrenados que han superado las prue-bas más duras para velar por la seguridad de la nación. Desde los Perros, meros soldados que el las novelas de John le Carré se llamaban faroleros, hasta la élite de la élite: el Ministro del Interior; la “Primera Mesa”, Ingrid Tearney, interpreta-da por Sophie Okonedo, y la “Segunda Mesa”, Diana Taverner, a quien da vida Kristin Scott Thomas, otro de los personajes principales de la serie, dura y fasci-nante: “Los únicos enemigos inequívocos eran los amantes, todos los demás fluctuaban según las circunstancias”. Los diálogos entre Tearny y Taverner a lo largo de esta temporada son míticos. Los poderosos, los que manejan los hilos, están tan cega-dos por sus propias ambiciones y tan alejados del ciudadano al que dicen defen-der que uno se pregunta si no ven una realidad tan distorsionada como la del ca-ricaturizado Ho. Elogié de las dos primeras temporadas la acertada actualización del género de es-pías a la realidad de nuestros días, y ¿qué mejor ejemplo de problema contempo-ráneo que la privatización de servicios públicos por intereses económicos priva-dos? (Todas las citas transcritas pertenecen a la novela “Tigres de verdad”). Almudena Fernández Ostolaza