viernes, 30 de noviembre de 2018

Encuentros en la tercera fase


Lo contrario de “Tiburón”

Quizás recordaréis que dediqué a “Tiburón” uno de mis anteriores posts y prometí este sobre “Encuentros en la tercera fase” (en adelante ETF, que me canso). Ahora os explico por qué, siendo ambas pelis ma-ra-vi-llo-sas, creo que una es lo contrario de la otra.

ETF vino después de “Tiburón” a traernos la paz y no la guerra a nuestros corazones. Así como “Tiburón” hizo que nos diera terror algo cotidiano como bañarse en el mar en verano (yo siempre he tenido la suerte de vivir cerca de la costa y pasar las vacaciones en la playa), igual que hizo Hitchcock con las cortinas y las duchas, por su parte, ETF hizo lo contrario: se alejó de la típica película de invasión alienígena, cambió el enfoque e hizo que perdiéramos el miedo a algo que hasta entonces resultaba espeluznante, pues, de repente, los extraterrestres eran encantadores, venían en son de paz y todas estábamos deseando que nos llevaran a dar una vuelta en su nave.

¿Quiere decir eso que ETF no da nadita de miedo? No. Luego hablaremos de esto, porque ahora voy a redireccionar el artículo hacia otra pregunta: ¿por qué soy tan fan de ETF? Todos los motivos no me caben en un post, así que destacaré solo estos: el doble arranque y las escenas antológicas, para acabar con un homenaje sentimental a François Truffaut, el hombre que amaba a las mujeres.



El doble arranque

El primer arranque de ETF no lo ha superado nunca nadie jamás en la historia del cine. Así de maximalista estoy. Es lo que hay. Seguro que podéis encontrarlo fácilmente en algún vídeo dela red, pero, no obstante, os lo voy a describir.

En una pantalla totalmente negra comienza a oírse un ligero zumbido que, poco a poco, aumenta, aumenta y aumenta de volumen, para acabar con un tremendo ¡CHAN!, que al mismo tiempo pone la pantalla blanca. Todavía no se me ha pasado la impresión que me causó la primera vez que lo vi en una sala de cine, porque es un arranque pensado, por supuesto, para verlo en una pantalla de cine. En casa es otra cosa y en los dispositivos móviles, otra más.

Y da miedito porque Spielberg lo hizo para dar miedito y sabe cómo hacer para dar miedito.


El Cotopaxi en Gobi
(medium.com)

Luego viene el segundo arranque, con un rápido desfile de tres escenas: una, una escuadrilla de aviones desaparecida en 1945 aparece treinta años después en el desierto de Sonora (México); dos, el carguero Cotopaxi, desaparecido en Bermudas, reaparece en el desierto de Gobi; y tres, en una sala de control aérea asisten a la persecución de un avión por parte de un objeto no identificado.

Tras esto, Spielberg ya nos puede contar lo que quiera. Lo que quiera. Ya nos ha cautivado.


Las escenas antológicas

ETF tiene unas cuantas muchas; no puedo ni siquiera nombrarlas todas. Empezaré por una que en mi adolescencia vi con unos ojos y ahora veo con otros; de adulta, claro. Es esa en la que Roy, el protagonista, obsesionado, enajenado, con la mente completamente invadida por las visiones de una extraña montaña, que resulta ser la Torre del Diablo, de Wyoming,  la construye con kilos de barro y hojarasca en el salón de su casa, para desesperación de su desolada esposa y desconcierto de sus hijos.

No puedo tampoco dejar de mencionar la aparición de la nave nodriza; apabullante, tremenda, ocupando el cielo entero con sus luces sobrehumanas.

Pero si me pedís que me quede con una sola escena de ETF, me quedo con la abducción del pequeño Barry. Ahí maneja Spielberg, como decía antes, magistralmente el terror, que llega, un poco como en “Tiburón” a tu ciudad, a tu playa, a tu casa, a tu dormitorio, a tu cocina, a tus juguetes, a tu puerta.


 Adiós, Barry, adiós.
 (elantepenultimomohicano.com)


Homenaje sentimental a François Truffaut, el hombre que amaba a las mujeres

Spielberg le hizo a Truffaut un huequecito en ETF y, al tiempo, un homenaje que quiso extender al cine francés, al europeo y a Alfred Hitchcock, de quien ETF nos trae continuos ecos. Yo, por supuesto, me sumo a ese homenaje y declaro mi rendida admiración por este parisino que amaba el cine por encima de todas las cosas, admiración de la que ya he dado testimonio en este blog cuando he hablado de su libro El cine según   Hitchcock y de su peli La noche americana.

Spielberg le dio a Truffaut un papel de actor protagonista, como el mismo Truffaut había hecho consigo mismo en algunas de sus películas. En ETF el personaje de Truffaut no es sordo, como en La noche americana, pero lo parece, porque es un científico francés (inspirado, al parecer en Jacques Vallée, un investigador del fenómeno ovni) que no domina el inglés y que está casi todo el rato lost in translation en un film que habla inglés, francés, español e hindi. Así, el homenaje del homenaje se prolonga con otro homenaje de la primera parte del homenaje al sordo genial que fue Luis Buñuel.

Y sigo así homenajeando a las pelis que me convirtieron en la cinéfila y zinéfila que soy.  Os besa

Noemí Pastor



viernes, 23 de noviembre de 2018

Arde Madrid




Paco León ("Carmina y Amén " , "Carmina o revienta ", "Kiki el amor se hace ") vuelve a sorprendernos esta vez con una mini-serie que parece tendrá continuidad puesto que ya se está grabando la segunda temporada.



Estamos hablando de "Arde Madrid" (2018) una serie de únicamente ocho capítulos que gira en torno a la vida de Ava Gadner (maravillosamente interpretada por Debi Mazar) cuando  entre los  años 50 y 60 estuvo residiendo en Madrid.


Con este punto de partida, el personaje femenino clave es Ana Mari ( Inma Cuesta) que es instructora en la Sección Femenina de un internado y que es asignada por mandato de Franco para infiltrarse como empleada de hogar en la casa de Ava Gadner y espiarla.
El motivo: entre otras cosas porque se sospecha que su casa es frecuentada por comunistas y gente de la bohemia y la "moral distraída".


Para ello, tendrá que fingir ser esposa de Manolo (Paco León ) el chófer de a casa,que además es un buscavidas.


Ellos dos y otra joven criada ( Anna Castillo) serán el personal de servicio y a la vez testigos atónitos de las fiestas de Ava Gadner en su casa, rodeada de flamencos, personajes de la literatura, la farándula, la noche.....un auténtico ir y venir de personajes pintorescos que dan un retrato de la España cañi del momento,tal vez caricaturesco y no exento de tópicos,pero no por ello menos estimulantes y divertidos para el espectador/a.


El mérito de Paco León es reflejar una época que no es ficción y que a su manera,  fue una época cargada de glamour y repleta de anécdotas casi inverosímiles y surrealistas como por ejemplo que Ava Gadner fuera vecina durante su estancia aquí del ex-presidente de Argentina, Perón y su mujer. La relación entre ellos, como se ve en la serie, estuvo cargada de tensión ya que a Ava le encantaba dar saraos en su casa hasta altas horas de la madrugada y no dejaba descansar a Perón.



Es muy refrescante que Paco León salté a rodar una serie con historias que pasaron aquí y no hace tanto, y que lo haga en blanco y negro, con actores que conoce y con los que ya colaboró en la serie televisiva "Aida" como Miren Igarguren y con la impagable cameo de su madre, Carmina Barrios, en el papel de forzuda circense, pero además, se rodea de fichajes nuevos que han sido un absoluto acierto en mi opinión, como la actriz que da vida a la propia Ava, Debi Marza o el hombre que en la serie encarna a su manager, que es Ken Appeldorn,que también es norteamericano como la propia Debi.


Es una locura disparatada esta serie que entretiene, divierte y a la vez se vale de la crítica y la mofa social, tal cual hacen las fallas valencianas, de cuestiones tales como la dictadura, la pobreza, la doble moral...…..No deja títere con cabeza y sólo a veces se vale de lo trivial para abordar asuntos de hondo calado como el empoderamiento de las mujeres y el firme ejercicio de su libertad.





León, da muestras de que le apasionan como a Almodóvar,los personajes femeninos, bien en forma de valientes, fuertes, libres e indómitas tal cual la propia Ava, bien en forma de mujeres aparentemente más sobrias, más recatadas y sumisas que se transforman y terminan por evolucionar ( o revolucionar) y sorprender como sería el caso del personaje de Ana Mari.



Es "Arde Madrid" el reflejo de una época que tal vez nuestros padres vivieron de cerca, desde una lectura personalísima y esperpéntica, extrema y muy polarizada: los rojos-los fachas, los ricos-los pobres, los famosos- los anónimos, todos ellos aquí unidos en las fiestas que Ava daba en su casa, donde el caleidoscopio era de lo más variado y ecléctico posible.


Para mi gusto, aun se podrían haber cargado más las tintas de la transgresión y espero que así lo haga en la próxima temporada, porque debajo de la imposición de las buenas costumbres y la estricta moral, en los 50 y los 60, subyacía también un submundo donde el ejercicio de la libertad individual se daba, de manera más o menos encubierta o clandestina, pero no por ello, inexistente.


Os recomiendo esta serie aunque sólo sea por ver algo ORIGINAL, algo que no se le había ocurrido a nadie antes, filmar una época donde España era un poco Hollywood y esa gloriosa década en la que Ava se enamoró de más de un torero y se apasionó por el "Spain is different" merecía tener su propia película o su propia serie.





Quiero subrayar las actuaciones de tres actrices que me parecen formidables y que sin ellas, el resultado de esta serie a mi modo de ver, no hubiera sido el mismo:

  • Debi Mazar quien con un físico imponente da vida de forma 100% creíble a una Ava.
Ella ,además de ser "el animal más bello" se perfila como una mujer que está por encima del bien y del mal y que hacía en todo momento lo que venía en gana.
  • La segunda es Inma Cuesta en el papel de Ana Mari, porque hay que tener muchas tablas para reflejar la personalidad de una institutriz al servicio del régimen, que evoluciona por caminos insospechados …
  • Y por último, Carmen Machí, cuya vis cómica es tan potente como la dramática y aquí encarna a una franquista convencida que hace nos destornillemos de risa.

Mi recomendación de que la veáis va por delante, después si os apetece, compartimos impresiones entre otras, cuál de tod@s es vuestro personaje favorito y el más odios@ en vuestra opinión.
Ardo en deseos de conocer vuestras opiniones ya que en mi entorno más próximo much@s todavía no han visto la serie y estoy impaciente por comentar:)


Aprovecho también para  desearos  un feliz fin de semana a tod@s querid@s cinéfil@s.







Troyana




viernes, 16 de noviembre de 2018

The New Statesman: sátira en tiempos de crisis

En este semana en que el Gobierno Británico ha aprobado el acuerdo de Brexit con la Unión Europea, he recordado una serie inglesa política, que con su brutalidad, sátira e incorrección, sacaría los colores de la actual "inquisición" que se ve en redes sociales. Y es que "The New Statesman" ("Un Diputado Fantástico" en España), es una de las sátiras más salvajes que se han paseado por la televisión sobre la política.

Alan B'Stard conquistando el Parlamento

Olvidaos del Ala Oeste y cualquier House of Cards, volvamos a aquellos años 80, en los que en las islas comandadas por Isabel II, también mandaba otra mujer, Margaret Thatcher, con mano de hierro. Y es entonces, cuando llegaron joyas irónicas de los tejemanejes de los políticos de por allí, con "Yes, Minister" y "Yes, Prime Minister", unas inteligentes comedias que nos mostraban como se hacía política y hasta qué punto, dicha gestión también podíamos sentirla cercana.

La entrada de la serie, una declaración de intenciones

Partiendo de una base similar, el fantástico cómico Rik Mayall, conocido por su papel de activista de izquierdas de "Los Jóvenes", y los guionistas Laurence Marks y Maurice Gran, crearon a Alan B'Stard (pronunciado como Bastard, Bastardo en español), el político más joven elegido para la Cámara de los Comunes. Con un sueño: forrarse. Y es que desde los primeros minutos de la serie, verás cómo la locura, la corrupción y la maldad son parte esencial del ADN de B'Stard, que es conservador, pero nos creemos que sería cualquier cosa con tal de conseguir sus metas.

Alan y la Seguridad Social

Mayall tenía un personaje bombón a su medida (como si ya no hubiera tenido otros o tendría con Flasheart en "Black Adder", Ricky en "Los Jóvenes" o Richie en "La Pareja Basura" ("Bottom")), pero aquí con un protagonismo exacerbado. Y se notaba que lo adoraba. B'Stard representa lo peor de la política y del ser humano el egoísmo más bajo y ruin. No hay valor o causa que lo salve: es malo hasta la médula y eso es lo que quiere.

Alan es un chico malo con su profesora francesa

Pero no está solo en su "lucha" por enriquecerse y conseguirlo todo partiendo de su mediocridad. Desde el capítulo primero, lo vemos con su suegro (otro miembro del partido al que no le importa dejar residuos nucleares en su propia jurisdicción), su esposa Sarah (una ninfómana bisexual tan ambiciosa como él) o su compañero de aventuras, Piers Fletcher-Dervish, una víctima, pero también llena del mismo clasicismo, racismo y pomposidad.

Piers y Sarah, ¿algo más que amigos?

Los 29 capítulos distribuidos en 4 temporadas, constituyen un auténtico festival de descacharramiento humorístico y locura salvaje. Siempre cuenta los tejemanejes de Alan, y su afan por sobrevivir y hundir a los demás. Además está acompañado en momentos por viejos conocidos del panorama audiovisual británico como Stephen Fry o Hugh Laurie, o múltiples rostros que os sonarán de series de allí.

Hablemos de auténticos fascistas...

Emitida por Antena 3, canales autonómicos y digitales en los 90, es una auténtica pena que no tenga una buena edición en DVD con doblaje o subtitulado en español, o esté en streaming.

Cuando la veamos, quizá nos cueste reírnos por lo cercano que a veces B'Stard puede parecer (curioso ver que en su etapa en Bruselas, es el mayor representante del euroescepticismo británico). Así, en estos tiempos oscuros en términos políticos a todos lo niveles en los que vivimos, reírse de la realidad con una serie tan inteligente, divertida e incorrecta, nos puede ayudar a superarlo. No lo dudéis. Y espero que os hayan entrado ganas con los clips que he dejado a lo largo del artículo.

Alan, adelantándose más de 20 años al Brexit, ¿os suena?

Podéis saber más de la serie gracias a Lorenzo Mejino en su artículo para el Diario Vasco.

Carmen R.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Matar un ruiseñor


"La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno" (Attícus Finch).



Hace unos meses leí que en algunas escuelas de Estados Unidos (en el estado de Virginia, y supongo que en algún otro también) se había prohibido, a instancias de asociaciones de padres, la lectura de Matar un ruiseñor, la novela escrita por Harper Lee en 1960 y premiada con el Premio Pulitzer en 1961. Esos padres y autoridades educativas, consideraban que la novela podía herir la sensibilidad de sus hijos, ya que en ella se utilizan palabras despectivas, como nigger (algo así como negrata) y se daba una imagen de los negros que no les gustaba. 

La noticia me causo estupor; hace algunos años reseñé en un blog ese libro, uno de mis preferidos, y escribí "Me gustaría que todos los adolescentes leyeran este libro y pudieran aprender así, en las palabras de Atticus Finch, que "matar un ruiseñor es pecado"; es decir, que dañar a un inocente es el crimen más vil que se puede cometer y que los prejuicios, raciales o de cualquier otro tipo, envilecen el alma".

Sin embargo, ahora me enteraba de que algunos padres, profesores y autoridades educativas consideraban que este libro, que para muchos es uno de los más hermosos y destacados arietes contra el racismo, había de ser quemado en la hoguera de esos modernos savonarolas porque, según ellos, apuntalaba esos prejuicios. 




Aunque la novela y la película que en ella se basa se escribieron y rodaron en plena época de El movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos (que se suele considerar que arranca en 1955 con el boicot a los autobuses de Montgomery y termina en 1968 con el asesinato de Martin Luther King) y en ese contexto hay que entender el triunfo inmediato de ambos (la película está considerada, desde 1995, "cultural, histórica y estéticamente significativa" por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos), actualmente hay sectores de la población negra estadounidense que repudian ambas obras por los motivos antes expuestos. Como pasa en otras muchas ocasiones, hay quienes prefieren reinventar la Historia cuando no les gusta, en lugar de aprender de sus errores y horrores.

La novela se localiza en la pequeña ciudad de Maycomb, en el estado de Alabama, durante los años 1933-1936. La historia está narrada por Scout que, ya adulta, recuerda hechos que ocurrieron cuando ella tenía entre 6 y 9 años. La pequeña vive con su hermano Jem, cuatro años mayor, y su padre Atticus Finch, un respetado abogado, viudo desde que Scout tenía dos años. A través de los ojos, inocentes pero perspicaces, de Scout observamos y juzgamos, con ella, el mundo que rodea a la niña, ya que esa mirada pone en evidencia las contradicciones y prejuicios de los adultos que la rodean. Junto a los dos hermanos, su inseparable amigo Dill, el niño que, en la realidad, años más tarde, se convertiría en otra de las glorias literarias estadounidenses: Truman Capote.



El mundo de Scout entrará en crisis cuando su padre se encargue de la defensa de un joven negro acusado, falsamente, de haber violado a una joven blanca, víctima en realidad de la brutalidad e ignorancia de su propio padre. Porque la historia, si bien tiene su núcleo en la injusticia provocada por los prejuicios raciales, también se puede resumir como la historia de tres tipos de padres: uno ejemplar, que es Atticus Finch; uno terrible, que convierte en fantasma a su propio hijo en aras de las convenciones sociales, que es Mr. Radley; y, el tercero, uno despreciable, capaz de las mayores vilezas tanto con su propia hija como con los demás, que es Bob Ewell.


La película la realizó en 1962 el director Robert Mulligan y su guion sigue con fidelidad a la novela. Para disfrutar de la película no es necesario haber leído el libro, pero quien opte por hacer ambas cosas obtendrá mayor satisfacción, puesto que, inevitablemente, la película ha de resumir situaciones y eliminar personajes secundarios, lo que no hace que la narración cinematográfica se resienta pero que sí son elementos que proporcionan gran satisfacción al lector; por ejemplo, la narración pormenorizada del primer día en la escuela de Scout es estupenda e imposible de presentar en toda su extensión en la película, como tampoco puede aparecer la conflictiva relación entre Scout y su tía Alexandra (todo un personaje, quizás reflejo de la madre real de Harper Lee), u otros muchos detalles que enriquecen la novela.

Pero la película es una gran película por si misma, gracias, fundamentalmente, a la capacidad poética que tuvo Robert Mulligan para recrear el mundo adulto visto por una niña. Mulligan consiguió crear una atmósfera que combina perfectamente realismo y cuento de terror, con un par de malvados terribles y un fantasma bueno incluidos; un fantasma convertido en sombra por su propio padre (uno de los malvados de la historia) que salvará la vida de los hermanos Finch. En algunos aspectos, la película parece estar influenciada por La noche del cazador, y no sólo en cuanto a que relata la historia de dos niños, sino también en el tratamiento de luces y sombras para conseguir  algunas escenas de terror fantasmagórico (Jem en el porche de los Radley; los niños perseguidos por Bob Ewell...).



Pero, sobre todo, la película, como la novela, es un gran homenaje a la bondad, dignidad y tolerancia de un hombre: Atticus Finch, en el que Harper Lee rendía homenaje a su propio padre, por quien había sentido adoración; no así por su madre, con la que siempre mantuvo unas relaciones complicadas, por lo que no sorprende que Harper, trasunto también de la pequeña Scout, optara por hacer enviudar a su padre literario. 

Atticus Finch es, en el sentido más machadiano de la palabra, un hombre bueno. Un hombre cuya filosofía de vida queda explicada en las frases que le dirige a su hija cuando esta afronte sus primeros choques en la escuela:

Si consigues aprender una sola cosa te llevarás mucho mejor con todos tus semejantes: nunca llegarás a comprender a una persona hasta que no veas las cosas desde su punto de vista... Hasta que no logres meterte en su piel y sentirte cómodamente.



Eso es, sobre todo, Atticus Finch, un hombre profundamente tolerante con sus semejantes. Es un hombre inteligente y bondadoso que se da cuenta perfectamente de las injusticias de la sociedad en la que vive, pero que decide enfrentarse a ellas con honestidad, dignidad e integridad y no con rebeldía, porque quiere cambios pacíficos que remuevan conciencias y sean perdurables.

Atticus es abogado (como el padre real de Harper Lee) y, cuando un hombre negro, Tom Robinson, es acusado injustamente de haber violado a una joven blanca, se encarga de su defensa, a pesar de que sabe que ello le granjeará la enemistad de buena parte de sus conciudadanos. Y así se lo explica a su hija:

Atticus: La verdad es que se ha hablado mucho en esta población respecto al hecho de que no debería defender a ese hombre.

Scout: Si no deberías defenderle, entonces ¿por qué lo haces?

Atticus: Entre varias razones... porque si no lo hiciera no podría ir con la cabeza bien alta. Ni siquiera podría deciros a ti y a Jem que es lo que debéis hacer.




La película fue premiada con tres merecidísimos Óscar, en 1963. Peck (que ya había sido nominado cuatro veces anteriormente, la primera vez con su segunda película Las llaves del reino) ganó, con una interpretación soberbia, el de mejor actor. Al parecer, en su primer día de rodaje estaba presente Harper Lee, que al presenciar su interpretación se echó a llorar. Cuando Peck le preguntó por qué lloraba, la escritora le dijo que por lo mucho que le recordaba a su padre (Amos Lee, el adorado padre de Harper, había muerto poco antes), incluso en la barriga que éste tenía. Peck le contestó "Eso no es barriga. Es una gran interpretación".

Gregory Peck y Harper Lee mantuvieron su amistad hasta la muerte del actor; incluso una nieta de Peck se llamó Harper en honor a la escritora. Para Gregory Peck esta película siempre fue especial, por encima de otras grandes interpretaciones suyas, porque su personaje encarnaba sus ideales personales.

Un segundo Óscar lo ganó el magnífico guion de Horton Foote, que supo ser muy respetuoso con la historia original a la vez que conseguía adaptarla perfectamente al lenguaje cinematográfico.

El tercer Óscar fue para la dirección artística y decorados. Inicialmente se pensó rodar en Monroeville, la ciudad natal de Harper Lee, donde había transcurrido la infancia de la escritora y donde su padre había defendido, en 1923, un caso similar al que narra la novela de su hija. Sin embargo, los años transcurridos entre la infancia de Harper Lee y el momento en que se rodó la película habían hecho que la ciudad sureña se modernizara y ya no fuera apropiada para representar a la ficticia Maycomb de la Gran Depresión. Por ello, la población se recreó en los Estudios de la Universal Picture en Hollywood, incluida la sala donde transcurren las escenas del juicio, uno de los más famosos, conmovedores e impactantes de la cinematografía judicial.




Mary Badham, la estupenda Scout Finch, fue en su momento la actriz más joven nominada para un Óscar. Pero, finalmente, el premio a la mejor actriz de reparto se lo arrebató otra actriz juvenil, Patty Duke, por su interpretación de Helen Keller en El milagro de Ana Sullivan.

Realmente, si la película debe mucho a la gran interpretación de Gregory Peck, también le es enormemente deudora a la de la pequeña Mary y a la manera en que esta y Peck consiguieron transmitir al espectador el fuerte lazo que unía a padre e hija. Badham y Peck mantuvieron también su amistad hasta que en el 2003 murió el actor y Mary siempre llamó a Peck "Atticus"

Badham, como tantos otros actores infantiles (incluido Phillip Alford, el actor que interpretó también con mucha fortuna a Jem Finch) no consiguió desarrollar posteriormente una carrera cinematográfica a la altura de su primera interpretación. Pero quien haya visto la película no podrá olvidar nunca la actuación de la pequeña Mary Badham, que para siempre será el rostro de la inteligente y voluntariosa Scout Finch.


La película fue el debut cinematográfico de Robert Duvall, que para interpretar al conmovedor Boo Radley, estuvo seis semanas sin que le diera la luz del sol y se tiñó el pelo de un rubio blanquecino para conseguir así el aspecto fantasmal adecuado a su personaje.

La buena y perdurable relación que se creó entre Gregory Peck, Harper Lee, Mary Badham y otros integrantes del rodaje, dice mucho del ambiente en el que se realizó la película. Brock Peters, el actor que interpretó al desdichado Tom Robinson, fue invitado por la familia de Gregory Peck para que pronunciara el panegírico del actor cuando murió.

Sigo pensando que leer la novela o ver la película (mejor ambas cosas, pues es uno de esos raros casos en que una gran novela se convierte en una gran película) es una hermosa experiencia para cualquier persona, y una buena enseñanza para que los adolescente aprendan, en las palabras de Atticus Finch, que "matar un ruiseñor es pecado"; es decir, que dañar a un inocente es el crimen más vil que se puede cometer y que los prejuicios, raciales o de cualquier otro tipo, envilecen el alma.

Yolanda Noir



viernes, 2 de noviembre de 2018

Quién lo impide


Por pura casualidad me enteré de la proyección en Tabacalera (un centro cultural en San Sebastián) del proyecto de Jonás Trueba Quién lo impide. Algo había oído sobre ello, sin saber muy bien en qué consistía. De hecho, alguien me comentó que era una película que solo se iba a proyectar una vez en Madrid, creo que en Matadero (qué nombres tienen nuestros centros culturales…) y pensé “pues vaya negocio” a la vez que me daba rabia no verlo, ya sabéis como el cometa que no pasará hasta dentro de 10000 años y, si no lo ves hoy, has perdido tu oportunidad para siempre (aunque los cometas te chupen un pie). Total, que fui expectante pero sin saber a qué iba. No había visto con anterioridad nada de este director, hijo de Fernando Trueba, pese a que ha rodado varios largos: Todas las canciones hablan de mí, Los ilusos, Los exiliados románticos y La reconquista, que concursó en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián en 2016.
Solo somos
Este es un proyecto curioso que, por lo visto, parte del rodaje de La reconquista, donde actuaron dos adolescentes 
–Pablo Hoyos y Candela Recio—que son parte importante de Quién lo impide. Consta de cuatro piezas: Solo somos, Principiantes, Tú también lo has vivido y Si vamos 28, volvemos 28 que giran en torno a la adolescencia. Aunque se pueden ver de forma independiente, Trueba las considera una película, con un formato distinto, pero una película.
Todo esto lo fuimos averiguando según pasaba el día. Al principio no sabíamos si teníamos entrada para una de las cuatro o para todas y yo, que había trabajado la noche anterior, pensé que como mucho vería una (confiando en no dormirme).
Principiantes
Pues las vi las cuatro, no hice siesta y me pareció algo fascinante. Tengo que aclarar que no soy muy amiga de las películas de adolescentes. He visto muchas en el Festival y siempre se drogan, se suicidan, tienen graves problemas de identidad sexual o lo que sea que consigue que mi lado madre acabe profundamente angustiado. De hecho, no soy muy amiga de la adolescencia. Me parece una edad en la que solo se entienden entre ellos y recuerdo la mía como un período duro, triste, lleno de inseguridades y miedos. Vamos, que no iba muy bien predispuesta hacia el tema, pero Jonás Trueba y esa maravilla de chicos y chicas que forman parte de Quién lo impide cambiaron del todo mis posiciones sobre el género y sobre la edad. Aquí no hay dramas horribles, todo es muy cotidiano, aunque, por supuesto, hay sufrimiento y risas, inseguridades, dudas, bullyng, enamoramientos, amistades… Todo ese magma que forma parte del descubrimiento de la vida que, pese a que puede ser doloroso, es fascinante.
Tú también lo has vivido
Conocimos a los protagonistas en la primera parte: Solo somos que nos muestra a un grupo de chicos y chicas que se plantean ideas para representar su mundo. Otros muchos participan, opinan, dan ideas y nos demuestran qué equivocados estamos si pensamos que la edad del pavo atonta a los jóvenes. Os aseguro que me parecieron mucho más lúcidos que la mayoría de adultos.
La segunda pieza, Principiantes, (aunque el orden es indiferente) gira en torno a Candela y Pablo, los que participaron en La reconquista y son el origen de este proyecto. Son dos historias independientes que tienen como protagonista a uno de ellos y como mirada externa al otro. Dudas existenciales y amor, grandes temas de esa edad. Hay que decir que, además, los chicos actúan fenomenal.
En tercer lugar, vimos Tú también lo has vivido.  El formato es de documental, adolescentes que van comentando sus experiencias, pensamientos y deseos en diversos campos. Como un caleidoscopio vemos las mil facetas de la adolescencia. Ellos se quejan, y con razón, de que los metemos a todos en un mismo saco, que creemos que la adolescencia uniformiza y está claro que no: unos tienen inquietudes políticas, otros no; unos son religiosos, otros ateos; unos tienen pareja, a otros les parece demasiado pronto, y así vamos viendo personas tan distintas como la van a ser luego, en la vida adulta.
Si vamos 28 volvemos 28
Por último, Si vamos 28 volvemos 28 nos muestra un viaje de fin de curso que, sin necesidad de grandes historias, habla de todo lo que es importante: las relaciones sociales, la timidez, el aislamiento, el amor, los diferentes roles que juegan los adultos en su trato con adolescentes, la solidaridad, la crueldad…
La verdad es que fue toda una experiencia. Cuando terminó tuvimos un coloquio con el director y un grupo de los protagonistas. Daban ganas de ver mucho más, de charlar con ellos durante horas, de discutir sobre la adolescencia, de enterarse de más acerca de cómo se ven y cómo nos ven. A la vez que es una maravilla, es una pena que sea un formato tan especial que va a hacer difícil que mucho público disfrute de esta joya, pero, si tenéis ocasión, no os la perdáis.
Laura Balagué