miércoles, 24 de noviembre de 2021

Libertad

Estaba explorando la cartelera, que no andaba muy tentadora, y me topé con Libertad. En principio la descarté, por esos extraños motivos que nos llevan a desear o no ver una película cuando no tenemos ninguna información sobre ella, su directora o los intérpretes. El hecho de que el tema fuera la amistad entre unas adolescentes influyó en mi rechazo. Los adolescentes siempre me dan pereza, a pesar de que he visto verdaderas joyas con este tema. Sin ir más lejos, Quién lo impide de Jonás Trueba que estuvo en el pasado Festival de San Sebastián y que, pese a durar tres horas, es fascinante. Una amiga de la que me fío me recomendó Libertad y fui, no muy convencida, a verla. Menos mal, me hubiera perdido una joyita.
La directora es Clara Roquet, una joven catalana que había trabajado de guionista, pero que aquí nos ofrece su ópera prima como directora. La verdad es que en este país tenemos muy buenas directoras: Isabel Coixet, Gracia Querejeta, Iciar Bollain (mi favorita) …, pero ha surgido un nuevo grupo de mujeres muy jóvenes (desde mi punto de vista, al menos) como Carla Simón, con su maravillosa Verano del 93; Pilar Palomero, con Las niñas o Belén Funes, con La hija de un ladrón, que nos hace esperar grandes películas dirigidas por mujeres en el futuro. Y probablemente, el hecho de ser mujeres influye en que traten temas que a nosotras nos interesan especialmente, o tengan una forma distinta de mirarlos. No estoy diciendo que sea un cine para mujeres, sino que su mirada se fija en aspectos en los que es probable que un hombre no reparara. Es una historia de amistad entre dos adolescentes, pero es muchas más cosas: trata el tema de las desigualdades de clase, de los cuidados, de la dolorosa salida de la niñez, de la vejez, de las relaciones familiares…
Nora es una joven de unos quince años que llega a pasar el verano con su familia a casa de la abuela en algún lugar del mediterráneo. La abuela tiene Alzheimer y vive con una cuidadora colombiana. Ese verano la hija de la mujer, Libertad, pasará el verano con la familia que la ha invitado en un acto de “bondad”. Las dos jóvenes no pueden ser más diferentes, pero nace una amistad entre ellas que no estará exenta de problemas. Hay otros aspectos interesantes: Teresa, la madre de Nora, está pasando un difícil momento personal por la relación con su marido. Además, tiene celos de Rosana, la cuidadora, a la que su madre parece querer mucho más que a ella. Muestra una relación muy paternalista con Rosana y Libertad que le permite sentirse bien, siempre que no se contraríen para nada sus planes. Son pequeñas muestras de formas de ser, nada maniqueas. Si somos sinceros, nos reconoceremos en muchos de los pequeños tics de familia burguesa que se ven en la película. Rosana, la cuidadora, lleva su propia mochila a cuestas. Dejó a su hija al cuidado de la abuela que ha fallecido y ahora se encuentra frente a una desconocida que siente que la han arrancado de su casa y su entorno para llevarla a un lugar extraño que no le gusta. Cuida de la anciana con amor y soporta cualquier cosa porque no tiene otro camino.
Libertad se defiende como puede en ese entorno que vive como hostil. Más madura que Nora, segura de su atractivo que la hace sentir que tiene el control en algún aspecto, con rencor hacia su madre por haberla abandonado y con sensación de desarraigo. Nora es el personaje principal y me parece que está muy bien dibujado. Atraviesa ese momento en que te das cuenta de cosas que no conocías, que estás deseando otras que todavía no están a tu alcance, que tus padres se revelan como seres humanos con flaquezas y defectos, que no eres una niña ni una mujer y que con frecuencia te sientes llena de rabia. Yo me recordaba a mi misma a esa edad y, aunque los tiempos sean muy distintos, hay cosas que permanecen igual. La relación con Libertad tiene muchos aspectos, luces y sombras. Se siente fascinada por la niña mayor, desenvuelta y atractiva; también tiene envidia y la presencia de la otra la hace ver por primera vez cosas de si misma que no conocía.
Todas las actrices están muy bien, especialmente María Morera en el papel de Nora. El ritmo de la película es lento, pero no resulta aburrido, sino apropiado para ese lento discurrir del verano en la adolescencia. Sin duda una opción muy recomendable y una directora a la que seguir la pista.

viernes, 19 de noviembre de 2021

MADRES PARALELAS

Le debía una reseña a "Madres Paralelas", la última película  de Pedro Almodóvar ( 2021).

Una película que como os podéis imaginar ha despertado tantas filias como fobias, como suele ocurrir ante cada estreno del director manchego, más si cabe en esta ocasión ,cuando su posicionamiento político en torno a cuestiones como la ley de memoria histórica queda más que patente.

"Madres paralelas" gira en torno a la vida de dos madres que dan a luz en el mismo hospital y prácticamente a la vez. Janis (espléndida Penélope Cruz) es una mujer de mediana edad, soltera, que está feliz con la idea de ser madre. Ana, es una joven asustada y frágil, también soltera y con poco apoyo familiar, que decide seguir adelante con su maternidad, a pesar de sus miedos y sus inseguridades.

Ambas poco a poco en el hospital irán creando un vínculo que contra todo pronóstico se irá haciendo cada vez más estrecho entre las dos, afectando de manera insospechada y significativa en la vida de ambas.

El melodrama está servido para un Almodóvar maduro que da calado emocional e íntimo al retrato de dos madres perdidas que  tal cual Blanche en "Un tranvía llamado deseo" creen sin titubeos en "la bondad de los desconocidos(aquí desconocidas)"

Un Almodóvar con escenarios multicolor e intensos, como nos tiene acostumbrad@s, transgresor de las normas sociales que acompañan a las relaciones heteropatriarcales, se sumerge en fórmulas nuevas, rompedoras, para ahondar en los sentimientos de dos mujeres valientes, que en el fondo se saben solas y descubren en la sororidad una fuente de fortaleza inesperada.

Saltando en el tiempo y jugando con las protagonistas y sus respectivos extravíos, vemos como Janis se implica en la construcción de su linaje, intentando recomponer las piezas rotas de sus ancestros, procurando cerrar las heridas abiertas que dejó la Guerra Civil en su familia. Es ahí donde se verá acompañada por el padre de su hija( Israel Elejalde), que mantendrá su presencia en en este propósito casi vital para ella.


Por su parte, Ana (Milena Smit) avanzará en su camino, salpicado de desafíos y pruebas, haciendo frente a la tragedia, a la arbitrariedad y el caprichoso devenir de los acontecimientos, capeando el temporal con el viento de cara y a su favor, con la torpeza y la candidez de su juventud, apostando por su amor tosco, burdo y sin pulir.

Almodóvar se rodea además  de Aitana Sánchez Gijón, Rossy de Palma y de la gran Julieta Serrano para dar cuerpo a un espectacular reparto de secundarias, que de alguna forma, también son protagonistas y dotan de credibilidad y fuerza a un melodrama donde el universo es femenino singular y plural.


Para quienes le acusan de demagogia, sólo remarcar que  en mi opinión, lo personal es político, y el cine de Almodóvar, lo fue siempre, mucho antes de abordar la ley de la memoria histórica, porque no hay nada neutro en conforme los personajes, viven, aman, se relacionan, piensan y sienten y porque en todo acto u omisión, hay una porción aunque sea mínima de ideología, una decisión y un posicionamiento personal y por extensión político, seamos conscientes o no.


El cine de Almodóvar es así:  intenso, extremo, repleto de aristas y de fisuras, quien quiera ver algo comedido y políticamente correcto, puede buscar en otra parte.

Buen fin de semana

Troyana



viernes, 12 de noviembre de 2021

Last Night in Soho - Cuidado con lo que sueñas

Eloise sueña, sueña despierta, y sus sueños se pueden hacer realidad...y así es la protagonista de esta historia, una criatura inocente de Cornualles, a la que le dicen que Londres puede comérsela viva. Pero como personaje principal de un cuento siniestro, ella no se lo cree, piensa que la bondad existe, que Londres es su Oz, pero es en la gran ciudad donde va a descubrir la moraleja de la fabula que protagoniza.

El mundo del director Edgar Wright siempre se ha caracterizado por un universo muy personal, lleno de planos cercanos al tebeo, un ritmo trepidante, una banda sonora genial y un humor muy personal y británico, en ejercicios de escapismo realmente brillantes y originales, con los que el público más aficionado al entretenimiento puede sentirse llamado. Ya fueran adaptaciones, o material original, desde la Trilogía del Cornetto (de la que hablé aquí) hasta las reciente Baby Driver, pasando por Scott Pilgrim, todas tienen un toque suyo muy particular.

En este film, que Wrigth coescribe junto a Krysty Wilson-Cairns (1917, Penny Dreadful), su sello personal está claro, pero se aleja de sus protagonistas masculinos, para dar voz a una historia que se mueve entre el viaje de una joven hacia la madurez, y un claro homenaje al terror de los años 60 y 70, con toques hasta góticos, y algún momento de humor muy suyo.

Eloise, interpretada estupendamente por Thomasin McKenzie (Jojo Rabbit), es una joven solitaria e inocente, muy diferente a las chicas de su edad, que vive en un mundo de fantasías. Cuando se va a Londres a estudiar en una escuela de moda (su gran sueño), tendrá que lidiar con un ambiente agresivo, donde no hay nadie que la ayude o quiera. Dejar a su abuela, es un duro golpe, y todo parece que se soluciona cuando encuentra un pequeño apartamento en el Soho...todo parece ideal si no fuera porque desde que pone sus pies en el barrio londinense (epicentro de la marcha de los 60), empieza a notar la presencia de Sandie (Anya Taylor-Joy), una joven que vivió en la época maravillosa con la que ella sueña, y la hará "viajar en el tiempo".

Ambas chicas son perfectas en sus roles. Aunque Anya parece estar ahora en todos lados, no es ése el motivo, creo yo, por el que sale aquí. Es que una vez más, es simplemente una actriz totalmente apta para el personaje, y es raro no sentir fascinación por Sandie, como Eloise tiene. Así pues con un par de actrices jóvenes y potentes, quizá de lo mejor de su generación con quizá Florence Pough o Hailee Steinfeld, la película acierta con un elenco formado por Matt Smith y Michael Ajao, o los inolvidables actores de la época a la que homenajea la película: Diana Rigg (icono de los 60 con su personaje de Los Vengadores) o Terence Stamp (el "coleccionista" de pesadilla de la adaptación de la novela de John Fowles).

El guion, que juega también con nuestros prejuicios previos con el elenco (no digo más para no estropear estos momentos), y con algún cameo inesperado, va adentrándonos en una trama que comienza como un cuento de hadas, hasta una historia descarnada y siniestra, fabula de la realidad que puede vivir una mujer joven cuando quiere triunfar en una ciudad grande, y en este retorcido viaje a la locura, ya no se sabe diferenciar entre lo que es fantasía y la cruda realidad. Todo es prácticamente perfecto hasta que llegas al final, donde quizá se flojea algo, porque es difícil concluir claramente cuáles son las intenciones de esta historia, donde casi todo el mundo puede ser héroe y villano a la vez.

Para los fans de la capital británica, el Londres de Last Night in Soho es cuidado y real...al menos en su versión contemporánea. En su versión de los 60 es simplemente perfecto e ideal, con ese cuidado estético que ponen los técnicos del Reino Unido cuando quieren recrear el pasado. Las tomas de la ciudad son un mundo elegante y glamuroso, donde podrías haber visto a James Bond no sólo en los carteles de cine, si no también caminar por las calles.

No quiero contar más porque realmente no quiero estropearos las sorpresas, pero es una película que merece muchísimo la pena: un terror al estilo de la época que homenajea (el cine británico de los 60, o incluso el cine de terror italiano, estadounidense o británico de los 70), con cariño y conciencia, homenajes al momento y una banda sonora simplemente perfecta.

Last Night in Soho se puede considerar como un viaje, un trayecto al pasado, una fábula sobre la maduración y acerca de crecer, y contemplar el futuro, envuelta envuelta en una película excelentemente dirigida y cuidada, con detalle y cariño.

Carmen

viernes, 5 de noviembre de 2021

Prisioneros

 


(Denis Villeneuve, 2013)

¿Te apetece ver una película dura y desagradable? Aquí tienes una. Nada más comenzar a leer cualquier sinopsis, te das de bruces con lo crudo del argumento: el secuestro de dos niñas de seis años; el horror y la desesperación de sus familias; verdaderas atrocidades.

A mí la sinopsis me habría echado para atrás inmediatamente, porque lo tremebundo del planteamiento me habría hecho pensar en algo vulgar, efectista y gore. Si la sinopsis hubiera sido mi única referencia, jamás habría visto Prisioneros y jamás me habría gustado, porque, como he escrito otras veces, a mí Prisioneros me gusta contra todo pronóstico y contra mi propio historial cinéfilo. ¿Por qué? Porque en principio no me van nada esas historias retorcidas y rarunas, al estilo de Seven, peli que detesto. Precisamente, lo que menos me gusta de Prisioneros es ese personaje de malo malísimo taimado que obra el mal por el mal. Otros críticos destacan esa interpretación del mal y a mí, como me pasa siempre, no me acaba de convencer: en Prisioneros, como en todas las pelis que lo incluyen, resulta tontorrón y pretencioso, pero aquí excepcionalmente funciona un poco, quizás porque el relato se resuelve en un tono cruel y descarnado, nada lacrimógeno, nada piadoso, ni siquiera para con los débiles. Y se mantiene. Y resulta novedoso, porque huye del susto y de la sorpresa y lo trata todo con un atrevimiento formal que supera lo típico hollywoodense y un ritmo lento, pero tenso.

Villeneuve domina las convenciones del género, pero no se priva de darle su toque personal y se le agracede la audacia.

De este thriller oscuro, asfixiante y contundente, de dos horas y media de duración que no pesan en absoluto, dice Claudia Puig, del USA Today, que es una película de realismo macabro y puedo estar bastante de acuerdo, sobre todo con lo de macabro; no tanto con lo de realismo, pues alguna escenita tontea con lo fantástico y es precisamente lo peor logrado del film entero.

Lo primero que hay que destacar de Prisioneros es su ambientación. El responsable de la fotografía, Roger Deakins, que también trabajó en No es país para viejos y Skyfall, obtuvo una nominación a los Oscar. No ganó, pero lo habría merecido, porque mérito de la fotografía, de sus amarillos sucios y grises, es la peculiar atmósfera sombría y glacial y la tremenda impresión que produce esa América profunda inhóspita, fría, reflejo de las almas turbulentas de sus pobladores. Prisioneros se desarrolla en un no-lugar típicamente americano que no apetece nada visitar; más bien te da ganas de salir huyendo. Es la América criminal que vio nacer al asesino en serie, la patria de los demonios americanos de la venganza y la justicia rifle en mano. Esa moral americana está vista aquí por un canadiense de Quebec con un pelín de complejo de superioridad, pero cinematográficamente no resulta odioso, quizás porque en Europa complejo de superioridad también nos sobra.

Yo, que soy una loca de las localizaciones de las pelis, en este caso ni siquiera tengo claro dónde se supone que se desarrolla la ficción. Pensaba, no sé por qué, que era en algún lugar de Pensilvania, pero luego he leído en alguna crítica que se trata de las afueras de Boston. Sea como sea, no está de más nombrar Boston, porque al hablar de Prisioneros mucha gente cita Mystic River, con el mismo Boston durito y desagradable.

Están genial los actores, sobre todo Hugh Jackman y Paul Dano, y especialmente bien está Jake Gyllenhaal. Tampoco están mal Maria Bello y Viola Davis, aunque sus funciones son muy secundarias: el peso de la acción recae en los personajes masculinos, que son un verdadero regalo para los actores. Las actrices, en cambio, no tienen manera de lucirse.

Al hilo de Boston hablábamos de Mystic River y al hilo de Jake Gyllenhaal, que borda su papel, tenemos que hablar (como hace la mayoría de la crítica) de Zodiac, pues estos dos personajes, el de Prisioneros y el que Gyllenhaal hacía en Zodiac, tienen bastante en común: los dos son antihéroes, bastante pardillos y un poco pringaos, obsesionados con unos hechos criminales y una investigación. Aquí, en Prisioneros, Gyllenhaal es un poli anodino que no parece muy espabilado, con unos tics nerviosos desesperantes, que hace muchas cosas mal y no inspira confianza. Pero, como no hay nadie mejor, como todos los demás personajes están devastados por la tragedia, pues no queda más remedio que confiar un poco en él y rezar para que acabe resolviendo el caso.

La resolución o, mejor dicho, el final del film es espléndido. El saber rematar adecuadamente las películas es algo que personalmente valoro mucho y este remate, como os digo, me complace: es contenido, evocador, da una chispita de esperanza, pero solo una chispita que se apaga bruscamente. Nada de explosiones de optimismo. Para eso se necesitaría otra película, no esta.

 

Noemí Pastor