viernes, 18 de diciembre de 2020

Eso es para viejos

Hoy, como en otros momentos, os traigo un tema que surgió en una conversación. La semana pasada hablé con dos grupos diferentes de amigos sobre las actuales plataformas que tenemos para tener cine y series en nuestros hogares; al igual que en un caso anterior cuando hice una lista de ventajas y defectos, salió la siguiente frase: "¿sabes que Prime Video/Filmin tiene muchas películas para viejos?"

Con esa frase, se puede denominar a cualquier film más allá de los más populares de los años 80, (aunque estos también están quedando antiguos para algunos). Nos referimos a cualquier película de más de 30 años, pero especialmente a aquellas que van desde los años 70 para abajo, muchas en blanco y negro, que mucha gente de menos de treinta años parece negarse a ver.


Uno, Dos, Tres de Billy Wilder

Independientemente de la orientación de la plataforma y sus “arriesgadas” decisiones para llenar el catálogo (estos días vemos un avance aplastante de los telefilmes de Navidad), hay una especie de consenso sorpresa en el caso de Prime y Filmin, que acumulan títulos de los años 30, 40, 50 o 60. Ambas plataformas pueden llegar a ser desechadas por algunos que creen que ver algo así es formar parte del público de las "pelis del oeste de 13 Televisión", que parece especialmente orientada para jubilados.


Este prejuicio, llevado incluso con un orgullo casi soberbio, hace que mucha gente desconozca joyas escondidas, y luego se sorprenda cuando de casualidad ven algunas en Días de Cine Clásico de La 2.


Caravana de Mujeres de William A. Wellman

¿Es esto una manía a lo antiguo, a lo que está en blanco y negro, a ritmos diferentes a los films actuales? En los últimos años, la falta de ideas de Hollywood (principal exportador de cine, no lo neguemos), la sobrexplotación de géneros (superhéroes, videojuegos y juguetes, sagas adolescentes), las decisiones comerciales (estudios de mercado sospechosos) y la falta de valentía a la hora de hacer propuestas originales (muertas desde hace años o trasladadas a la televisión), nos han llevado a un vacío y una repetición constante de modelos. Si a eso le unimos, una generación (que se acerca ya a los 40 años), que fue alimentada con films de dibujos en su infancia, o películas especialmente orientadas su franaja de edad (fórmulas de Disney/Nickelodeon), en la que no se les mostraba riesgo y se les decía todo el timpo “esto es los que os debe gustar”, empiezo a entender que ver algo más allá, puede considerarse extraño, y hasta “snob”.


Sinceramente,esto me hace pensar en una serie de motivos pero la principal, es que nos falta “cultura” cinéfila.


Excalibur de John Boorman

El cine, considerado el séptimo arte, sufre un deterioro similar al de las demás artes en nuestra civilización posmoderna. La educación en esta rama es cada día más ligera y descuidada, obsesionados como estamos en un modelo didáctico demasiado especializado y centrado  en la adquisición de habilidades concretas, con pleno desprecio por otras más genéricas, que permitan un pensamiento más diverso e imaginativo (justo lo que se dice que se quiere, pero se consigue lo contrario). Si la filosofía, la literatura, la música, o la pintura son cada vez más minimizadas (y otras ramas más científicas), es muy difícil que los niños y jóvenes tengan los conocimientos y ejemplos necesarios para poder atraverse a andar por sendas inexploradas.


Es aquí donde el papel de los padres/tutores es importante si queremos que tengan una cultura cinematográfica. Al igual que con la lectura, si los mayores de la casa no suelen leer (en este caso, ver películas de todo tipo), no hay ejemplo, y a no ser que sea uno de generación espontánea (como Marty McFly en Regreso al Futuro), es dudoso que vayan a atreverse a estos retos.


Arsénico por Compasión de Frank Capra

Así, que en un mundo con plataformas de cine, bibliotecas e incluso cadenas que rellenan sus programación con películas “antiguas”, estamos en un momento ideal para empezar a sorprendernos, a ver cosas desconocidas. Como toda obra, habrá cosas obsoletas, pero también se descubrirán elementos inmortales, atemporales e incluso más modernos de lo que creeríamos para un film tan “viejo”. Y lo mejor, es que se empezará a conocer un tipo de films cuyo lenguaje es más sutil de lo que pensamos, y a medida que se vean más, esto "delicadeza" será mayor.


Démosle oportunidad al momento. Veamos películas antiguas (muchas recomendadas en este blog). Si no gusta, siempre podemos pulsar el botón de STOP. Y si tenemos niños o jóvenes con nosotros, sentémonos alejados de móviles y tabletas a ver una película a la antigua usanza. Es el momento de ver algo nuevo, aunque haya que viajar al pasado.


Y con esto me despido, ¡que tengáis una Feliz Navidad y un mejor 2021! Que todo lo bueno llega.


Carmen R.


Nota: los vídeos son de películas clásicas que en mi casa se vieron siempre. Gracias, papá y mamá.

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El expreso de Shangai

 

Sabía que esta semana me tocaba reseña en Zinefilaz y no tenía nada pensado ni preparado. “Iré al cine”, pensé. Y sí, fui, pero Volver a empezar, una peli irlandesa de pobres, no me daba tema para una entrada en este blog. Para el mío sí, pero es que yo despacho cualquier cosa con 150 palabras y este es un blog serio. Así que entré en pánico y rebusqué entre mis pelis clásicas si había algo sugerente. Me llamó la atención el título de El expreso de Shangai. ¿Había visto yo esta película?¿Era esa?¿ O quizás 55 días en Pekín? Alguna de actriz guapa y chinos había visto allá por la prehistoria, pero no recordaba nada. Así que me dispuse a verla porque creo sinceramente que no la había visto nunca.

Desde luego, lo único que tiene que ver con 55 días en Pekín es que la acción transcurre en China y en época de guerra. Bueno, y que hay una súper estrella: Marlene Dietrich y Ava Gardner, que no solo son guapas, son mujeres con una fuerza especial. Más de treinta años separan las dos películas.

Las pieles serán poco ecológicas, pero
sofisticadas...

El expreso de Shangai se estrenó en 1932, en plena Gran Depresión, y su director es Josef Von Stenberg. Me he enterado por Wikipedia, que tanto contribuye a mi cultura, que es una película “pre-code” que es un término que incluye a las películas realizadas entre el inicio del cine sonoro y la aplicación del código Hays en 1934. Este código marcaba unas normas de censura, qué temas se podían tratar y cuáles no y en qué términos. Quizás no habría podido rodarse a partir del 34, con esta mujer fatal tan fatal que es Marlene Dietrich en esta historia sin que siquiera reciba su merecido por ser tan fresca.

Josef Von Stenberg nació en Viena y tuvo una infancia de cuento de Dickens. Bastante joven comenzó a trabajar limpiando y reparando rollos de película. De ahí paso a aprendiz de montador y como era muy listo pronto trabajó de editor. En el año 1925 realizó su primera película y el éxito le llegó cuando eligió a Marlene Dietrich para El ángel azul. El personaje enigmático y seductor tuvo gran éxito y llevo a una estrecha colaboración entre el director y la actriz que hicieron juntos siete películas:  El ángel azul, Marruecos, Fatalidad, El expreso de Shangai, La Venus rubia, Capricho imperial y El diablo era mujer.

Ese fumar tan elegante

Marlene Dietrich nació en Alemania en 1901 y desde joven tuvo claro que quería ser actriz. Trabajó en teatro, parece que en algún pequeño papel en el cine y en espectáculos de cabaret. Así se le daba luego tan bien hacer de mujer fatal. La fama le llegó con El ángel azul y se consolidó con las otras películas que hizo con Stenberg. Está claro que eran películas “pre-cod” porque sus papeles iban de cabaretera que arrastra a los hombres a la perdición (El ángel azul), a famosa aventurera (El expreso de Shangai) o a seductora de hombres (El diablo era mujer). Claro, esto conllevó numerosos escándalos y El ángel azul fue prohibida en la Alemania nazi; Marruecos causó mucho revuelo porque la protagonista, vestida de frac, besaba a una mujer, y el gobierno español de la II República elevó una protesta por El diablo era mujer (el personaje era una mujer española, con lo recatadas que eran).

En cuanto nos quitemos las mascarillas,
lanzaré un movimiento de recuperación del
sombrero con velo.


La historia de El expreso de Shangai nos muestra a un grupo de personajes de distintas nacionalidades que coinciden en un tren rumbo a Shangai en una época crítica: hay tropas rebeldes que pueden acechar al tren (los malos son los seguidores de Mao). Marlene Dietrich interpreta a Shangai Lilly, una hermosa aventurera sin escrúpulos. La cosa se complica cuando coincide en el tren con el capitán Harvey (Clive Brook), un antiguo amor con el que rompió por un malentendido. ¿Podrá él perdonarle su casquivanez? También viajan en el expreso una enigmática cortesana china, una señora que tiene una pensión en Shangai, un pastor escandalizado por ir en un tren repleto de pilinguis, un señor que siempre apuesta y un hombre misterioso (medio chino, medio europeo) que resultará ser un rebelde malísimo.

Escena de acción con Clive Brook

Si no la habéis visto, tiempo habéis tenido, así que no vale quejarse de spoilers. Todo termina bien, Marlene en realidad es súper buena persona (hasta el pastor se da cuenta), está dispuesta a sacrificarse por salvar a su amor, pero la cortesana china resuelve el problema por la vía de la daga milenaria. Marlene está impresionante, fumando y mirando por encima del hombro a todo bicho viviente, con esas cejas contrarias a la naturaleza humana y esos sombreros con velo que tanto ayudan a parecer enigmática. Dice frases tan estupendas como “No estoy casada. Necesité más de un hombre para cambiar mi nombre por el de Shangai Lilly”. No imagino la situación para decir esta frase en mi vida, sobre todo porque nadie me llama Shangai Lilly, pero, después de “Si me necesitas, silba. Ya sabes cómo se hace. Se juntan los labios y se sopla”, es de lo que más me gustaría contestar alguna vez. Creo que de vez en cuando merece la pena echar la vista atrás y recuperar una de esas joyitas del cine clásico.

 

 

 

 

viernes, 4 de diciembre de 2020

Vascos luciendo boina en el oeste ("El desfiladero de la muerte", 1959)

Hace tiempo,  en aquellos años en que no había tanto comercio on line, y para ver pelis interesantes fuera de los aburridos circuitos comerciales habituales, o para poder degustar pelis viejas, había que recurrir a descargas por la mula y similares. Así adquirí películas conocidas, no tan conocidas y otras joyitas ignotas. Entre ellas estaba, no en la última categoría precisamente, “el desfiladero de la muerte”, aunque en la descarga poseía el subtítulo “la de los vascos”. 

Jacques Bergerac lanzando piedras a los indios.

Y es que esta es una película del oeste donde los pioneros son unos vascofranceses decimonónicos cuya obsesiva idea es llegar a California para enriquecer el valle de Napa a base de variedad de vino que, por lógica, aunque la peli no lo dice, debe de ser vino de Irulegi (d.o.p.)Los gabachos le dicen “Irouleguy”. Por cierto, volvemos a encontrarnos con esa manía tan española de cambiar el título de la cinta que se llama "thunder in the sun" (Trueno en el sol) por "el desfiladero de la muerte", sí, suena más a cine de vaqueros, pero no explica por qué en el tema principal hay un coro de voces varoniles cantando al trueno en el sol acompañado de silbos y tamboriles a la manera vasca.

 

   

Sinopsis al son del txistu:

La historia es bastante recurrente y simple: Unos emigrantes vascos de la zona de Francia -porque de todos es conocido que la côte basque llega hasta Hendaia y para los franceses, y para los americanos influidos por estos, el resto ya no lo es- llegan a los EEUU con intención de atravesar el salvaje oeste para llegar a la cálida California y allí cultivar la vid. Para ello, contratan a un rudo guía de la frontera. El rudo explorador, que es un gañán acosador, se prenda de joven vasca que viaja en la caravana. Como es una del oeste, los indios pretenden atacar en el desfiladero, pero los vascos se anticipan atacándolos antes desde lo alto de la montaña. Hay lucha, tiros, saltos imposibles, héroes que mueren y, por supuesto, la victoria, para terminar en la tierra soñada.


Frontón en las praderas ¿Sin paredes?


Los falsos nombres de muchos artistas

La peli la protagonizan dos actores que se conocían desde críos porque ambos acudieron al mismo colegio de su barrio neoyorquino, que era Brooklyn.  Susan Hayward, que hace de Gabrielle, la chica vasca, fue una gran actriz que se llevó un óscar por hacer de condenada a muerte mediante cámara de gas en aquella peli llamada “quiero vivir”. Jeff Chandler, por su parte, que hace de Lon Bennett, el explorador que cree que puede acosar a cualquier cosa que lleve faldas, fue el célebreguerrero indio Cochise en “flecha rota”.


Susan Hayward con rosario y mantilla

Ni Susan Hayward ni Jeff Chandler se llamaban así. Ambos usaban seudónimos. En el caso de Chandler era normal. A pesar de que la industria del cine era movida por infinidad de judíos, pocos actores protagonistas de los años cuarenta y cincuenta solían lucir sus apellidos semitas. El bueno de Chandler se llamaba Ira Grossel así que se cambió el nombre para difuminar su origen. Susan Hayward se llamaba Edythe Marrenner y era un pelín inglesa, otro pelín irlandesa y otro pelín sueca.  

Jeff Chandler con el traje folklórico del oeste.

La pobre Susan Hayward, como la conocemos, participó en un rodaje maldito “El conquistador de Mongolia”, una cinta del excéntrico magnate Howard Hughes, que no solo fue maldita porque se considerara una de las peores pelis rodadas jamás, y es que hay que tener valor de ver a John Wayne como Gengis Khan. La maldición de la peli es que más del 40% de las personas que trabajaron en aquella cinta acabaron desarrollando un cáncer. Se dice que el rodaje en el desierto de Utah, lugar donde se hacían ensayos militares radioactivos fue el desencadenante de las muertes por diversas neoplasias. Nosotras sólo conocemos a los actores que sufrieron estas secuelas como John Wayne, Agnes Moorehead o la propia Hayward. Pedro Armendáriz fue más tajante ya que, cuando supo el diagnóstico de lo que padecía, se descerrajó un tiro en la cabeza.

Pioneros txapeldunes

Volviendo a los actores que salen en la peli aún había uno vasco de verdad, un labortano llamado Jacques Bergerac. Jacques llegó al cine porque un día conoció a Ginger Rogers que se hallaba veraneando en Francia,  así que este estudiante de derecho acabó ennoviándose con la famosa actriz estadounidense 16 años mayor. De chiripa y por boda, Bergerac, que iba para abogado, acabó haciendo alguna cosilla para el cine y cuando se cansó de la vida en Hollywood, se volvió a su costa vasca hasta el fin de sus días. Su hermano Michel prefirió no apartarse de sus estudios y acabó siendo presidente de la casa de potingues y ungüentos Revlon .

Jacques Bergerac (izda.) y Fortunio Bonanova (dcha) con la boina bien puesta.

Aparte de Jacques el resto de los “vizcaínos fingidos” eran  de diversos lugares. Blanche Yurka(Louise) era una norteamericana de raíces húngaras. Carl Esmond, que lleva el rol de André, se llamaba en realidad Willy Eichberger y era austríaco. Llegó a EEUU hacia los años 30 y decidió cambiar su definitorio apellido germánico porque el horno no estaba para bollos.  Y para terminar, rizando el rizo, el papel de Ferdinand, el viejo soldado napoleónico,  lo llevaba a cabo Fortunio Bonanova, que tampoco se llamaba así. El bueno de Fortunio, barítono lírico de toda la vida, fue bautizado como Josep Lluís Moll y era mallorquín. Allá por los años 20 la música lo llevó a Hollywood donde acabó actuando y en el año 1934 volvió para ses illes, hasta que por causas de la guerra civil decidió trasladarse para siempre a los EEUU.


Viejas tradiciones en el nuevo mundo:

La peli no es nada del otro mundo, lo que pasa es que aquí se ve con cierto interés porque choca ver la imagen, distorsionada, por supuesto, que tenían (Y tienen) los norteamericanos de lo que era aquél pueblo vasco que emigraba al oeste. Y bien cierto es esta emigración porque hay numerosas asociaciones de descendientes de vascos en todo el medio oeste (Idaho, Wyoming, Nevada y California) No faltan  las boinas sobre las cabezas de estos vascos del oeste. No olvidemos que los franceses a la boina la llaman “béret de basque”. Lo primero que nos choca es que creen que los irrintzis (Gritos agudos que se usan de manera festiva y que antiguamente quizá si se usaban como aviso pastoril desde lo alto de la montaña) es una especie de lenguaje completo, cosa absurda, claro.

 

Carl Esmond el vasco del Tirol.

Jeff Chandler descubre a Susan Hayward en la fiesta del fin de la jornada ¡Bailando algo parecido al flamenco! Taconeos, cimbreos de cintura, palmas y florituras con las manos.  Curioso, cuando menos. Los vascos de esta peli hablan de sus costumbres como esa de casarse jóvenes, cosa que no puede ser más falsa. Si hay una cosa que caracteriza a los vascos como parte de los pueblos pirenaicos es que estos, los pueblos de esta cordillera, solían casarse habitualmente en la treintena para controlar la natalidad, y es que, cuanto más tarde te casas, menos hijos engendras. Poco parece que hayan leído a Pierre Bourdieu en esa excelente obrallamada “el baile de los solteros” donde explica este fenómeno de la abundancia de bodas tardías que se da en los Pirineos.


Atravesando el desierto.


Hay, entre las extrañas costumbres de estos pioneros del oeste, una que es, además de falsa, una excusa para poder hacerla servir más adelante en la trama y es la tontería de llevar ascuas encendidas  a modo de incensarios. Esta y el absurdo afán de llevar muebles y bultos poco necesarios en los carromatos sirve para enfrentar al gañán norteamericano con los aldeanos del viejo mundo. La argucia final es, oh nuevo país, dejarse de tradiciones arcaicas y fundirse con el país joven y el paisanaje anglosajón. A los indios, que llevaban allí toda la vida, que les den. ¡Y que les den con una xistera! Una xistera es una cesta de las de usar en el frontón, de esas que lanzan las pelotas contra el frontis a una velocidad endiablada. 

Arsa y olé, Susan Hayward a punto de bailar un aurresku.

Claro, porque, a falta de armas, una pedrada lanzada con la cesta de remonte es mano de santo.  Hay que tener en cuenta que una de las cosas por las que se conoce a los vascos desde hace siglos es por el juego de pelota, y especialmente, en Estados Unidos. No en vano las cestas de remonte se han usado en el cine, aparte de en esta peli, en otras como Tron o el Sustituto, que recurrentemente nos endilgan por la tele ¡Hasta Montgomery Burns de los Simpsons sale pegando saltos en un frontón!

La hembra debe rendirse al macho porque es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecino el alcalde, por eso la lleva en brazos.

Para ir finalizando, porque la historia me está quedando más antropológica que cinematográfica, señalar que esta cinta vuelve a incidir, con un descaro absoluto que hoy día sería intolerable, en que las mujeres somos objetos codiciados y que cualquier gañán puede convertirse en un acosador sin sonrojo. Al menos, el personaje de Susan Hayward aplica un rodillazo bien dado a los testículos del personaje machirulo y perdonavidas que interpreta Jeff Chandler. Pero, claro, al final, porque las pelis de los 50 están para adoctrinar, ella, como no puede ser de otra manera ¿O sí? cae rendidita a sus pies y está deseando que él la asalte. ¡Sí, venga! Cultura de la weinsteinización.


Txapela buruan eta ibili munduan (Con la boina en la cabeza y a pasear por el mundo): Juli Gan

viernes, 27 de noviembre de 2020

El thriller americano de los 70


Vengo hoy a Zinéfilaz, como hago de vez en cuando, a hablaros de un libro de cine sobre uno de los géneros cinematográficos que más me atraen y del que ya he tratado en entradas varias.
El libro, El thriller USA de los 70, es una recopilación de artículos de varios autores y una sola autora, Desirée de Fez, que he leído con verdadero gusto, de manera que me he molestado en haceros un resumen de lo más destacado, salpicado, por supuesto, de mis apreciaciones personales.

Los años 70 en los USA: muy fuerte todo
La década de 1970, históricamente apasionante en los Estados Unidos y  tremendamente peliculera, vino marcada por tres acontecimientos gruesísimos: el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, el caso Watergate y la guerra de Vietnam. Y estas tres cosas gordísimas, a las que estoy tentada de añadir el asesinato de Martin Luther King, sucedían mientras en las calles de las grandes ciudades la violencia y la delincuencia arrasaban con la convivencia social.
El thriller se nutrió de todo eso y de más y, en consecuencia, las temáticas se desplegaron desde el eje del crimen hacia múltiples direcciones, todas ellas profusa e inteligentemente tratadas en este libro. Como tengo que elegir, he elegido dos: la paranoia y la testosterona.

La paranoia
Ángel Sala dedica un articulito a la paranoia y las conspiraciones en los thrillers americanos de los setenta.
Según su teoría, los acontecimientos que marcaron la década trajeron consigo un nuevo cine, “lleno de energía, poder visual y genio narrativo”, pero también más crítico, que advertía de los peligros que acechaban al país con un punto de vista paranoico. Para ello se servía del pensamiento conspirativo casi siempre presente en la sociedad norteamericana.
Sala agrupa las pelis paranoicas en tres ciclos. Primero hubo uno que alertaba contra el renacimiento de viejos fascismos como el nazismo; otro trató sobre el peligro del comunismo y finalmente un tercero presentaba al gobierno americano como el enemigo que acosaba a la ciudadanía, la privaba de sus libertades e incluso intentaba su eliminación física.
En este apartado paranoico cita Salas, entre otros, los filmes Marathon Man, Harry el fuerte, Odessa, Chacal y Los niños del Brasil.

La testosterona
Ramón Freixas y Joan Bassa firman un artículo dedicado a la presencia femenina en el thiriller americano de los 70. Lo titulan muy acertadamente “Estar sin ser” y lo subtitulan un poco estereotipadamente “Duelos y quebrantos de la mujer en el thriller norteamericano de los 70”.
Me lanzo a leer el capítulo con una idea en la cabeza: estando la década de los 70 en los USA  atrapada de pleno por la segunda ola del feminismo, qué poco sale el este movimiento en su cine, ni siquiera en sus thrillers políticos. Y resulta que más o menos eso mismo dicen Freixas y Bassa en su artículo.
Dicen que los 70 en USA fueron años de redefinición de conductas e implantación de nuevos valores (feminismo, black power, activismo gay, flower power, pacifismo…) que, sin embargo, no inciden plenamente en el thriller, como sí lo hicieron, en cambio, la crisis urbana, la creciente inquietud social, la inseguridad ciudadana, la desconfianza en la clase política, el caso Nixon y la figura del policía contra el mundo.
Tras las vampiresas del cine mudo, las señoras independientes de los 30 y los 40 y las muñequitas ambiciosas y crueles del cine negro, que lograron sobrevivir hasta los 50 y los 60, en los 70 se impuso, un tanto inesperadamente o quizás como reacción, la supremacía masculina.
En los 70 el cine y las mujeres se dieron mutuamente la espalda y, en consecuencia, tenemos personajes femeninos de escasa complejidad y un incremento exponencial de la violencia, tanto en lo verbal como en lo figurativo y fetichista.
En este apartado los filmes citados son, entre otros, Klute, La noche se mueve, Chinatown y Perros de paja.

Mi selección de películas
No hace falta decir que ponerse a elegir entre tantas pelis y seleccionar unas pocas es condenadamente difícil. Así y todo, os voy a recordar algunas de las que ya he escrito aquí, Todos los hombres del presidente y Marathon Man, y voy a añadir La noche se mueve, aunque tampoco puedo resistirme a citar, cómo no, Taxi Driver.

Vigencia y transición
Acabo parafraseando al coordinador del volumen, Antonio José Navarro, cuyas afirmaciones suscribo por completo. Dice Navarro que el thriller americano de los 70, con solo tres elementos (crimen, entramado psicológico y un estilo visual que potencia la claustrofobia, la paranoia y el nihilismo) y una ausencia total de edulcorante, consiguió una vigencia que se mantiene hoy en día, quizás también porque los problemas sociales y políticos que reflejaba no han desaparecido, sino simplemente han adoptado otras formas.
Con todo, su tiempo pasó y fue sustituido por una época de mayor infantilismo y espectáculo vacío. Pero, qué demonios, así y todo, seguimos disfrutando. Y lo que disfrutaremos.

Noemí Pastor

VV.AA.:
El thriller USA de los 70
Coordinado por Antonio José Navarro
Donostia Kultura 2009

viernes, 20 de noviembre de 2020

This is us

 


"This is us" (2016- 2020) es una serie norteamericana  creada por Dan Fogelman que se centra en el devenir de la familia Pearson.

Sería una serie más si no fuera porque juega a dar frecuentes saltos en el tiempo tanto hacia atrás como hacia delante pero a diferencia de otras series, aquí nunca perdemos el hilo narrativo de los protagonistas.

Los Pearson, Rebecca (Moore) y Jack (Ventimiglia), una pareja de Pittsburgh y sus tres hijos: Kevin, Kate y Randall (conocidos como los "Tres Grandes") son el eje central de la familia, pero de igual manera que a lo largo de las 5 temporadas vemos su evolución desde el nacimiento de los tres hijos hasta su edad adulta, la historia nos conduce con asombrosa habilidad hasta la infancia de Rebeca y Jack y con la misma armoniosa coherencia nos traslada al futuro de ellos y de cada uno de sus hijos.

Nada es estridente ni complicado de seguir. La vida de cada uno de los personajes está cargada de momentos cómicos y dramáticos que también confluyen de forma natural y fluida.


Son tantos los temas que aborda de forma transversal que la serie resulta todo un compendio de la condición humana: la adopción, la paternidad, la difícil relación entre hermanos no biológicos, la adolescencia, las adicciones en la vida adulta, las crisis en las relaciones de pareja y las dificultades en la crianza de los hijos pero también todas las satisfacciones que conlleva la vida de pareja y de familia.....etc....etc...el ying y el yang como dos caras de la misma moneda, como la vida misma, que está repleta de dolor pero también de gloria, como el título de la última película de Almodovar.

Todos aquell@s que lean la reseña y sean fervientes admiradores de las terapias psicológicas y familiares, se quedarán deslumbrados del amplio abanico de aristas emocionales que la serie ofrece.

Aviso que el párrafo siguiente puede contener algún spoiler, si nadie quiere anticipos que se lo salte.

Tal como indica la wikipedia:

"  La mayoría de los episodios presentan una historia que se desarrolla en el presente (2016–2019, contemporánea con la transmisión) y una historia que se desarrolla en un momento determinado en el pasado; pero algunos episodios se establecen en un período de tiempo o utilizan múltiples períodos de tiempo de flashback. 

Los flashbacks a menudo se centran en Jack y Rebecca cerca a 1980 antes y después del nacimiento de sus bebés, o en la familia cuando los Tres Grandes son niños o adolescentes (y son interpretados por dos grupos de actores más jóvenes); estas escenas generalmente tienen lugar en Pittsburgh, donde nacen y se crían los Tres Grandes y sus padres.

 Como adultos, Kate vive en Los Ángeles, Randall y su familia están en Nueva Jersey (y luego en Filadelfia), y Kevin se muda de Los Ángeles a la ciudad de Nueva York y regresa. Varios otros períodos de tiempo y ubicaciones también han servido como escenarios, y algunos episodios se han centrado en las experiencias anteriores de otros personajes, incluidos los miembros de la familia de Randall: William, Deja y Beth.

 A partir de la segunda temporada, el programa también utiliza flashforwards para mostrar un período de tiempo posterior, cuando la hija de Randall, Tess, es una adulta y una anciana Rebecca está en su lecho de muerte."


Si queréis que os de  3 RAZONES por las cuales creo es del todo recomendable ver esta serie a mi modo de ver :


1) - Pocas veces las series han reflejado con tanta desnuda humanidad unos personajes tan honestos, tan reales, tan auténticos, con todos sus defectos y virtudes pero en el fondo en todos subyace un poso de bondad que nos reconcilia con la condición humana, nos llena de esperanza y de una dicha interior,
No es poco en los tiempos convulsos que nos toca vivir donde la incertidumbre y el miedo no siempre permiten florecer el lado más luminoso y esperanzador que todos llevamos dentro.



2) Esa combinación de saltos en el tiempo, de forma tan armoniosa, que nos hace ver que al final de cuentas, somos muy parecidos, incluso en contextos y épocas diferentes.



3)El elenco de actrices y actores, todos en estado de gracia, tod@s, sin excepción, tanto los principales como los secundarios.

Os invito a que le deis una oportunidad ,a quienes no la hayáis visto.
A l@s que lo habéis visto, invitaros a que dejéis algún comentario comentando por ejemplo con quien os identificáis más.



Si queréis saber mi personaje favorito, os diré que me gustan tod@s pero de tod@s tengo una especial debilidad por el padre, Jack, porque para mí es un hombre honesto, que consigue sacar lo mejor de sí mismo y convertirse en un padre arquetipo totalmente contrario al padre que tuvo. Un ejemplo vivo de RESILIENCIA en estado puro.¿ y el tuyo?¿cuál es tu favorito?

Ya me contaréis,
buen fin de semana cinéfil@s,
Troyana



martes, 17 de noviembre de 2020

Mandaloriano e Hijo

Aunque no seas fan de La Guerra de las Galaxias, o Star Wars como se conoce desde hace años, es muy probable que en algún momento te hayas topado con un Yoda bebé, ya sabes, una versión infantil de aquel sabio maestro que le hablaba a Luke Skywalker de "extraña" manera. Y es bastante posible que tu curiosidad se haya despertado, al ver que "el niño" y a su guardián, un señor con casco que jamás se lo quita.

Admito que nunca he sido una fan de este universo que creó George Lucas, pero desde que llegó The Mandalorian o El Mandaloriano, estoy totalmente enganchada a sus aventuras. Porque una de las grandes ventajas de esta serie, es que no necesitas saber nada de Star Wars, de los Sith, los clones, o el culebrón familiar de los Skywalker, para meterte en la misma, y si lo conoces, pues vas a disfrutar con un visionado con lectura extra.

El Mandaloriano es un western donde las praderas se sustituyen por galaxias lejanas. Su protagonista es el clásico "desarraigado", un cazarrecompensas que no se casa con nadie, que vive con su propio código ("el camino del Mando"), y que lleva una vida solitaria hasta que a sus manos llega "el niño", un pequeño que apenas anda, habla, pero eso sí, que come todo lo que puede, pues es prácticamente un bebé muy pequeñín e inocente.

Tras un dilema moral evidente, nuestro protagonista tiene corazón, como iremos viendo a lo largo de los capítulos, y el hueco que el pequeño cubre en su alma, será el tema principal de la serie y la fuerza de la misma. Es muy similar en ese aspecto al conocido manga El Lobo Solitario y su Cachorro, donde un solitario asesino debe proteger a un crio desvalido en un mundo cruel.

La historia sigue un ciclo de aventuras clásicas, y veremos que Mando, el protagonista, irá haciendo amistades y alianzas, y también enemigos, creciendo como personaje, a la par que nos deleita con escenas de acción muy espectaculares y efectivas, que son un regalo para los ojos en un medio como el televisivo.

Los capítulos rondan entre los 30 minutos y la hora, y en general, al ser temporadas de 8 capítulos, no suele haber apenas relleno, y si lo parece, al final siempre encuentra una justificación.

Mando, al que apenas vemos su rostro, y oímos  bastante poco (es parco en palabras), está interpretado por Pedro Pascal, que muestra su buen hacer y profesionalidad en pantalla (aunque seguramente en alguna escena está sustituido por un doble). Junto a él, el equipo técnico que crea al "niño" tiene también su mérito, y el resto del elenco está lleno de nombres importantes como Werner Herzog o Giancarlo Esposito, rostros de Star Wars como el del veterano Carl Weathers, y buenos actores o maestros de la acción como Gina Carano o Taika Waititi, y cameos de calidad como el de Timothy Olyphant o Katee Sackhoff, entre otros muchos.

Detrás de las cámaras, también hay buenos nombres, pero lo principal, es su creador y guionista, el actor, director y polifacético Jon Favreau, que ha tomado mucho control de una historia de un universo en el que el público general creía que ya lo había visto todo. Y aunque El Mandaloriano no deja de ser una serie del oeste donde vemos los bandidos, los pueblos amenazados, los salvajes o los malvados, como tantas veces, está tan bien llevada como historia de aventuras clásicas, con humor y valores de antaño, que no podemos dejar de recomendarla.

Rodada en un estudio con una técnica de escenarios LED que da una mayor realidad y luminosidad que las famosas pantallas verdes, verdaderamente parece que estás metido en esos mundos. Y la guinda la pone una banda sonora maravillosa creada por Ludwig Göransson, que se aleja del clásico Williams, dando tal personalidad a la historia, que su tema principal será uno de esos que se quedarán para el futuro. Tampoco olvidar las imágenes de los storyboards, hechos con todo el cariño, que se muestran al final de cada capítulo.

Sin querer contar más, y esperando el próximo capítulo (pues Disney + ha sido muy inteligente volviendo a poner 1 sólo capítulo por semana en los estrenos, generando emoción entre el público), sólo podemos recomendarosla, si necesitais ver aventuras, con buenos y malos, humor, amistad, detalles y volver a los ocho años, aquí la tenéis. Es una rara avis, que nos ha hecho recuperar la ilusión en que todavía se pueden hacer productos de entretenimiento así.


Carmen R

viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Qué os había hecho Rebeca?

Peliculón

Leí en redes que en Netflix se podía ver un remake de Rebeca, al cual, por cierto, todo el mundo ponía a caldo. En estos tiempos de cuasi confinamiento en los que tenemos menos vida social que un cangrejo ermitaño, caí en la tentación de verla. Ya, ya sé. Yo me lo busqué, si me pongo a ver cosas malas, ¿por qué me quejo si no me gustan? Tengo que reconocer que me dormí un rato, a lo mejor en el fragmento excelente de la película, pero en lo que estuve despierta me pareció un rollo. Desde que la vi he estado reflexionando sobre los remakes. ¿Qué hay detrás de la decisión de volver a hacer una película? He mirado en internet páginas que hablan de los mejores remakes de la historia y de películas que superaron a la original. Suelen coincidir bastante.
Peliculorria

En algunos casos se ve claro el motivo: la primera era mala, pero tenía algo que otro director creía que podía mejorar. Un ejemplo de esto sería Ocean’s eleven. La primera versión (que no he visto) estaba dirigida por Levis Milestone y protagonizada por Frank Sinatra, Sammy Davis y Dean Martin entre otros, pero según las críticas no pasaba de ser una comedia normalita. Lo de elegir a un grupo de actores famosos y rodar una peli de atracos en un ambiente de lujo parece una apuesta segura, o eso le pareció a Steven Soderbergh cuando decidió rodar su versión. Hizo una buena película con mucho éxito de taquilla, que trajo tropecientas secuelas ya no tan afortunadas. En mi investigación sobre el mundo remake, he visto que un género que cuenta con muchas dobles versiones es el terror: La cosa, La mosca, La invasión de los ladrones de cuerpos… La verdad es que no puedo opinar, el terror es un género que no me gusta nada (creo que viene del miedo que pasaba de pequeña cuando veía una película de esas, tardaba semanas en olvidarla). En cualquier caso, puedo imaginar que los años permitan mejorar efectos especiales que aporten elementos de interés en las nuevas versiones.
La mosca, mucho más asquerosa
que la anterior

Un caso similar son las grandes historias bíblicas, tipo Los diez mandamientos o Ben-Hur. En el caso de Los diez mandamientos, las dos versiones las dirigió Cecil B. Demille y supongo que en la segunda contó con mucho más presupuesto y pudo contratar miles de extras y hacer una cosa muy lucida. En el caso de Ben-Hur, la primera era de cine mudo y, claro, la conversación siempre mejora las historias. Por cierto, lo que me gustaban las pelis bíblicas/de romanos de pequeña y lo aburridas que me parecen ahora. También hay películas que son buenas en sus dos versiones. A mí esto ya me extraña. Si la primera es muy buena ¿a qué te metes a enredar? ¿Os imagináis decir “voy a reescribir Hamlet, le voy a dar un aire más actual”? Esas cosas a veces se hacen en teatro u ópera, sin tocar el texto, vistiendo a los protagonistas de gallina o colgándolos de un andamio.
Ben-Hur con sonido cuádriga
gana una barbaridad

A mi modo de ver, esos experimentos no suelen mejorar gran cosa el producto, pero para gustos los colores. De todas formas, me parece muy meritorio meterse en ese jardín y salir bien parado. A lo mejor hay que ser Billy Wilder para hacer Primera plana y no quedar por debajo de Luna nueva de Howard Hawks. También me parece un digno remake El cartero siempre llama dos veces de Bob Rafelson, con lo alto que estaba el listón de la de Tay Garnett. En cualquier caso, me sorprende querer repetir algo que ha salido bien, hay muchas posibilidades de fracaso. Quizás son directores que están fascinados con una obra que les gustaría haber dirigido y deciden probar suerte. Y vamos con Rebeca, del maestro Hitchcock (él mismo hizo un remake de su propia obra El hombre que sabía demasiado, pero eso es distinto). Ay, Ben Weathley, el día que decidiste dirigir una nueva versión de Rebeca más te valía haberte roto una pierna. Lo digo por ti, no te creas, que las críticas te van a doler más que una fractura. Rebeca fue la primera película que Hitchock rodó en Estados Unidos.
Primera plana.
Buena la primera y buena la segunda

En principio había ido con la idea de rodar una película sobre el hundimiento del Titanic, pero el proyecto se abandonó y junto con el productor David O’Selznick emprendieron el proyecto de llevar al cine la novela de Daphne du Maurier. No debió de ser un proyecto fácil: el productor y el director tenían frecuentes discusiones y formas muy distintas de entender el proyecto; el guion sufrió muchos cambios; Lawrence Olivier quería trabajar con Vivian Leigh y no con Joan Fontaine… En la primera versión del guion, Hitchcock había añadido toques de humor, que consideraba que le faltaban a la novela, y no era del todo fiel a la historia. El productor no estuvo de acuerdo e hicieron una segunda versión con la ayuda de Robert E. Sherwood. Pese a todo esto, Rebeca obtuvo ese año el Óscar a la mejor película, y hay que considerar que estaban nominadas entre otras El gran dictador o Las uvas de la ira. En las conversaciones que el director mantuvo con Truffaut no muestra especial aprecio por esta película, la encuentra pasada de moda, sin sentido del humor “femenina” de una forma peyorativa y dice textualmente “no es una película de Hitchcock”.
No sacar guapo a este hombre...

Ni siquiera el Óscar pareció alegrarle, se queja de que él nunca obtuvo uno (como mejor director) y de que ese año se lo llevó John Ford. Pero el público y la crítica adoraron Rebeca y es una película que ha envejecido bien, quizás mejor que otras del director. Pese a ser larga y en blanco y negro creo que es capaz de enganchar al espectador de hoy. Y vamos con el remake. No conocía a Ben Weathley, aunque he oído algunos comentarios elogiosos a otras de sus películas, pero ha conseguido que, contando la misma historia, con buenos actores y a todo color, el resultado sea un pestiño. No entiendo cómo un hombre que resulta tan atractivo como Armie Hammer en Call me by your name parezca una ensaimada mallorquina en Rebeca; Kristin Scott Thomas me encanta, pero no encaja como Mrs. Danvers y Lily James está muy lejos de esa imagen de fragilidad y miedo que tan bien representaba Joan Fontaine. Lo dicho, la culpa es mía por ponerme a ver algo que ya sabía que era malo, pero también un poco de Ben Weathley por meterse a repetir una película irrepetible.

viernes, 30 de octubre de 2020

Para lo que me queda en el convento...Pecata minuta (1998)

 Hará una cantidad indecente de años, en unas jornadas de cine vasco, probablemente en el Zinemaldia donostiarra, no recuerdo bien, Ramón Barea presentó su primera película como director de cine. Esta no era sino la adaptación cinematográfica de una obra de teatro que había tenido bastante éxito por aquella misma época. Aquella obra de teatro estaba interpretada por cuatro de las actrices vascas más importantes del momento. Era la historia de cuatro monjas de clausura que, en un momento dado, deciden huir de su convento tras veinte años de vida contemplativa. La peli y la obra de teatro se llaman "pecata minuta" y yo cometo el pecadillo de hablaros de ella.

Una congregación peculiar

La peli, claro está, amplía subtramas que no puede asumir un escenario teatral, pero la narración principal sigue siendo la historia de las cuatro monjas que deciden, por diversos motivos, cavar un túnel oculto tras un confesionario, y escapar al mundo que dejaron hace varias décadas. Sor Asun (Loli Astoreka) es una monja que llegó al convento siendo demasiado joven. Decidieron por ella antes de que fuera demasiado madura, si es que alguna vez lo fue. Ella lo que quería es ser madre y como no los ha tenido lo sobrelleva jugando a ser mamá con su muñeco de trapo. Sor Rufina (Elena Irureta) es una enérgica monja de hechuras varoniles que sí quería tomar los hábitos, pero para cantar misa, cosa que le impedían por no ser un hombre. Ella va cavando el túnel de escape. Sor Remedios (Aitzpea Goenaga) es una monja que tiene muy claro que quiere fundar su propia congregación y, para ello, debe abandonar el convento. Sor Rosarito (Ane Gabarain)  era una jovencita pop que aún goza cantando con su prodigiosa voz, pero las postulantas guineanas, que son dos (Las hijas del sol), la tapan con sus potentes y cálidas voces, y eso la frustra mucho.

Sor Rufina, sor Asun y sor Remedios.

Este cuarteto de monjas vive encerrado en un convento decadente donde la mayoría de las hermanas son ancianas (Por ahí andan las veteranas actrices Maruchi Fresno, María Isbert y Mariví Bilbao) aunque , de vez en cuando viene a profesar alguna joven como Fany (Cristina Gómez), que sabe lo que busca, aunque no lo encuentra, porque ya ha estado en otras "hermandades" como "los niños de Dios". Por si eso fuera poco, hay una guerra, más sororicida que fratricida, si me permiten el chiste, entre la priora que quiere modernizar el vetusto lugar y la vigilanta que es inflexible con las reglas de la orden cuya fundadora yace, no diremos que incorrupta del todo, a la vista de toda la congregación.

Las actrices principales y su director.


La primera peli como director de Ramón Barea pasó sin pena ni gloria y la crítica la trató bastante mal, quizá por el simpático tonillo irreverente, aunque los papeles de las originales monjitas son interpretados de manera inmaculada. Ramón Barea contaba en su presentación que tenía muy claro que en su primera película tenía que salir su gran amigo y compañero de profesión Álex Angulo. Y la verdad es que sale, pero si queréis verlo, prestad atención.



Aunque a algunos meapilas les parezca irreverente, es una peli simpática y la mayoría de sus monjas, entrañables. Se deja ver con amabilidad.

Con la bendición urbi et orbi de,

viernes, 23 de octubre de 2020

Armas de mujer


Caminamos sobre las aguas
A través de la niebla,
Hasta alcanzar los confines.
Deja que el río fluya.
Deja que corran las aguas.

Carly Simon: Let the River Run

Armas de mujer (Working girl) es una peli que dirigió Mike Nichols en 1988. Repito: en 1988. Ha llovido desde entonces.
Si tuviera que ponerle un adjetivo rápido a esta película, diría que es una peli simpática. Es simpático Mike Nichols y casi todo el cine que ha hecho. Es simpático Harrison Ford y mucho más su adorable personaje en Armas de mujer, que dan ganas de pedirle matrimonio. Y son simpáticas Melanie Griffith e incluso Sigourney Weaver haciendo de cabronaza redomada.
Así y todo, la Academia de Hollywood no acogió Armas de mujer con demasiada simpatía a la hora del reparto de Oscars, pues, de seis candidaturas, solo se llevó una estatuilla y fue a la mejor canción: Let the River Run, de la gran Carly Simon.
Sí hubo, en cambio, simpatía en las taquillas: Armas de mujer recaudó una millonada en todo el mundo.
La peli contó con un reparto glorioso: quizás no lo fuera tanto en su época, pero sí que se ha hecho glorioso con el tiempo.
Además del trío de protas, que dio mucho de sí en los años posteriores, tengo que reseñaros a varios secundarios de lujo que se hicieron más de lujo todavía tras Armas de mujer. Estamos hablando, entre otras y otros, de Alec Baldwin, Joan Cusack, Oliver Platt, Kevin Spacey, Olympia Dukakis, Amy Aquino y Zach Grenier.
Y, aunque apenas se le ve, sale incluso David Duchovny, concretamente en un cuarto de baño, durante la fiesta de cumpleaños de Tess.
Volviendo a los protagonistas, parece ser que, antes de contratar a Griffith y Weaver, la productora había pensado para sus papeles en Michelle Pfeiffer y Meryl Streep. No me resisto a dar mi opinión: Pfeiffer lo habría hecho bien. Ya la vimos como chica de extrarradio en Casada con todos y resultó convincente.  La compro. Y a Streep también, pues ya bordó más tarde el papel de acosadora laboral megacabrona en El diablo viste de Prada. Con todo, me quedo con Weaver, que es bastante mi debilidad.
Aunque, como decía antes, ha llovido abundantemente desde entonces, Armas de mujer trata varios temazos de los que os tengo que hablar aquí.
El primero es el de los yuppies, un asunto muy en boga a finales de los ochenta y que fue abordado en otras muchas películas, casi todas ambientadas en Nueva York, como La hoguera de las vanidades (de la muy recomendable novela homónima de Tom Wolfe) , Wall Street o, del mismo Mike Nichols, A propósito de Henry.
Otro temazo que trata Armas de mujer, que quizás sea más novedoso y que haya envejecido menos o mejor, es el de las carreras profesionales de las mujeres. Bien es cierto que el punto de vista de la película es poco actual, poco “soror”, y que las protagonistas no solo luchan entre ellas por un puesto en la cúspide laboral, sino también por un hombre que guarda en su mano la llave de acceso, pero, así y todo, y teniendo en cuenta la época, me parece válido. Además, Armas de mujer es de las pocas pelis que pasa el test de Bechdel
Y el último temazo es el sueño americano, que nos llevaría a hablar y a escribir mucho mucho sobre capitalismo, lucha de clases, desigualdades, power dressing… Pero no: tranquilo todo el mundo, que solo diré un par de cosas ligeras y simplificando bastante.
Empezando por el dressing, resulta enternecedor el homenaje de la señora Griffith a su señora madre, Tippi Hedren, cuando en cierta escena elige un peinado y una vestimenta bastante parecidos a los que Hedren lucía en sus filmes con Hitchcock.
El personaje de Griffith, Tess, que pertenece a la clase obrera y tiene que tomar todos los días el ferri que la conduce de Staten Island a Manhattan (qué evocador y qué familiar nos resulta esto a quienes somos de la Margen Izquierda de la ría de Bilbao), para poder asentarse laboralmente en el otro lado, para acceder a la otra casta, tiene que imitar a su jefa Katherine no solo en lo profesional, sino también en la vestimenta, en sus complementos, el peinado, el aspecto e incluso la forma de hablar. 
Gail Ching-Liang Low, una autora de Singapur que ejerce de profesora universitaria en Inglaterra, al referirse a estas transformaciones como la de Tess, habla de travestismo cultural. Yo diría que lo que hace Tess es más bien travestismo social y es también un poco lo que hacía Dustin Hoffmann en Tootsie, pero, en vez de traspasar géneros, traspasa clases sociales.
Armas de mujer nos dejó para la posteridad un buen puñado de escenas y citas memorables. Por empezar con las escenas, aunque no sea ni de lejos mi favorita, pero sí memorable, debo recordar a Melanie Griffith pasando la aspiradora en bragas, pues supuso todo un hito en la iconografía erótica americana de baja estofa.
Más me gusta, en cambio, el elevator pitch que le hace Tess al jefazo Trask para explicarle cómo se le ocurrió la idea de inversión que luego le robó su malvada jefa Katherine. En el trayecto de la planta 0 a la de las oficinas, Trask queda convencido de la sinceridad de Tess y la falsedad de Katherine, contrata a la primera y despide a la segunda.
En cuanto a citas, Armas de mujer tiene unas cuantas reseñables que se pueden repasar en Wikiquote. Así y todo,me apetece dejar escrita aquí la más famosa de todas, esa que pronuncia Tess bajo los efectos del Valium y el alcohol: “Tengo una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado”.
Todos los artículos que he consultado para componer este mío sobre Armas de mujer, cuando resumen el argumento, dicen que la peli acaba con la llamada que Tess hace a su amiga Cynthia para decirle que es jefa y tiene despacho y el grito de júbilo de Cynthia: “¡Lo ha conseguido!”.
Sin embargo, esa no es  la última escena de la película: hay una posterior, bastante más bonita, más irónica, un poco amarga y rompedora, que nos hace cuestionarnos la película entera, de arriba a abajo.
Tras la exclamación de alegría de Cynthia, volvemos a ver a Tess en su nueva oficina, mirando por el amplio ventanal hacia la calle, hacia los demás rascacielos de oficinas. La cámara la contempla precisamente desde el otro lado del cristal y entonces se aleja, amplía el plano y vemos decenas, centenares de oficinas y ventanales exactamente idénticos, en montones de edificios de oficinas, todos iguales.
Tess ha pasado de un cubículo a una especie de celdilla de colmena.  No parece un gran avance, ¿verdad?

Noemí Pastor