viernes, 24 de abril de 2015

La mujer del cuadro

Dicen que se desea aquello que se ve habitualmente y no se puede tener. Pues bien, eso es exactamente lo que le ocurre a nuestro protagonista: está fascinado por el retrato de una mujer que ve a diario en un escaparate. Cada día, se detiene y lo contempla durante unos minutos.


Título en castellano La mujer del cuadro
Título original The Woman in the Window
Año 1944
Duración 99 minutos
País Estados Unidos
Director Fritz Lang
Guión Nunnally Johnson
Novela J.H. Wallis
Música Arthur Lange
Fotografía Milton Krasner
Productora International Pictures. Distribuida por RKO

Reparto
Edward G. Robinson, Joan Bennett, Raymond Massey, Edmund Breon, Dan Duryea, Thomas E. Jackson, Dorothy Peterson, Arthur Loft, Frank Dawson

Sinopsis
El profesor Wanley y sus amigos comienzan a obsesionarse con el retrato de una bella muchacha, que está expuesto en el escaparate contiguo al club en que se reúnen. Wanley conoce por casualidad a la mujer del retrato y acepta ir a su apartamento. Pero allí ocurrirá algo inesperado.


  
Maestro indiscutible, el director austríaco Fritz Lang desarrolló su excepcional carrera primero en Alemania (Metrópolis, 1927; M, el vampiro de Düsseldorf, 1931) y posteriormente en Estados Unidos (Perversidad, 1941; Los sobornados, 1953; Deseos humanos, 1954). En su etapa estadounidense encontramos el género policíaco y también la crítica social en la que ponía en tela de juicio algo que le llevó a ser investigado por el Comité sobre Actividades Antiamericanas.


Aunque La mujer del cuadro se asocia al género negro quizás se acerque más a la intriga a pesar de contar con esos claroscuros en el blanco y negro de entonces tan característicos del género y también un hombre bueno, enamorado de una mujer… bueno, una femme fatale. Un argumento –del que no comentaré nada- que nos va envolviendo a medida que se complica la trama y es capaz de engancharnos sin remedio.

Tengo predilección por el protagonista de esta película, el gran Edward G. Robinson que ha demostrado ser un gran actor en diferentes tipos de películas y personajes. Lo hemos visto como gangster en Cayo Largo (1948), jugador en El rey del juego (1965), en la comedia Millonario de ilusiones (1959), en el género épico Los diez mandamientos (1956), o como hombre corriente en Perversidad (1945), etc... Tiene un físico que sabe adaptar perfectamente al personaje y lograr toda esta variedad de personajes míticos. Puede ser duro pero también muy tierno.


La mujer del cuadro tiene el rostro de la actriz Joan Bennett (Perversidad, 1945; El padre de la novia, 1950), una mujer bella pero fría que tiene cautivado al protagonista aunque el apelativo clásico de femme fatale, desde mi punto de vista no es del todo aplicable a este personaje.

La película es muy interesante de principio a fin, pero me parecen especialmente interesantes aquellas conversaciones que tienen lugar en el club donde nuestro protagonista se reúne diariamente con sus amigos en donde casi más que meros testigos nos ponemos del lado de un punto de vista o de otro.

Para quien nunca haya visto La mujer del cuadro, que no se moleste en leer críticas u opiniones, que intente no saber nada de nada sobre la trama y que si le apetece disfrutar de todo un Clásico le haga un hueco para poder disfrutarla totalmente.


viernes, 17 de abril de 2015

Daños y perjuicios (Damages)

Glenn Close es Patty Hewes en "Daños y perjuicios" ("Damages")
 (todofondosdeseries.com)


La moda de los malos y las malas


Antaño, por lo general, los protagonistas de las series televisivas eran gentes angelicales, ejemplares, heroicas, que rozaban la santidad. Las médicas y enfermeros de “Urgencias” se inmolaban por sus pacientes; Laura y Charles Ingalls rezumaban dulzura por todos sus poros; y Bill Cosby era el intachable pedagogo e irreprochable educador que todo el mundo quería tener como padre (eso en la ficción, claro, porque no hace falta que os recuerde nada sobre la verdadera vida del actor, ¿verdad?).

Pero luego, ¿qué pasó? Pues quizás que nos estomagamos con tanta azúcar y vino la moda de las y los protagonistas malvados. Afortunadamente.

Puede que el culmen lo alcanzara "House" y lo rematara Francis Underwood en "House of Cards", sin olvidar a toda esa cuadrilla de gentes perniciosas que acompañan a Alicia Florrick en "The Good Wife".


Mala requetemala

Y llegamos ya a la protagonista. No. Corrijo: más que protagonista, estrella indiscutible de “Daños y perjuicios” (en versión original "Damages" y en adelante DYP), la inefable e insustituible Patty Hewes, una tipa antipática, poderosa, dañiña, malvada y temible. Lista como un demonio. Para cuando tú vas, ella ya ha vuelto varias veces. Y es muy muy peligrosa. Más te vale no tenerla como enemiga; pero eso, claro, no dependerá nunca de ti.

Por eso no sorprende a nadie que los creadores de DYP, el trío de productores formado por Daniel Zelman y los hermanos Glenn y Todd A. Kessler, trío conocido como KZK, pensara inmediatamente en Glenn Close para el papel, pues la buena de Close ya tenía una trayectoria de mala firmemente labrada en “Atracción fatal”, “Las amistades peligrosas” y “The Shield”.

Por cierto, no puedo dejar de notar esta curiosidad: tres creadores, tres hombres, construyen una ficción protagonizada principalmente por mujeres poderosas; porque no os he dicho, que, además de la estrella Patty Hewes, la coprotagonista es la abogada Ellen Parsons, una tía también de armas tomar (y lo de las armas no es una expresión figurada). A estas se une en la segunda temporada una tercera abogada, Claire Maddox, y las tres van de capítulo en capítulo tejiendo alianzas y venganzas como en la mismita vida.

Rose Byrne es Ellen Parsons en DYP
(henry3-whatsthedeal.blogspot.com)

 Patty Hewes, el personaje, fascina en la primera temporada; no tanto en la segunda. Los guionistas (en este equipo sí hay una o dos mujeres, según la temporada) quieren darle una dimensión más familiar, más “humana”, y lo estropean un poco. Parafraseando a Mae West podríamos decir que Patty Hewes, cuando es mala, es mejor.


(Casi) nadie inventa (casi) nada

Además de la protagonista demoníaca, DYP tiene ingredientes de muchas otras series. ¿En qué fue pionera y qué imitó? ¿Qué ha copiado y qué le han copiado? ¡Ummm! Son buenas preguntas. Para responderlas con rigor, debería cotejar concienzudamente fechas de emisión y producción, pero como este artículo no tiene pretensiones científicas, voy a confiarme a mi intuición.

DYP se rodó en Nueva York y en la ficción era Nueva York, como en “Sexo en Nueva York”. Esta parece una puntualización un poco tonta, pero debo recordaros que la inmensa mayoría de las series norteamericanas se ruedan en Los Ángeles, aunque la ficción de desarrolle en Albany o Cincinatti. Otra excepción es “The Good Wife”, que también se rueda en Nueva York (en Brooklyn, para ser exacta), aunque la ficción se desarrolla en Chicago.

Siguiendo la moda que instauraron las diferentes franquicias de CSI con The Who, los títulos de crédito de DYP también se amenizan con una pieza de pop rock, “When I Am Thtough With You”, de The VLA,  que, la verdad sea dicha, cuando tienes que escucharla al principio y al final, episodio tras episodio, se hace demasiado estridente e incluso un poco cargante, cosa que no sucede con el excelso piano de “House of Cards”.

Y, a propósito de “House of Cards”, debo decir que sí imitó a DYP en las imágenes que adornan los títulos de crédito. DYP, según leo en su entrada en la Wikipedia en inglés, muestra esculturas callejeras de Nueva York, como “The Glory of Commerce”, que remata el edificio de la estación Grand Central Terminal; “Civic Fame”, en lo alto de un edificio consistorial de Manhattan; “Asia”, en la fachada de la Casa de Aduanas Alexander Hamilton; o el friso del edificio del Tribunal Supremo del Condado de Nueva York, que muestra una cita de George Washington: “Una correcta administración de justicia es el más firme pilar de un buen gobierno”.

Acabo con dos cositas más que tienen en común DYP y “The Good Wife”. Una, que ambas series reproducen un parecido ambiente en el que pugnan por el poder gentes de la política, la justicia, las grandes empresas (del ámbito de la energía, las finanzas, la tecnología), magnates, multimillonarios, abogadas despiadadas, políticas y políticos sin escrúpulos, asesores con piel de hiena, grandes profesionales de los medios… Una gozada, vamos.

Marcia Gay Harden es Claire Maddox en DYP
(news.directv.com)


Y dos: que ambas se inspiran en hechos reales, en acontecimientos de los gordos, de Estados Unidos, claro, de los que tienen eco en ámbitos políticos y mediáticos: el escándalo Enron, el caso Madof, Wikileaks... Y ambas lo hacen bien, porque disfrazan convenientemente los escándalos, lo suficiente como para que se reconozcan sin que se identifiquen del todo. Algo parecido quiso hacer “The Newsroom” y le salió mal.


La trama

Acabo esta reseñita con lo más característico de DYP: su trama, su narrativa no lineal, con saltos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, sus giros inesperados, sus vueltas y retorcimientos de tuerca, presagios, posibilidades de hechos que puede que hayan sucedido y puede que no, maniobras de distracción, estrategias que conducen a falsas conclusiones, múltiples líneas argumentales y cabos deliberadamente sueltos que se retoman cuando al guión le conviene. En fin, que resulta todo muy entretenido y de verdad engancha.

Por ejemplo, en la primera temporada, desde el comienzo del episodio uno, ya sabemos qué pasará al final del número trece. La gracia está en descubrir cómo demonios llegamos hasta ahí. Zelman lo explica así [traduzco libremente de la Wikipedia]: “Desde el principio sabemos adónde nos dirigimos y vamos construyendo momentos que apuntalan la trama y conducen a ese final deseado, que tenemos siempre muy claro, aunque también dejamos espacio a la improvisación”.

En fin, zinéfilaz y zinéfiloz, teleadictas y teleadictos del planeta, me apuesto mis plantaciones de algodón a que, si veis la primera temporada, querréis ver la segunda. Y de las demás ya hablaremos. Os saluda cariñosamente vuestra amiga

Noemí Pastor

viernes, 10 de abril de 2015

Carlos Vermut, talento innovador, de “Diamond Flash” a “ Magical Girl”




No tan lejos de Madrid me pilla esta reseña,ciudad natal de Carlos Vermut. Ya en “Historias troyanas”,quise seguirle la pista,después de ver "Magical Girl" la película que conquistó tanto a público como a crítica en el 2014. 



Sin embargo, los Goya de este año,sólo premiaron a Barbara Lennie por su elogiable interpretación, dejando sin galardón al soberbio José Sacristán y dejando la película al margen también de los principales premios ¿demasiado poco convencional? Una película muy, muy rara para competir con otras de estructura más al uso,sin desmerecer por otra parte los méritos de la gran triunfadora de la ceremonia que fue "La Isla Mínima"


Pero ahondemos un poco en el universo de Carlos Vermut, desde que en 2011, irrumpiera con en el cine español,con muy pocos medios con la película “"Diamond Flash". Un ramillete de historias donde las mujeres son protagonistas absolutas,y de forma más residual ,los hombres ocupan un papel secundario, salvando la figura del superhéroe que da nombre al título de la película.



El/la espectad@r asiste al cruce de varias vidas que a veces se tocan visiblemente, y otras,están conectadas por hilos que se escapan a nuestro control. Es ésa una de las claves del cine de Vermut,dejar preguntas abiertas,puzles sin completar,es a nosotros a quienes nos corresponde hipotetizar,imaginar,construir los puentes que no se terminan de tender.


 En “Diamond Flash” ,se nos presenta la vida de cinco mujeres,cuyo único punto en común es que todas están quebradas por el dolor.
Son historias de mujeres que arrastran un carga emocional que en muchos casos las supera,tanto que algunas ya han cruzado la fina línea que separa la cordura de la locura. Son víctimas,pero también verdugos,algunas se valen de la violencia para vengar su frustración, o utilizan a terceros ( incluso de un superhéroe),para saldar las cuentas con un tormentoso pasado.
 No hay maniqueísmos en el cine de Vermut,y sí un claro relativismo moral en el que nadie es absolutamente bueno o malo.


 No hay reparos en diseccionar la condición humana básicamente como contradictoria,impredecible,en un duelo constante entre la razón y la emoción.

Tal como se aludía el anfitrión de "la casa de los horrores" en "Magical Girl",los español@s estamos perdid@s en esa tierra de nadie entre la razón y la emoción,no somos ni como los países nórdicos ni como los árabes o los latinos,todos conscientes y cómodos en sus respectivos posicionamientos.
Se entienda bien la reflexión,más allá de los estereotipos,nuestra cultura se mueve entre muchas aguas y a veces ,en medio de esa imprecisión,adolece de extremismos.

Tampoco hay freno a los impulsos,no es un cine políticamente correcto,es una cine que pasa de los prolongados silencios a la siempre inesperada violencia en unas décimas de segundo y que coquetea con la ficción y con los géneros,valiéndose de personajes que bien podrían salir del cómic para interactuar en una realidad muy difícil de sobrellevar.


Sin dejar  “ Magical Girl” , leí algún artículo en el que se analizaba el mal lugar en el que el film deja a la mujer: ¿manipuladora? ¿perturbada? Sigo reflexionando sobre los arquetipos femeninos y masculinos, y la única conclusión a la que llego es que Carlos Vermut no deja en buen lugar ni a hombres ni a mujeres.

 Da la impresión o yo interpreto que está decepcionado de la condición humana, por eso su cine, perturba e incomoda, tal cual lo haría el de Haneke o Lars Von Trier, no es un cine ni amable ni complaciente, es un cine que deja a la luz nuestras miserias, y va más allá, ahondando incluso en la maldad, no siempre como una patología ( que también) sino como una opción deliberada y consciente de la propia voluntad.



 Es por eso que nos asusta, porque quisiéramos tener dominados, perfectamente etiquetados bajo el prisma de la psicopatología muchos actos, que en ocasiones brotan del lado más oscuro y animal del ser humano, ése que intentamos tener siempre bajo control. Desde el punto de vista de la estética o la ambientación, no hay apenas exteriores ( ni en Diamond Flash ni en Magical Girl),la acción( o la no-acción) se desarrolla en interiores austeros,silenciosos,con una fijación incluso a veces “oriental” por los detalles.


Pongamos de ejemplo en “Magical Girl”,la escena en que Damián ( José Sacristán )se viste para encontrarse con Luis (Luis Bermejo): la música(“la niña de fuego” de Paco Caracol), el ritual de cada prenda,la cámisa,la colonia….recuerda al ritual de un torero a la hora de ponerse el traje de luces,es una escena que cautiva por completo al espectador.

No es de extrañar,por ésta y otras razones,que cineastas como Pedro Almodovar,hayan caído rendidos a sus pies.

Como veis, no hay mucho lugar para la frivolidad,Vermut nos lleva a debates éticos, y por eso,es preciso escoger bien el momento para entrar en su universo particular, tal vez sombrío y amargo,pero en el marco del panorama cinematográfico actual,un cine de autor con mayúsculas,que nos deja desazonados ,pero que aporta unas señas de identidad inconfundibles e innovadoras.

Feliz fin de semana zinéfil@s,

 Troyana

viernes, 3 de abril de 2015

Pride. Orgullo y Prejuicio(s)

Londres 1984, un par de amigos que participan en la manifestación del Día del Orgullo Gay, deciden recaudar dinero para ayudar a los mineros de Gales, que mantienen una agotadora huelga contra el gobierno de Margaret Thatcher.

Crean el grupo LGSM (Lesbian and Gays Support the Miners) con el que consiguen reunir algunos fondos, pero su sorpresa llega cuando se encuentran con que su mayor problema a la hora de hacer llegar su ayuda a los huelguistas proviene del propio sindicato minero que se niega a recibir el dinero.


A la hora de enfrentar esta historia real, muchas son las tentaciones en las que podía haber caído una película como Pride, y resulta admirable que consiga sortearlas. Consigue evitar caer en el cine social más aburrido y panfletario, tampoco se deja tentar por el maniqueísmo, y lo que es mejor, consigue no perecer ahogada en las procelosas aguas de las buenas intenciones y el sentimentalismo fácil.

Y se me olvidaba, también nos ahorra esos gays tan graciosos-solo-porque-son-gays al estilo de "Priscilla, Reina del Desierto". Gracias Matthew Warchus, gracias Stephen Bersesford, de verdad, gracias.

Ignoro, y francamente no quiero saberlo, quién fue el primero en pensar que la mejor manera de promocionar una película era hacer referencia a otra que fue un éxito. Aún menos tengo intención de conocer a "los creadores" de mencionar a dos o más títulos para presentar un estreno.

Desgraciadamente, quien haya diseñado la publicidad de Pride ha escogido esa infame línea para perpetrar frases como "Si te gustaron "Billy Elliot" y "The Full Monty" "Pride" te entusiasmará".

Una cosa ¿Y si no te gustaron? Es más ¿y si no te gusta ver películas que ya has visto antes?

Flaco favor a una película tan bien construida y sólida como Pride, compararla con Billy Elliot, una cinta que, una vez despojada de sus loables buenas intenciones y las habituales grandes actuaciones a las que nos tienen acostumbrados los repartos británicos, tenía bastante poco que ofrecer en una segunda visión.

Respecto a Full Monty, muchas son las virtudes de la película de Peter Cattaneo, pero no confundamos los términos, una cosa es que ambos sean títulos muy apreciables con ciertos puntos en común, y otra muy diferente que Pride sea una película "a lo Full Monty".

Además del inesperado descubrimiento de la cantidad de gente de cualquier gremio estaba deseando desnudarse públicamente con (o sin) motivos benéficos, el inmenso éxito internacional de Full Monty trajo a nuestras vidas un género cinematográfico basado, sobre todo, en las buenas intenciones y el optimismo. Unir esto con el agradecido humor británico y actores siempre acertados ha dado como resultado una serie de películas de (muy) agradable visión y que a menudo cumplen con el loable objetivo de rescatarte de un mal momento.

Sin embargo, como cualquier otro subgénero cinematográfico contiene buenos títulos y otros bastante olvidables, y lo que es peor, existe una inevitable tendencia a repetir una y otra vez las mismas fórmulas que a la larga pueden llevar a la falta de creatividad y a perecer por agotamiento.

Películas como El jardín de la alegría, Lucky Break, Greenfingers (obviemos su espantoso título español), Pisando fuertes... son títulos que han mantenido un nivel medio de calidad bastante aceptable, pero cuya repercusión ha ido decayendo al tiempo que disminuía su originalidad.

Me gustaría seguir disfrutando de un cine realizado con humor y buenas intenciones, con magníficas interpretaciones y altas dosis de optimismo, pero también que huya de los tópicos más fáciles y con un cierto nivel de exigencia.
Así que bienvenida sea Pride como una posible salida al laberinto de la comedia británica, basado en una mayor calidad, como demuestra que haya conseguido encontrar el tono justo para contar este enfrentamiento entre el orgullo de su condición sexual que han necesitado los homosexuales para reclamar sus derechos y su visibilidad en el mundo, y los prejuicios tan enquistados como inexplicables que llevan a que alguien pueda rechazar una ayuda que a todas luces necesita.

Bien está también recordar también el valor de la unión y de la lucha, en momentos como estos, tan similares a aquellos en que Thatcher y su gobierno impusieron una política neo-liberal que destruyó no pocos derechos adquiridos.

Y mucho mejor hacerlo con un nivel cinematográfico superior a la media, con el punto justo entre sentimientos y humor, sin caer en el sentimentalismo. Os invito pues a disfrutarla, a ser posible en versión original, ya que el particular acento galés es una parte importante de las actuaciones. Y a dejaros llevar por una cinta en el que, como en la vida, no todos son guapos ni todos los finales son felices, pero que os hará salir con una sonrisa, y quizá una lágrima, del cine.

 
 
 
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