viernes, 10 de noviembre de 2017

La magnificencia de los años pasa como las flores


IN THE MOOD FOR LOVE

Deseando amar (título en castellano), es de esas películas en las que resulta muy complicado expresar con palabras toda esa explosión de belleza visual repleta de simbolismo, tan difícil como trasladar un lenguaje poético plasmado en imagen sin emborronarlo ,utilizando una prosa inapropiada que no haga estremecer nuestro preciado músculo cardíaco.

Apetece verla en versión original para impregnarte, embeberte de todos los preciosos detalles que pesan más incluso que los propios diálogos, que la propia historia.

El título en nuestro idioma (raro que me parezcan apropiados) queda exiguo, ya que la película encierra varios conceptos que sobrepasan el deseo de amar. Percibes que la intención del guionista y director es focalizar nuestra atención en el deber de atrapar decisiones en el tiempo antes de que se esfumen como el humo de una colilla mortecina.


Siempre que la vuelvo a ver, hace que aparezca en mi mente la floración de los hermosos sakura japoneses, árboles asociados a la fragilidad y a la transitoriedad de la vida. La historia te conduce por
laberintos que rozan momentos hermosos desde la amargura presente, momentos efímeros y únicos que debemos atrapar con decisión o se pierden como algunos recuerdos. Esta idea Wong Kar-wai la traslada desde la ensoñación y la hace plástica, tangible, utilizando repetidamente escenas parecidas, paralizando el tiempo, reiterando espacios que nos ayudan a prescindir de lo superfluo quedando mágicamente inmersos en lo esencial, en los detalles.

Hay escenas que os enamorarán: se nos permite observarlas desde un lugar escondido, nos convierte en espectadores privilegiados de un presente insatisfecho.




La delicada banda sonora la envuelve, la acaricia en un ambiente delicioso e intimista (Yumeji's theme, o los eternos boleros sonando en la voz de Nat King Cole), permite capturar el tiempo, ralentizarlo, lo convierte visualmente en recuerdo imborrable, impregna la retina con una explosión de belleza, hace de la lluvia una compañera perfecta para sus encuentros, excusas y confesiones, les acompaña en subidas y bajadas de escaleras por callejones estrechos y grises donde la nota de color la ponen los espléndidos vestidos de cuello mao que luce elegantemente Maggie Cheung y delatan la esencia del personaje. Esos estampados con preciosos colores que son símbolo de la vida no vivida entre tanta penumbra y soledad, donde la lectura y el cine son su único refugio.

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Desde el segundo minuto, con ese cruce fugaz de miradas, se activan los cauces del destino que se verá traicionado por una frase de Mrs. Chan: «Nosotros no somos como ellos». Recuerdos borrosos, ensayos y juegos de intercambio de papeles nos relatan la historia dolorosa del futuro que dejan escapar. Ese reloj Siemens nos habla del paso y el peso del tiempo, esas delicadas manos desmayadas en la pared, ese cuerpo frágil abatido y amurullado entre pensamientos, recordando el compromiso, complicidad en los sentimentos, zapatillas usadas que se convierten en rutinas y rituales silenciosos indicadores de la amargura siempre rozando la duda hacia el cambio que los una y libere.




Se ven envueltos en un viaje parecido de forma inconsciente que ella rompe de forma repentina.

La historia se va apagando bajo la melodía de la canción "En pleno florecer" (triste paradoja) que ambos escuchan una vez sentenciada la separación.

La última escena es tan maravillosa como desgarradora: Chow Mo Wang susurra su secreto, casi de forma agónica y lo deja enterrado para siempre entre los muros de un templo camboyano bajo la curiosa y silenciosa mirada de un monje, único testigo.

Y como nos relata la voz en off:
«Él recuerda aquellos años como si mirara a través del cristal de una ventana cubierta de polvo, el pasado es algo que podemos recordar pero no tocar y todo lo que se recuerda es borroso y vago».
                                                                                                          Por Mª Ángeles Lorente




DATOS TÉCNICOS:

Título original: Fa yeung nin wa (In the Mood for Love)

Año: 2000

Duración: 95 min

País: Hong Kong

Director: Wong Kar-wai

Guion: Wong Kar-wai

Música: Michael Galasso

Fotografía: Christopher Doyle, Mark Li Ping-Bing

Reparto: Maggie Cheung, Tony Leung Chiu Wai, Ah Ping, Rebecca Pan, Siu Ping-Lam, Liu Chum, Chin Chi-Ang, Chan Man-Lui, Koo Kam-Wah, Yu Hsien, Chow Po-Chun

Productora: Coproducción Hong Kong-Francia; Block 2 Pictures / Paradis Films / Jet Tone Production

6 comentarios:

TRoyaNa dijo...

Esta película es una auténtica joya,la tengo un poco lejana pues hace tiempo que la vi,pero hay imágenes acompañadas de esa preciosa banda sonora,que son imposibles de olvidar.
Sólo el cine asiático es capaz en mi opinión de alcanzar tanta delicadeza,poniendo el foco en el detalle,relantizando el movimiento....es asombroso.
Gracias por refrescarnos esta maravilla.

medblogger dijo...

Gracias, Troyana.Era algo que tenía pendiente.
Es lluvia acariciando el cristal, una delicatessen solo para no inmunes a la belleza.
Es delicada, frágil, poética, híbrida...
Imagen y sonido fundidos, una preciosidad.
Un abrazo.

LU dijo...

La has traído de vuelta a mi frágil memoria. Hace mucho que la ví, y me han entrado unas ganas tremendas de volver a disfrutarla. Lo haré pronto.

Coincido de lleno, una joya, y cine asiático repleto de delicadeza.

medblogger dijo...

Es maravillosa.Muchísimas gracias por tu comentario.

Encarni dijo...

Muchas gracias por compartir. No la he visto, y me gustaría encontrarla; la buscaré. Emoción en el argumento, la música, y los vídeos ..., me fascina el mundo oriental.
¡Abrazo!

Juan Cinéfilo dijo...

Esta combinación de imágenes sensoriales, de música, de silencios y de espacios sin tiempo me parece la quintaesencia de la belleza, la elegancia y la sensibilidad.
La he visto dos veces y no hubiera podido escribir nada parecido porque las dos veces me he quedado sin palabras. Así que... muchas gracias por darnos esas palabras y revivir ese fuera del espacio-tiempo durante unos instantes breves y eternos.
Gracias...