viernes, 28 de septiembre de 2018

Una chica cortada en dos




Nota. Una anterior versión de este artículo fue publicada en Boquitas Pintadas en 2008.

Cuando una pareja está formada por un hombre maduro y poderoso y una chica joven, pobre y hermosa, las malas lenguas se suelen cebar con ella: que si es una lagarta, un zorrón, que sólo busca lo que busca... Yo jamás he estado de acuerdo con eso y procuro, en tales casos, preguntarme también qué busca él, porque quizás sus pretensiones no son tan nobles, quizás no es el pobre viejo que ha caído rendido ante los encantos irrechazables de una mala pécora con el símbolo del dólar en las pupilas.

Mira tú por dónde, el bueno de Claude Chabrol, que cuando estrenó esta peli, en 2007, era ya un señor mayor y poderoso (tenía setenta y ocho años y más de cincuenta películas a sus espaldas), estaba más o menos de acuerdo conmigo y en Una chica cortada en dos, nos mostraba los destrozos mentales, equivalentes a los de una sierra mecánica, que puede causar un cabronazo con años, dinero, prestigio y aburrimiento en el alma de una jovenzuela enamoradiza, frágil y bellísima, una Monroe (el parecido es evidente) de nuestros días, una de esas chicas a las que el ser tan hermosas y seductoras no trae más que complicaciones.

En contra de lo que se dice, aquí, la muchacha, que, como todo bicho viviente, quiere medrar en su trabajo, no corre con la blusa desabrochada tras los hombres con corbata que toman las decisiones importantes. Es al revés: son los mandamases los que babean tras ella y quieren exhibirla a su lado en público y disfrutarla en privado. ¿Cómo sospechan ustedes que acontecerá en la vida real?

El argumento está basado en un suceso que ocupó los periódicos neoyorquinos en el siglo XIX: un riquísimo arquitecto de Manhattan murió a manos del marido de su amante, una actriz de varietés. Chabrol transforma al arquitecto en escritor y a la cabaretera, en presentadora de la tele. Como veis, pocos cambios se necesitan: la historia, siglos después, permanece intacta.

Ya digo que Chabrol trata con un poco más de simpatía a su protagonista, pero, en realidad, no perdona a nadie: ella tampoco es un ángel, aunque el verdadero demonio, the real enemy, es, para Chabrol, la alta burguesía de provincias. Se ensaña verdaderamente con ella, hace de sus miembros un retrato caricaturesco, deliberadamente exagerado, vacuo y teatral. Al respecto debemos recordar que, para los franceses, "provincias" es todo lo que no es París, incluida la tercera ciudad más poblada el Estado, Lyon, que es donde se desarrolla esta historia.

A pesar del color rosa del cartel, esta es una película negra, pero de pesimismo, casi desagradable, que supera el discurso habitual, repetitivo y cansino sobre las apariencias, mediante el simple recurso de instalarse en ellas con una puesta en escena artificial, distante, irónica, cruel. Sólo cabe un poquitito de esperanza en la media sonrisa final de la muchacha, pues, gracias a la magia, sobrevive al serrucho que la parte en dos.

Ficha técnica (www.filmaffinity.com):

Título original
La fille coupée en deux
Año
Duración
115 min.
País
Francia Francia
Dirección
Guion
Claude Chabrol, Cécile Maistre
Música
Matthieu Chabrol
Fotografía
Eduardo Serra
Reparto
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Productora
Coproducción Francia-Alemania; Alicéléo / France 2 Cinema / Integral Film / Rhône-Alpes Cinéma


Noemí Pastor

2 comentarios:

ricard dijo...

Chabrol estuvo particularmente inspirado en la etapa final de su carrera y éste es uno de sus títulos más divertidos que incluye todas sus constantes: relaciones sentimentales un tanto perversas, retrato feroz de la burguesía de provincias, el triángulo amoroso como eje de la trama...

Saludos.

Noemí Pastor dijo...

Sí, Ricard. La peli es un buen compendio de virtudes chabrolianas. Saludos.