viernes, 3 de abril de 2020

GILDA


Con esto de la cuarentena tengo la cabeza como un bombo. Leo, veo series, oigo audiolibros y recibo un constante bombardeo de mensajes, videos y artículos. Unos serios, profesionales; otros graciosos, y otros aborrecibles y apocalípticos. Pero no he visto muchas pelis. Ayer, de pronto me acordé de Gilda. No la había vuelto a ver desde la infancia, pero hace unos días(cuando éramos libres y felices sin saberlo), en el encuentro de novela negra de Villanoir, un grupo de músicos nos ofreció un concierto con músicas de película y me entraron muchas ganas de volver a ver todas esas pelis en blanco y negro con las que crecimos. Al oír Amado mío, me acordé de Gilda y ahora, aprovechando el parón de la actividad, la he vuelto a ver.
Brillando con luz propia
Tengo que decir que la película dirigida por Charles Vidor me ha decepcionado un poco. La trama policíaca del tungsteno, los nazis y demás me ha parecido bastante floja. Y vayamos con la historia de la pasión arrolladora de los protagonistas, ese amor maldito que parece condenarlos al sufrimiento. ¡Madre del amor hermoso! ¡Con qué historias nos han educado! No pretendo en absoluto juzgar las películas de los años cuarenta con los ojos de ahora. Gilda refleja un tipo de relación de pareja, de historia de amor romántico, que estuvo presente en nuestras vidas y que, afortunadamente, hoy nos escandaliza. De todas formas, hay machismos y machismos. La idea del amor de los boleros y rancheras es un horror: los celos, la desesperación, el amor como centro del universo. Qué pereza… Será la edad que me hace verlo así. Pero a lo que iba, del mismo año que Gilda es El sueño eterno y el personaje de Lauren Bacall tiene otra fuerza, otro poder.
El amor, ¡ay, el amor!
Las únicas armas de la pobre Gilda son la belleza y la sensualidad, bueno, y al final la decencia porque para poder acabar con el chico tenía que ser buena. Ella hace algunos gestos de rebeldía, coquetear con hombres y decir cosas como: “Si yo fuera un rancho, me llamaría Tierra de nadie”. Pero siempre es un objeto en poder de un hombre: Glen Ford o su marido. Es la quintaesencia de la mujer fatal, de la que todos se prendan, pero a la que no respetan. Bellísima, fumadora, siempre vestida con brillos y transparencias hasta la apoteosis final: la interpretación de Put the blame on Mame en la famosa escena del guante que, en la España franquista, se suponía el inicio de un estriptis que la censura nos había robado.
Hay que decir que me parece que Rita Hayworth era preciosa y cantaba y bailaba de forma muy seductora. De hecho, Glen Ford no me parece un partenaire adecuado para Gilda. Tiene cara de ensaimada y no da para el tipo duro que pretende representar. Sinceramente, la famosa bofetada a mí me hizo pensar que si ella se la devolvía, le saltaba un diente.
La famosa bofetada
La pobre Rita debió tener una vida tan complicada como el personaje de la película. Su verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino y era hija de un bailarín español que le hizo trabajar como su pareja de baile, fingiendo que era su mujer. También la sometió a abusos sexuales, lo que ya son muy malas cartas para comenzar a andar por la vida.
Pese a que siempre digo que me hubiera gustado probar los terribles problemas que acarrea la belleza, creo que en el caso de muchas de estas actrices fascinantes es totalmente cierto. Rita Hayworth comenzó a trabajar muy joven en películas de la serie B. Su primer marido, Edward Jason, le consiguió un contrato con Columbia. A partir de Solo los ángeles tienen alas  despegó su carrera, que incluye varios musicales, cuyo punto culminante es Gilda, que la consolidó como sex-symbol. Trabajó con grandes directores de la época, como Charles Vidor, Rouben Mamoulian u Orson Wells. Tuvo como compañeros de reparto a Fred Astaire, Tyrone Power o Gene Kelly.
No se puede estar más divina
Por supuesto, también tuvo varios matrimonios, entre otros con Orson Wells, con quien rodaría, al año siguiente de Gilda, La dama de Shangai. Se dice que la relación con Wells comenzó a deteriorase durante el rodaje de Gilda y que el director la obligó a cortarse la famosa melena pelirroja y teñirla de rubio. Se atribuye a la actriz la frase “Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo”, lo que da una idea de que su vida amorosa no fue precisamente feliz. Se casó en cinco ocasiones que terminaron en divorcio. Tuvo que dejar el cine bastante pronto, con apenas cincuenta años, por problemas de memoria y de carácter que se achacaron al alcoholismo, aunque luego se descubrió que padecía Alzheimer. Murió con sesenta y ocho años.
La verdad, queridas amigas, es que estar en el centro de las fantasías y del deseo no te augura para nada la felicidad, más bien al contrario. Estoy mucho más resignada a no haber sido un bellezón ni a los veinte.

6 comentarios:

lola dijo...

Hola,
Menos mal que no soy la única en que encuentra floja esta película. Supongo que toda la publicidad que se hizo en su momento era para promocionar a Rita.
Yo también quise ser Rita aunque hubiese sido por un día, sobre todo cuando baila y canta eso de Amado mío, pero está visto que lo mío no es el baile.
Saludos

Mona Jacinta dijo...

Pues sí, Lola. Igual podemos aprovechar el confinamiento para ensayar Amado mío...

Juli Gan dijo...

Hola. ¡Qué buena reseña! Cuando era cría este tipo de pelis me aburrían. Ni Gilda, ni Casablanca. Luego las volví a ver y, aunque a ambas las encumbran más por la rumorología que por otra cosa,para mi gusto están sobrevaloradas. Aún así Gilda me parece mejor como drama que Casablanca, con la que no puedo. Son pelis que tienen un halo y las hacen poco menos que "incriticables", pero nada de eso. Me ha encantado, por acertado, el apodo a Glenn Ford. Cara de ensaimada fue invitado al zinemaldia donostiarra, que ahora tiene nombre de aspiración nasal (SSIFF) y se quedó hospedado en el palacio de Aiete. Estaba tan a gustito, dice la leyenda, que costó que se volviera a su casa.

Mona Jacinta dijo...

Gracias, Juli Gan. Yo soy más fan de Casablanca, quizás porque siempre he sido más fan de Hmphrey que de Mr. Ensaimada. Ya leí que cuando le dieron el premio Donostia (me encanta lo de SSIFF como aspiración nasal!) pisdió que proyectarna Gilda.

Manuel Márquez dijo...

Hace años que la ví, y, francamente, no me pareció gran cosa, aunque tampoco estaba mal (dejando aparte su escala de valores que, obviamente, y por suerte, a día de hoy es inasumible). En cualquier caso, también entiendo que a pelis de este corte, con ese halo legendario tan grande sobre ellas, les 'cuesta' sobreponerse al mismo y afirmarse por sus valores intrínsecos, más allá de si éstos son muchos, pocos o ni lo uno ni lo otro (que es lo más habitual...). Un abrazo y a cuidarse.

Mona Jacinta dijo...

Gracias por comentar, Manuel. Tienes razón, pero no sé por qué hay pelis clásicas que envejecen mejor que otras. Y no creo que sea cuestión de ser mejores o peores. A lo mejor es solo cuestión de gustos, pero para mí, Gilda no ha envejecido muy bien (exceptuando a Rita, que sigue tan divina como el primer día)