viernes, 14 de mayo de 2021

Mi querida señorita (1972)

Hoy traigo una película curiosa del cine hecho en España. Creí que el tiempo la había tratado peor, pero con el paso de las décadas, y ya va por la cuarta, ahora se ve desde otra perspectiva y no luce mal. Deja ver algunos aspectos de esa sociedad tardofranquista con las tribulaciones de un protagonista que lo hubiera tenido un poquito más fácil en este nuevo milenio. Un poquito nada más. Tampoco vayamos a pasarnos.

Una señorita de buena sociedad de provincias y su criada.

La dirección corrió a cargo de Jaime de Armiñán, un director y novelista que ha rodado no pocas historias con su tempo bien medido. La que hoy nos ocupa acabó compitiendo como mejor película de habla no inglesa en los Oscars. Según Armiñán, si no ganó fue porque la academia hollywoodiense tenía una deuda con Buñuel, perdedor el año anterior, y lo ganó aquél año por mala conciencia de los "oscarienses". No ganó pero George Cuckor dijo de López Vázquez, dada su interpretación, que era el mejor actor del momento. La peli en cuestión trata el caso de la transexualidad desde la óptica misteriosa y pudorosa de los años 70.

El director.

Adela es una señora, instalada ya en la cuarentena, de una ciudad de provincias. Su educación de buena familia, pero sin oropeles, ha sido la propia de las señoras de su condición: Cultura general, algo de música, mucho rezo, mucha beatería y mucho recato. Adela se resignó desde joven a ser una solterona porque se sabía fea y, además, los hombres siempre le dieron igual. 

Hay carteles menos logrados que otros...

Doña Adela, porque es una señora de la época, vestida con recato y algo cursi, vive asistida por una criada joven a la que ella llama "Isabelita". Doña Adela es una mujer decente y pudorosa, como se espera de ella, pero cuando maneja el 600 conduce como el Fittipaldi de la época (Hoy la llamaríamos Hamilton). 

Doña Adela conduce rápido

Doña Adela se reencuentra con un viejo amigo de su edad, Santiago, que ha quedado viudo con dos hijas adolescentes. Santiago, que se siente solo, intenta convencer con ternura a Adela para iniciar un noviazgo con fines serios. Pero Adela no se siente convencida, quizá porque no se siente atraída por el hombre. Además, una bronca con la criada, que se asemeja más a una riña de novias, acaba dejándola sola porque el servicio se despide.

Pretendiente otoñal

Y Adela acude a confesarse con ese cura moderno que predica ese cristianismo nuevo tan comprensivo y "buenrollista" de la época postconciliar. El sacerdote le envía a un especialista médico que le da la sorpresa (Agradable) de su vida.

Dedicada a las labores de su sexo.

Aquí empieza la segunda parte de la historia, saliendo de un túnel de ferrocarril y llegando a una estación madrileña donde le llaman "señor". Porque Adela ahora atiende por Juan y aunque gasta bigote recortado y lleva traje con corbata sus gestos y sus manos siguen siendo femeninos.

Las manos de Juan lo dicen todo.

Busca una pensión dirigida por dos intransigentes mujeres (Dos conocidas actrices que son Lola Gaos y Chus Lampreave pre-Almodóvar). También busca un empleo, pero dónde puede ir sin un DNI donde figure un nombre y un sexo que ya no son el suyo.

Las dos arpías de la pensión

Por casualidades del destino, Isabelita, su antigua criada, vuelve a cruzarse en su vida. Primero el pánico le hace huir pero poco a poco comienza una relación con ella como jamás se hubiera atrevido en su vida anterior. A su edad aún no ha besado a nadie. Es Isabel quien toma la iniciativa porque Juan no sabe cómo actuar. No olvidemos que una señorita de su reputación debía ser casta hasta el matrimonio. Cosas de la educación rancionalcatólica.

Noviazgo

Para Juan no es fácil tirar hacia adelante. Sin oficio ni beneficio, ¿Cómo, si hasta hace nada fue una señora bien con unas pocas rentas? decide volver a su tierra a vender lo poco que le queda para emprender su nueva vida, aunque lleno de miedos.



Gracias a una vecina de la pensión, y chica de alterne (Mónica Randall), Juan decide iniciarse en el sexo, pero la cosa es un desastre y huye despavorido. Escena fastuosa de López Vázquez (Durante toda la peli, habría que decir) mirando con angustiosa nostalgia las mantillas de los escaparates.

La "mala" mujer de buen corazón y el asustado Juan.

Juan está sumido en una pesadilla. No sabe cómo tirar hacia delante. Isabel se presenta en su casa hecha todo dulzura y amor. La última escena es memorable (Atención: Spoiler). Ambos, desnudos, en la cama, Juan le anuncia "Un día de estos tengo que contarte un secreto", a lo que ella responde sin pensar "¿Qué me va a contar, señorita?".  

El mejor actor del momento, según Cuckor, con Liza Minelli que lo acaba de petar con Cabaret y Charlton Heston, Juan Luis Borau, detrás.

Una historia poco frecuente, la de la transexualidad, y más aún, la masculina, en una época en que "de estas cosas no se hablaban". Una historia bien contada interpretada de manera brillante por  José Luis López Vázquez (Juan) y también por Julieta Serrano (Isabel). Lo único que chirría de la peli (Ya me chirrió cuando la vi de jovencita) es el doblaje del personaje de Doña Adela siendo mujer. Aunque la actriz de doblaje era una consumadísima actriz (Irene Guerrero de Luna) y esposa de otro gran actor como fue Félix Fernández, la voz no le pega nada al personaje. La voz en la peli, por muy graciosa que le quedara a Sophia Petrillo en "las chicas de oro", le da aspecto de vieja bruja a doña Adela.

Juli Gan.

2 comentarios:

ricard dijo...

Como dices, es una película que aguanta muy bien el paso del tiempo. La interpretación de López Vázquez es memorable. Y, a lo que parece, los elogios de Cukor no se quedaron sólo en eso, pues fichó al actor para "Viajes con mi tía", del 72.

Saludos.

Carmen dijo...

Una buena película por lo que siempre he escuchado. Una de esas que al menos yo, tengo pendientes.