viernes, 5 de julio de 2024

Cuatro estaciones en La Habana

Estoy atravesando una etapa intensamente Padura en mi vida. No debe de extrañaros, porque acabo de volver de un taller en Menorca con Leonardo Padura y, si antes era fan, ahora tengo auténtica devoción por el autor. Para preparar la asistencia y empezar a ambientarme para el taller (por cierto, los organiza Talleres islados, una gente excepcional), me leí un par de libros que me faltaban y vi Cuatro estaciones en La Habana. Esta serie está basada en las cuatro primeras novelas de Mario Conde, el detective creado por el autor. Está dirigida por Félix Viscarret y protagonizada por Jorge Perugorria. Nos presenta al personaje, un policía con deseos de ser escritor, que encaja con mucha dificultad en la estructura policial. Sin embargo, pese a que sus métodos son poco ortodoxos, es un excelente investigador y entre su capacidad de trabajo y sus intuiciones (que él nota como un pinchazo bajo la tetilla izquierda) siempre consigue resolver los casos. Su vida personal es un desastre, se emborracha casi cada noche, fuma y no se cuida. Se enamora con frecuencia, siempre de mujeres imposibles o inconvenientes y tiene un grupo de amigos que son lo más importante en su vida. Suelen pasar las veladas en casa de Carlos, un amigo que está parapléjico como consecuencia de una herida en la guerra de Angola. Allí se juntan con el Conejo, Andrés y a veces Candito el Rojo y comen los magníficos platos que les prepara la madre de Carlos, Josefina, sin que nadie sepa de dónde consigue los ingredientes. Los episodios son: Vientos de La Habana, Pasado perfecto, Máscaras y Paisaje de otoño. En Vientos de La Habana aparece asesinada una joven profesora de instituto. Conde se va a enamorar de Karina, una mujer aficionada al jazz que toca el saxo y de la que nadie parece saber nada. Bajo una apariencia de normalidad, existen drogas, mafias, arribistas y gente cruel. En Pasado perfecto, el comisario Antonio Rengel encarga a Conde resolver la desaparición de un personaje importante en la ciudad: Rafael Morín, jefe de la Empresa de Importaciones y Exportaciones del Ministerio de Industria. Conde intenta zafarse del caso porque conoce al desaparecido. Fue con él al instituto y Morín se casó con Tamara, la mujer de la que Conde estaba enamorado. Por supuesto, no le queda más remedio que hacerse cargo del asunto y descubrir que también las grandes figuras esconden mucha basura detrás. En Máscaras aparece asesinado un travesti en el Bosque de La Habana. Es hijo de un respetado diplomático y había roto relaciones con su familia que no aprobaba su modo de vida y su orientación sexual. Conde investigará comenzando en casa del Marqués, un autor teatral abiertamente homosexual. La historia sirve a Padura para criticar la actitud del gobierno y la sociedad cubana hacia los homosexuales. El personaje del Marqués recuerda a Virgilio Piñera, a quien se le hace un homenaje en la historia. Paisaje de otoño es la última de la tetralogía, en la que Conde acabará por abandonar la policía. La trama principal es la aparición del cuerpo asesinado con extrema crueldad de Miguel Forcade, que se ocupó durante años de requisar los bienes artísticos a la burguesía después de la revolución. Después de ocupar un puesto tan importante, de pronto huyó a Miami. Recientemente había regresado a la isla porque su padre estaba muy enfermo. Por otra parte, una trama de corrupción policial, que se ha desarrollado a lo largo de las novelas, termina aquí y es parte del motivo por el que Conde no quiere seguir. La serie tiene un tono melancólico, como las novelas, aunque también tiene toques de humor y dibuja una Habana bella, pobre, fascinante y destrozada. La banda sonora va muy bien a las historias, desde la sintonía Vivir al borde, de Yanis Meyc, a los temas de jazz o canciones de Silvio Rodríguez. Sin olvidar la música de Credeence Clearwater revival que escuchan Conde y sus amigos en las noches de borrachera. Me parece un acierto la elección de Jorge Perugorría como Mario Conde, y no suele ser fácil que aceptes a un actor cuando has leído muchas novelas de un personaje, cada cual tiene su Mario Conde, pero Perugorría ha sabido conquistarme. También me gustan los secundarios, especialmente la banda de perdularios amigos del protagonista. Otra cosa que me ha aportado la serie es la incorporación de la palabra “comemierda” a mi vocabulario. Se te llena la boca al decirla. Además, pienso pronunciarla a lo cubano, sin que se note la erre: eres un "comemiedda”. Te quedas muy a gusto.

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