Berlín, 1931
Epílogo de Manfred
Flügge, 1992
Traducción de Eva
Scheuring, 2014
Edición de Errata Naturae 2014
Una rareza deliciosa
Es
este un librito de cine raro y delicioso.
Es librito porque
solo tiene sesenta páginas.
Es de cine porque
habla de una estrella del celuloide europea e internacional.
Es raro porque su
autor es un intelectual consagrado, de la élite, que cae rendido ante un
fenómeno de la cultura popular. Como dice Manfred Flügge en el epílogo, “Hessel
protege a Dietrich de la pedante arrogancia de sus colegas intelectuales”.
Es delicioso porque
alberga una prosa ligera y poética y destila amor por el cine y por Berlín y
devoción por la gran Marlene.
Sencillamente
titulado Marlene Dietrich, está escrito
en 1931, cuando Dietrich empezaba a convertirse en estrella en Hollywood y ya
era muy conocida en Alemania, donde su canción Von
Kopf bis Fuss auf Liebe eingellstelt (Estoy
hecha para el amor de la cabeza a los pies) sonaba en todos los
gramófonos. Pero Dietrich todavía era una persona, todavía no se había
convertido en mito.
El artífice
Franz Hessel (1880-1941) fue un escritor y traductor
alemán con una curiosa relación con el cine, ya que en 1913 se casó con HelenGrund, pintora berlinesa y periodista, tras haber mantenido una relación
triangular con el periodista, marchante de arte y escritor Henri-Pierre Roché.
Así, Hessel inspiró el personaje de Jules para la novela de Roché Jules et Jim, llevada al cine por François Truffaut en 1962. Flügge, el epiloguista de este libro, tiene escrito otro también sobre esta historia: se titula Gesprungene Liebe y se subtitula La verdadera historia de Jules y Jim.
Hessel
fue uno de los más destacados intelectuales alemanes de la primera mitad del
siglo XX, como poeta y narrador. Además fue traductor de Casanova, Stendhal,
Balzac y Marcel Proust.
Su
comprensión de París y de Berlín, así como de la mitología que ambas ciudades
alimentaron, fue un dato fundamental para sus escritos y su vida. Algo de esto
se plasma en este librito; de hecho, uno de sus pasajes más hermosos es aquel
en el que Hessel declara su amor por Berlín, “la ciudad de los colores claros y
sobrios durante el día, de los largos atardeceres, de las suaves auroras
invernales y las largas tardes de verano”.
La mirada masculina
Comienza su libro
Franz Hessel hablándonos de qué representa Marlene Dietrich para las alemanas y
los alemanes; sobre todo para los alemanes y, más que nada, para él mismo.
En cuanto a las
alemanas, solo les dedica un par de líneas para decir que “tanto las mujeres
decentes como las frívolas se reencuentran con lo más profundo de su ser en la
letra y en la música de esta canción”. Se refiere, claro, a la famosa
cancioncilla de Marlene antes citada, Von Kopf
bis Fuss auf Liebe eingellstelt (Estoy
hecha para el amor de la cabeza a los pies), y no me puedo resistir a
apuntar que para este eminente intelectual solo hay dos tipos de mujeres, las
“decentes” y las “frívolas”, y que todas todas ellas están hechas para amar;
para amar a los hombres, claro.
En cuanto a los
alemanes, como antes se ha servido de una canción, Hessel se sirve ahora del
título de una película de Dietrich, Die Frau,
nach der man sich sehnt (La mujer que
todos desean), para resumir el efecto que causa sobre ellos. Ella es,
sin más, el objeto de deseo de todo hombre.
Continúa después
Hessel describiendo a Dietrich desde su propia óptica, claro, y para ello echa
mano de todo un catálogo de estereotipos femeninos que nos ofrecen muchas
pistas sobre cómo ven los hombres a las mujeres; insisto: no sobre cómo son las
mujeres, sino cómo quieren que sean con respecto a ellos. “Para cada hombre, la
buena mujer tiene la cara que hace falta”, nos dice, para que salgamos de
dudas.
Así nos dice que
Dietrich no es una vampiresa ni una malévola. Para Hessel, “no tiene ninguna
ambición demoníaca”; todo lo hace “de manera espontánea”, inocentemente.
Su sonrisa es “más
divina” que la de sus rivales: Greta Garbo, “delicada y frágil”; ElisabethBergner, “virginal y solitaria”; o Asta Nielsen, “trágicamente fatal”. En
ningún momento abandonamos, como veis, el terreno de los estereotipos.
Los primeros años de Dietrich, según Hessel
Este libro se
escribió durante una época de vacaciones berlinesas de Dietrich; entre estancia
en Hollywood y estancia en Hollywood. Hessel pudo entrevistarse con Dietrich en
su casa de Berlín y charlar de su infancia. Al parecer, de niña, no
soñaba con el espectáculo; se formó en música, estudió piano y violín, pero
tuvo que abandonarlos por una tendinitis; así empezó en el teatro.
Se casó, tuvo una
hija y se dedicó a ella durante dos años enteros. Tuvo su primer gran triunfo
en un dúo cantado en una revista y luego llegó el éxito jamás sospechado con El ángel azul,
la primera película sonora importante de Alemania, basada en una novela
de Heinrich Mann.
El ángel azul se anunció publicitariamente
como “Emil Jannings en El ángel azul”.
Es decir, la estrella entonces era el protagonista masculino, hoy un desconocido para el
gran público, eclipsado por la irrupción de Dietrich. Según Hessel, Dietrich en este filme es la “bona meretrix, la buena amante maternal, que
se entrega sin mirar a quién, para satisfacer los deseos de goce de todos”. En
fin.
Ya antes del rodaje
de El ángel azul Dietrich había
entablado negociaciones con Josef von Sternberg para trabajar en la Paramount. Ella lo siguió a Hollywood y allí interpretó
dos películas: Marruecos y Fatalidad.
En Fatalidad es una espía que termina en el
patíbulo, como corresponde a las mujeres malas. Algún día haré una lista de las
protagonistas que acaban muertas o tan mal que preferirían morir; ya veréis,
son unas cuantas.
Marruecos la convirtió en estrella en América.
En esta peli, según Hessel, vemos “la transición feliz de la curiosidad sensual
y los deseos combativos hacia la entusiasmada sumisión total. Una mujer fuerte
se resiste al omnipotente e invencible Eros y se vuelve débil.”
¿Qué pasa después?
Este
libro, como os digo, se detiene en 1931. No dice nada, por tanto, de todo lo
que sucedió después. No dice nada de la película The
Song of Songs (1933), de Rouben Mamoulian,
ni de Desire (1936) de Franz Borzage, ni Arizona (1939), con James Stewart; tampoco de
la grabación de Lili Marleen ni de sus
trabajos con Hitchcook, Fritz Lang, Billy Wilder, Orson Welles o Stanley
Kramer.Tampoco habla del trabajo de Dietrich como cantante, en teatro y
cabaret, ni de su estelar retiro crepuscular en París.
Para todo eso,
tendremos que leer otros libros.
Noemí Pastor
6 comentarios:
Me has dejado alucinada. La Dietrich, porque es LA y su apellido artístico, era una persona increíble. Capaz de ser una diva hasta en el frente, lavando sus prendas dentro de un casco militar y sobreviviendo a un bombardeo mientras actuaba para los soldados que luchaban contra el nazismo, porque era una furibunda antinazi, y olé.
El intelectual, por muy intelectual que sea, como todos los hombres, ve a la mujer desde su propio prisma sentimental y sexual. Marlene era mucha Marlene. :)
Me ha encantado la entrada. Era una de mis firmes candidatas para el blog.(jeje)
Mujer fascinante, de mirada lánguida, palidez acentuada y cejas depiladas a lo Garbo.
Arrebatadora , enigmática, de piernas eternas y talentosa para la música.
Una vida intensa y poliédrica.
Efectivamente, Marlene era mucha Marlene...
Hola, queridas. A mi me fascina Marlene. Recuerdo los buenos ratos que pasé en Berlín, en su museo, viendo, entre otras cosas, sus trajes yvestidos.
Y siempre me ha gustado una frase que le atribuyen a ella (vete tú a saber si no es una leyenda urbana, pero ¿qué más da?): cuando le preguntaban por qué se vestía con traje-pantalón como los hombres, contestaba: "Soy una mujer muy ocupada. No puedo estar pendiente de si me combina el cinturón con el bolso."
Respuesta perfecta.. juasjuas
Una delicia!!
NOemí,
a mi me fascina Marlene,tanto dentro como fuera de la pantalla,por ser ante todo,mujer transgresora,libre,como pocas.
Te animo a que hagas ese post de las mujeres rebeldes cuyo final es trágico,es curioso,cómo en el cine,también se ha reflejado ese deseo opresor de acabar con todo intento emancipador.
Hola, Troyana.
Me animaré a empezar con unas pocas. También literarias.
Gracias.
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