viernes, 30 de junio de 2017

NEVER COMPLAIN, NEVER EXPLAIN


Katharine Hepburn, mirada sabia y decidida, protagonizando una adaptación teatral de Jane Eyre. 
Naciste en el seno de una familia aristocrática, cuyos antepasados llegaron a Estados Unidos en el Mayflower desde la vieja Inglaterra.

La segunda de seis hermanos,criada por unos padres liberales donde el activismo feminista formó parte de tu "afortunada educación".

Un hecho desgraciado ocurrido durante tu preadolescencia transformó tu carácter, haciéndote tímida y desconfiada del mundo. Lo observabas con ojos desbordados de vida interior desde tu esquinado dolor. Pero, como solo lo consiguen las grandes, sobreviviste a estos obstáculos derramando fortaleza decidiendo no pasar por la vida de puntillas, sino decidida y enfilada .

Desde niña me sedujo tu mirada limpia y segura, tu forma decidida de caminar propia de una raza apanterada, con tus desafiantes pantalones abrazados a una cintura de avispa, que te encargaste de adoptar como pieza clave e identificativa.

Te convertiste en símbolo de un feminismo atípico difícil de encasillar, dueña de ti misma, defensora a ultranza de tu vida privada, exclusiva y muy selectiva con tus relaciones, una verdadera ronin, pero al mismo tiempo hiciste chirriar ciertos engranajes mentales cuando tomaste la decisión de entregarte por completo y sin remedio a un amor imposible. Pero, como tú  misma afirmaste: «Si le hubiese dejado, los dos habríamos sido desgraciados».


«Señor Tracy, no es usted tan alto como esperaba»,  le espetó Kate nada más conocerse, con una mano izquierda más bien larga.
Te anclaste en cuerpo y alma a Spencer Tracy, de personalidad complicada, parco en palabras, seco, pero quien te comprendió mejor que nadie y respetó tu nada corriente forma de ser. Completamente rendidos y alejados de convencionalismos sociales, fuisteis apoyo mutuo, dos bichos de compleja rareza en permanente peligro de extinción.

Lucías con naturalidad tus rasgos hermosos, sin apenas maquillaje, de mirada cautivadora, fascinante, displicente con lo establecido por el viejo Hollywood, libre para moverte por voluntad propia, prescindiendo de anclajes. No te arredraste ante los magnates de Hollywood, aunque tuvieras a veces que dorarles la píldora para mantener tu ambivalente feminidad, porque eras tan gran artista como astuta y peleona mujer de negocios. Como dijo tu principal biógrafo A. Scott Berg, si alguna vez te rebajabas era para conquistar mejor.




                                              



Te llamaron Kate “la arrogante”, hasta que tu egoísmo tan delatado y declarado casi con orgullo por ti misma, se vio tumbado por el verdadero amor y comprendiste, afirmaste que en esta vida «es más importante amar que ser amada».

Ganaste cuatro oscars y fuiste de las pocas actrices que se atrevió a desafiar, con tu eterno peinado y mirada penetrante, (casi de niña rebelde), el reflejo de la edad en los espejos.



Querida Kate, creadora de dentro hacia fuera, instintiva, espontánea, versátil, veloz para sincronizar palabra y gesto hasta el punto que quienes te daban la réplica te seguían casi sin latido, se entregaban, daban lo mejor de sí mismos frente a ti; porque, querida Kate, eres de esas mujeres que aumentan la talla del contrario, frente a ti no queda más alternativa que crecer o desaparecer.



          



Cuando te enfrentabas al público en el teatro, hacías de tu interpretación un acto natural y sencillo, aunque se tratara de algo sencillamente complicado, como Shakespeare o Tennessee Williams. Adaptabas tu genio al genio de los autores y sus personajes.

Hubo quien vio contradicciones en ti, y especialmente no entendían como una persona tan libre podía ovillarse como una niña a los pies de Tracy. Pero vuestras miradas estaban a la misma altura. Vuestros ojos fueron siempre cómplices y complementarios. Entendiste que no tenías que dar explicaciones de tu vida, y así fue.

A tus 74 años, fue un regalo inesperado verte En el estanque dorado junto con el maravilloso Henry Fonda, combinando unas interpretaciones que rozan  la perfección. Un viaje delicado y precioso hacia las más profundas entrañas de la madurez, el viaje que todos haremos irremediablemente, con mayores o menores fortuna y pericia. Tu último gran trabajo.


En el estanque dorado es una película dirigida por Mark Rydell con Henry Fonda y Katharine Hepburn,
 Año: 1981.

Más de veinte años después, el 29 de junio de 2003, nos abandonaste. Nos dejó la “primera dama”, nuestra Jo en Mujercitas, Eva Loveace en Gloria de un día, Susan Vance en La Fiera de mi niña, María Estuardo en María de Escocia, Tess Harding en La mujer del año, Amanda en La costilla de Adán, Rose Sayer en La reina de África, la apasionada Jane en Locuras de verano, Leonor de Aquitania en El león en invierno, Ethel en En el estanque dorado... y tantas otras que habitarán siempre en un lugar privilegiado de la historia del cine escrito con mayúscula.

No diste explicaciones de nada y a nadie, como tampoco te quejaste de nada. Única responsable de tu vida y de tus sueños, te llevaste todo cuanto pudiste, desechaste cuanto te molestaba. Never complain, never explain: no sé si fue tuya la frase, pero en todo caso fue tu lema, tanto de tu vida como de tu obra, no juzgar a las personas más que por sus actos. Algo tan atípico en nuestros días, que no puede sino dejarnos fascinadas cada vez que tu imagen en movimiento y tu voz se cruzan en nuestras pantallas.





                      Dedicado a l@s Zinéfilaz que adoramos a la Hepburn.

                                            
                                                                      Mª Ángeles Lorente
                                   
                                                                           

10 comentarios:

Noemí Pastor dijo...

Bienvenida y enhorabuena, Mª Ángeles. Veo que has tomado posesión de tu casa. Que vivas aquí feliz por mucho tiempo.

medblogger dijo...

Muchísimas gracias a ti, Noemí.
Espero compartir con vosotras muchas aventuras zinéfilaz, apasionadas y fascinantes. La
grandeza del cine las merece.
Un abrazo.

Humphrey Bogart dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Humphrey Bogart dijo...

Mª Ángeles (perdona el tuteo):
Buceando por internet, he encontrado tu personal visión sobre la vida de Katharine Hepburn (es una de mis actrices favoritas).
Creo que la has definido perfectamente y además me has aportado aspectos sobre su faceta como mujer que desconocía. Continúa en esta línea y enhorabuena.
Un saludo.

Cristina María González Lorente dijo...

¡Me encanta Hepburn! Es una artículo precioso con un lenguaje poético y muy acertado.
¡Os leo todos los viernes, enhorabuena a todas!

Juan Cinéfilo dijo...

Estoy completamente de acuerdo, es muy poético. También me encanta Katharine, pero nunca había leído nada semejante, con esa hondura. Precioso.
Enhorabuena a todas, es un gran descubrimiento!

Juli Gan dijo...

Bienvenida. Hermoso post. Una actriz de carácter fuera de los clichés de mujer-florero de la época.

medblogger dijo...

Muchísimas gracias,todo lo que rodea a Katharine siempre sonará a interesante y hermoso. Una gran dama del cine.Eterna.

Mamen dijo...

Felicidades compañera. Cada escrito tuyo me sorprende más en belleza y sabiduría en el aprendizaje. Gracias por acercarnos más a conocer a esa gran mujer que fue. Un abrazo

TRoyaNa dijo...

Hola MariAngeles,
llego algo tarde pero llego;)
Maravillosa entrada dedicada a una mujer con carácter,icono de personalidad independiente,fuerte,segura de sí misma.
Un cordial saludo y bienvenda:))))