Famosa por su apariencia explosiva y sus réplicas ingeniosas, Mae West fue, sin embargo, mucho más que una muñequita neumática y deslenguada. Actriz, cantante, guionista, autora, directora y productora teatral, escenógrafa, diva y maestra de la ironía, permaneció activa durante ¡setenta años! y disfrutó enormemente escandalizando sin parar a los puritanos tiempos que le tocó vivir.
Entre Broadway y Hollywood
Mary Jane West nació en Brooklyn, en agosto de 1893, en una de esas familias que solo pueden existir en Nueva York. Hija de una modelo nacida en Alemania y un boxeador irlandés que luego se convirtió en detective privado, estudió canto y baile desde muy niña y con cinco años ya debutó en una compañía teatral de aficionados que representaba obritas en centros parroquiales o en tabernas como la famosa Neir’s de la calle 78, fundada en 1830 y todavía en funcionamiento.
Su debut profesional lo hizo en el vodevil con catorce años y cuatro después dio el salto a Broadway, al teatro musical. Su primer papel estelar lo obtuvo en 1926 con una obra explícitamente titulada Sex, que ella misma había escrito, producido y dirigido. Sex obtuvo malas críticas y un gran éxito de taquilla. También le supuso a West una denuncia por “corrupción de jóvenes” y ocho días de cárcel. El incidente hizo gran ruido en los medios y eso ayudó a la buena marcha del negocio. West aprendió algo que puso en práctica durante el resto de su carrera: escandaliza y triunfa.
Su siguiente obra se tituló The Drag y hablaba de homosexualidad. La representó en Connecticut y New Jersey, pero le fue imposible llevarla a Broadway, porque la Sociedad de Prevención del Vicio se lo impidió.
West continuó escribiendo obritas escandalosas y peleándose con la censura de la época y en 1932, cercana a los 40 años (avanzadísima edad para comenzar una carera en el cine, sobre todo para las mujeres), fue contratada por la Paramount. Su primer film fue Noche tras noche y el segundo, Lady Lou, nacida para pecar, para el cual la propia West fichó a un mozalbete Cary Grant. Este segundo film fue un enorme éxito de público, salvó a la Paramount de la bancarrota y consiguió una nominación para el Oscar a la mejor película.
Siguiendo con la buena racha, en su tercer film con la Paramount, No soy ningún ángel, volvió a trabajar con Grant y volvió a triunfar en la taquilla. Así, en 1935 Mae West era la segunda persona mejor pagada de los Estados Unidos, después de William Randolph Hearts.
En 1939 West se enroló en la Universal y en 1943, en la Columbia, donde rodó The Heat’s On. Este film no gustó ni a la crítica ni al público y West quedó tan defraudada que tardó veintisiete años en rodar otro. Además, durante ese periodo sin películas, rechazó protagonizar El crepúsculo de los dioses, pues fue la primera actriz a la que ofrecieron el papel de Norma Desmond. Tras su negativa, Billy Wilder lo intentó con Mary Pickford, que también dijo que no. Gloria Swanson fue la tercera opción.
A Broadway regresó en 1994 para interpretar a Catalina de Rusia y al cine, como decimos, mucho más tarde, en 1970, para participar en un film de Gore Vidal, Myra Breckinridge, que en su momento fue un desastre de crítica y público, pero que luego se convirtió en pieza de culto por ser de los pocos que trataban el asunto de la transexualidad.
Su última película, Sextette, de 1978, adaptación de un guion de la propia West, también fue un fracaso.
Radio, televisión, música, libros y Las Vegas
Desde finales de la década de 1930 hasta principios de la de 1960 West trabajó en varias producciones radiofónicas no menos escandalosas que las teatrales. Desde el nacimiento de la televisión también trabajó esporádicamente en el medio tanto en USA como en Gran Bretaña.
En los 50 tuvo su propio show en Las Vegas, donde creó estilo con su espectacular vestuario y fue pionera al invertir los papeles y actuar rodeada de musculosos bailarines casi desnudos.
Como cantante, grabó varios álbumes (un par de ellos de rock) y en la ceremonia de entrega de los Oscar de 1958 interpretó una de las canciones nominadas junto a Rock Hudson.
En 1959 publicó su autobiografía, Goodness Had Nothing to Do with It, que llegó a ser todo un best-seller. Además, trece años después, en 1972, fue actualizada y reeditada. Creo que no está en español. Si es así, a ver si alguna editorial se anima.
Me quedan por contaros varias cosas interesantes de la gran Mae West, que no se acaba nunca, pero, como este articulito me está quedando bastante tocho, lo dejo aquí y me despido hasta una nueva entrega. Hasta pronto, pues, saludos de vuestra amiga
Noemí Pastor
3 comentarios:
De tocho, nada. Caben más datos, y, sobre todo, algunas de las frases pícaras y lúcidas de su cosecha.Mae West fue una rompemoldes. Hay un lapsus calami en una fecha. Pone 1997, supongo que será 1967. Saludos y aplausos.
Perdón, es llegada a Broadway en 1994.
Gracias. En cuanto pueda, lo corrijo.
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