—Mamá, ¿tú eres una superheroína?
—Hija, soy una mujer negra en los Estados Unidos de
América. Ninguna superheroína me llega a la suela del zapato.
Este
extracto de un diálogo de Hunters
ilustra lo que más me gusta de la serie: la mirada ácida sobre la pretendida
perfección democrática de los Estados Unidos en la década de 1970. También me
ilustra uno de sus hilos conductores: las constantes referencias a tebeos,
series televisivas y elementos de la cultura popular de la época. Ya sabéis: la
nostalgia siempre funciona.
Pero
comencemos por el principio y hagamos las presentaciones.
Hunters es una serie de Amazon, de producción
propia, muy recientita, pues se estrenó en febrero de 2020. De momento solo
tiene una temporada, pero, si el mundo vuelve algún día a parecerse mínimamente
a lo que era, tendrá una segunda.
Lo
primero que me viene a la cabeza cuando pienso en esta serie, es que es hija de
su tiempo. Es lo que vengo entendiendo por una serie “modernita”, de las que se
llevan ahora, con todos sus ingredientes; a saber: gran estrella de Hollywood
(Al Pacino, que el pasado 25 de abril cumplió ochenta añazos), magnífica puesta
en escena, estupenda dirección artística, ambientación setentera tarantiniana,
nostalgia televisiva, mucho tebeo, fantasía, superhéroes, James Bond,
Batman, malos de Spectra, violencia presuntamente refinada, mal gusto
deliberado, atrevimientos narrativos, piruetas de guion, revisiones históricas…
A
esto añade Hunters unos protas, los buenos, no tan buenos y unos malos
malísimos, de opereta, nazis diabólicos. Agrega, además, unos durísimos
flashbacks sobre el holocausto, escenas que transcurrieron en Auschwitz de las
que te hacen desviar la vista de la pantalla, seguidas de episodios de humor grueso, números musicales en rosáceos
parques de atracciones o narraciones oníricas sobre el amor más allá de la
muerte.
Esta
mezcla delirante descoloca bastante al
principio. Luego ya te vas haciendo al tono y te lo tragas.
Voy
un poco con el argumento. En la década de 1970, en Estados Unidos, los nazis
están por todas partes, poco a poco van escalando a posiciones de poder con el objetivo de instaurar el Cuarto Reich. Ante esta amenaza, el millonario Meyer
Offerman, superviviente de los campos de exterminio, organiza una cuadrilla
galáctica de cazadoras y cazadores de nazis. No parece, pues, casual que esta serie
haya sido gestada cincuenta años después de la gloriosa década de 1970, en un
momento de efervescencia de movimientos supremacistas y de la extrema derecha
por casi todo el mundo.
Porque no todo es
tebeo en Hunters. El personaje de Pacino está levemente inspirado en Simon Wiesenthal, un arquitecto judío de Austria que pasó cuatro años en campos de
concentración y que en la década de 1970, ya asentado en los USA, creo el Centro
Simon Wiesenthal, que desde entonces se dedica a dar caza a los nazis que
huyeron de Alemania y se infiltraron cómoda y lujosamente en los Estados
Unidos y colaboró con el Departamento de Justicia de Estados Unidos en
la búsqueda de estos criminales de guerra. Simon Wiesenthal aparece como
personaje en Hunters, interpretado por
el gran Judd Hirsch.
También el personaje
de Ruth Heidelbaum, la abuela de Jonah, el otro prota junto a Pacino, tiene una
conexión con lo real, pues está inspirado en la verdadera abuela de
de David Weil, el creador de la serie, que fue la única superviviente de
su familia tras pasar por Auschwitz y Bergen-Belsen.
Algunos de los nazis
“cazados” por Pacino y sus secuaces tampoco han nacido de la imaginación de los
guionistas. Por ejemplo, Wernher von Braun, “el hombre del espacio”, existió de
verdad. Perteneció a las SS y en la Segunda Guerra Mundial trabajó para el
ejército de Hitler en la construcción de cohetes y misiles. Luego se rindió al
ejército aliado y los norteamericanos, a través de la operación Paperclip, lo
ficharon para la NASA.
En la serie a Von Braun le
limpian el forro los cazadores de nazis; en la realidad, murió de cáncer a los
sesenta y cinco años en su estupenda casa de los suburbios residenciales de
Washington.
Para
terminar, os repito lo que más me ha gustado de Hunters:
cómo se pitorrea del patrioterismo americano, cuando hace sonar el himno
nacional durante discursos de nazis reciclados en honrados políticos que se han
cargado a toda su familia, niñitos incluidos, y se llevan la mano al corazón
henchido de amor a los yueséi. Aquí tengo que citar a ese monstruo de la
interpretación especializado en personajes extremos que es Dylan Baker.
Dylan Baker, honrado padre de familia que invita a barbacoas en su jardín
Y,
por supuesto, como os decía antes, me chifla la caña que le mete al racismo, a
ese fascismo básico subyacente en los USA que parece enraizado ensu ADN, a
pesar de las continuas proclamas de libertad e igualdad, con referencias
directísimas a los nuevos fascistas: esos angry
white men que siguen ahí, quizás ahora más activos que nunca, cuya ira
se prende tan fácilmente.
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