viernes, 3 de marzo de 2023

Los Fabelman

Soy bastante fan de Spielberg. No he visto todas sus películas, pero la mayoría. Me encantan sus pelis de aventuras: la saga de Indiana Jones, la primera de Parque
Jurásico, E.T o de intriga como El Diablo sobre ruedas, pero también me gustan las “serias”, como La lista de Schindler, El puente de los espías o Los archivos del Péntagono. ¡Si hasta le salen bien los musicales! Yo disfruté mucho con West Side Story. Si a esto añadimos las buenas críticas que ha recibido Los Fabelman, comprenderéis que no podía dejarla pasar. Antes de empezar la película, aparece el director contando que es su obra más personal y que agradece al público que vaya a verla. Efectivamente, aunque en todas sus películas hay una huella personal, esta es la más autobiográfica y nos muestra la infancia y adolescencia de un alter ego de Spielberg y sus inicios en el cine. Partimos de la primera experiencia del protagonista, cuando sus padres le llevan a ver El mayor espectáculo del mundo, que le impresiona mucho y le lleva a querer plasmar algo parecido con sus juguetes. Más tarde vemos sus primeras experiencias con una cámara de superocho. La película termina con sus comienzos profesionales y la ocasión en que conoce a John Ford (magníficamente interpretado por David Lynch). La historia se desarrolla a finales de los 50 y durante los 60. Los Fabelman son una familia judía compuesta por el padre, un ingeniero que comienza a trabajar en informática; la madre, concertista de piano que dejó su carrera para cuidar de su familia; Sammy, el joven que representa a Spielberg, y sus tres hermanas. Por trabajo del padre se mudan a Arizona, donde el chico sufre bullying en el instituto. Os aseguro que, cuando veo historias de high school americano, doy gracias a Dios de no haber asistido a ninguno. Qué estrés lo del prom y que alguien tenga que regalarte una pulsera de floripondios. Los padres del protagonista aparecen como figuras opuestas: la madre con una vena artística muy acentuada y muy poco equilibrio emocional y el padre racional, inteligente y que no toma en serio la creciente afición de su hijo por el cine. Sammy va explorando todo el proceso de rodar y montar películas, implicando a su familia y amigos en historias cada vez más complicadas. También filma escenas familiares, que le conducirán a un doloroso descubrimiento.
Da la sensación de que Spielberg nos quiere contar su forma de ver el mundo, de alguna manera se oculta tras la cámara, la vida le parece más manejable en imágenes, tiene incluso el poder de alterar la realidad, diseñarla a su gusto (como en la película de fin de curso), de provocar emociones u ocultar realidades. También aparece el deseo de justificar que la pasión que siente por la creación artística está por encima de todo, incluso por delante del amor a los demás. Parece algo inevitable, un rasgo presente en su madre y en él, aunque el chico la a ella acuse de egoísta. Es una buena película, con momentos divertidos y otros dramáticos que sabe mostrar lo que es tener una pasión, un sueño y la determinación necesaria para conseguirlo. Creo que es posible que haya que ser un poco egoísta para lograrlo. Los actores están muy bien, especialmente Michelle Williams en el papel de la madre. Es probable que ese personaje haya sido el que más le ha importado dibujar bien al director, imagino que ha sido su relación más complicada. Según dijo el propio Spielberg, hubo momentos muy difíciles para él en el rodaje. Por lo visto le impactó ver a los actores que hacen de padre y madre vestidos con ropas idénticas a las que llevaban sus verdaderos padres. Supongo que las historias autobiográficas remueven muchas cosas. Con todo, tampoco me parece de las mejores películas del director. Es agradable, es interesante, está bien contada, pero no es La lista de Schindler.

3 comentarios:

ricard dijo...

Aunque lo que cuenta no es necesariamente original, lo cuenta muy muy bien.

Teo Calderón dijo...

Siempre he tenido un problema (si lo queremos llamar así) con el cine de Steven Spielberg. Sus películas pueden gustarme, entretenerme e incluso, por momentos, deslumbrarme por su brillantez formal (en ocasiones algo relamida), pero nunca han conseguido emocionarme por la sencilla razón de que las considero perfectos facsímiles; ejercicios brillantes de un alumno atento y aventajado que supo -desde su voraz cinefilia- absorber provechosamente las lecciones narrativas de los grandes maestros que ha ido aplicando a lo largo de su filmografía. Ahí reside su talento, o así lo veo. No obstante, existe una gloriosa excepción considerada por el que suscribe como su mejor trabajo: la impresionante e inmisericorde MUNICH (2005).
En cuanto al título que nos ocupa, me parece un ejercicio cargante y reiterativo y por ello de estructura algo desequilibrada. Es lo que tienen algunas películas “autobiográficas”. En esta se manifiesta por la escasa capacidad de síntesis narrativa que exhibe. Eso sí, me encantó, imagino que como a la mayoría de cinéfilos de la vieja guardia que hayan visto la película, la última secuencia con ese parco y expeditivo John Ford (incorporado por David Lynch!) dando una lección rotunda al fascinado neófito.

Mona Jacinta dijo...

Pues tendré que ver Munich porque, si a ti te gustó, a mí me fascinará!