viernes, 8 de marzo de 2024

Emily

Escrita y dirigida por Frances O´Connor y estrenada en 2022, es una ficción basada en la vida de la escritora británica Emily Brontë. Impacta la interpretación de la actriz protagonista. Emma Mackey es Emily y Emily es la película. La sutileza de sus expresiones faciales y de todo su lenguaje corporal es sublime. Sorprende la cantidad y variedad de emociones, sensaciones y matices que es capaz de transmitir, hasta el punto de conseguir que no solo sepamos lo que piensa, sino que podamos imaginar lo que imagina. (Si bien, no deja de resultar un poco paradójica esa expresividad sin palabras para recrear a una escritora). La película indaga en el mundo emocional de la poeta y novelista. Revela tanto sus afectos —familia, amor y escasas amistades—, como sus temores, en especial una fobia social que, al parecer, padecía. Sus vivencias peculiares e intensas en torno a la literatura. Sus coqueteos con el opio, sus inquietudes como mujer, su rebeldía en defensa del libre pensamiento frente al dogmatismo religioso imperante en la época y, sobre todo, su gran talento y su naturaleza explosivamente creadora. Otro gran logro es la estructura narrativa. Está dividida en cuatro bloques, que sin tener nada que ver con las cuatro estaciones o las cuatro edades, sí resulta fácil ver un paralelismo con esos esquemas. Aunque abarca unos pocos años de la vida de la escritora, todos de su juventud (falleció a los 30), logra mostrar una primera etapa más infantil en la que vive vinculada a sus hermanas y llena de ilusiones de futuro. Una segunda fase de rebeldía juvenil marcada por la influencia de su hermano. En la tercera, la plenitud del amor. Mientras que la última refleja una madurez presidida por el dominio de sí misma. Dentro de cada bloque, las escenas se suceden como si fueran capítulos, con su planteamiento y su desenlace, o como relatos breves, cada uno con una historia para el espectador. Algunas de ellas son poemas, como la de la lluvia o la de las sábanas tendidas. Me parece remarcable la audacia del planteamiento estético. Con una mezcla de elementos de distintos géneros —cuento de hadas, ambientación tradicional de la época victoriana, terror, magia, efectos teatrales...— logra una combinación exquisita de arte y naturaleza en su estado más salvaje. Es la misma dualidad que encarna la propia protagonista y que se advierte en todos los detalles: peinado, vestuario, y atrezzo —máscara, sábanas...—. Además de las artes que explícitamente se muestran —literatura y música— en cada escena se aprecia la belleza y genialidad de las aportaciones pictóricas, una fotografía exquisita y de las coreografías que subyacen en el movimiento de actores y actrices. (No bailan, evolucionan de forma coordinada y armónica). La música merece un comentario aparte. La banda sonora es obra del compositor polaco Abel Korzeniowski y se adapta como una segunda piel a la mirada de Emily. Explica, anticipa, enfatiza, advierte o acompaña en determinados momentos. En otros, simplemente, crea magia. También contribuye a la grandeza del conjunto el resto del reparto. Oliver Jackson-Cohen, que interpreta a William Weightman; Fionn Whitehead como Branwell, Alexandra Dowling como Charlotte y Amelia Gething como Anne, los otros tres hermanos Brontë. No sé, ni considero relevante si la historia se ajusta o no a la auténtica biografía de la escritora, porque sería igual de magnífica si la protagonista fuera de ficción, pero tiene el valor añadido de que al terminarla —un poco abducida, creo que se me nota en el vocabulario de esta reseña— te entran unas ganas incontrolables de releer Cumbres Borrascosas. Almudena Fernández Ostolaza

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