viernes, 9 de diciembre de 2016

Florence Lawrence


Florence Lawrence (1886-1938) fue una actriz de Hollywood considerada la primera estrella de cine, ya que fue la primera intérprete que consiguió que su nombre apareciera en los títulos de crédito de los filmes. Actuó en casi 300 películas y, además, fue propietaria de una productora, empresaria y mujer de negocios, coleccionista de automóviles e inventora de los intermitentes y las luces de freno. Lawrence se divorció tres veces, se suicidó a la edad de 52 años y hoy reposa en el Hollywood Forever Cemetery.


The Biograph Girl

Florence Lawrence nació en Canadá. Su padre era fabricante de carros y su madre, inventora, empresaria, actriz y directora de su propia compañía de teatro. Ella heredó las profesiones de ambos y se dedicó, como veremos, a los automóviles, los inventos, los negocios y  la interpretación. Pero, claro, si está aquí, en Zinéfilaz, es porque se la considera una de las personas más influyentes de los primeros años de Hollywood y porque protagonizó cambios decisivos en la historia de la industria del cine.

A los tres años, en Canadá, debutó sobre un escenario, junto con su madre, en una producción de la compañía Lawrence, la empresa familiar.  A los diez ya pasó al cine y comenzó una carrera veloz que la llevó de contrato en contrato y de estudio en estudio, de manera que, a los doce, ya trabajaba para la productora Biograph por 25 dólares semanales. Llegó a trabajar con D.W. Griffith en papeles clásicos como Julieta o Cleopatra; sin embargo, nadie sabía cómo se llamaba; para el gran público, Florence Lawrence era “la chica de la Biograph”.


El estrellato

En los primeros años del cine en los títulos de crédito de las películas no figuraban  actores, directores ni productores, a pesar de que los fans inundaban los buzones de los estudios con cartas en las que preguntaban por los nombres de sus ídolos. Las corporaciones que dominaban la industria temían que, si revelaban las identidades de actrices y actores, estos demandarían salarios más altos. Y sus peores presagios se hicieron realidad.

En 1909 Lawrence firmó un nuevo contrato con Independent Moving Pictures, cuyo ejecutivo, Carl Laemmle, apostó por el poder del estrellato e ideó todo un montaje para promocionar a su reciente fichaje.

A principios de 1910 hizo que un periódico difundiera la noticia de la muerte de Lawrence, atropellada por un tranvía, para poco después anunciar que estaba viva y que iba a protagonizar su próximo film. Organizó una comparecencia pública de Lawrence en St. Louis: la estrella en ciernes llegó en tren a la estación de la ciudad y la multitud que la esperaba fue mayor que la que pocos días antes había recibido al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Lawrence declaró: “Me resulta muy extraño que tantas personas se hayan congregado para dar la bienvenida a alguien a quien no conocen, a quien solo han visto en las películas”. ¡Oh, qué dulce mundo, ajeno al estrellato y a la celebridad!


Hay vida tras las estrellas

Lawrence fue, pues, la primera persona cuyo nombre apareció en los títulos de crédito de los films. Eso sucedió, como decimos, en 1910, con Independent Moving Pictures, donde Lawrence protagonizó unas 50 películas en menos de un año, porque a finales ya había firmado con otra productora y dos después, en 1912, creó su propio estudio: Victor Company. De hecho, Lawrence fue una de las primeras mujeres de Hollywood que estuvo al frente de una productora.

Aunque parezca mentira, toda esta intensa actividad profesional le dejaba tiempo para sus aficiones y una de ellas eran los automóviles: no es casualidad que su padre hubiera sido fabricante de carros, que su primera película, en 1906, hubiera sido “Los ladrones de coches” (“The Automobile Thieves”) y que su segundo marido fuera vendedor. Además de disfrutarlos, Lawrence también quiso mejorarlos e inventó un par de artilugios indicadores que luego se convirtieron en las señales de giro y de freno. Nunca los patentó, así que la industria de la automoción se apoderó de ellos y de los beneficios que generaron.


Ocaso

En 1915, cuando otras estrellas del celuloide, como Mary Pickford o Charles Chaplin,  empezaban a hacerle sombra, Lawrence sufrió un grave accidente durante un rodaje: un incendio provocado para la ficción que se les fue de las manos la obligó a permanecer en cama durante meses, acabó con su matrimonio y le dejó enormes secuelas psicológicas.

Su carrera en el cine, por supuesto, también se resintió, así que, con su segundo marido, invirtió en una línea de cosméticos y, con su madre, Lotta Lawrence, también inventora, patentó y comercializó un modelo de limpiaparabrisas.

Su segundo marido la abandonó por otra, lo intentó una tercera vez con un alcohólico maltratador y, claro, fue un desastre que por fortuna solo duró cinco meses.

En 1936 filmó su última película con la Metro por 75 dólares a la semana y comenzó a padecer una extraña enfermedad de los huesos.


Y final

En 1938, tres días después de Navidad, Lawrence se desayunó un batido de furmicida con jarabe para la tos. Dejó una nota que decía “Estoy cansada. Espero que esto funcione”. Y funcionó.


Lawrence fue entrerrada en una fosa que permaneció anónima hasta 1991, cuando, según unas fuentes, un actor británico desconocido y, según otras, Roddy McDowall, trasladó sus restos al Hollywood Forever Cemetery y le colocó una lápida con este epitafio: “Florence Lawrence, la primera estrella de cine”.

Noemí Pastor

2 comentarios:

Juli Gan dijo...

¡Vaya! Qué mala fortuna la suya. A pesar de su éxito, poco le duró la fama en los albores del cine. Hay tantas estrellas del primer cine del que 100 años después nadie sabe nada. Está muy bien eso de reivindicar su nombre. Me da alguna que otra idea para futuras colaboraciones.

Noemí Pastor dijo...

Hola, Juli. A mí me parece bonito rescatar a figuras que fueron importantes en la historia del cine y luego cayeron en el olvido.
Por eso me gusta este proyecto de la Universidad de Columbia:
https://wfpt.cdrs.columbia.edu
Échale un vistazo. Verás qué chulo.