Hace unos meses leí que en algunas escuelas de Estados Unidos (en el estado de Virginia, y supongo que en algún otro también) se había prohibido, a instancias de asociaciones de padres, la lectura de Matar un ruiseñor, la novela escrita por Harper Lee en 1960 y premiada con el Premio Pulitzer en 1961. Esos padres y autoridades educativas, consideraban que la novela podía herir la sensibilidad de sus hijos, ya que en ella se utilizan palabras despectivas, como nigger (algo así como negrata) y se daba una imagen de los negros que no les gustaba.
La noticia me causo estupor; hace algunos años reseñé en un blog ese libro, uno de mis preferidos, y escribí "Me gustaría que todos los adolescentes leyeran este libro y pudieran aprender así, en las palabras de Atticus Finch, que "matar un ruiseñor es pecado"; es decir, que dañar a un inocente es el crimen más vil que se puede cometer y que los prejuicios, raciales o de cualquier otro tipo, envilecen el alma".
Sin embargo, ahora me enteraba de que algunos padres, profesores y autoridades educativas consideraban que este libro, que para muchos es uno de los más hermosos y destacados arietes contra el racismo, había de ser quemado en la hoguera de esos modernos savonarolas porque, según ellos, apuntalaba esos prejuicios.
La novela se localiza en la pequeña ciudad de Maycomb, en el estado de Alabama, durante los años 1933-1936. La historia está narrada por Scout que, ya adulta, recuerda hechos que ocurrieron cuando ella tenía entre 6 y 9 años. La pequeña vive con su hermano Jem, cuatro años mayor, y su padre Atticus Finch, un respetado abogado, viudo desde que Scout tenía dos años. A través de los ojos, inocentes pero perspicaces, de Scout observamos y juzgamos, con ella, el mundo que rodea a la niña, ya que esa mirada pone en evidencia las contradicciones y prejuicios de los adultos que la rodean. Junto a los dos hermanos, su inseparable amigo Dill, el niño que, en la realidad, años más tarde, se convertiría en otra de las glorias literarias estadounidenses: Truman Capote.
El mundo de Scout entrará en crisis cuando su padre se encargue de la defensa de un joven negro acusado, falsamente, de haber violado a una joven blanca, víctima en realidad de la brutalidad e ignorancia de su propio padre. Porque la historia, si bien tiene su núcleo en la injusticia provocada por los prejuicios raciales, también se puede resumir como la historia de tres tipos de padres: uno ejemplar, que es Atticus Finch; uno terrible, que convierte en fantasma a su propio hijo en aras de las convenciones sociales, que es Mr. Radley; y, el tercero, uno despreciable, capaz de las mayores vilezas tanto con su propia hija como con los demás, que es Bob Ewell.
Pero la película es una gran película por si misma, gracias, fundamentalmente, a la capacidad poética que tuvo Robert Mulligan para recrear el mundo adulto visto por una niña. Mulligan consiguió crear una atmósfera que combina perfectamente realismo y cuento de terror, con un par de malvados terribles y un fantasma bueno incluidos; un fantasma convertido en sombra por su propio padre (uno de los malvados de la historia) que salvará la vida de los hermanos Finch. En algunos aspectos, la película parece estar influenciada por La noche del cazador, y no sólo en cuanto a que relata la historia de dos niños, sino también en el tratamiento de luces y sombras para conseguir algunas escenas de terror fantasmagórico (Jem en el porche de los Radley; los niños perseguidos por Bob Ewell...).
Pero, sobre todo, la película, como la novela, es un gran homenaje a la bondad, dignidad y tolerancia de un hombre: Atticus Finch, en el que Harper Lee rendía homenaje a su propio padre, por quien había sentido adoración; no así por su madre, con la que siempre mantuvo unas relaciones complicadas, por lo que no sorprende que Harper, trasunto también de la pequeña Scout, optara por hacer enviudar a su padre literario.
Atticus Finch es, en el sentido más machadiano de la palabra, un hombre bueno. Un hombre cuya filosofía de vida queda explicada en las frases que le dirige a su hija cuando esta afronte sus primeros choques en la escuela:
Si consigues aprender una sola cosa te llevarás mucho mejor con todos tus semejantes: nunca llegarás a comprender a una persona hasta que no veas las cosas desde su punto de vista... Hasta que no logres meterte en su piel y sentirte cómodamente.
Eso es, sobre todo, Atticus Finch, un hombre profundamente tolerante con sus semejantes. Es un hombre inteligente y bondadoso que se da cuenta perfectamente de las injusticias de la sociedad en la que vive, pero que decide enfrentarse a ellas con honestidad, dignidad e integridad y no con rebeldía, porque quiere cambios pacíficos que remuevan conciencias y sean perdurables.
Atticus es abogado (como el padre real de Harper Lee) y, cuando un hombre negro, Tom Robinson, es acusado injustamente de haber violado a una joven blanca, se encarga de su defensa, a pesar de que sabe que ello le granjeará la enemistad de buena parte de sus conciudadanos. Y así se lo explica a su hija:
Atticus: La verdad es que se ha hablado mucho en esta población respecto al hecho de que no debería defender a ese hombre.
Scout: Si no deberías defenderle, entonces ¿por qué lo haces?
Atticus: Entre varias razones... porque si no lo hiciera no podría ir con la cabeza bien alta. Ni siquiera podría deciros a ti y a Jem que es lo que debéis hacer.
La película fue premiada con tres merecidísimos Óscar, en 1963. Peck (que ya había sido nominado cuatro veces anteriormente, la primera vez con su segunda película Las llaves del reino) ganó, con una interpretación soberbia, el de mejor actor. Al parecer, en su primer día de rodaje estaba presente Harper Lee, que al presenciar su interpretación se echó a llorar. Cuando Peck le preguntó por qué lloraba, la escritora le dijo que por lo mucho que le recordaba a su padre (Amos Lee, el adorado padre de Harper, había muerto poco antes), incluso en la barriga que éste tenía. Peck le contestó "Eso no es barriga. Es una gran interpretación".
Gregory Peck y Harper Lee mantuvieron su amistad hasta la muerte del actor; incluso una nieta de Peck se llamó Harper en honor a la escritora. Para Gregory Peck esta película siempre fue especial, por encima de otras grandes interpretaciones suyas, porque su personaje encarnaba sus ideales personales.
Un segundo Óscar lo ganó el magnífico guion de Horton Foote, que supo ser muy respetuoso con la historia original a la vez que conseguía adaptarla perfectamente al lenguaje cinematográfico.
El tercer Óscar fue para la dirección artística y decorados. Inicialmente se pensó rodar en Monroeville, la ciudad natal de Harper Lee, donde había transcurrido la infancia de la escritora y donde su padre había defendido, en 1923, un caso similar al que narra la novela de su hija. Sin embargo, los años transcurridos entre la infancia de Harper Lee y el momento en que se rodó la película habían hecho que la ciudad sureña se modernizara y ya no fuera apropiada para representar a la ficticia Maycomb de la Gran Depresión. Por ello, la población se recreó en los Estudios de la Universal Picture en Hollywood, incluida la sala donde transcurren las escenas del juicio, uno de los más famosos, conmovedores e impactantes de la cinematografía judicial.
Mary Badham, la estupenda Scout Finch, fue en su momento la actriz más joven nominada para un Óscar. Pero, finalmente, el premio a la mejor actriz de reparto se lo arrebató otra actriz juvenil, Patty Duke, por su interpretación de Helen Keller en El milagro de Ana Sullivan.
Realmente, si la película debe mucho a la gran interpretación de Gregory Peck, también le es enormemente deudora a la de la pequeña Mary y a la manera en que esta y Peck consiguieron transmitir al espectador el fuerte lazo que unía a padre e hija. Badham y Peck mantuvieron también su amistad hasta que en el 2003 murió el actor y Mary siempre llamó a Peck "Atticus".
Badham, como tantos otros actores infantiles (incluido Phillip Alford, el actor que interpretó también con mucha fortuna a Jem Finch) no consiguió desarrollar posteriormente una carrera cinematográfica a la altura de su primera interpretación. Pero quien haya visto la película no podrá olvidar nunca la actuación de la pequeña Mary Badham, que para siempre será el rostro de la inteligente y voluntariosa Scout Finch.
La buena y perdurable relación que se creó entre Gregory Peck, Harper Lee, Mary Badham y otros integrantes del rodaje, dice mucho del ambiente en el que se realizó la película. Brock Peters, el actor que interpretó al desdichado Tom Robinson, fue invitado por la familia de Gregory Peck para que pronunciara el panegírico del actor cuando murió.
Sigo pensando que leer la novela o ver la película (mejor ambas cosas, pues es uno de esos raros casos en que una gran novela se convierte en una gran película) es una hermosa experiencia para cualquier persona, y una buena enseñanza para que los adolescente aprendan, en las palabras de Atticus Finch, que "matar un ruiseñor es pecado"; es decir, que dañar a un inocente es el crimen más vil que se puede cometer y que los prejuicios, raciales o de cualquier otro tipo, envilecen el alma.
Yolanda Noir
8 comentarios:
Aún no he leído tu post, Yolanda, pero lo dejo para un ratito que esté tranquila. No hay peli más fascinante por descubrir, ni novela por leer. ¡Cuánto me alegro que nos hables de esta maravilla!
Y ahora sí, querida Yolanda, que he podido disfrutar de tu post ya puedo comentar algo. Si alguien no ha visto esa maravillosa peli que trata de una manera excelente la novela, que la vea, y, para los que tengan afición por la lectura, la primera de las dos únicas novelas de Harper Lee es fantástica. Y, como dices, si se hacen las dos, ni te cuento. Es una pena que no haya más Atticus Finch por el mundo, la verdad.
Tienes mucha razón Juli, si todos tuviéramos nuestro poquito de Atticus y fuéramos capaces de ponernos en la piel de los demás, el mundo sería mejor.
Yo no he querido leer la otra novela de Harper Lee porque, por las criticas que leí cuando la publicaron, me ha dado miedo que me defraudase. Me quedo con mi amor absoluto hacia Matar un ruiseñor, tanto a la novela como a la película.
Mi película favorita, no te digo más. La vi por la tele hace miles de años y corrí a comprarme el libro, entonces estaba descatalogado y en el Rastro lo encontré. Aún lo conservo.
Hola,
Me gusta mucho la película, no he leído el libro pero lo buscaré, a veces una se lleva desengaños cuando se lee el libro y luego se ve la película, o al revés, pero si dices que la novela es bastante fiel a la película, creo que merecerá la pena leerlo.
Respecto a todas esas protestas que salen últimamente, me parecen bastante absurdas, no por prohibir ciertas lecturas o visionados de películas se va a cambiar la historia, si hasta Lo que el Viento se llevó ya se ha criticado, ¡Por favor!
Es un verdadero placer compartir pasiones, Menta. Yo también conservo mis dos ejemplares: el del Círculo de lectores, en el que leí la novela por primera vez, y otro que me compré después solo porque la portada era un fotograma de la película.
Me atrevo a asegurarte que en este caso la novela te entusiasmará, Lola, porque en ella encontrarás todo lo de la película y más.
Y comparto totalmente tu opinión sobre lo ridículo que es intentar ocultar como han ocurrido los hechos históricos. Precisamente, el conocer la Historia es lo que nos permite, en la medida de los posible, mejorarla.
Publicar un comentario