Hoy os
propongo un viaje en plano-secuencia por “la sombra de la ley”, esa película
que hace homenaje al cine negro norteamericano sabiendo que la Barcelona de
los años veinte fue tan convulsa como la Chicago de diez años después.
Contrabandistas, polis corruptos, anarquistas y music-hall.
Es una pena
que una época tan fascinante de nuestra historia no se haya visto reflejada en
más películas o series de televisión. Quizá se deba a que los acontecimientos
de unos lustros después la hizo caer en el olvido. La película "la
sombra de la ley" viene a rescatar una pincelada de los locos años veinte
en aquella Barcelona tan próspera bien criada en los pechos de la pujante
industria catalana y en los de los grandes beneficios que dejara la primera
guerra mundial en esa España tan neutral en lo político como interesada en lo comercial.
Modernismo y music-hall
"La sombra de la ley" nos lleva por esa Barcelona
fascinante donde el gobernador Martínez Anido sembraba el terror mediante su
policía corrupta y la industrialización separaba a las dos Españas: la próspera,
de los industriales y la pobre de la clase obrera apoyada en los sindicatos. Una
época convulsa donde los sindicalistas hacían huelgas y los industriales se
permitían cerrar sus fábricas para castigar a sus obreros, cosa que se conoce
como lock-out. Aprovecho, antes de meterme en harina cinematográfica, para
recordaros que ahora se cumplen cien años de la famosa huelga de la fábrica"la Canadiense", gracias a la cual, y desde entonces, las jornadas
laborales son de ocho horas diarias y no de diez.
Anarquista de la no violencia.
Sinopsis:
Un grupo
armado atraca un tren llevándose un importante cargamento de armas destinadas
al ejército. La policía corrupta del gobernador Martínez Anido busca las armas
entre los anarquistas por esa idea tan de policía racial y carpetovetónico de "tienen que haber sido ellos sí o sí". El ministerio de gobernación envía desde Madrid a un
agente para ayudar a la brigada de información barcelonesa a dar con las armas.
Con este agente nos sumergimos en esa fascinante Barcelona de los music-hall,
de las luchas obreras, de la corrupción policial y de los mafiosos locales.
La brigada de información de Elliot Ness, no, de Martínez Anido.
Homenaje al
cine negro
La peli de
Dani de la Torre cuenta una historia ágil y entretenida. Una historia de cine
negro, a la manera de Chicago, años 30, convertida en Barcelona, años
20, con su protagonista torturado por un pasado convulso, unos malos malísimos
y voluptuosos antros de depravación.
Vicente Romero bordando el papel de madero chungo.
Una de las escenas más conseguidas de la peli, que no
pasa desapercibida es ese ese espectacular plano-secuencia que nos lleva desde
la calle hasta todos los rincones del famoso Edén-Concert. Esto, la
ambientación y el oficio de los actores, que saben llevar con maestría sus papeles,
hace de ella una peli interesante. Son destacables las actuaciones de Vicente
Romero, Manolo Solo y un irreconocible Ernesto Alterio.
Si bien la
historia es tirando a anodina, quizá porque deja por explicar tantas cosas, la
cantidad de guiños y homenajes que ofrece la hacen interesante. Hay escenas maravillosas como la mencionada
de la entrada al Eden-Concert, la de la pelea en la fábrica o el trepidante
clímax dramático de la venganza de la joven anarquista bajo la lluvia.
Bronca en la fábrica
Recorrido por
algunas otras pelis ambientadas en el momento.
El argumento de esta cinta puede sonar un
poco a “La verdad sobre el caso Savolta”, novela de Eduardo Mendoza ambientada
en la época de prosperidad de la Barcelona que hace negocios vendiendo armas a
los beligerantes de la gran guerra.
Mendoza, además, escribió un novelón magnífico llamado “La ciudad de los prodigios” que nos adentra en la convulsa historia de la Barcelona de entre las
dos exposiciones universales: La de 1888 y la de 1929. La película de Mario
Camus, aunque esforzada, no consiguió ser tan buena como la novela.
Escapando de la ley sombría.
La que sí fue
una estupenda interpretación fue la de José Sacristán encarnando al abogado
anarquista de día, drag queen de noche en “Un hombre llamado Flor de Otoño”. La acción se desarrolla en los años veinte, cómo no, cuando deciden atentar contra el tren en el que ha de viajar Miguel Primo de Rivera, dictador de España entre 1923 y 1930, con el beneplácito del rey del momento, Alfonso XIII.
Luis Tosar ya
había encarnado a un personaje que se paseaba por aquella Barcelona chispeante
en la comedia de Oristrell titulada “Inconscientes” en la que se mezclan el psicoanálisis, la emancipación femenina y las moderneces modernistas de la burguesía catalana.
Para ir concluyendo, la cinta de Dani de la Torre intenta reflejar las sombras, más que las luces, de aquella
Barcelona exultante de la época de entreguerras donde había intereses encontrados y mucho plomo ideales para desarrollar espléndidas historias de ficción. Al final, es muy curioso que el único
personaje real que sale unos pocos segundos sea el gobernador Martínez Anido, y,
por si queréis tener referencias de este pájaro, os remito al libro “Terrorismoen Barcelona” que publicara en aquella época el periodista libertario ÁngelPestaña, donde da cuenta de los métodos policiales del momento.
1 comentario:
Buena reseña. A mí la peli me pareció bastante bien currada en lo visual, pero no tanto en lo narrativo: adolece de cierto exceso de recurso al tópico, sobre todo en el dibujo de personajes, bastante simplista y maniqueo (hasta rozar lo granguiñolesco). Pero se deja ver, y, sobre todo, implica un empeño ambicioso en el contexto de una industria cinematográfica como la española, poco dada a los mismos. Un abrazo y buen fin de semana.
Publicar un comentario