viernes, 29 de mayo de 2020

Bienvenidos a Belgravia



No sé cuántas cosas habrán cambiado en vuestras semanas de confinamiento, y espero que hayan sido las menos posibles. Nos adentramos a caminos inciertos en el futuro pero la vida del ser humano siempre ha sido así. Y no, no quiero ponerme a hablar hoy de cine apocalíptico o de series distópicas...hoy no será ése el contenido de este artículo.

En este periodo de encierro he conseguido ver algunas películas, clásicas o no, recuperado series, y aún más esperaba, pero no ha dado tiempo para todo, porque tampoco es que esto haya sido una cura de desconexión, si no todo lo contrario. Es por ello, que hoy os hablo de una serie, que sin ser una de mis series "de comfort", ha hecho mi confinamiento menos severo: Belgravia.


Aunque al principio no me ví tentada en absoluto, ahora me alegro de haberlo hecho. Necesitaba una serie de época en mi vida, pero una que no hubiera visto, que se cerrara en una serie de episodios, y que no hiciera que mis ojos se giraran con los anacronismos. Y es que el gran problema de muchas series y películas históricas, es que justamente, no respetan el contexto histórico en que se sitúan. Y esto, depende de la intención del director o el guionista,que en general, lo que quiere es acercarse al público actual.

No voy a meter en este grupo a obras concebidas con la estética por encima de la historia, como en el caso de Maria Antonietta de Sophia Coppola, o la posmoderna Dickinson. Hablo de aquellas que claramente se hacen con una intencionalidad de "agarrar" de la mano al público con sus concesiones posmodernistas, omitiendo e ignorando el momento histórico: los pelos sueltos del Charlotte, la protagonista de Sanditon, me provocan dolor de cabeza, o las gratuidades que se hacen directamente sobre lo sucedido en series de época como "The Spanish Princess". Este tipo de hechos me distraen de lo que estoy viendo. A éso, únase una dirección obsesionada con la profusión de momentos "íntimos", en los que se enfoca a la naturaleza y se hace un acompañamiento musical sublime (las costas de Cornualles en ciertos momentos de la última adaptación de Poldark, por ejemplo). Parece que con eso esconden fallos de guión, o algunos que son muy perezosos.


En el caso de Belgravia, estamos ante un culebrón victoriano de tomo y lomo, que evita este tipo de herramientas audiovisuales, y se centra en lo principal: su trama. Una historia que aunque está escrita por el actual (y bien vivo) Julien Fellowes (sí, os sonará como el creador de Downton Abbey), se agarra a los tópicos del siglo XVI: herederos ilegítimos, amor verdadero y honor, pivotando alrededor de ellos como un folletín sacado del momento en el que se sitúa.

Y sinceramente, se agradece, muchísimo, porque esta historia, que puede parecer sencilla y de culebrón, está sustentada, especialmente, por actores maduros, que parece que deben ser eternos secundarios y son los protagonistas. Esto es otra bocanada de aire fresco, pues es rarísimo, salvo que estés en una serie de crímenes, ver a actores de más de sesenta años, protagonizando un drama de época. El plantel que los rodea, es perfecto para los roles, siendo el joven secundario que es el centro de la historia, el que resulta más deslucido con tanto profesional alrededor.


Otro de los miedos que me llenaban cuando ví la serie, era el sello Fellowes. Todos hemos visto algún episodio o temporada de Downton Abbey, pero la serie, que podía ser una recuperación del clásico "Arriba y Abajo" de los 70, acabó siendo lastrada por su interminable argumento, repetido a lo largo de temporadas y la película final, que sólo podía ser disfrutada por sus fans más acérrimos. En el caso de Belgravia, hay algún tema musical que nos recuerda a la otra serie, y una gran factura técnica, pero la temporada de seis capítulos es, en general, autoconclusiva, y se puede ver como una miniserie sin ningún problema. De hecho, funciona mejor así.

Y así espero que quede. Me ha gustado bastante Belgravia. No esperéis una crítica al sistema de clases victoriano (aunque algo hay), ni tampoco a la época más brillante de "Rule Britannia" y su imperialismo (para eso La Última Carga), o las consecuencias del honor (mejor el eduardiano Caso Winslow), sino, un culebrón, que quizá no llegue a las joyas novelescas que nos regalaron los especialistas británicos del folletín del momento, como Dickens, Gaskell o las Brontë, pero que entretiene bastante, y más en un momento como el actual.



Carmen R

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