viernes, 13 de mayo de 2022
Alcarràs
No hace mucho hice una entrada en este blog sobre la película Libertad de
Clara Roquet y comenté que había un grupo de directoras de cine jóvenes en este
país muy potente. Me reafirmo en esta idea después de ver Alcarràs. Ya suponía
que me gustaría porque Verano del 93 me emocionó. Hace cuatro años que Carla
Simón estrenó su anterior película y me ha gustado leer que la directora cree
que está bien ese intervalo, que ella no tiene tantas cosas que decir. No es
frecuente oír esas palabras hoy en día ni que la gente se tome su tiempo para
reflexionar, que no intente entrar en un ritmo de producción y consumo
vertiginoso. Además de gustarme su cine, me cae bien Carla Simón. Me parece una
mujer “normal”, sensata. Me gusta que hayan formado un grupo de directoras que
son amigas entre sí, que se ayudan, se leen los guiones mutuamente. No compiten,
sino que colaboran. Será la vena feminista que me asoma, pero me parece un
comportamiento más propio de mujeres. Por cierto, la vena feminista se me ha
hinchado este fin de semana cuando he leído que las mujeres directoras suponen
solo el 15% de la profesión. Lo que nos falta por hacer… En Alcarràs, cuenta la
historia del fin de una forma de entender la agricultura, de pequeñas
explotaciones familiares que están abocadas a la desaparición por la competencia
de grandes explotaciones y la falta de regulación de los precios. La narración
se hace a través de una familia en la época de la que será su última cosecha
porque van a perder las tierras por no tenerlas correctamente escrituradas.
Carla Simón decidió no trabajar en esta película con actores profesionales, hizo
un casting en Alcarràs y excepto su propia hermana, que es actriz y hace un
papel, todos son gente del pueblo. Por supuesto, eso le añade mucha
verosimilitud a la historia: las manos son de agricultor, saben cómo se coge un
melocotón, pueden llevar un tractor… Hay muchas pequeñas historias dentro de
Alcarràs. Una vez más muestra su habilidad en dirigir niños. La niña Ainet
Jounou está maravillosa, en su mundo de juegos y libertad, que a la vez es
consciente del drama en el que viven a través de cosas que para ella son
importantes: que retiren un coche viejo que era escenario de juegos o que sus
primos no puedan ir a jugar con ella. Los hijos adolescentes, con sus propios
intereses o con la búsqueda desesperada de la aceptación del padre; el abuelo,
que no entiende que en el mundo actual el valor de la palabra dada no se tenga
en cuenta o que un cesto de higos no resuelva un conflicto; la madre preocupada
por todo y por todos, intentando ser el pegamento de la familia; los conflictos
entre hermanos, que pueden parecer irresolubles hasta que se resuelven; los
temporeros, que son piezas de quita y pon y el padre de familia, furioso,
intentando tirar hacia delante negando la realidad que le rodea. La familia de
mi padre viene de un pueblo de Lérida y muchas cosas me resultaban cercanas. Yo
también viví veranos en los que podías corretear sin que nadie supiera bien
dónde estabas, en que hacía un calor que se caían las moscas, los mayores iban
al campo y por las tardes cogíamos lechugas y tomates de la huerta. Mi familia
abandonó la agricultura hace ya muchos años, pero lo que has vivido en la
infancia se queda grabado para siempre. Eso mismo le pasa a Clara Simón. Tuvo
una infancia difícil: sus padres murieron de SIDA y se fue a vivir con sus tíos,
que también cultivan melocotones. Según ha dicho entrevistas, ella quería darle
un final feliz a la historia, algo optimista y luminoso, pero los agricultores
le dijeron que el futuro pinta muy negro, que no era realista imaginar que las
cosas se iban a arreglar. Los actores están muy bien, resultan muy creíbles,
quizás porque hacen papeles muy pegados a su realidad. Me encantan las escenas
de comidas familiares, esas conversaciones que parecen espontáneas, esa manera
de construir la historia con pequeñas piezas que van encajando. Por cierto, hay
una escena de una bofetada que me gusta mucho más que la de Gilda. Si la veis,
ya me comentaréis. He leído que todo el pueblo de Alcarràs ha ido a ver la peli
y que ha servido para que se reabrieran cines en entornos rurales que llevaban
muchos años cerrados. ¡Bien por Clara Simón!
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1 comentario:
Mona Jacinta,
muy en sintonía con la vena feminista y con la idea de que las directoras se apoyen y no compitan.Por otro lado, tengo muchas ganas de ver la película, me atrae esa naturalidad a la hora de rodar, ese reflejo de la cotidianeidad que a veces parece un documental del día a día.
Un saludo
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