viernes, 16 de diciembre de 2022

Único testigo


No es la primera vez que publico algo sobre esta peli. Sin dedicarle, como ahora, un artículo entero, la nombré hace unos diez años, cuando regresé de un viaje por los Estados Unidos y recopilé en un post todas las pelis que me habían venido a la cabeza durante mi estancia en Filadelfia. 

 Ahora, tras haberla visto por millonésima vez en la tele y no aburrirme nunca, me pregunto por qué nunca le he dedicado más líneas, siendo como es una de mis pelis favoritas de siempre.

 Pero empezaré explicando por qué es mi favorita; o una de mis favoritas.

 En primer lugar, por su protagonista, Harrison Ford (una debilidad que tengo); luego, por su director, Peter Weir, a quien debo otras dos pelis que me gustan mucho (“El show de Truman” y “Matrimonio de convivencia”) y otras muchas más que no me gustan tanto; por su guion y su high concept, tan originales; y por la escena del baile en el garaje mientras suena Don't Know Much About History, de Sam Cooke.

 Sea como sea, ahora me apetece hablar, para empezar, un poco, de su reparto, en el que voy a destacar a dos estrellas malogradas y un debutante.

 Una de las estrellas malogradas es Alexander Godunov. Nacido en la extinta Unión Soviética en 1949, fue una de las más grandes estrellas del ballet Bolshoi, hasta que en 1979, cuando tenía treinta años, durante una gira, pidió asilo político en los Estados Unidos y no regresó a su país nunca más. En América continuó su carrera de bailarín y seis años después debutó en el cine, precisamente con esta peli, Único testigo. Tras este éxito, participó en otros cinco filmes más, incluida una entrega de La jungla de cristal, y en 1995, con tan solo cuarenta y cinco años, murió de una cirrosis provocada por su adicción al alcohol. Dios lo tenga en el paraíso de los hombres bellos y desdichados.

La otra estrella malograda, aunque no tanto (al menos sigue viva), de Único testigo, es Kelly McGillis. De hecho, Único testigo fue la segunda peli de esta actriz californiana que luego brilló en Top Gun y en Acusados y ahí se acabó la historia, porque el resto de los filmes que hizo pasaron sin pena y sobre todo sin gloria. No porque McGillis no tuviera talento ni presencia, no porque no fuera una maldita reinona ni un hermoso animal cinematográfico, sino porque, según dicen, se declaró públicamente lesbiana, se lio con Madonna (eres mi ídola, Kelly, cariña), se negó a operarse para parecer más joven y eso a los señoros productores de Hollywood no les hizo gracia. Pues nada, que Dios tenga a McGillis algún día muy lejano en el paraíso de las señoras que merecen mucho la pena.

 Y, para acabar, el debutante, como todo el mundo sabe, es Viggo Mortensen; de los tres que he destacado, sin duda el más estrella y el que mejor currículum ha hecho, sí, pero en 1985 era todavía un pipiolo sin demasiado lustre. Nacido en Nueva York de familia danesa, vivió mucho tiempo en Argentina y por eso habla castellano mejor que yo y tiene una pareja española. Como digo, debutó en el cine con Único testigo en un papelito mínimo, pasó igualmente desapercibido en Pánico en el túnel y en La teniente O’Neil, pero luego llegó El señor de los anillos y de ahí en adelante todo fue triunfar.

Único testigo recibió ocho nominaciones al Oscar y ganó dos. Tuvo mucho éxito, pero su principal repercusión no fue cinematográfica, sino turística.

La película dio a conocer al mundo (y quien dice al mundo dice a mí, que soy una inculta) que en estado de Pensilvania, cuya capital es Filadelfia, existía una comunidad religiosa rural, la de los amish, caracterizados principalmente por su vida sencilla, sus vestimentas modestas, recatadas y tradicionales y su resistencia a adoptar tecnologías modernas, incluida la electricidad.

Nacidos como comunidad religiosa en Suiza, en el siglo XVI, y arribados a América en varias oleadas de inmigración, ya a finales del siglo XX, a la comunidad amish no le hizo gracia Único Testigo. Su Comité Nacional se temió que sus pueblos fuesen inundados por turistas, cosa que efectivamente sucedió, a pesar de que, poco después, el gobernador de Pensilvania renunció a promover más rodajes en los pueblos amish.

Así y todo, yo piqué. Cuando estuve por aquellos lares, me di una vuelta por el condado de Lancaster y me encontré con una cierta infraestructura turística a su alrededor y a paisanos que se tapaban la cara al acercárseles un coche, para no salir en las fotografías. Conseguí retratar algunos de sus famosos y peculiares carros de caballos y unas cuantas de sus típicas vestimentas tendidas al sol a las puertas de una granja. Podéis verlas en el post sobre Filadelfia que os he citado antes, pero aviso que no son gran cosa. No pude hacer grandes fotos. Y lo acepto. Los amish no me deben nada y no son monos de feria.

Y esto es lo que me apetecía contaros sobre Único testigo. Hasta la próxima vez que la den en la tele y que la vuelva a disfrutar, se despide vuestra amiga

 Noemí Pastor

3 comentarios:

ricard dijo...

También me engancha esta película.

Juli Gan dijo...

El otro día echaban "un extraño en Sugarcreek", otra peli (para tv) sobre policías y amish y ¡También salía Kelly McGillis! De único testigo me gusta que salga una canción de Sam Cooke (Wonderful world) Sam Cooke puede que también salga un poquito en mi post de enero. Eguberri on. Felices fiestas.

Mona Jacinta dijo...

Huy, no me acordaba de que salía Viggo Mortensen... Harrison Ford también es una de mis debilidades. Yo también estuve en un pueblo amish y me decepcionó mucho. Creo que esperaba encontrar a los protas de la película, pero nada que ver. La endogamia nunca ha producido grandes bellezas.