viernes, 9 de diciembre de 2022

Calderero, sastre,soldado, espía

Esta serie, producida por la BBC en los 70, sigue siendo una joya. Está basada en una novela del mago del espionaje John le Carré, El topo –que también inspiró la película homónima de 2011– y cuenta con un reparto de excepción con Alex Guinness, como protagonista, a la cabeza. En plena guerra fría, Control, todopoderoso número uno del MI6, encarga al veterano Jim Prideaux una misión tan secreta que no debe enterarse nadie en el “Circus” (nombre familiar de la institución). Viajará a Checoslovaquia donde un oficial del ejército checo, resentido contra la invasión rusa, está dispuesto a revelar la identidad del topo de la KGB infiltrado en las filas británicas. Control pide a Prideaux una sola palabra entre estas cinco: TINKER, TAILOR, SOLDIER, POORMAN o BEGGARMAN. Los nombres en clave de los cinco sospechosos. ¿Quiénes son? Percy Alleline, TINKER, director de operaciones. Bill Haydon, TAILOR, jefe de personal. Roy Bland, SOLDIER, jefe de operaciones del telón de acero. Toby Esterhase, POORMAN, jefe de los “faroleros” (encargados de tareas de vigilancia y grabaciones). Y Georges Smiley, BEGGARMAN, mano derecha de Control (ni la serie ni las novelas lo dicen claramente, pero parece que Smiley era el número dos). En suma, la cúpula del Circus, después del propio Control. Por circunstancias que es mejor no contar, Smiley, apartado del servicio, tendrá que continuar la búsqueda iniciada por Control, con la ayuda del fiel Peter Guillam. Mientras, los otros cuatro sospechosos triunfan a los ojos del gobierno con su propio topo muy cercano Karla, –cabeza de la KGB–: un agente doble cuyo nombre en clave es Merlín. Desde el punto de vista formal, se compone de escenas muy largas de extensos diálogos, descripciones y profusión de datos y personajes con un estilo muy fiel a la novela. La complejidad del argumento y el suspense mantienen la tensión, la sensación como espectador es que no hay que dejar escapar nada: cualquier palabra, o incluso gesto, por inocente que parezca puede ser clave. Si desarrollo de la trama es apasionante, algunos adornos muy cuidados también lo son. Lealtades y traiciones forman el nudo central del espionaje y se tratan a fondo como merecen, pero también se presta atención a las meras fricciones entre los personajes: Esterhase no llega a ser aceptado por sus colegas más clasistas por su origen húngaro; las aventuras amorosas de Ann, esposa de Smiley, son siempre una fuente de problemas. Y, por supuesto, las artimañas de espías. Jim Prideaux, retirado del espionaje y reciclado en maestro de una escuela de chicos, convierte al joven inseguro Jumbo en su mejor guardaespaldas sin que el propio muchacho se dé cuenta. “Jumbo, eres el mejor. Nadie sabe observar como tú”. O las artes de Peter Guillam para sacar documentos del edificio del Circus. Por último, siendo excelente la interpretación de todos los actores y actrices, principales y secundarios, me gustaría destacar a Alec Guinness como Smiley: Guinness es Smiley. En una entrevista, John le Carré explica que era una opción tan buena que parecía imposible. Relata cómo vio maravillado la transformación del actor en espía veterano, haciendo suyos los gestos que se intuyen al personaje de la novela e imitando los del propio le Carré. La serie tiene una segunda temporada, tan magnífica como la primera, La gente de Smiley, la lucha contra Karla sigue...

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