viernes, 6 de diciembre de 2013

Orfeo Negro (Orfeu Negro, 1959)


Gracias a la película que hoy queda colgada en Zinefilaz se dio a conocer la Bossa-Nova por todas partes. Una película que baila en el carnaval de Río de Janeiro, que vive en las favelas y que moderniza una de las historias de amor más agridulces de la mitología griega.


Ficha técnica:





Orfeu negro
Año
1959
Duración
103 min.
País
 Francia
Director
Marcel Camus
Guión
Vinicius de Moraes, Marcel Camus (Obra: Vinicius de Moraes)
Música
Antonio Carlos Jobim, Luiz Bonfá
Fotografía
Jean Bourgoin
Reparto
Breno MelloMarpessa DawnLourdes de OliveiraJorge dos SantosLea Garcia,Ademar da Silva
Productora
Coproducción Francia-Italia-Brasil
Género: Melodrama

La historia mitológica

El Orfeo de los griegos era un tracio de hermosa voz que con sus cantos embelesaba a todos, incluso a la ninfa Eurídice. 

Siempre cantando a su amor.

Orfeo y Eurídice viven felices hasta que el pastor Aristeo siente deseos de ella y la persigue. Eurídice muere y Orfeo, lleno de dolor, acude a Caronte, el barquero de la laguna Estigia (la frontera de la muerte) para poder recuperar de entre los muertos a su bella Eurídice. Caronte, enternecido por los melódicos lamentos del genio musical lo pasa y, de la misma manera que el barquero, el can Cerbero, el perro guardián del infierno de Hades, deja que Orfeo recoja el cadáver de su esposa. Hades y su esposa, Perséfone, la que cada año deja a su infernal marido para que florezca la primavera, le dicen al cantor que vaya delante de ella y que no se le ocurra volverse o su amada regresará al mundo de los muertos. Orfeo cumple venciendo al deseo de llenarse de la imagen de Eurídice y, al salir del lugar que separa a la vida y la muerte, Orfeo la mira, no pudiendo más, pero Eurídice tiene aún un pie en el otro mundo y por ello es arrebatada de los brazos de su amor y devuelta al infierno. Orfeo llora su pérdida con el consuelo único de su lira.



La historia fílmica

Eurídice es una bella joven que llega a un Río de Janeiro que prepara con ilusión el carnaval. Anda perdida y asustada entre el gentío y acaba cogiendo un tranvía que, casualmente, conduce un mocetón guapo llamado Orfeo. Al llegar al fin de trayecto Hermes, el jefe de la estación (Otro guiño a la mitología) le dice como llegar a casa de su prima Serafina.

Eurídice perdida en medio de Río de Janeiro

A la estación llega Mira, la novia de Orfeo, una mujer celosa de armas tomar, para llevarse a su novio al registro con vistas a casarse en unos días. Pero Orfeo sólo piensa en desempeñar su guitarra, cantar y bailar en el inminente carnaval. A Orfeo, atlético, guapo y simpático se lo rifan las mujeres. Su vecina Serafina consigue entretener a la novia Mira para que Orfeo se escape a su casa y cante alegre con su guitarra.

Orfeo, el atractivo tranviario

Casualidades de la vida, y de los cuentos, Eurídice y Orfeo se reencuentran, ya que son vecinos accidentales, y el resto mejor lo disfrutáis entre vistas majestuosas de la bahía carioca, tonadas de Vinicius de Moraes y Jobim, y ritmos carnavaleros.




La idea:

Estaba el director francés Marcel Camus en Brasil y se entusiasmó al ver una obra de teatro escrita por el mismísimo Vinicius de Moraes. Se trataba de “Orfeu da Conceiçâo”. Camus se prestó enseguida a hacer la película.


Orfeo, feliz con su guitarra

Un buen día se topó por la calle con Breno Mello, un atleta de 27 años, jugador de fútbol del Fluminense (De Río, como su nombre indica) un joven guapo e imponente, y lo aborda. Al principio Mello cree que el francés busca ligue en él, pero no era eso y hace el cásting. Sale elegido entre 300 chavalotes.

Mello, cuando era del Renner

Por el contrario, el papel de Eurídice lo hace una actriz profesional de nombre Marpessa Dawn, una  norteamericana a la que llamaban gitana. Marpessa Dawn, al contrario que las actrices de su país, emigró a Europa y allí fue haciendo cosillas en Inglaterra, como su carrera no despegaba, acabó en Francia haciendo de bailarina, donde conoció al director Camus, que se convirtió en su marido, por poco tiempo.

Eurídice, la nueva vecina

Y así rodaron una cinta que encandiló al  primer mundo dando palmas de oro en Cannes u Óscars en lengua extranjera por una historia que en Brasil no gustó porque hacía una caricatura estereotipada de los brasileños negros de las favelas a los que sólo les importa la juerga y el baile. Esa idea exagerada de que  en Brasil sólo sambean o juegan al fútbol, que evoca el sketch aquél de Emilio Aragón del programa “ni en vivo, ni en directo” en el que repetía incesantemente “menos samba e maistrabalhar”, daba una imagen demasiado trucada de lo que es Brasil. Eso por no recordar el capítulo de los Simpsons en que estereotipan a “os brasileiros” como si fueran todos rateros disfrazados a ritmo de samba y driblando a los paisanos con un balón de trapo. Esa historia de los Simpsons gustó tan poco como la película de Orfeo negro. Pobres negritos de favela que prefieren quitarse de comer con tal de tener para disfrazarse y bailar en carnaval, aunque sea al ritmo de una botella estriada de cachaça (Anís del mono no hay, creo)

La favela quiere carnaval

La película brilló, y gustó, fuera de Brasil. Fue a Cannes, y ganó una palma de oro en 1959, fue a los Óscar y ganó a la mejor película de habla no inglesa en 1960, pero el protagonista no fue. Breno Mello no acudió al glamour. Nadie lo llamó, a pesar de que era un reclamo famoso y le dio dinero y amores.

Las primas se reencuentran

Breno Mello, futbolista que llegó a ser compañero de Pelé en el Santos, símbolo sexual de muchas admiradoras, dilapidó la fama y el dinero que le brindó su papel de Orfeo. Al igual que Garrincha, otro gran futbolista nacido pobre, Mello tuvo dinero y lo malgastó. Tuvo amores y no los cuidó. Se fue a vivir a Porto Alegre e, iróncamente, vivió en una favela llamada Tristeza. Acabó yendo a Cannes gracias a un documental sobre Orfeo negro que realizaron dos directores franceses en 2005, a los 46 años de haber rodado el primer film, y a los 6 de la nueva versión brasileña llamada “Orfeu”.

Mello, por fin, en Cannes


Murió el 14 de julio de 2008, a los 76 años en su casa humilde, completamente solo. Su vida fue lo más parecido a un arco berlanguiano. Ya se sabe, se nace con una muy mala situación, se consiguen unas expectativas inmejorables y se acaba tan mal, o peor que al principio. Mello nació pobre, tuvo dinero y fama y acabó sus días solo y arruinado. Se dieron cuenta de que no lo veían al cabo de un par de días. Las cosas de la vida (O de la muerte), Marpessa Dawn, la gitana, murió en su casa de París, unos 40 días más tarde, el 25 de agosto, a los 74 años. Los dos protagonistas de la película que encumbró la bossa-nova brasileña y la dio a conocer, gracias a una obra de teatro escrita por Vinicius de Moraes, el creador de la chica de Ipanema, acabaron sus días casi a la vez.

4 comentarios:

TRoyaNa dijo...

Juli Gan,
ésta es una de esas películas que conozco gracias a mi madre y que vi hace mil años,más o menos;)
Recuerdo aún así,la historia de amor y la maravillosa banda sonora,imprescindible para quienes disfruten con la música de Vinicius de Moraes.
Gracias por rescatarla,me anima a revisarla:)

loquemeahorro dijo...

Yo la vi hace mil años, pero recuerdo bien (o eso creo) que había un tema de (triste) actualidad en el argumento: Eurídice va a visitar a su prima para huír de un ex-novio acosador que le da miedo.

Gracias por los datos sobre la vida y muerte de los actores, muy curiosos y que ignoraba por completo.

Teo Calderón dijo...

Película que, efectivamente, en su momento obtuvo un gran prestigio además de un enorme éxito. En realidad, pasados los años (volví a verla hace unos meses), se ve como un ejercicio de "qualité" muy datado con un exceso de folklorismo, excelente música, eso sí, y algún momento de inspi­ración estética.
Un saludo.

Manderly dijo...

La vi hace mucho tiempo y lo cierto es que apenas la recuerdo... aunque sí la historia mitológica en la que se basa que aquí está llena de color y música.
Saludos.