viernes, 29 de noviembre de 2019

Los miserables

Los chavales protagonistas

Llevaba yo unos días un poco mustia. Estoy de obras en casa y hace más de un mes que estoy asilada en casa de unos amigos. Si habéis hecho obras alguna vez, ya sabéis que los gremios son un mundo hostil que se dedica a torturar a sus clientes con frases del tipo: “no han llegado los azulejos” o “con este tiempo no se seca la pintura, señora”. Yo me acordaba de la película Mi vida como un perro e intentaba pensar que peor lo pasó la pobre perrita Laika cuando la mandaron al espacio, pero no me consolaba. Ir a ver Los miserables me ha colocado en mi sitio.
Ladja Ly es un director francés de origen maliense que se ha criado y aún vive en un barrio de París igual al que muestra su película. No es casualidad que la película se llame como la obra de Victor Hugo, también aquí nos muestra a un grupo de desheredados de la tierra que responden con violencia a una situación injusta que les hace vivir en unas condiciones cercanas a la miseria.
El director es un hombre comprometido. He leído que había hecho mucho trabajo documental y que incluso subió a internet un video que mostraba la paliza de unos policías a un joven esposado, lo que condujo a una investigación y la posterior expulsión de los responsables. También ha organizado una escuela de cine en su barrio porque considera que las escuelas oficiales son clasistas por su elevado precio.
Antes de rodar este largo hizo un corto con el mismo título que mostraba a una patrulla de la policía en una jornada por las calles de la banlieue parisina. Es la misma idea alrededor de la que gira la película.
El comienzo muestra a todos los jóvenes del barrio que acuden al centro de París para celebrar una victoria de Francia en un partido de fútbol. Envueltos en banderas, con la cara pintada de azul, blanco y rojo, cantando la Marsellesa. Son breves momentos en los que hasta los miserables sienten orgullo de ser franceses. La historia nos muestra luego a Pento, un policía en su primer día de trabajo, que acaba de incorporarse a la brigada que patrulla por las calles de Montfermeil. El policía nuevo está sorprendido por la actitud chulesca y agresiva de sus compañeros, pero no estamos en una historia de buenos y malos al uso.
Ladj Ly

Hubiera sido fácil, incluso resultón, retratar a un grupo de polis desalmados y a unos pobres buenísimos. No es eso lo que Ladj Ly pretende. Es una mirada mucho más realista, que muestra muchas facetas de la ira, la desesperación y la violencia que rodean a los protagonistas. Hay violencia policial, por supuesto, pero también hay racismo y violencia entre gitanos y negros, solidaridad entre mujeres que se prestan dinero para hacer frente a cosas como una boda o un viaje a su país de origen, Hermanos musulmanes que intentan llegar a los jóvenes (aunque no se menciona nada político) y muchas cosas más. Tengo que decir que el tema de la vuelta al islamismo me ha resultado interesante. Ya digo que no se menciona para nada la radicalización política, pero me parece que da pistas del auge que experimenta. En un lugar tan caótico, degradado y agresivo, alguien que ofrezca un mundo más estructurado por fuerza ha de conseguir adeptos. Hace poco vi la última película de Ken Loach (del que soy súperfan) y me pareció un poquito maniquea, aunque la visión política sea similar a la que subyace en Los miserables,la explicación en blancos y negros resulta más ingenua, menos eficaz. Esto no pasa aquí.
 El germen de esta historia es su propia experiencia vital (el director sufrió su primer cacheo a los diez años) y los sucesos de 2005 en los que tuvieron lugar violentas protestas después de que la policía matara a dos jóvenes. En una entrevista, Ladj Ly comenta que el estado solo toma en consideración los problemas cuando la violencia le obliga a enfrentarse a ellos. Considera que los chalecos amarillos, aunque representan otra realidad, han comenzado a tenerse en cuenta cuando han cometido actos violentos.
La brigada policial

Pero, además de todo el contenido social, Los miserables es buen cine, una excelente película, con un ritmo trepidante y unas actuaciones estupendas. Te mantiene en vilo durante más de cien minutos y te vuelve a la memoria todo el tiempo después. No es de extrañar que haya ganado el premio del jurado en el Festival de Cannes.
En resumen, una peli para no perderse, para verla, comentarla y reflexionar sobre la frase de Victor Hugo que cierra la historia: "Amigos míos, retened esto: no hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”.

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