viernes, 4 de febrero de 2022

Bloody Sunday (Domingo sangriento, 2002)

El domingo pasado, 30 de enero, se cumplió el quincuagésimo aniversario de la matanza de Bogside en Derry, Irlanda del Norte, también conocida como el domingo sangriento. Una manifestación pecífica en pro de los derechos civiles de los norirlandeses, sobre todo, los católicos, se convirtió en una masacre por culpa del ejército británico que se dedicó a abrir fuego real alcanzando a 26 personas de las cuales acabaron muriendo 14. 


Hecho real.

Pongámonos en antecedentes un poquito acelerados y nada detallistas. A principios del siglo XVII y por culpa de la maldita religión, a la corona británica no se le ocurrió mejor idea que enviar a su ejército a la vecina Irlanda para echar de sus tierras a los irlandeses católicos y repoblar el lugar con ingleses y escoceses protestantes. Los irlandeses, aunque en su tierra, no tenían el poder ni la pasta de la corona británica así que perdieron la guerra y tuvieron que convivir desde entonces con esos vecinos, que son minoría pero que están arriba en la pirámide social de ese trozo de la Irlanda británica también llamada Úlster. Con el paso de los años la cosa solo podía empeorar cosa que acabó pillando velocidad interstelar durante el siglo XX. Los irlandeses del Úlster vivían en una discriminación constante. Discriminación para encontrar trabajo, para tener vivienda, para elegir representante legislativo en Reino Unido...Así era muy difícil vivir. Entre todo lo anterior y la cantidad de estados de excepción, toques de queda e incluso la aprobación de la ley británica que te podía encarcelar sólo por ser irlandés, la cosa estaba que quemaba y el IRA, una organización, primero política y luego armada, que nació en Irlanda a comienzos del siglo XX, se nutría de jóvenes frustrados hartos de detenciones, abusos y falta de futuro, con lo cual el problema persistía.

El diputado Cooper intentando negociar con todo el mundo.

Con este panorama tan feo la asociación por los derechos civiles de Irlanda del norte, harta del maltrato del Estado y del clima de violencia que cada semana generaba muertes por arma de fuego, decidió montar una marcha simbólica y, sobre todo, pacífica para reclamar el fin de la discriminación, del estado de excepción y de los abusos de la corona sobre los norirlandeses católicos, porque vuelvo a recordar que la religión y el poder que detenta cada "facción única y verdadera" tiene mucha culpa de algunos de los males del mundo.

Soldado "paraca" que no lo ve claro, pero que acaba entrando en el corporativismo.


La peli.

La película dirigida por Paul Greengrass en 2002 tiene un par de características especiales. La primera es que parece que se esté viendo un documental. La fotografía y la forma de dirigir los planos son casi los que realizaría un cámara recogiendo un hecho que pasa delante de sus narices. La fotografía grisácea y el continuo movimiento de la cámara ejerce un efecto de nerviosismo para quien está mirando la pantalla. Aunque no sea preciosista, porque no se desea serlo, sí es efectivo, porque se llevó el Oso de oro del festival de Berlín, aunque fuera compartido con "el viaje de Chihiro".

Marcha pacífica de miles de norirlandeses

Aunque el protagonismo se centra en el diputado protestante Ivan Cooper (James Nesbitt), que lucha desde las instituciones, pero desde el pacifismo, la película intenta ser coral. La cinta comienza la víspera por la noche con dos escenas simultáneas y paralelas. Por un lado, el diputado Cooper anuncia que pese a las prohibiciones por parte de la corona, la marcha pacífica por los derechos civiles de los norirlandeses (católicos) se llevará a cabo igualmente, por el otro el general Ford (Tim Pigott-Smith) del ejército británico, anuncia que están preparados para repeler una más que segura agresión. 

Marcha pacífica de una buena parte de la población mayoritaria de Derry, sin London.

Durante toda la cinta se suceden escenas de las posiciones de ambos lados. Por una parte, Gerry y sus amigos y por la otro los soldados paracaidistas del ejército británico. Gerry es joven, desfavorecido por las leyes "religiosas" británicas, católico y ha sido encarcelado por una absurda ley por la cual te pueden encerrar sólo porque a los ingleses les parece. Curiosamente, Gerry, tiene una novia protestante. Por otro lado están los soldados del cuerpo de paracaidistas. Hay un soldado que parece disentir que de lo que ve y escucha de sus compañeros. También nos encontramos en la cinta  al jefe de la policía norirlandesa y al mayor del ejército británico que asisten a la matanza desde el cuartel.

Agachaos que tiran con bala y no pelotas de goma.


La segunda parte de la cinta, donde se precipitan los hechos que hicieron tristemente famoso al domingo sangriento (También traducible como maldito domingo), logra despertar el terror, el asombro, la tristeza, y la impotencia de quien lo ve. Aquel domingo en Derry (Londonderry para los unionistas, o sea, protestantes a favor de Inglaterra) impacta de lleno en el espectador.

Y empieza la caza.


Y, como suele ser habitual, al final de la cinta, cuando acaba como empieza, con las declaraciones del general y del diputado, a una se le hiela la sangre cuando lee la impunidad y el ninguneo de la corona ante la matanza mientras se escuchan los nombres de los asesinados. El diputado está abatido pero lanza una sentencia triste: Esa matanza provocará un aluvión de alistamientos en el IRA ya que la juventud, agredida, sólo verá el camino de la violencia para frenar la violencia.

Dolor por tu familiar muerto.

Para los títulos de crédito nada más acertado que el "Bloody Sunday" de los irlandeses U2.


Juli Gan.

No hay comentarios: