En anteriores episodios de este blog os conté varias cositas sobre La guerra de los mundos (en adelante, LGDLM), concretamente sobre la versión de Spielberg, y me dejé sin mencionar, porque me daba para una segunda entrega, todo el asunto de las interpretaciones de la película.
Intentaré, pues, dar respuesta a una pregunta que ya
planteaba en el artículo anterior: ¿por qué los extraterrestres de Spielberg,
que hasta entonces eran adorables y achuchables, se convirtieron de repente en
máquinas devorahombres?
La mayoría de las respuestas traen a colación los atentados
del 11 de septiembre de 2001, que dividieron en dos la historia de los Estados
Unidos y estoy por decir que la del mundo entero: hay un antes y un después del
11 de septiembre, como hay un antes y un después de la pandemia de 2020.
Y hay una breve escena de LGDLM que inmediatamente nos trae a
la cabeza el Nueva York de los días siguientes a la caída del World Trade
Center: las paredes empapeladas con fotos de gentes desaparecidas. La conexión,
pues, no es baladí.
Muchas y muchos críticos cinematográficos ven en LGDLM ecos
de los atentados de Washington y New York, especialmente en los estragos que
causaron en la gente corriente, como la familia de la peli, que vive en Newark,
un barrio tirando a pobre de New Jersey. En LGDLM, a diferencia de otras pelis
de invasiones alienígenas, los protagonistas no son altos militares ni el
maldito presidente de los USA, sino una familia bastante vulgar; no se
destruyen edificios emblemáticos, sino las viviendas, las calles y las tiendas
de un suburbio también corrientucho y vulgar.
LGDLM se interpreta como un film antibélico que pone el
acento en la supervivencia, en la huida, en lo que la gente hace por poner a
salvo a sus familias. La población civil, anónima, solo escapa e intenta
salvarse; no se enfrenta al invasor. Nada de heroísmo, solo sálvese quien
pueda. Y, hablando de huida, tengo que llamar vuestra atención sobre la
tremenda y magistral escena de la huida en coche. La tenéis en Youtube.
Aprovechad para verla y disfrutarla otra vez.
Sobre el significado de la película, el propio Spielberg
declaró que, aunque la historia de LGDLM es por completo fantástica, la
amenaza, en cambio, es real, y que con su obra pretendía empujarnos a hacer
frente a nuestros miedos.
El guionista David Koepp declaró que no había pretendido
hacer referencias directas al 11S ni a la guerra de Irak, pero que la escena en
la que Robbie (el hijo mayor de Tom Cruise) se une al ejército para luchar
contra los invasores extraterrestres le vino inspirada por las imágenes de
adolescentes palestinos que lanzan (lanzaban) piedras y botellas contra los
tanques israelíes: “A esa edad uno no es consciente de las consecuencias de sus
decisiones, sino que se deja llevar por el momento, la furia y la pasión”.
Hay una última teoría sobre el significado de LGDLM. Bueno,
en realidad hay más, muchas más, pero ya solo os voy a mencionar esta, porque,
aunque no me interesa nada, enlaza con las chaladuras de la cienciología y
demás terraplanismos de los que os hablaba en el artículo anterior. La cosa es
que Steven Spielberg añadió a la historia un detalle que no estaba en la novela
de Wells: que las máquinas extraterrestres estaban enterradas en nuestro
planeta desde hacía mucho mucho tiempo. Los invasores habían llegado a la
Tierra en épocas prehistóricas. Es decir, llegaron del espacio exterior,
dejaron sus máquinas bien tapaditas, ocultas y enterradas y se largaron. ¿Por
qué? ¿Por qué no conquistaron entonces la Tierra y en el siglo XXI sí?
Spielberg no nos ofrece ninguna respuesta y sus personajes
están demasiado preocupados por salvar el pellejo como para plantearse una
cuestión semejante. Así que esa tribu, que cada vez hace menos gracia, de
seguidores y predecesores de Iker Jiménez, nos da una respuesta espeluznante
(no esperábamos menos): los extraterrestres estaban interesados por los seres
humanos como animales comestibles. Cuando llegaron a la Tierra por primera vez,
en la Prehistoria, los humanos éramos pocos, así que dejaron allí sus máquinas,
se marcharon y observaron pacientemente desde su planeta cómo la población
terrestre se multiplicaba. Por tanto, durante toda nuestra historia, los
humanos hemos sido ganado de granja, como reses destinadas al matadero.
Esta teoría de la granja humana, por muy marciana que os
parezca (está bien traído aquí lo de marciana), ha rellenado libros y
conferencias varias. Podría poneros varios enlaces, pero no me apetece darle
bolilla ni ahondar. Simplemente no me he podido resistir a mencionarla.
Y eso es todo, amiguis. Es una peli que merece mucho la pena,
con tiene un background y un foreground literarios dignos de reseñar. Hasta la
próxima, se despide vuestra amiga
Noemí Pastor

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