“
El hombre desde un punto de vista biológico es el más formidable animal salvaje y, desde luego, el único que hace presa sistemática en sus semejantes”
El hombre desde un punto de vista biológico es el más formidable animal salvaje y, desde luego, el único que hace presa sistemática en sus semejantes”
En 1941, tras una exitosa carrera
como guionista, Huston había marcado ya un hito en ese género con “El halcón maltés”, la
primera película que dirigió.
Crear un film de culto con su
primera obra dice mucho del talento de Huston; culminar su carrera con “Dublineses”, filmando entremedias películas
como “La reina de África” o “El hombre que pudo reinar”, lo dice todo.
En “La jungla de asfalto” se mantienen
las características que habían convertido “El halcón maltés” en éxito de
crítica y público: un impecable control del ritmo narrativo, una habilidad
especial para la puesta en escena (se nota la formación como pintor de Houston)
y también para la creación de una atmósfera
peculiar de misterio y tensión.
Sin embargo, entre “El halcón
maltés” y “La jungla de asfalto” habían pasado casi diez años, seis películas
(una genial: “El tesoro de Sierra Madre”) y dos documentales bélicos que
marcaron escuela.
El Huston que dirige “La jungla de
asfalto” ha madurado como director y tiene mucho más dominio de los recursos
visuales. En “La jungla” ya consigue respetar la esencia de la historia gracias,
básicamente, a elementos cinematográfico sin recurrir a los largos diálogos de
su primera película La expresión de Dix, el pistolero de “La jungla”, en la
rueda de reconocimiento es igual de eficaz, o más, que todas las frases que
Burnett dedica en su novela a explicarnos su peligrosidad; la cara de “Doc”
mirando el calendario dice todo sobre la rijosidad que finalmente será su
perdición…
También hay un elemento nuevo en
esta película que no aparecía en “El halcón maltés”: la sordidez: La sordidez
de los bajos fondos (las primeras imágenes de Dix andando por zonas degradadas
de la ciudad tienen un regusto a neorrealismo italiano). Es una sordidez tanto de
la ciudad vista bajo la metáfora de una jungla, como de los seres humanos que
luchan en ella como si fueran animales salvajes.
La adaptación que Huston hizo de
la novela (él fue el guionista, con la colaboración del también gran guionista Ben Maddow) fue tan buena que, además de
contar con el entusiasmo del propio W.R Burnett, fue reconocida con una
nominación al Óscar.
En realidad, “La jungla” recibió
cuatro nominaciones para los Óscar: al guion y a la dirección, a la fotografía (dirigida
por Harold Rosson) y para San Jaffe,
como actor secundario.
No consiguió ninguno. Fue el año
de la “Eva al desnudo” de Mankiewicz, que logró seis. La temática de la
película y el tratamiento que le daba Houston eran demasiado duros para que la
Academia la premiase en una época de exaltación de las maravillas del “american
way of life” (la antítesis de las circunstancias en las que se desenvuelven los protagonistas de "La jungla de asfalto").
Sin embargo, las novelas de
Burnett, con su crítica social y sus diálogos afilados y brillantes, eran muy
adecuadas para su adaptación al cine, como se había demostrado ya con “Little
caesar” (1929), (“Hampa dorada” en España), protagonizada por Edgard G.
Robinson, que se había convertido en uno de los ejemplos canónicos del género
de gánsteres.
La relación de Burnett y Huston era antigua y de mutua
admiración. Huston había trabajado, ya en 1932, en el guion de “Lwe and order”,
basada en una obra de Burnett y, años después, ambos habían realizado, con muy
buenos resultados, el guion de “El último refugio”, dirigida por Raoul Walsh y
basada también en una novela Burnett.
“La jungla de asfalto”, siguiendo
a la novela, relata la formación de una
banda de atracadores, para llevar a cabo un gran robo en una joyería, y la consecutiva
muerte o detención de los atracadores debido a la traición o la delación.
En los aspectos técnicos, se pueden
destacar la utilización de planos picados (por ejemplo, Dix desde lo alto de la
escalera hablando con Doll situada más abajo) o el predominio de líneas
diagonales para enfatizar la tensión. En cuanto a la luz, es evidente la
influencia del expresionismo alemán con sus violentos claroscuros y el
predominio de escenas interiores nocturnas.
Con estos elementos, y con la muy
parca utilización de la música de Miklós Rózsa, Huston consigue que desde las
primera imágenes el espectador sienta como un halo de fatalidad cubre a todos
los personajes.
En cuanto al reparto, su sabia
elección fue uno de los grandes aciertos de Huston, que en sus memorias, “A
libro abierto”, comentó:
“Mi viejo amigo Sam Jaffe
interpretó al criminal que planea el golpe ("Doc" Riedenschneider), y
por este papel recibió el premio del Festival de Cannes a la mejor
interpretación masculina. La película tenía un reparto perfecto. Sterling
Hayden era el personaje principal, el bandido con mala suerte Dix Handley, y
Louis Calhern hacía del abogado sinvergüenza de la banda (Alonzo Emmerich). Una
de las frases que dice Calhern expresa el tema de la película: «El crimen no es
más que una forma torcida del esfuerzo humano». Ese es el tono de toda la
película. Había varias interpretaciones de virtuoso en “La jungla de asfalto” y
fue, como se sabe, la película donde empezó Marilyn Monroe. “La jungla de
asfalto” se convirtió en el modelo de muchas películas del género.”
Sobre Marilyn, Huston guardaba
buenos recuerdos, en los que se mezclaban ternura e instinto de protección.
Opinaba que era “condenadamente buena” actuando y siempre le tuvo cariño, a
pesar de todos los conflictos que le provocó durante el rodaje de “Vidas
rebeldes” (1961), la última película que
Marilyn logró terminar.
En cuanto a Sterling Hayden, sin
llegar a alcanzar el estrellato como la Monroe, también tuvo su mejor época
como actor a partir de esta película, y en los años 50 protagonizó “Johnny
Guitar”, de Nicholas Ray, y “Atraco perfecto”, de Stanley Kubrick.
En realidad, todos los actores de
esta película están perfectos en sus papeles; desde el gran secundario John
McIntire, cuyo personaje, el comisario Hardy, representa la cara honrada de la
ley (aquella sin la que “vence la selva y las bestias campan por sus respetos),
hasta Barry Kelley como el corrupto teniente Ditrich (el personaje cuya aparición hace que
el pragmático “Doc” comente: “La experiencia enseña a no confiar en un policía.
Cuando menos lo piensas se ponen del lado de la ley”).
Y espléndidos están también Jean
Hagen como Doll, o James Whitmore como Gus, o Marc Lawrence como el cobarde y
despreciable Cobby…
Uno de los grandes logros de Huston en “La jungla” es la humanización de los personajes. Presentando algunos rasgos de cada uno, los acerca al espectador y evita que se conviertan en meros estereotipos: la nostalgia del pistolero por su tierra natal, el cariño paternal de Louis, el amor por los animales de Gus... Hay incluso cierta simpatía por los delincuentes y por sus códigos de lealtad.
Uno de los grandes logros de Huston en “La jungla” es la humanización de los personajes. Presentando algunos rasgos de cada uno, los acerca al espectador y evita que se conviertan en meros estereotipos: la nostalgia del pistolero por su tierra natal, el cariño paternal de Louis, el amor por los animales de Gus... Hay incluso cierta simpatía por los delincuentes y por sus códigos de lealtad.
Algo que Huston deja muy claro en su película es que
considera la delación como algo repugnante. Son los años de “la caza de brujas del
mccarthysmo” con sus penosos episodios de delación y Huston aprovecha la película para dejar muy
clara su posición al respeto.
John Huston, que se declaraba anticomunista pero también opositor a la furia anticomunista desatada en Estados Unidos en aquellos años, fue uno de los creadores, en 1947, del llamado “Comité para la Primera Enmienda” que intentó frenar las acciones del “Comité de actividades Antiamericanas” en Hollywood.
John Huston, que se declaraba anticomunista pero también opositor a la furia anticomunista desatada en Estados Unidos en aquellos años, fue uno de los creadores, en 1947, del llamado “Comité para la Primera Enmienda” que intentó frenar las acciones del “Comité de actividades Antiamericanas” en Hollywood.
Paradójicamente, Sterling Hayden,
que inicialmente apoyó a Huston en su Comité, terminó convirtiéndose en uno de
esos delatores, no por miedo, sino porque creyó sinceramente que era su deber
(Sterling, un verdadero aventurero en su vida privada, había sido marine y
agente secreto). Sin embargo, Huston, que tenía un fuerte sentido de la amistad, se mostró compasivo con Hayden debido al
profundo arrepentimiento que éste
mostró más tarde.
La película tuvo que lidiar con la
censura, el famoso “Código Hays”, y sobre este tema Huston comenta en “A libro
abierto” como consiguió burlar a los censores cuando estos rechazaron de plano
la escena del suicidio del abogado. El director hizo entonces que el abogado
fuera incapaz de escribir una nota coherente de despedida. Ese acto, en un
hombre letrado, evidenciaba su enajenación y por tanto hacia admisible el acto
suicida (inadmisible, según los censores, en una persona en su sano juicio).
Huston recordaba que “A causa de la modificación la escena mejoró,
pero yo no recomendaría intentar trampear el código de censura como forma de
conseguir argumentos con éxito. Los censores fueron responsables de provocar
daños irreparables en muchas películas.”
Lo cierto es que, a pesar de la
censura, Huston logró quizás la mejor película que se ha filmado sobre un
atraco. Dura, amarga, escueta, fatalista… sigue siendo imprescindible para los
amantes del género o, simplemente, del buen cine.
Yolanda Noir