El tema de las adaptaciones siempre da juego con sus comparativas y versiones según el medio al cual querramos llevar esos libros en pantalla. De hecho, ya le dediqué una entrada al mismo hace algún tiempo con "Juzgando por la cubierta". En el artículo de hoy, quiero hablar de aquellos casos donde el libro y la obra se intentan parecer pero acaban separándose escandalósamente, mediante el ejemplo de tres películas que se basan en novelas conocidas de su momento, y que en general, ahora se recuerdan más por su adaptación.
Cambiando el formato: Lo que el Viento se llevó
Basada en la novela de Margaret Mitchell, y producida por Selznick, es un ejemplo de cómo mantener una gran fidelidad con la novela, aspirando a recoger a los personajes y contar la historia en un formato diferente, pero manteniendo la esencia.
Suavizada en algunos aspectos para evitar la polémica (aunque hoy en día, en tiempos puritanos, el film sea emitido con advertencias en algunas cadenas), que generaba el tratamiento del papel de los del norte y la pérdida de los del sur, así como eliminación de tramas secundarias o fusión/eliminación de personajes, el alma de la novela sigue estando ahí, creando un clásico atemporal, parte ya de la historia del cine.
Se cambia el medio y su formato, pero la historia permanece. Otro ejemplo de este tipo es Sense & Sensibility de Ang Lee.
Cambiando el género: Lady L
Lady L es una novela francesa de finales de los años 50 de Romain Gary, que quizá haya caído en el olvido. Cuenta la vida de Lady L, una alta dama de la sociedad inglesa de origen francés, y su relato y confesiones cuando cumple 80 años, lo que nos da lugar a conocer la angustia mental de una mujer que sólo quiere sobrevivir en un ambiente de dominación masculina y obsesionado con el anarquismo del siglo XIX.
En la versión para el cine, el actor Peter Ustinov (que también se reserva un pequeño papel) dirige a un trío maravilloso que se ajusta a sus personajes como un guante: Sofía Loren, David Nive y Paul Newman. Mantienen la picardía francesa y el humor de corte británico que está en el papel, pero decide mover la historia de la tragedia a la comedia. Es así, como una historia que en el libro te desasosiega, en la pantalla, te da una risita complice, y se minimiza el daño que Lady L sufre y también inflige. De esta forma, la historia, como en el caso anterior, permanece a pesar de estos cambios, pero el tono es totalmente diferente (algo reforzado con dos finales distintos, diferentes en su tono, pero con fondo extrañamente similar).
Es una adaptación que resulta ciertamente infiel, pero con una infidelidad extraña y cómplice. Ves casi lo mismo, pero a través de una perspectiva diferente. Es uno de esos casos, que no recuerdo haber visto tanto en el proceso de novela al cine, salvo quizá cuando se trata de teatro a pantalla (West Side Story VS Romeo y Julieta), o genialidades como Apocalypse Now (basada en la novela El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad), que aún así, siguen manteniendo los finales originales.
Cambiando la obra: Marnie, la Ladrona
Cerramos este artículo sobre parecido en libros y películas, con uno de esos casos de parecidos nada razonables, como es el caso de la conocida Marnie, La Ladrona, clásico de Hitchcock que ha hecho olvidar a su original literario, Marnie, de Winston Graham (conocido por su saga Poldark).
Quizá este caso, es el que más nos solemos encontrar, y por eso, siempre decimos ese clásico de que el "libro y la película no se parecen, así que lee el libro antes o el libro es mejor", por lo que a veces, es más tranquilizador hasta desconocer un origen literario del film a ver.
Ya sabemos que Hitchcock había recurrido a novelas en algunos de los casos de la filmografía, notablemente con Los 39 Escalones de John Buchan, o la conocidísima Rebecca de Daphne du Marier. En este caso, tomó la obra de Graham, y además de cambiarla de país (de Inglaterra a EEUU), Hitchcock aprovecha una polémica novela (especialmente para el momento) sobre una protagonista que es una criminal, y narra su historia y su problemática relación con los hombres, para vertir ahí sus propias obsesiones con las mujeres.
Aquí el conocido director, terror de las rubias, se confirmó como pesadilla para su protagonista, Tippi Hedren, que ya lo había sufrido un año antes con Los Pájaros. Convierte a Marnie en un ser miedoso y psicótico, muy diferente al personaje multidimensional del papel, que tiene sus obsesiones, pero también una fuerza y un extraño feminismo que lo hace muy atractivo en su narración en primera persona. Eliminó personajes clave, añadió otros para reforzar sus obsesiones (la cuñada), y toma a Mark, el protagonista para convertirlo en un macho alfa salvador, frente al taciturno e introvertido, pero no por ello menos contudente, personaje original. Así se van sucediendo los cambios hasta llegar a un punto en el que libro y película se dan un aire pero cambian por completo.(*)
Resumiendo, este caso es el que con más frecuencia nos encontramos en el cine, que el libro se ajusta para el supuesto público, aunque aquí, sirve como excusa al director (o productor, o guionista, el que sea), para llevar a cabo sus propias reescrituras sobre el original.