viernes, 20 de junio de 2025

Sirat

Aunque no soy de las que se emocionó con O que arde, fui con expectativas altas a ver Sirat: Premio del Jurado en Cannes, excelentes críticas, ¡incluso le gustó a Boyero! Bueno, no es fácil resumir en pocas palabras esta película. ¿Me ha gustado? Gustar no es un verbo que acompañe muy bien a Sirat. Me ha impactado, me ha sobrecogido, me ha emocionado, pero ¿gustar? Ya habréis leído la sinopsis: un padre (Sergi López) y su hijo (Bruno Núñez) aparecen por una rave en Marruecos buscando a su hija y hermana, de la que no saben nada hace seis meses. La joven es aficionada a este tipo de fiestas y con una mochila llena de fotos, padre e hijo (Luis y Esteban) emprenden un viaje en su busca. La película es muy potente visualmente, los paisajes son impresionantes y vives totalmente la historia. No he estado en una rave en mi vida, pero Oliver Laxe consigue meterte en ese ambiente que, al menos para mí, resulta totalmente ajeno. La historia comienza como una road movie. Luis y Esteban deciden seguir a un grupo de ravers que van a otra fiesta al sur del país, cerca de Mauritania. Antes de emprender el viaje, se empiezan a ver algunos aspectos que indican que algo pasa en el mundo: el ejercito desaloja la fiesta, en la radio se oyen noticias que hablan de una guerra mundial. Pero los protagonistas permanecen ajenos al mundo exterior, viven por y para su propia historia. Vas siguiendo el viaje como si tú también te hubieras tomado algo. No se oía ni una tos en el cine. Y de pronto, todo toma una deriva apocalíptica y entiendes el sentido del título: en la cultura musulmana, Sirat es un puente entre el paraíso y el infierno, estrecho como un cabello y afilado como una espada. Y por ahí van a transitar los personajes de la película durante el resto de la historia. Quizás es mejor ir a verla sin saber nada, que te coja por sorpresa, pero es imposible comentarla sin hacer referencia a que es sobrecogedora. Los actores están maravillosos, tanto Sergi López y el niño Bruno Núñez, como todo el grupo de ravers, que no son actores, sino que pertenecen a ese mundo. Al salir del cine, estaba desconcertada. Pensaba ¿qué nos ha querido contar el director? He buscado entrevistas que le han hecho y, si queréis que os diga la verdad, creo que no vamos a ser amigos. Tiene un discurso sobre que el cine se ha banalizado, todo es entretenimiento de ver comiendo palomitas o en el sofá de tu casa y él pretende hacer historias conmovedoras, que te remuevan por dentro, que te sacudan. Hasta ahí bien, compro cine solemne, pero un director que dice cosas como “hay una dimensión de servicio en mi obra y me parece sano invitar al espectador a este ceremonial que es Sirat” me irrita, no lo puedo evitar. O perlas como esta: “Tengo intenciones y hay un propósito masculino de expresar cosas, de ejercer de autor y poner mi falo encima de la mesa, pero luego confío en las imágenes y en su dimensión sutil, polisémica, esotérica, lírica o femenina”. Me parece estupendo hacer cosas profundas, solemnes y cargadas de significado, pero prefiero que la persona que está detrás sea más humilde, más sencilla. Porque hay algo de esa grandilocuencia que se cuela en la película y pese a ser grandiosa y espectacular, para mí tiene algo que rasca, que no me acaba de gustar. Con todo, os animo a verla porque tiene méritos suficientes y a lo mejor no compartís mi punto de vista. Mira lo famoso que se ha hecho Lars Von Trier y, si yo fuera productor, no habría hecho ni una peli conmigo. Un último comentario, sesudo como todos los míos: si me pierdo, no me busquéis nunca en una rave.

viernes, 13 de junio de 2025

Nick Cravat, el secundario acróbata y mudo

 El otro día me acordé de este actor secundario tan expresivo. Solía aparecer en las pelis donde su gran amigo, Burt Lancaster, hacía de galán atlético con sonrisa muestra de dentífrico de los buenos. Nick Cravat era al amigo del prota (De Lancaster), siempre fiel y solícito, y resulta que es que no dejaba de ser cierto a grandes rasgos.

Nick Cravat era el nombre artístico de Nicholas Cuccia. Cuccia, pronunciado (Cuchia) denotaba el origen italiano de su familia. El bueno de Nick había nacido en el Brooklyn neoyorquino y de muy joven coincidió con Burt Lancaster en un campamento de verano, dicen. Lo cierto es que Burt y Nick se hicieron amigos y ambos, aficionados a la gimnasia y las acrobacias, acabaron montando un espectáculo que los llevaría al circo.

Con ese cuerpazo que gastaba Lancaster, esa sonrisa blanca e impertinente, esa agilidad y ese llamativo color del pelo, acabó siendo descubierto por un cazatalentos yéndose a Hollywood y teniendo éxito. Pero Burt no olvidaba a su colega Nick y se lo llevó para que también hiciera cine. Ambos salían haciendo saltos y piruetas exhibiendo una plenitud y fortaleza físicas envidiables.

Un elfo del bosque

El bueno de Nick siempre hacía de fiel escudero mudo. Siempre mudo. Hablaba con gestos y silbidos en las películas. Lo podéis ver en "el temible burlón" o "el halcón y la flecha". Pero, no, Nick no era mudo, a pesar de la gesticulación. Lo que le pasaba a Nick es que tenía un acento exageradamente marcado.


 Acento de barrio, de su barrio, Brooklyn, y eso, en películas de época, ya sea en la Europa medieval, o en esos piratas del Caribe del siglo XVII, no quedaba demasiado correcto.

El prota y el secundario

Y Nick hizo pelis sin su colega Burt, siempre de secundario, Con Victor Mature, otro cuerpazo pero con un rictus facial un poco malogrado, con Dean Martin, con Jerry Lewis... 

Buena forma física

En los años 60, los años del western, su colega Burt, lo enroló en historias del oeste. Fueron unas cuantas: Camino de Oregón; que viene Valdez; camino de la venganza; la venganza de Ulzana, eran unos títulos muy vengativos para dos camaradas, curiosamente. Una de sus últimas cintas juntos fue "la isla del doctor Moreau", una peli inquietante .

Inicios circenses


Y hoy he querido traer a la memoria a la memoria a este secundario mudo en la fición en ese dorado cine de los años 50 de aquél Hollywood tan dado a sacar historias de época donde un marcado acento neoyorkino no podía oírse.

Juli Gan

viernes, 6 de junio de 2025

La viajera


Firma esta película el director surcoreano Hong Sang-soo, autor también del guion. Me vais a quitar el título de cinéfila (pero no el de zinéfila), porque os voy a confesar que yo a este señor no lo conocía de nada, a pesar de que tiene unas treinta películas en su currículum, tal como he comprobado en la Wikipedia.

En fin, nunca es tarde para hacer descubrimientos y juro que me ha entrado mucha curiosidad por echarle un vistazo a algún otro de sus filmes. Quizás comience por En otro país, de 2012, en el que también cuenta con Isabelle Huppert como protagonista. Por si os interesa, está en Netflix.

Y tengo que empezar hablando de ella, de la protagonista, de la viajera del título, porque es omnipresente, porque aparece en casi todas las escenas y, cuando no aparece, la conversación gira a su alrededor. Podemos decir que el peso de la película recae absolutamente sobre ella, sobre el personaje protagonista y sobre la actriz, la enorme Isabelle Huppert.

Huppert a mí me inquieta siempre. Será porque no puedo olvidar sus interpretaciones en La cérémonie, Elle o La pianista, pero cuando está en pantalla pienso que en cualquier momento, de una u otra manera, me va a atacar, me va a asustar, me va a asaltar y no me relajo en toda la proyección. Su personaje en La viajera no es tan agresivo como en estas otras tres formidables películas que os he nombrado, pero no deja de ser un tanto desasosegante.

La viajera es una señora de una edad casi provecta (Huppert tiene 72 años; está estupenda, pero son 72) que reside sola en Seúl, vive en casa de un jovencito (sin que lo sepa la madre de este) y se gana malamente la vida en un oficio del que no sabe nada: da clases particulares de francés mediante un método delirante que ha inventado ella misma.

Siempre viste igual, echa la siesta sobre la hierba de los parques, entabla conversaciones extrañas con desconocidos y bebe continuamente makgeolli, un vino de arroz coreano que tiene menos alcohol del que yo pensaba y que se puede comprar en supermercados que tenemos cerca de casa, pero que no voy a nombrar porque no les haría propaganda ni aunque me la pagaran. Lo hay de sabores: fresa, plátano, etc. El que bebe la viajera, que, por cierto, como personaje no tiene nombre, es blanco y parece leche aguada. Nada apetitoso, vamos.

Repito que la película entera gira en torno a ella y a lo que se va encontrando en su deambular por las afueras de Seúl, con preferencia, como digo, por los parques; todo eso que pivota a su alrededor os lo resumo a continuación en varias apreciaciones sueltas.

La viajera mantiene con sus alumnas de francés diálogos que se repiten palabra por palabra, en un perfecto déjà vu, que quizá nos quiera decir algo sobre lo aburridos y previsibles que son los surcoreanos en particular o sobre lo aburridos y previsibles que somos los humanos en general.

Bien de paseo por los parques bien porque se detiene a hablar con desconocidas, el tema de conversación son a veces los poemas esculpidos en grandes piedras, como la que aparece tras Huppert en el cartel. Son poemas en coreano que la viajera pide que le traduzcan al inglés o que, a petición de una desconocida, traduce ella al francés. Los poemas son siempre autoría del mismo escritor surcoreano y he aquí de nuevo el déjà vu.

Y ya que hablamos de traducciones, hablemos de lenguas. La viajera es francesa, como Huppert, qué casualidad; su lengua materna es el francés. Las gentes de Seúl con las que trata hablan en coreano, que es el idioma oficial del país, y con la viajera se comunican en inglés. En consecuencia, todos se expresan en una lengua que no es la suya, lo cual confiere a los diálogos una torpeza, una lentitud, un balbuceo como infantil que tamiza las relaciones y las envuelve en una nebulosa de consistencia casi sólida.

Además, estas conversaciones tienen lugar con uno, varios o todos los personajes de espaldas a la cámara. Se me antoja que Hong Sang-soo, no contento con despojarlos de sus lenguas de familia, les quiere quitar también los rostros, aquello que los individualiza, para mostrarnos un mundo en el que unos seres con la misma apariencia, que apenas se diferencian los unos de los otros, hablan como máquinas tardas y reproducen continuamente las mismas conversaciones. No sé si quiere decirnos que los coreanos son gentes uniformes y parejas, en contraste con ese bicho raro exótico, ese perrito verde, que es la viajera. No sé.

Cuando me haya visto la filmografía completa de Hong Sang-soo, quizás me haya hecho una idea más precisa sobre esto. Hasta entonces, recibid un abrazo de vuestra amiga

 

Noemí Pastor

viernes, 30 de mayo de 2025

Mr. Brooks

Es una película de 2007 con un argumento bastante disparatado, pero entretenida como thriller. Tiene reminiscencias de «Seven», algo de la carnicería pop de Tarantino y un toque de cómic muy chulo en la fotografía de los bajos fondos de Portland. Viendo a Kevin Costner hacer de malo, he asimilado el trasnochado aforismo «actuar con la diligencia propia de un buen padre de familia». Siempre había dudado cuánta diligencia supone eso y si sería algo exclusivo de los padres. Con esta película se entiende de una vez por todas: significa actuar como Kevin Costner en la mayoría de sus películas, vease «Los intocables», «El guardaespaldas», «No hay salida»… En esta cinta ofrece más de lo mismo y también lo contrario: aquí está la nota original. Se mete en la piel de Earl Brooks, un ciudadano ejemplar con una familia perfecta, una fábrica perfecta —en la que se dedica a hacer vidriados—, una casa perfecta y una vida perfecta, pero con una oculta y terrible adicción al crimen. Sobre el tema de esta adicción, los profesionales de salud mental consultados afirman que no existe y mucho menos las ramificaciones que sugiere el guionista. Lo de los vidriados es un detalle artesanal bonito. Earl tiene una voz interior que se llama Marshall, representado por el actor William Hurt, como una especie de Pepito Grillo que en lugar de guiarle por el buen camino le impulsa a matar. Este desdoblamiento del protagonista, supongo que para mostrar de una manera más clara la mente del asesino, … ni sí ni no. Te distraes un buen rato al principio pensando: ¿Los demás podrán verlo y oírlo o está en la cabeza de Earl? Otro personaje en el lado del mal es Mr. Smith, el más loco de todos y con la motivación más extraña, aunque está magníficamente interpretado por Dane Cook. Demi Moore siempre es un punto positivo. Encarna a la policía Tracy Atwood, empeñada en atrapar al asesino en serie. Sus peculiaridades biográficas son un poco extremas. Es muy rica y a la vez muy macarra y ejerce de policía solo por vocación. Valiente y expeditiva, solo se mueve por corazonadas; menos mal que nada en la piscina para librarse del estrés como toda detective que se precie, si no, resultaría inverosímil. Merece una mención la actriz que interpreta a la hija, Danielle Panabaker: convincente, guapísima e inquietante.

sábado, 24 de mayo de 2025

Compañeros de ruta ( Fellow Travelers )


He dudado antes de empezar a escribir esta reseña.Estaba entre dedicarle una entrada a "Cónclave" una película que me ha parecido excelente y que si no habéis visto no os podéis perder  y una serie de televisión que definitivamente me ha vuelto a demostrar que la televisión puede y debe ser arte.

Me estoy refiriendo a la serie "Compañeros de ruta "(EEUU, 2023) dirigida por Ron Nyswaner, Uta Briesewitz, Daniel Minahan, Destiny Ekaragha y James Kent e interpretada entre otros por Matt Bomer y Jonathan Bailey .

Dado que el mes que viene es el mes del orgullo LGTBIQ+ , no podía sino dedicarle una publicación a este mini serie de 8 capítulos que es sin duda una de las mejores que he visto en no poco tiempo.


"Compañeros de ruta" nos narra la historia de amor entre dos hombres muy diferentes durante varias décadas, de los años 50 a los 80  en Estados Unidos.Se trata Hawkins Fuller (Matt Bomer) y Tim Laughlin (Jonathan Bailey), el primero carismático, ambicioso, vinculado a la política , el segundo un hombre idealista ,con valores, comprometido  y valiente , más enfrentado que aliado a las esferas de poder.  



Desde la guerra de Vietnam, pasando por los años 70 hasta entrados los 80 con la irrupción del SIDA, esta miniserie nos llevará de la mano de sus idas y venidas, sus encuentros y sus desencuentros, su capacidad de sobrevivir a cada etapa en una sociedad hipócrita y moralista que les empuja a vivir ocultando su amor.

Son dos maneras de entender el mundo no exentas de traiciones que nos creará adicción a la pantalla y en su cierre nos quedemos con ganas de más.


La química que hay entre los actores  principales es uno de los puntos fuertes de la serie, ambos hacen que las escenas eróticas y los sentimientos surgidos resulten honestos de manera natural y auténtica.

 El guión, el relato de los episodios históricos que van sucediéndose como telón de fondo, el posicionamiento de ambos personajes ante los mismos hechos, son tan enriquecedores que el espectador sucumbe totalmente al deseo de saber más y más , sin poder dejar de devorar cada episodio con el deseo imperioso de saber si finalmente serán capaces de reconocer aunque sea ante sí mismos lo que sienten el uno por el otro.



Los perfiles psicológicos de los protagonistas son casi antagónicos y sin embargo hay entre ellos un vínculo tan poderoso que no deja de sorprendernos incluso en las peores circunstancias.


Hay otro personaje, en este caso femenino que también sería justo mencionar, el  de la esposa de Fuller interpretado por Allison Williams. Es un personaje secundario pero creo refleja muy bien esa postura ambigua de algunas mujeres en los años 50, resignadas acerca de la doble vida de su marido pero al mismo tiempo complacidas en relación a su acomodada vida familiar.No hay en ella ira o deseos de venganza, incluso en algún momento, hay cierto acercamiento hacia el personaje de Tim,conocedora de que de algún modo, Fuller siempre será un esposo compartido.



Por ponerle alguna pega a la serie, diría que me hubiera gustado mayor protagonismo de los personajes femeninos en general y otro desenlace en la única historia lésbica que aparece en la serie en particular. 

Basada en la novela de Thomas Mallon, esta adaptación se convierte en un viaje a través del tiempo, revisando personajes históricos y momentos cruciales en la historia reciente de los Estados Unidos.

La serie no demoniza ni beatifica a ninguno de los protagonistas , más bien nos cuenta con neutralidad cómo esos dos hombres decidieron  amarse, si es que amar puede decidirse, en unos tiempos convulsos en los que se sucedían los gobiernos más o menos reaccionarios donde la clandestinidad y la doble vida en algunos casos era la opción más viable para poder mantenerse a flote y resistir.

Tal vez hoy todo esto nos parezca superado pero la verdad es que no lo es, mientras la homosexualidad por ejemplo sea penalizada en numerosos países y aquí, en España sigan creciendo el número de delitos de odio hacia el colectivo LGTBIQ+. 

Por dejar un dato reciente:

"En 2024, 64 jurisdicciones nacionales prohíben aún las relaciones homosexuales, privadas y consentidas entre hombres. De ellas, 40 castigan también los actos lésbicos. La dureza de las condenas oscila entre un amplio abanico que va desde menos de un año de cárcel hasta la cadena perpetua.

En este contexto , ver "Compañeros de ruta" es también un acto de resistencia además de un auténtico disfrute al ver cine de calidad en el infravalorado formato de serie de televisión.

Buen fin de semana,


Troyana



miércoles, 21 de mayo de 2025

Misión Imposible 8: confía una vez más


Ya casi son 30 años los que se cumplen cuando Tom Cruise decidió convertir una serie clásica de televisión de los años 60, en un film acción y espionaje de los 90. Contando con guion de David Koepp y la muy acertada dirección de Brian de Palma, nos regalaron una de las películas de entretenimiento de esa época, volviendo a la fórmula clásica de dobles agentes y mentiras, en una época donde James Bond debía reconvertirse, y la ciencia ficción y fantasía dominaban la taquilla. El actor, convertido también en productor, junto a Paula Wagner, traía un reparto internacional, algunas escenas icónicas (como su caída al bajar a una sala de defensa con una cuerda, o su final en el Eurostar(*)), una historia que no aburría y que podía resultar problemática para los fans de la original, y una recuperación de la maravillosa BSO de Lalo Schiffrin (bien modernizada por dos miembros de U2).

La que se prometía como una nueva saga que daría a Cruise su puesto en el olimpo de la acción, porque el de la actuación ya lo tenía, y que ayudaría a dar su imagen de "última estrella de Hollywood", cayó en picado con una secuela, donde el cambio de dirección que daría John Woo, el estilo de acción algo ridículo muy propio del final de los 90 (debido al Bond de Brosnan) y la ridiculez de la trama (esas falleras quemando santos en la Semana Santa sevillana), harían que Cruise dejara esta saga durante seis años.


¿Y qué pasó entonces? El timón sería recuperado por J.J. Abrams, el genio que había conseguido el éxito con la serie Lost, y había probado que podía moverse en el espionaje con Alias. Era una nueva oportunidad a una saga que imitaba el estilo de James Bond, pero de una forma partícula. En esta nueva aventura, además de adaptarla a la acción del momento, se le dotó a Ethan Hunt de un corazón, que no sólo estaba relacionado con la amistad de los miembros de su equipo, si no también a través de la aparición de una esposa, que le daría profundidad, y con suerte no acabaría muerta, que para eso no estamos en una película de Nolan. Además, el villano, cuyos motivos no estarían tan claros, sería interpretado por el gran Philip Seymour Hoffmann, que daría "gravitas" al asunto.

La recaudación y el interés fueron suficientes como para que llegara la cuarta, esta vez dirigida por Brad Bird, y que para muchos de los seguidores, fue la que definió el concepto de esta saga: Hunt y su equipo  luchando espectacularmente contra el villano, mientras mantenía lazos de amor y buen humor, y salvaban a todos, tomando decisiones que afectaría su vida personal, pero que darían un nuevo día a la humanidad.


Y ese es el estilo que siguió en las demás películas, con un equipo más estaba que en las primeras películas, y una idea de unificar las películas, a través de la llegada del director Christopher McQuarrie, un gran profesional, metido en la definición de la trama, muy influido por Cruise, y al borde del ataque cardiaco debido a las acrobacias, cada vez más al borde del abismo, que el actor ha querido hacer en cada película. Y es que los últimos cuatro filmes, incluido esta último que se estrena, son una vuelta de tuerca a ese universo que había impuesto Bird, y evolucionado por McQuarrie. Todas las de este director son tremendamente entretenidas, poniéndote al borde del asiento, y en la que en mi opinión, resalta Fallout (la sexta), que tiene los suficientes elementos de misterio, acción, piruetas, humor y cariño.

Llegamos al punto final. A Misión Imposible: Sentencia Final. Considerada como la segunda parte del film anterior (Sentencia mortal), ambas fueron afectadas por el Covid, los cambios de fecha, el precio de rodajes espectaculares con acrobacias extremas, y en el caso de la primera, el impacto de otras películas en el momento de su estreno (el 'barbenheimer'), lo cual hace que a fecha de hoy, no sepamos si este broche final será rentable o no. Muchos ya dicen que el final de esta saga costará dinero, pero Cruise y su obsesión por el cine y por cerrar este ciclo de su vida, junto a su éxito como Top Gun 2, hacen que pueda permitirse esta inversión y apuesta.

Sobre la película, dejando destripes y spoilers fuera, resultará ya el último exceso, y por tanto, el último entretenimiento que Ethan Hunt nos puede dar, con apuestas altísimas, líneas que rozan la distopia, y un guion muy cogido por los "pelos", pero que en el universo de Misión Imposible, es totalmente válido y razonable. Además de Cruise, el resto de actores como Ving Rhames, Simon Pegg, Hayley Atwell y el resto, no sólo hacen una interpretación más que correcta de sus personajes, si no, que queda claro y se siente que han disfrutado con ellos tanto como quieren que el espectador se lo pase bien.

Es difícil que nuevos espectadores vayan a ver este broche final (a no ser que los metan en el cine, como hice yo con una amiga el sábado pasado, en una de las sesiones de preestreno), y que los que se bajaron "de este viaje" en alguna película anterior regresen, pero los que nunca abandonaron (pese a las falleras), o los que nos volvimos a subir (como Hunt en el rascacielos de Dubai, en esa cuarta parte), van a verse recompensando, una vez más, por esta película que merece ser vista en el cine, que te entretiene a la vez que te hace reflexionar sobre el impacto de nuestras decisiones en el destino y legado que queremos dar...algo que estaría muy relacionado con lo que Tom Cruise ha querido hacer con el cine y su profesión. Algo que es mucho más honesto que el 90% del cine actual, de las sagas sin sentido (no te miro, pero te miro Fast and Furious), o que las revisiones de los héroes clásicos que deben pagar su pasado en nuestra sociedad actual (¡ay, qué mal acabamos, Mr Bond! y más tras Skyfall).

Realmente Misión Imposible 8 merece la pena, pero es decisión aceptarla o no. Pero tranquilo, este mensaje no se autodestruirá en cinco segundos.

Carmen R.


(*): en realidad, no es un Eurostar, si no un tren TGV de la SNCF, que el actor consiguió al invitar a cenar a un alto cargo de la compañía de transportes francesa

viernes, 9 de mayo de 2025

La peste

He tardado mucho tiempo en ver esta serie. Se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián en 2017 y, pese a que soy muy aficionada a ver series completas, esta se me pasó. Ahora he podido disfrutar de las dos temporadas seguidas y tengo que decir que me ha parecido una buena serie. Los creadores son Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, lo que ya podía hacernos suponer que el producto sería de calidad. Ambos están detrás de la dirección y el guion de películas tan buenas como La isla mínima, El hombre de las mil caras o Modelo 77. La acción se desarrolla en Sevilla en el siglo XVI. Una epidemia de peste comienza en los barrios pobres y hay intereses cruzados sobre qué hacer: cerrar la ciudad o no. Cerrar la ciudad podría ser bueno de cara a la epidemia y permitiría conseguir ayuda económica de la corona. Por otro lado, si cierran el puerto en un momento floreciente del comercio con el Nuevo Mundo, los comerciantes perderán mucho dinero. En esta situación, llega a la ciudad Mateo, un impresor al que busca la Inquisición por publicar biblias protestantes. Acude a la ciudad para rescatar al hijo bastardo de su amigo Germán, al que dio su palabra. Cuando llegue, no solo deberá intentar cumplir su cometido, sino que se verá implicado en la resolución de unos crímenes de protestantes que se están produciendo en Sevilla. Los actores elegidos están muy bien, no solo los protagonistas como Paco León, Pablo Molinero, Sergio Castellanos, Manolo Solo o Patricia López Arnaiz ( y mira que a esta mujer, no sé por qué, le tengo manía, pero en esta serie me ha gustado); también los secundarios como Manuel Morón, Paco Tous, Antonio Dechent y muchos más hacen un trabajo excelente. La verdad es que en este país tenemos buenísimos actores y actrices, al margen de los que salen en la prensa constantemente, hay un montón de gente con una larga carrera a sus espaldas de los que muchas veces no sabemos ni el nombre, aunque los reconocemos perfectamente. En la segunda temporada, la ciudad se ha enriquecido con el comercio o, mejor dicho, algunos se han enriquecido porque el pueblo sigue viviendo fatal dominado por la nobleza y por la Garduña, una mafia local que controla la prostitución, la venta ambulante y muchas cosas más. Mateo vuelve de América porque se lo pide Teresa, la viuda de su amigo German para ayudar a Valerio, el hijo bastardo al que salvó en la primera temporada. A la ciudad ha llegado un nuevo asistente llamado Pontecorvo que quiere imponer el orden y acabar con la Garduña. Mientras tanto, Teresa está empeñada en rescatar a las prostitutas que malviven bajo la Garduña y darles una nueva vida en América. También en esta segunda temporada los actores están muy bien, con nuevos personajes como los interpretados por Jesús Carroza, Federico Aguado o Estefanía de los Santos. Me ha gustado especialmente Julián Villagrán como el flamenco. Es una serie oscura, con muchas escenas nocturnas o en interiores mal iluminados, que muestra la miseria, la enfermedad y la injusticia en que vivía el pueblo. Los colores son marrones, pardos, grises y negros. Solo hay ráfagas de color en los vestidos de las damas nobles (me fascina el vestuario del personaje de Teresa, vestidos, turbantes y pendientes). Da la sensación de que la vida no valía nada y la de las mujeres y los niños, menos. Creo que consigue meterte totalmente en el ambiente y la época que pretende describir, no sé si está bien documentada, pero es muy verosímil. La única pega que le veo es que el sonido es malísimo. No sé por qué, no se entiende a los personajes. He leído que había gente que la veía con subtítulos. Algunos decían que era por el acento andaluz, pero no tiene nada que ver; se entendía igual de mal a los que venían de Valladolid y no era cuestión de subir el volumen. Con todo, me ha parecido una muy buena serie. En los últimos años se están haciendo series españolas de gran calidad.