viernes, 25 de abril de 2025

Premonition: 7 días

 


Esta película de 2007, protagonizada por Sandra Bullock, se tituló en inglés simplemente Premonition y en España se le añadió la coletilla de 7 días, añadido que resultó curiosamente premonitorio, ya que, unos años después, en 2015, se estrenó Premonición, con Anthony Hopkins, Abbie Cornish y Jeffrey Dean Morgan, que originariamente, en inglés, se titulaba Solace.

En el canal Mad han programado estos dos filmes en una misma tarde, uno después del otro, y los han titulado Premonición (7 días) y Premonición (Solaz), de manera un tanto confusa, hasta el punto de que llegó a pasárseme por la cabeza que formaban parte de una especie de saga o serie. Pero no. No tienen nada que ver el uno con el otro.

Yo hoy os hablaré de Premonition: 7 días, con Sandra Bullock, y quizás otro día me anime con el otro.

Premonition (le quito la coletilla de ahora en adelante) es básicamente un thriller de suspense que pasó en su época bastante muy desapercibido. En los Estados Unidos tuvo una acogida en salas entre mediocre y buena y en Europa y Sudamérica fue un poco peor.

La crítica tampoco le fue, en general, favorable y esto me sirve de perfecto ejemplo del sexismo y la misoginia de la crítica cinematográfica. Todavía hoy he podido leer en alguna reseña que un aspecto negativo de Premonition es que su trama “se limita a lo cotidiano” o que “lo que pasa no es importante”. Os traduzco gratis: no suceden cosas masculinas y lo que les pasa a las mujeres no nos interesa. No tengo ni media duda de que, si en vez de UNA prota ama de casa, Premonition tuviera UN prota, pongamos, desarrollador de videojuegos, esta peli sería de culto, porque tiene cualidades para ello.

Bueno, tras la pataleta necesaria, ya ha llegado el momento de exponeros el high concept de Premonition, aunque yo no lo voy a exponer muy high, sino a mi manera.

Allá voy. Un ama de casa acomodada, de casoplón en las afueras y Volvo para llevar a las niñas al colegio de élite, vive una experiencia raruna. De pronto, le bailan los días. Se acuesta un domingo por la noche y se levanta un miércoles; de ahí vuelve al lunes y luego salta al sábado, al jueves, al martes, luego al viernes… No es así exactamente, pero más o menos. Y así continúa, a lo loco, durante los siete días del título, durante una semana. Solo que, durante esa semana, su marido fallece en la carretera, se entera de que tenía una aventurilla, su hija sufre un accidente doméstico, la internan a la fuerza en un psiquiátrico… En fin, muy mala semana para vivirla desordenada y saltando adelante y atrás en el tiempo, cosa que, quieras que no, te lía y te confunde mucho.

El guion no tiene fisuras. Todo encaja bien y de forma natural, nada forzada. Fluye. Y la intriga está bien trabajada. La tensión se mantiene perfecta durante todo el metraje y la atmósfera inquietante funciona desde el principio; desde las primeras escenas sabemos que en ese escenario idílico de periferia adinerada y familia reluciente va a caer una bomba de neutrones que va a dejarlo todo patas arriba. Y mola. 

El peso de la peli cae del todo sobre Sandra Bullock; prueba de ello es que el resto del elenco es un elenco de perfectos desconocidos, a excepción del grandioso Peter Stormare, que hace un papel breve, pero desasosegante, como siempre o casi siempre. La diferencia es que en esta peli sale incluso guapete (ved foto), pero sigue dando miedo.

Bullock está correcta. Esta señora, que a mí me cae bien, no sé por qué, porque no ha hecho gran cosa en el cine, no es un dechado de expresividad, pero esa templanza le va bien a su personaje, porque no necesita intensidad ninguna: bastante intensito es ya lo que le pasa.

El final de Premonition es agridulce. Si de mí hubiera dependido, le habría quitado ese poquito de dulce y el mensaje final pelín ñoño, pero confieso que la calmada escena final supone un cierto alivio, tras tantos minutos de tensión.

El director es Mennan Yapo, un alemán de evidente ascendencia turca, nacido en 1966. Premonition fue su segundo film largo, de manera que solo tiene uno anterior, Lautlos (en inglés Soundless), que rodó en Alemania en 2004. Lautlos pasó con más pena que gloria por la taquilla, pero se llevó el Premio Especial del Jurado en el prestigioso Festival du Film Policier de Cognac. De ahí, Yapo saltó a Hollywood, hizo Premonition y no me consta ningún trabajo posterior suyo.

Y hasta aquí lo que me apetece contaros sobre esta peli que no os cambiará la vida, pero no sale nada mal parada. Se despide vuestra amiga


Noemí Pastor

viernes, 11 de abril de 2025

Ciudad tóxica

Os cuento mis green flags sobre esta serie británica. La impresionante trayectoria de su directora, Minkie Spiro, —codirectora en «El problema de los tres cuerpos», «Better call Saul» y «Downton Abbey»—. Su buen hacer se refleja en mil detalles, como las escenas entrelazadas (maravillosa la que cruza la celebración de los políticos, con el nacimiento de los bebés y el robo de los documentos); o las tomas aéreas con drones, que, además de estéticas, tienen un efecto maqueta que evoca la planificación urbanística, el fantasma que se esconde tras la trama. Las contraposiciones entre el mundo de la élite y la población media, Club-Pub; o la manera sutil de mostrar el paso del tiempo por la edad de los niños. El guion de Jack Thorne, —«Enola Holmes» y coguionista de «Adolescencia»—. Se basa en una historia real y, además, está bien contada, que es lo importante. Quiero decir que, en principio, no valoro más las obras por basarse en hechos reales, y tampoco me importa mucho la fidelidad en la caracterización de los personajes o la literalidad en acontecimientos puntuales. Para mí lo que cuenta es la construcción de la narración y que, en caso de existir una realidad tras la ficción, se muestre de forma honesta. Si esa realidad que me revelan es un tema interesante del que no sé casi nada, como en este caso, ya, es lo máximo que puedo pedir. Sucede en Corby, un pueblo de Inglaterra que tuvo una industria boyante del acero desmantelada en los 90. A la hora de retirar los residuos de los terrenos donde se ubicaban las fábricas, bajo la pragmática excusa de «encontrar el equilibrio entre la burocracia y la realidad», no se siguieron las normas de seguridad, con graves daños para la salud de la población. Salta la alarma cuando empiezan a nacer bebés con extremidades diferentes en una proporción muy superior a la media. La tenacidad de las mujeres recuerda a la famosa «Erin Brokowitz», interpretada por Julia Roberts. También es un referente la serie «Sherwood», donde asimismo se trataba la desindustrialización británica de la era Thatcher y lo que arrastró consigo: huelgas, movilizaciones, desempleo y parece que también problemas de salud pública. El problema médico de los niños se trata con objetividad y sin morbo. Se centra en el calvario de operaciones a las que quedan abocados desde su nacimiento, y sirve, de paso, como reflexión sobre la maternidad y sobre los cuerpos diferentes. Las dos protagonistas. Susan McIntyre, —interpretada por Jodie Whittaker, a la que vimos en Broadchurch—, es un personaje que cae bien al instante gracias a la versatilidad y delicadeza del registro interpretativo de la actriz. Lleva el peso de la trama principal y de una excelente subtrama matrimonial con un marido al que no se puede considerar ni siquiera cero a la izquierda: es un número negativo. La actriz Aimee Lou Wood —«Sex education»— da vida a Tracey Taylor, la parte sensata del dúo protagonista. La admiro no solo por su papel de contable y madre, sino por la valiente defensa de su imagen en la vida real. El proceso judicial. Todo el desarrollo de la obtención de pruebas, la búsqueda de expertos y peritos, intervención de las autoridades, opinión pública y el propio juicio en sí justificarían por sí solos la serie. Los secundarios contribuyen a que sea redonda. El abogado, interpretado por Rory Kinnear —el inolvidable primer ministro del capítulo 1 de «Black Mirror»—. El teniente de alcalde, Brendan Coyle de «Downton Abbey». El concejal pelmazo, encarnado por Robert Carlyle de «The Full Monty». El resto de madres, los trabajadores de la fábrica, etc. La extensión en cuatro capítulos me parece muy acertada, sin capítulos de relleno, aunque en este punto expreso mi única red flag: no está suficientemente explotado el personaje de Ted Jenkins, interpretado por Stephen McMillan. El joven inspector es un personaje fascinante por su implicación, consecuencias, y toda la secuencia de acontecimientos que lo rodean. Tiene bastante peso en los primeros capítulos, pero merece más en los últimos. Como espectadora, me hubiera gustado saber más cosas sobre él. Almudena Fernández Ostolaza.

viernes, 4 de abril de 2025

ADOLESCENCIA

La miniserie "Adolescencia" (2025) se está convirtiendo en un auténtico fenómeno social. 

Lamentablemente de forma casi semanal, la actualidad nos sacude con noticias sobre asesinatos machistas y esto nos genera impotencia, rabia, dolor , frustración  y un cuestionamiento permanente acerca de la validez de las instituciones  y del sistema en general a la hora de prevenir y proteger a las víctimas de estas violencias, así como una reflexión en torno a una sociedad que perpetúa creencias y valores asentados en un patriarcado que fomenta en menor o mayor grado un nivel de hostilidad palpable hacia las mujeres.

Sin embargo, cuando esta violencia se ejecuta por parte de un adolescente de 13 años, la sociedad se revuelve en una mezcla de perplejidad y rechazo. Esto es lo que nos cuenta "Adolescencia" a través del caso de Jamie, un adolescente que acaba de asesinar a una compañera del instituto y que es detenido y arrestado por este motivo en el capítulo 1.


Esta miniserie británica dirigida por Philip Barantini y escrita por Stephen Graham y Jack Thorne está compuesta por cuatro episodios y arranca con un plano secuencia fulminante en el que somos testigos de la detención de Jamie en su domicilio y con su  familia de testigo que está en estado de shock y es incapaz de comprender y asumir qué está sucediendo.

No estamos ante una serie de intriga ni de suspense, desde el minuto uno sabemos quién es el asesino y quien es la víctima y tampoco estamos,si nos referimos a Jamie,  ante un chaval proveniente de un hogar roto o desestructurado. Sin embargo, sí estamos frente a un adolescente expuesto como tantos otros a la influencia de los círculos de iguales y por supuesto a la todopoderosa influencia de las redes sociales.Los comentarios despectivos acerca de los pechos de su compañera de clase, los comentarios negativos en redes acerca de las modelos que él mismo ha posteado advierten de una hostilidad  creciente hacia las mujeres que finalmente se reviste de resentimiento al amparo de sus propias inseguridades personales y su baja tolerancia a la frustración.


Las preguntas de ¿por qué ? ¿cómo es posible llegar hasta aquí ? nos persiguen de principio a fin, y sí vemos ese germen de un discurso en el cual el mundo (en este caso femenino) está en deuda contigo , te debe algo y si esa expectativa no se cumple, es lícito que te saldes esa deuda.

La escuela no cuenta con los recursos necesarios, se observa la incapacidad del profesorado para detectar y prevenir esta posible agresión pero tampoco la familia sospecha en ningún momento que Jamie pudiera ser capaz de cometer un asesinato de este índole.Sabemos que Jamie no ha sufrido maltrato por parte de sus progenitores pero en cambio su padre sí sufrió esa violencia por parte de su padre, y de alguna manera esa impronta está latente en la figura masculina más directa y referente de Jamie.


La escena del interrogatorio con la psicóloga es posiblemente una de las que más tensión genera en la película pues observamos la ira contenida de Jami y cómo su rostro y su lenguaje corporal se transforman a medida que la entrevista le va incomodando de manera gradual . Actuaciones sobresalientes en una entrevista repleta de mensajes tanto manifiestos como subliminares.

Es la construcción de una masculinidad tóxica lo que se cuece a fuego lento sustentada por múltiples factores que no somos capaces de atajar ni desde la familia ni desde la escuela ni desde la comunidad en general y cuyas consecuencias aquí atroces,aquí en "Adolescencia" se dejan ver.

Un mensaje claro y directo que puede servir para revisar nuestro lenguaje y tomar conciencia de qué algoritmos alimentan nuestras creencias, no ya sólo como adultos sino también desde la extremadamente vulnerable e influenciable adolescencia.

 Troyana.