Claudia Piñeiro (@claudiapineiro), guionista, dramaturga y novelista argentina,
publicó Las viudas de los jueves hace ya diez años, en 2005, y enseguida se
convirtió en una novela exitosa.
¿Cómo se mide, entre otros baremos, el éxito de una novela? Pues se suele tener en cuenta
si ha sido o no llevada al cine, porque las películas, en contra de la opinión
general, muchas veces engrandecen los textos narrativos; o, al menos,
permanecen a su altura o en absoluto los dañan.
Eso podemos decir de la versión
fílmica de Las viudas de los jueves que realizó el también argentino Marcelo Piñeyro, que no nos consta que sea primo de Claudia.
Marcelo acostumbra a
adaptar al cine piezas literarias argentinas; así lo ha hecho recientemente con
Betibú, otra novela de Claudia, y ya lo hizo en el año 2000 con Plata quemada,
de Ricardo Piglia, por la que se llevó un premio Goya. Desde ahora aviso que la
novela de Piglia y la peli de Piñeyro caerán próximamente por aquí en otro de
mis Del papel al celudoide.
Tarde, pero bien
Cuando alguien me dice “No he leído nada de este autor” y
cita a una de mis plumas favoritas, suelo contestar “Enhorabuena: tienes
muchísimo con lo que disfrutar”.
Felizmente, eso también me sucede a mí, que de repente
encuentro a una escritora o escritor que ya tieneun recorrido, pero con quien
no había tenido el gusto de cruzarme en mi vida, y doy con un filón, con
montones de novelas estupendas para disfrutar durante meses. ¡Qué felicidad!
Pues eso me ocurrió con Claudia Piñeiro: la descubrí tarde
(porque a estas alturas de mi vida todo lo que hago lo hago ya tarde), pero
bien. Bien descubierta y disfrutada.
¿Por qué disfrutada? Pues, en el caso de Las viudas de los
jueves, porque la novela es de las que te sacuden, de las que te abofetean; de
las que me gustan, vaya. Y, como digo, la película no se le queda atrás, aunque
su planteamiento estilístico sea muy otro. Con todo, podemos resumir ambas en
este high concept: se narran las circunstancias de unas extrañísimas muertes
acaecidas en una urbanización muy cerrada de gente muy rica y muy pija a las
afueras de Buenos Aires.
Narradoras y narradores
La novela tiene dos narradores: uno (mejor dicho una, porque
enseguida la identificamos como a una de los personajes principales) narra en primera
persona del singular. El otro narrador (o narradora, no hay manera de saberlo,
no se identifica y narra, he aquí la peculiaridad, en primera persona del
plural; en una primera persona del plural muy inquietante: un Nosotros que
escribo a propósito con mayúsculas porque es un nombre propio, una marca
distintiva, frente a un vos otros, los extraños, los de fuera, los que no vivís en
nuestra maravillosa urbanización, sino extramuros, más allá de las puertas del paraíso.
Nosotros tenemos otras leyes, otra justicia, otro estatus,
otra dimensión; habitamos en otra cara de la luna, más arbolada y hermosa. A vos
otros os juzgamos, pues, con distinto rasero; mucho más estricto. Y nos da
igual, porque, como decía la misma Piñeiro en su reciente novela Una suerte pequeña,
Nosotros no vamos a sentarnos nunca en
ese banquillo.
Negra de verdad
Así y todo, lo esencial en ambas piezas no son las muertes, ni su autoría ni su investigación. El peso total de las obras recae en la
disección social de los nuevos ricos argentinos de la década de 1990, sus
veloces ascensos y sus caídas en picado, su nulo aporte al progreso de la
civilización o el bienestar común, porque, tanto cuando estaban arriba como una
vez despeñados, no abandonaron la miseria moral.
De todas las críticas de la peli que he leído, me ha gustado
especialmente la de José Arce, que habla de “Maridos desesperados” que viven en un Wisteria Lane a la
argentina.
Lo que pasa en el cine
Una novela que comienza con unos cadáveres hundidos en una
piscina tenía que llevarse al cine sí o sí. Y se llevó. La llevó Marcelo
Piñeyro,pero después de transformar sustancialmente el texto narrativo.
En la película la primera diferencia que se aprecia con
respecto a la novela son los diálogos. Qué os voy a decir que no sepáis sobre
los diálogos en las películas argentinas. Pues nada. En la novela, en cambio,
los personajes apenas charlan.Otra diferencia es el sexo. En la novela no hay. En la peli hay
incluso procacidad verbal.
Y, al final de todo, la diferencia principal reside en el
estilo, pues cada uno de los textos, el literario y el fílmico, tiene una
diferente voluntad de estilo. Así, la novela quiere ser, y lo consigue, una pieza compacta, sin altibajos,
sin emociones afloradas, como salida de la mente de la Teresa de la película, que consume Prozac para no sentir. En la
novela no hay Prozac ni desdicha, no hay gozo ni desgarro, sino una relación
templada de hechos, situaciones, que no pierde nunca la compostura, se
contiene, ofrece siempre una sonrisa un poco helada, como si tras ella no
hubiera nada más.
En la novela no hay voces disonantes, no hay tragedia ni
comedia, apenas hay, como digo,
diálogos. En la película, sin embargo, caen las máscaras, los personajes
se revelan, no son capaces de mantener su pose, se exponen.
En fin, esperando que, con todo esto que os he contado, ya
os hayan entrado ganas tanto de leer el libro como de ver la peli, espero que
lo hagáis y que podamos charlar sobre ambos y me despido con la ficha técnica
del film y con el film completito en Youtube. A disfrutar.
Se despide hasta la próxima vuestra amiga
Noemí Pastor